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(Traducciones
del húngaro de György Ferdinandy y versiones al castellano de Heriberto
Hernández Medina.)
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EL REMANENTE
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Irse
ya, pero siente aún la angustia,
su
mano en la barrera áspera.
Mientras
permanece, tiene derechos
y
sería mejor tal vez esperar.
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Lo
habría hecho, pero su ánimo no es el de antes,
da
vueltas en vano, no encuentra su lugar.
Quizás
allá será mejor, lo espera en secreto,
junto
al paso del tranvía.
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No
entiende, por qué prefiere el tranvía
si
puede caminar alegremente
y
esperar que el cartero traiga su pensión
hasta
que los ángeles vengan por él
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Se
queda aún, pero mañana habrá de marcharse,
el
viento trae ceniza desde la colina.
En
la plaza murmuran todo tipo de gente
y
en su bolsillo no hay salvoconducto
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Su
mano en la áspera barrera,
se
iría ya, le detiene el derecho ancestral.
Fuera,
la ligera rama del álamo ondea
Dentro,
a sus pies, gruñe un viejo perro.
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LA EXCUSA
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LA EXCUSA
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No
le importa si usted le desprecia
y
tolera en silencio la mentira,
oculta
que añoraba hace tiempo otra cosa
y
esconde la herida ulcerada.
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Como
si todo estuviera en orden –se atreve−
aprecia
la joya que se le muestra. Nunca se rebela
y
casi te pide que le humilles
si
con eso puede agradarte.
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Usted
lo sabe, un día se hartará
de
que te refieras a él constantemente:
ah,
ya no soy el amable viejo,
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dirá
tamborileando sobre tu espalda
y
tensará la bufanda en tu garganta
hasta
que digas al fin su nombre: Arrepentimiento Tardío.
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