sábado, 23 de julio de 2011

LAMENTO Y REGRESO DEL GUERRERO (y otros poemas) / Claudio Lahaba

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LAMENTO Y REGRESO DEL GUERRERO
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Acaso porque la luz no está en el follaje del sueño regreso
no hay tiempo ni espacio para detener este deseo.
Regreso como un guerrero celebrando todas las perdidas
y los infortunios más ilustres que ahora me distinguen.
He perdido el espejo donde encontré ese milagro de saberme vivo.
He dejado la suma de todo lo construido en las aguas diminutas de mi sed.
Y en cada círculo de lumbre la sombra de todo cuanto no podré ya perder.
Acaso porque aquí la luz es una imitación diluida del fuego regreso.
El camino que me sigue está dentro de mí
como un vacío para la celebración de la nada
como un péndulo de antiguo reloj.
Regreso y como una estatua decapitada llena de árboles
en la sucia pared del sueño todas mis miserias colgaré.
Acaso porque estoy muerto camino por la ciudad destruida
para que los pájaros enfermizos se posen en mí.
y dejen un poco de sus alas sobre la libertad de ser yo mismo
la libertad que no es el pájaro en sí, sino su vuelo reconstruido
su mano en el impedimento y un giro en el retorno de las formas.
Acaso la voluntad con que te escribo es solo un glosario
de cosas sin importancias que no leerás.
Son palabras llevadas por el viento
que tus ojos después de tantos años de ausencia van a sentenciar.
Acaso porque no he visto tu Rostro
en las calles infinitas que conducen al cielo
la luz es confusa y no puede llevarme
hacia un sitio promisorio donde tal vez pueda hallar lo perdido.
Acaso la voluntad con que escribo mi testamento
tiene algo de la miseria de estos días
cuando el complemento que le falta a la vida no eres tú
pero vendría bien un poco de tu rostro
junto al sol que sale en las mañanas
o simplemente un barco hundido en la memoria del que olvida
que en la piedra del corazón escribió su naufragio
para que no lo vieran mis ojos
que ya no miran y son monstruo y belleza
a la misma vez de un muerto porvenir.
Acaso la voluntad con que te escribo sea la madrugada
un canto fúnebre una canción de cuna para el niño que nunca fui.
He despertado cada noche con el pánico en los ojos
dentro de la hoguera donde me iban a incinerar.
Donde mi madre rompió en llantos y clavo en mi pecho la cruz.
Me esperan los condenados señores del sueño
y aquel arlequín de la infancia para el fantasma de la timidez
que ya no sigue en ristres al que fui.
Me esperan los días de encierro:
Una casa en llamas que se hunde y extiende sus manos al cielo:
La casa sin rostro para el funeral de mis desvelos
y la brevedad de la vida que ahora es este pecho agujereado
y unas medallas que por temor a la inmortalidad perdí.
Pero no hay pacto ni glorias solo un mundo de fabulas.
Un mundo de abundantes miserias
para todos lo que no quieran regresara a esta hora.
Acaso porque traigo en mis bolsillos un puñado de mi tierra
y en los ojos la luz de mi estrella que calcine yo mismo aquí
soy por el resto de los minutos que me quedan muy feliz.
Acaso porque la luz no está en el follaje del miedo regreso
no hay tiempo ni espacio
no hay luz que me cubra ni bardera que viertan sobre mí.
No hay nada que pueda detener este sueño
que tirado por caballos me llevaran como un soldado muerto
de regreso a donde quiero.
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FIN DE LOS DIAS
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A Yoel Mesa Falcón, amigo.
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Qué lentos los brazos de esa muchacha que danza sobre la cuerda
Parecería caer en desventaja sobre si misma
Pero en el anfiteatro de los muertos nadie suspira ni está atento.
Todos estábamos sentados muy desnudos
Los unos frente a otros mientras llegaba el domador.
Justo la fiera en sus nupcias y las casitas de colores como portada.
Se oyeron voces desde lo alto
Alguien con el pelo pintado grito desde el fondo
Los altos cerrojos del cielo se abrieron
Cayeron cadenas y sucio metal
Y el bostezo de la banda
Los rígidos desafueros del viento
Pero me basta estar contra mí a todas horas seducido
Porque creyendo de veras valdrá la pena ir lastimado desde siempre.
Me da pena de mí mismo cuando me miro austero y sin prisa
Acomodo los riesgos que se van quedando en el resquicio del que fui.
La octava felonía del asesino a sueldo que llevo dentro y es inconforme.
Todos los vicios fueron buenos
Cuando no entendíamos nada de lo que ahora es.
Aquellos días lésbicos
Aquellas horas taciturnas de café y poemas
Justo el silbato de Pandora
La caja negra del deseo
El labio mordido por un pez alucinado
Mi amigo el indefinido que nunca está contento
Que no sabe de qué color son las palabras
Y escribe hermosas cartas echadas al mar
Estas son las nostalgias asechando cada vez.
Vale la pena de verdad soñar e irse de un salto a cruzar el fuego.
Vale la pena el hechizo de unos ojos miopes que nada ignoran.
Homosexuales serán los árboles que dan humana sombra.
Y el hibrido placer del fruto.
Gaviotas que se posan en mi hombro
Sin definición vacilo
Un hombre siente persuasión por la muerte del gusto
Por la alfombra de los besos
Por los entretejidos muslos depilados del trapecista
Vengan todos desnudos gritándole a dios su justo nombre
Como la primera vez en desventaja
Si la muchacha que danza desnuda
Tiene ahora su mirada de pergamino papel.
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FORMAS Y COLORES DEL MIEDO
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I
Sintiéndome amputado
de todo vínculo extraño con la muerte
y los apetecibles sueños del Armagedón
voy lento contra el tiempo golpeando toda caída
que desde antaño señalaba el fin.
La caída del muro sobre sus riesgos
como pacto del salto y las formas del regreso.
Camino hacia el fin el lento desafío de las cosas en su finitud
y el pronto asombro de lo que se detiene.
Camino hacia la extraña figuración del árbol y mesa del olvido
cada fruto de su propia prolongación muere.
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II
Yo no sé qué mar como gigante poderío en los ojos de la estatua crece.
La tarde del árbol recién cortada en cuadritos de color
y el gesto lujurioso de quien de amor muere.
Muere para sí la tarde como el pájaro ceniciento de Dios.
La tarde del fruto ante toda enajenación
y su mano encorvada en la caricia que niegan.
Yo no sé porque estoy amando la vida desde su fin
los años del regreso sobre los muros
que se elevan al cielo y lo nombran.
Yo no sé.
Nunca podría saber.
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III
El muro del sueño árido como la patria
es la nada figurada en desventaja
para una raíz de árbol que enorme crece y es la mano
la pregunta del deseo convertido en agua que se derrama.
Es el gesto definición de quien a todo teme.
Yo no temo del fin los días que sobrevienen.
He vivido como un árbol pletórico de sequedad.
He construido mi casa y las aguas que pasarán hacia el fin.
La gran ciudad anunciada que se hunde
las luces de colores para el dócil animal que gira.
Sintiéndome nombrado embajador
de todo vínculo con la muerte
yo no sé de otros ojos que me recuerden un sereno valle
de sedientos animales transparentes que nuestra mirada hiere.
Yo no sé sintiéndome innombrado
como la tarde desde su trono toda palabra desobedece.
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III
Unos ojos que llorar no quieren.
Una pregunta que no termina
cae como lluvia hacia sí misma.
La nada del beso en su encierro crece,
es mustio hallazgo, espuma…
ola que la roca golpea,
ceniza, fulguración de la estrella despuntada.
Lloraré en la tarde como un pájaro
que de transparencia en su reino muere
y su lacio cuerpo al vuelo suspendido ofrece.
Lloraré oh luz como niño perdido en medio del bosque
y en los ojos el vacío y la pequeña mueca tonta.
Soy el bufón de cabellos rojos.
La cara como un velamen y el rostro de papel.
Lloraré sobre los acantilados
una canción de cuna ha de ser el fin
o el comienzo de los inconclusos sueños.
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IV
Ellos marchan con sus grandes bolsas de cuero a cuestas
La montaña es un país o el tiempo de las tribulaciones.
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VII
Muerte, aquí está mi cuerpo.
Tómalo y no apartes de mí este cáliz.
Muerte, hermosa dama y yo que soy tan pobre ante tu reino.
Qué palacio encantado puede nombrarte.
Qué luz aguada y caída como roca sobre la montaña de la noche crece.
Vendrán otros en tu nombre diciendo toda profecía.
Que no bebamos el mismo manjar sobre la mesa turbia
y la bestia indefensa sobre ajenos caballos.
Que no bebamos de la noche cada estrella
el inmenso tiempo de los enaltecidos.
Yo que solo vengo con unas monedas
como Ben Hurt a nombrar cuanto ya ha sido….
Yo que solo tengo cuanto he perdido
soy luz de la oscura forma que se pierde.
OH muerte, oh bestia...
Cuanto de ti he conseguido.
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CLAUDIO LAHABA: (Manzanillo, Cuba 1970) Sus poemas han sido publicados en varias revistas y publicaciones literarias de Cuba y México. En el año 1995 obtuvo el Premio Internacional de Poesía "Manuel Navarro Luna" con su poemario Tentación de la transparencia y en el 2000 con su poemario Del silencio y otros corderos. Fue fundador y miembro en 1993 del Grupo Literario "Da Capo", en la Ciudad de Manzanillo. Radica en El Paso, Texas, desde el año 2001.
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Carlos Garcia de la Nuez / Praxis logos. Técnica mixta sobre lienzo / 110x110 cm 2009

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jueves, 21 de julio de 2011

UNGÜENTO



Puede sangrar o dejar que la herida sea sólo la tumefacción que nos hace recordarla. El perro, o el recuerdo del perro que una vez se echara junto al lecho, lame el dolor como si fuese esta la forma de hacer el camino de regreso; como si la madera, aún olorosa a monte o a barniz barato, fuese la promesa del camino que hemos de hacer. Mírale y cuenta los años, los días, las horas que tu madre ha contado ya varias veces. Mírale y si puedes, sostén su mirada, ya que no su pesar. No harás honores a imágenes que un día querrás olvidar. No darás la espalda al recuerdo en que habitan otras ausencias. El paño más humilde, el lienzo noble en que ocultaron su desnudez los hombres, soporta hoy la escritura. Las palabras, más que la rodilla o el pie descalzo, son hoy el único alimento para el mito o la creencia. Para la esperanza.

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sábado, 16 de julio de 2011

TOO MUCH BLOOD

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..............................I can feel it in the air
..............................Feel it up above
..............................Feel the tension everywhere
.............................There is too much blood
....................................M. Jagger & K. Richards.

Deshilar el tejido que un día fue tu vida
......no es la razón inexplicable de este viaje,
......la razón de este salto al vacío.


Las frutas en el centro de la mesa, y el azúcar
......no son los únicos recintos del sabor.


La sangre no te hace un dios
......o un miserable.
La sangre o las palabras
......son otro modo de matar el hambre,
......pero yo siento que me hablas en cada latido.
Siento que puedes entender
......lo triste que es estar de este lado del filo,
......en el extremo de esta hoja de acero.

No es la sangre, no el hilo que nos ata a la muerte
......la razón de este viaje,
......no es el sabor de la carne o la amistad,
......es el ansia de saber,
......de leer en las paredes de la existencia
......los trazos a los que aún nos aferramos.

viernes, 8 de julio de 2011

CEMENTERIO DE BARCOS

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En el antiguo cementerio de barcos
...pudimos imaginar estos naufragios.
Barcos de pesca
...que nunca se alejaron de las costas
...más allá de lo que nuestra vista puede abarcar ahora.
Un barco de guerra, o una guerra
...con barcos
...y el cielo negado por el humo:
...una batalla, pudimos imaginar.

No puedo dejar de crear alguna historia
...para sustentar esto que veo,
...para no dejar al tiempo el privilegio
...de ir destruyendo todo.

Desde el acantilado
...alguien dejará colgar sus piernas.
El día que no esté yo recordándolo,
...alguien ocupará el lugar de mis recuerdos.
Pensará como yo,
...que desde esas rocas
...se despeñaron todos los sueños
...en las aguas tranquilas
...de un mar que ha atesorado barcos muertos
...y minuciosos fracasos.

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viernes, 1 de julio de 2011

MUERTE SIN FIN / José Gorostiza

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El gran poema Muerte sin fin, de José Gorostiza, en su voz.
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MUERTE SIN FIN.En la red de cristal que la estrangula,
el agua toma forma,
la bebe, sí, en el módulo del vaso,
para que éste también se transfigure
con el temblor del agua estrangulada
que sigue allí, sin voz, marcando el pulso
glacial de la corriente.
Pero el vaso
—a su vez—
cede a la informe condición del agua
a fin de que —a su vez— la forma misma,
la forma en sí, que está en el duro vaso
sosteniendo el rencor de su dureza
y está en el agua de aguijada espuma
como presagio cierto de reposo,
se pueda sustraer al vaso de agua;
un instante, no más,
no más que el mínimo
perpetuo instante del quebranto,
cuando la forma en sí, la pura forma
se abandona al designio de su muerte
y se deja arrastrar, nubes arriba,
por ese atormentado remolino
en que los seres todos se repliegan
hacia el sopor primero,
a constriur el escenario de la nada.
Las estrellas entonces ennegrecen.
Han vuelto al dardo insomne
a la noche perfecta de su aljaba.
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