“Te contradices Heriberto o sólo quieres mirar hacia un lado”, comenta un lector en el post anterior, y le doy la razón en lo primero. Casi siempre acabo contradiciéndome y entre decir y contradecirme, voy ganando claridad a veces. Otras, termino como mi lector no entendiéndome. Pero en lo segundo no tanto, que por andar mirando a todos lados casi siempre termino haciendo lo que menos me conviene. El caso es que mi preocupado lector no puede conciliar el sueño ante lo que considera una no equilibrada actitud mía al presentar y promover una lectura de Reina María Rodríguez (RMR) y posteriormente cuestionarme las inconsistencias de Pablo Milanés (PM), ambos de visita en Miami.
Vayamos por partes. No es la primera vez que me he referido a RMR en este blog. En septiembre de 2009 escribí que «Usted es la culpable (...) rompió con la hegemonía de la norma conversacional y puso coto a los desvaríos de la antipoesía, regresando nuestra literatura a sus cauces líricos tradicionales.» Sigo pensando lo mismo, pero como los comentarios del nuestro lector eluden los méritos literarios e intelectuales de la poeta (así como los méritos artísticos del músico) me limitaré específicamente a los aspectos por él mencionados.
Me enrostra mi “respaldo a una funcionaria, poeta oficial y aduladora del castrismo y su líder”. ¿Qué decir? No estoy al tanto, en detalle, de la trayectoria laboral de RMR, pero -hasta donde sé- no ha sido nunca “funcionaria” del gobierno cubano. Lo de “poeta oficial” no sé qué significa, pues salvo el título nobiliario vitalicio de «poeta nacional» que le arrebataran en vida a Agustín Acosta para encasquetárselo a Guillén, y que muerto este no ha sido reasignado, no sabía que existiera algo así.
Tal vez se refiera a esos “poetas” y escritores de fidelidad probada, que sí fueron funcionarios y embajadores de la dictadura y a cambio de ejercer de represores gozaban del respaldo oficial para hacer y deshacer en la isla. Es un hecho qe luego de irse de Cuba son recibidos por el “exilio intransigente” que les rinde honores, les otorga membresías honorarias en el Pen Club de escritores cubanos en el exilio y les cabildea doctorados honoris causa, premios y dineros.
No soy su biógrafo y ni siquiera he sido una persona cercana a RMR, pero no recuerdo que sea conocida por reprimir a nadie o por escribir panfletos apoyando fusilamientos. Se le recrimina un poema de dudoso valor estético escrito a los 18 años, en 1970, incluido en una antología -no sin cierta “mala leche"- por alguien que conoce su obra tal vez mejor que yo, titulado "Hoy habla Fidel". Lo he leído y no pasa de ser eso, un mal poema que no creo que vuelva a recordar cuando leo el resto de su extensa y valiosa obra.
Pero sería oportuno mencionar que desde muy temprano, en la década de los ochenta, RMR ha sido parte activa o ha estado vinculada a los más importantes grupos y eventos de nuestra cultura y que en su entorno se han producido algunos de los documentos y sucesos más radicalmente renovadores y discrepantes de la cultura oficial cubana de las pasadas tres décadas: Paideia, Tercera Opción, Diáspora(s) y Omni Zona Franca, entre otros.
Pretende mi lector hacer un paralelo entre RMR y PM que es a ojos vista insostenible. La connotación de un músico como PM a nivel continental rebaza la influencia de cualquiera de nuestros escritores contemporáneos en cualquier orden, pero en el político se torna caricaturesca la comparación. PM ha sido junto a Silvio Rodríguez el rostro de la Revolución Cubana desde sus inicios. Que comparado con este último, antipático en grado sumo, o con otros engendros como Sara González o Vicente Feliú, PM tienda a lucir más potable, no le resta responsabilidad en todo el proyecto geopolítico de "exportar la revolución" al cual su música sirvió de banda sonora y que contabiliza miles de sucesos lamentables en todo el continente.
En cuanto a la supuesta “situación difícil” en que me encuentro, no ha de preocuparse. La tenía en Cuba donde opinar podía tener consecuencias y lo hacía. Acá no, aquí puedo escribir y decir lo que quiera y lo único que puede pasar es que usted no esté de acuerdo y lo diga, aunque le cueste poner su nombre por sabe dios qué razones. Tal vez ahora mismo esté preparando maletas para ir a la isla, o no ha logrado aún sacudirse el miedo que le penetró hasta los huesos durante su vida en ella.
En fin, que le creo a Reina sus treinta años de fidelidad a la cultura cubana y a la poesía, aunque escribió un poemita a Fidel a los 18 años.
Que no me creo los cambios de actitud de los oportunistas, represores y aplaudidores de fusilamientos porque un día hayan decidido pasarse al otro bando.
Que hacer declaraciones tibias antes de un concierto, cuestionándose al gobierno cubano o patear al perro de Edmundo en Miami es fácil.
Que Pablo Milanés me va a tener que hacer tragar estas palabras, haciendo esas mismas declaraciones en Buenos Aires o en Madrid, para hacerme reconocer que en su caso erraba en mis “razones” y daba otro “mal paso”.
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Vayamos por partes. No es la primera vez que me he referido a RMR en este blog. En septiembre de 2009 escribí que «Usted es la culpable (...) rompió con la hegemonía de la norma conversacional y puso coto a los desvaríos de la antipoesía, regresando nuestra literatura a sus cauces líricos tradicionales.» Sigo pensando lo mismo, pero como los comentarios del nuestro lector eluden los méritos literarios e intelectuales de la poeta (así como los méritos artísticos del músico) me limitaré específicamente a los aspectos por él mencionados.
Me enrostra mi “respaldo a una funcionaria, poeta oficial y aduladora del castrismo y su líder”. ¿Qué decir? No estoy al tanto, en detalle, de la trayectoria laboral de RMR, pero -hasta donde sé- no ha sido nunca “funcionaria” del gobierno cubano. Lo de “poeta oficial” no sé qué significa, pues salvo el título nobiliario vitalicio de «poeta nacional» que le arrebataran en vida a Agustín Acosta para encasquetárselo a Guillén, y que muerto este no ha sido reasignado, no sabía que existiera algo así.
Tal vez se refiera a esos “poetas” y escritores de fidelidad probada, que sí fueron funcionarios y embajadores de la dictadura y a cambio de ejercer de represores gozaban del respaldo oficial para hacer y deshacer en la isla. Es un hecho qe luego de irse de Cuba son recibidos por el “exilio intransigente” que les rinde honores, les otorga membresías honorarias en el Pen Club de escritores cubanos en el exilio y les cabildea doctorados honoris causa, premios y dineros.
No soy su biógrafo y ni siquiera he sido una persona cercana a RMR, pero no recuerdo que sea conocida por reprimir a nadie o por escribir panfletos apoyando fusilamientos. Se le recrimina un poema de dudoso valor estético escrito a los 18 años, en 1970, incluido en una antología -no sin cierta “mala leche"- por alguien que conoce su obra tal vez mejor que yo, titulado "Hoy habla Fidel". Lo he leído y no pasa de ser eso, un mal poema que no creo que vuelva a recordar cuando leo el resto de su extensa y valiosa obra.
Pero sería oportuno mencionar que desde muy temprano, en la década de los ochenta, RMR ha sido parte activa o ha estado vinculada a los más importantes grupos y eventos de nuestra cultura y que en su entorno se han producido algunos de los documentos y sucesos más radicalmente renovadores y discrepantes de la cultura oficial cubana de las pasadas tres décadas: Paideia, Tercera Opción, Diáspora(s) y Omni Zona Franca, entre otros.
Pretende mi lector hacer un paralelo entre RMR y PM que es a ojos vista insostenible. La connotación de un músico como PM a nivel continental rebaza la influencia de cualquiera de nuestros escritores contemporáneos en cualquier orden, pero en el político se torna caricaturesca la comparación. PM ha sido junto a Silvio Rodríguez el rostro de la Revolución Cubana desde sus inicios. Que comparado con este último, antipático en grado sumo, o con otros engendros como Sara González o Vicente Feliú, PM tienda a lucir más potable, no le resta responsabilidad en todo el proyecto geopolítico de "exportar la revolución" al cual su música sirvió de banda sonora y que contabiliza miles de sucesos lamentables en todo el continente.
En cuanto a la supuesta “situación difícil” en que me encuentro, no ha de preocuparse. La tenía en Cuba donde opinar podía tener consecuencias y lo hacía. Acá no, aquí puedo escribir y decir lo que quiera y lo único que puede pasar es que usted no esté de acuerdo y lo diga, aunque le cueste poner su nombre por sabe dios qué razones. Tal vez ahora mismo esté preparando maletas para ir a la isla, o no ha logrado aún sacudirse el miedo que le penetró hasta los huesos durante su vida en ella.
En fin, que le creo a Reina sus treinta años de fidelidad a la cultura cubana y a la poesía, aunque escribió un poemita a Fidel a los 18 años.
Que no me creo los cambios de actitud de los oportunistas, represores y aplaudidores de fusilamientos porque un día hayan decidido pasarse al otro bando.
Que hacer declaraciones tibias antes de un concierto, cuestionándose al gobierno cubano o patear al perro de Edmundo en Miami es fácil.
Que Pablo Milanés me va a tener que hacer tragar estas palabras, haciendo esas mismas declaraciones en Buenos Aires o en Madrid, para hacerme reconocer que en su caso erraba en mis “razones” y daba otro “mal paso”.
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