lunes, 2 de noviembre de 2009

CAZA PERDIDA / Aramís Quintero

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Era 1983 y la perspectiva de pasar unos dias en Matanzas me era especialmente grata por la posibilidad de conocer a Aramís Quintero. Su libro Diálogos (1981), junto a La extraña fiesta (1981), del poeta Emilio de Armas, y dos libros de Raúl Hernández Novas, Dacapo (1982) y Enigma de las aguas (1983), eran cuatro sólidos argumentos sobre los cuales intentaba fundamentar mi creencia de que no todo estaba perdido, de que el muro comenzaba a mostrar grietas. No recuerdo como es que contactamos. Nos reunimos en la terraza de la “casa del escritor”, con vista al puente de Tirry, airoso sobre el rio San Juan. Conversamos apaciblemente, y nos leímos textos durante parte de la tarde. De los míos no conservo ninguno, sospecho que, entre otras cosas, por haber escuchado los suyos, que luego pude leer con placer en sus libros posteriores.
La posibilidad de encontrarse casualmente con Aramís Quintero en Matanzas, donde fui a vivir años más tarde, era una de las múltiples bondades de esta ciudad. Era como otra catedral frente a la catedral, de resistencia esta, a la avalancha de lo común vacuo, de lo mediano y vacío de valores. La imagen del poeta con una fe profunda en la cultura, en el leguaje y en la tradición. Una fe profunda en la belleza, en la bondad y en la inteligencia, que es la única que salva. Desde Chile he recibido su libro Caza perdida (2006), escrito entre los años 1989 y 1991, y he sentido el placer de recrear “las cosas que pasaron en esos años” y ver como el poeta asume “el reto deleitoso de vincular esa contingencia con imágenes y referencias clásicas”, para conjurar las sombras de la decepción y la presencia de una realidad que decapitaba las esperanzas alimentadas por la falsa apertura ochentista.
La lucidez pudiera ser el común denominador de cada verso en este libro, sólido como un bloque de mármol, en el cual, pareciera que cada texto se ha tallado sin ceder a ornamentos superfluos, sin ser mezquino en el uso del lenguaje, pero concediéndole sólo las libertades que mantienen la equilibrada arquitectura del discurso.
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ELEGÍA DEL PONIENTE
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....................................Baja Arturo al occidente
............................................J. C. Zenea
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Como la muchedumbre de las olas será nuestro duelo,
llanto sin fin pero temible, hermoso
como el canto del viento entre los pinos que se alzan
en apretadas filas, dolor y fuerza y orden,
llamados como siempre por la cima y la luz
con la mirada fija en ellas, las raíces en verdad delgadísimas
pero soñadas como áncoras poderosas.
Turbión de arena, remolino
que alzará el viento como un puño
innumerable y único, sufriente pero sólido, que en lo más alto
de su dolor sereno, iluminado, se abrirá ciertamente
y se dispersará: espuma, granizada,
menudísima lluvia que no cae.
Duelo del mar y el viento, su conocido canon,
y el afán de los pinos, flexibles, ondulando
como leves espigas, cañas ante el vacío
que no se cuidan de Pascal. El puño
de arena echará al aire el ligerísimo
pañuelo seco de un adiós
que se anunciaba duradero y grave frente al túmulo eterno.
Pero graves y duraderos, si los hay, irán siendo,
y dolorosos e incontables, los golpes
del viento y de la arena desatados, reales
sobre el mármol, oh astillas,
y será la solemne colina vasta y fértil, no bien la estación llegue,
un breve, mustio campo abandonado a la langosta.
Como la muchedumbre de las olas, pero ácidas,
sin el canto del mar, royendo, descargando
contra la piedra el trueno amargo y verdadero
―no el canto sino el grito del viento entre las dunas―,
tendrá su duelo la langosta,
su merecido, doloroso júbilo: la plaga al fin en su estación,
sin orden y certera, pasando y regresando
sobre el eterno túmulo,
cubierto el megalito de langostas voraces y veraces,
élitros, ojos, dientes de cada una desatados,
mordiéndolo y mostrándonos, oh astillas
a la luz cruda y fiel de la estación, cada una
su pedazo de mármol: sólo arcilla vidriada
que se deshace en el poniente.
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EL DESIERTO.
Si los años le alcanzan, el desierto
hace su propia criatura.
Confundida en la arena, no se mueve
sino para arrancar algún yerbajo
de entre las piedras, y ovillarse
junto a una duna, mínimo refugio
del sol, del frío nocturno, del látigo del viento
que levanta torbellinos de arena.
Las estrellas son mudas, la criatura del páramo
no escucha más que el viento en las dunas,
alguna alimaña entre las piedras.
No padece espejismos.
Ni siquiera imagina el espejismo
de ir en alguna dirección. No la aterran
sus propias huellas siempre en círculos.
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¿Y si ese vasto páramo
fuese un vasto espejismo?
¿Si tuviera una falla, una fisura,
si se quebrara en mil pedazos irreales
y dejara a la vista otro espejismo?
La criatura del páramo comenzaría
a caminar en una dirección, y no en círculos.
Tendría quizás este espejismo.
ARAMIS QUINTERO: (Matanzas, 1948) Poeta, narrador y ensayista cubano. Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad de La Habana. Ha trabajado como Asesor de Educación Artística del Ministerio de Educación de Cuba, profesor de Cultura Cubana e Historia del Arte, crítico de cine, y guionista y director artístico del grupo escénico cubano La Seña del Humor. Ha publicado varios libros de poesía, de literatura para niños y jóvenes, así como libros de textos para la educación. Actualmente reside en Santiago de Chile. Ha publicado, entre otros, siete libros de poesía: Diálogos. Poesía. Edit. Letras Cubanas. La Habana, 1981, Una forma de hablar. Poesía. Edic. Unión. La Habana, 1986, Cálida forma. Poesía. Edit. Letras Cubanas. La Habana, 1987, Como la noche incierta. Poesía (en colab. con L. Lorente). Edic. Matanzas. Matanzas, 1991, La sal estricta. Poesía. Edic. Unión. La Habana, 1996, Voz de la madera. Poesía. Edic. Capiro. Santa Clara (Cuba), 1999 y Caza perdida. poesía. Edic. Unión. La Habana, 2006.

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1 comentario:

Margarita Garcia Alonso dijo...

Que alegria encontrar en tu pagina a Aramis, no sabia que estaba en Chile.
Heriberto , si tienes su correo podrias hacerle llegar el mio?

Por cierto, podrias contactar a Urbano Martinez, pues esta reuniendo memorias de Matanzas, y de poetas....

Saludos,