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(Versión de Margarita García Alonso)
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Ese techo tranquilo que recorren las palomas
Se estremece entre pinos y tumbas;
Exacto mediodía de fuegos enciende
El mar, el mar infinito y recomenzado
Gratifica tras una idea:
solo mirar detenidamente la paz de los dioses.
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Las traducciones de
El cementerio marino son numerosas: Mariano Brull (Cuba), Emilio Oribe (Uruguay), Néstor Ibarra (Argentina), Javier Sologuren (Perú), Alfonso Gutiérrez Hermosillo (México), Jorge Guillén (España), Gerardo Diego (España) y Agustín García Calvo (España), entre otros. Lamento no disponer de todos los ejemplos del caso (no creo siquiera haberlos leído todos), y en especial la de Mariano Brull, que aprecio especialmente; pero estas cinco versiones nos dan una idea de las limitaciones que aceptamos al acercarnos, de la mano de sus traductores, a obras que no podemos leer en el idioma en que fueron escritas.
El Cementerio Marino / Paul Valery
(Texto original).Ce toit tranquille, où marchent des colombes,
Entre les pins palpite, entre les tombes;
Midi le juste y compose de feux
La mer, la mer, toujours recommencée
Ô récompense après une pensée
Qu’un long regard sur le calme des dieux!
(Versión de Javier Sologuren). Calmo techo surcado de palomas,
palpita entre los pinos y las tumbas;
mediodía puntual arma sus fuegos
¡El mar, el mar siempre recomenzado!
¡Qué regalo después de un pensamiento
ver moroso la calma de los dioses!
(Versión de Alfonso Gutiérrez Hermosillo).Este techo tranquilo -campo de palomas- palpita
entre los pinos y las tumbas.
El meridiano sol hace de fuego
el mar, el mar que siempre está empezando . . .
¡Es recompensa para el pensamiento
una larga mirada a la paz de los dioses!
(Versión de Jorge Guillén).Ese techo tranquilo de palomas,
palpita entre los pinos y las tumbas.
El mediodía justo en él enciende
el mar, el mar, sin cesar empezando…
Recompensa después de un pensamiento:
Mirar por fin la calma de los dioses.
(Versión de Gerardo Diego).
Ese techo —palomas y caminos—
entre tumbas palpita y entre pinos.
Filo del mediodía, arde la amarga
mar, la mar siempre recién renacida.
¡Premio al pensar: cómo después mi vida
calma en los dioses su mirada larga!
(Versión de Agustín García Calvo).
Tranquilo techo
por donde andan palomas,
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entre los pinos
palpita, entre las tumbas;
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la mar, la mar,
siempre vuelta a empezar,
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la amasa en lumbres
Mediodía, el gran justo:
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¡ah, paga buena
tras un razonamiento
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larga mirada
sobre dioses en paz!