LOS MUERTOS ESTAN EBRIOS...
Los muertos están ebrios de lluvia antigua y sucia
allá en el cementerio extraño de Lofoten.
El reloj del deshielo tabletea lejano
entre los ataúdes sórdidos de Lofoten.
Y gracias a las fosas que el entretiempo ahueca,
con fría carne humana los cuervos se han cebado,
y gracias al delgado viento con voz de niño,
dulce para los muertos es el sumo en Lofoten.
Ya no veré jamás, jamás sin duda,
ni la mar ni las tumbas de Lofoten,
y sin embargo hay algo en mí que me hace amar
ese rincón extremo y toda su congoja.
Suicidas, alejados y desaparecidos
del cementerio extraño de Lofoten
-¡que raro y dulce suena su nombre a mi oído!-
decidme si es verdad que allí, que allí dormís.
Bien podrías contarme cosas más ocurrentes,
clarete que rebasas en mi copa de plata;
historias más amables o menos alocadas
y dejarme tranquilo con tu eterno Lofoten.
Que está habiendo buen tiempo y suave se desliza
en el hogar la voz del mes más melancólico.
¡Ah, los muertos, los muertos, aun los de Lofoten;
los muertos, en el fondo, lo están menos que yo...!
DESPERTAR
En un país de infancia recuperada entre lagrimas,
en una ciudad con latidos de corazones muertos
(todo un arrullador surco de latidos de vuelo,
de latidos de alas de los pájaros de la muerte;
de chapaleos de alas negras sobre el agua de muerte),
en un pasado fuera del tiempo, enfermo de arrobamiento,
los gratos ojos dolidos del amor arden todavía
con un fuego manso de mineral rojizo, con un triste encanto,
en un país de infancia recuperada entre lagrimas...
Sin embargo, el día llueve sobre el vacío absoluto.
¿Por que me has sonreído en la gastada luz,
y por que y como me has reconocido,
extraña muchachita de arcangélicos párpados,
de reidores, azulados, suspirantes párpados,
hiedra de noche estival sobre la luna de las piedras?
¿Y por que y como, no habiendo jamás entrevisto
ni mi rostro ni mi duelo, ni la miseria
de los días, me has reconocido tan de pronto,
cálida, musical, brumosa, pálida, amada?
¿Por quien morir en la noche inmensa de tus párpados?
Sin embargo, el día llueve sobre el vacío absoluto.
¿Que palabras, que músicas terriblemente caducas
se estremecen en mí con tu presencia irreal,
sombría paloma de los días lejanos, tibia, bella?
¿Que músicas en eso se estremecen durante el sueño?
¿Bajo cuales frondas de soledumbre antiquísima,
en que silencio, en que melodía o en que
voz de niño enfermo volver a encontrarte, oh bella,
oh casta, oh música escuchada en el sueño?
Sin embargo, el día llueve sobre el vacío absoluto.
CUANDO ELLA LLEGUE...
Cuando ella llegue, habrá gris o verde en sus ojos,
verde o gris en el río?
La hora será nueva en este porvenir tan viejo,
nueva pero tan poco novedosa...¡
Antiguas horas en las que se ha dicho todo, visto
todo, soñado todo:
no os imagináis como os compadezco...
!Habrá entonces otro hoy y ruidos de ciudad
tal como los de hoy y siempre - ¡duras experiencias! -,
y olores - según la estación - de septiembre o de abril.
Y un falso cielo, y nubes sobre el río.
Y palabras - según la ocasión- alegres o sollozantes
bajo cielos que se regocijan o que llueven,
porque nosotros habremos vivido y simulado
- ¡ay! - ¡tanto y tanto
cuando ella llegue con sus ojos de lluvia sobre el río!
Y habrá también (voz del hastío, risa de la impotencia)
el viejo, el estéril, el seco momento presente,
pulsación de una eternidad hermana del silencio;
el momento presente, tal como este momento.
Ayer, hace diez años,hoy, dentro de un mes,
horribles expresiones, pensamientos muertos, pero,
¡que importa!
Bebe, duerme, muere, es preciso librarse de sí mismo
de una u otra manera ...
* Milosz: "Antología poética". Colección Los Poetas. Versión Castellana de Lyzandro Z. D. Galtier. Prologo de Adolfo de Obieta. Colección Dirigida por Aldo Pellegrini. Compañía General Fabril Editora. Buenos Aires. Argentina. Se terminó de imprimir el 11 de septiembre de 1961.
O. W. de Lubicz Milosz: Nació en Czeraia, Lituania, entonces parte de la Rusia blanca, en 1877. Hijo de Wladislas Milosz, estudioso de la alquimia y explorador de África, y de Marie Rosenthal, judía, cuyo matrimonio le costó el ostracismo de su pueblo, Milosz se traslada con ellos a Francia donde estudia epigrafía hebraica y asiria. Junto con sus estudios orientales y sus inmersiones en la Biblia, escribe poemas. En 1899 publica su primer libro, Le Poème de Décadence. Aunque está lejos de su tierra, no la olvida y frecuentemente la visita. En 1914, después de una atormentada vida que relata en su novela La amorosa iniciación vive su gran visión intelectual y mística: "He visto el Sol Espiritual”, dirá a sus amigos. Con la Revolución rusa, que lo priva de todos sus bienes y la proclamación, en 1918, de la República Lituana, Milosz solicita la ciudadanía lituana y se le nombra Encargado de Asuntos Extranjeros en París. Diplomático, hasta el penúltimo año antes de su muerte (1939) en que se retira de su cargo para concluir su exégesis de Apocalipsis de San Juan, iniciada en 1932 y publicada bajo el título de La clef de l’Apocalypse, muere de una embolia en Fontanblieu.
Retrato de O. W. de Lubicz Milosz de Aaaron Bilis.