sábado, 27 de diciembre de 2008

EMIGRANTES


György (Georges) Ferdinandy: Budapest, Hungría (1935). Abandonó su país después de la Revolución del 56. Vivió en Francia donde se casó por primera vez y en España donde comenzó su aprendizaje del español. En su exilio tuvo muy variados trabajos: albañil, obrero en la fábrica Ford de Colonia, Alemania, vendedor de libros de arte. Hizo su doctorado en la Universidad de Estrasburgo y finalmente logró hacer carrera en la Universidad de Puerto Rico como profesor de 1964 al 2000. Entretanto produjo unos 50 libros que comenzaron en francés y ganaron el Premio Delduca y el Premio Literario Antoine de Saint-Exupery. Colaboró con la vanguardia húngara de París y en publicaciones del exilio. A partir de 1988, Hungría comenzó a publicar sus libros y ha recibido siete premios nacionales. Desde los años 90 comienza a trabajar la traducción de poetas contemporáneos, tanto del húngaro al español como del español al húngaro, y con la colaboración de María Teresa Reyes y del poeta Jesús Tomé, tienen dos antologías. Se le considera el único representante de la Generación del 56 en prosa.


Por György Ferdinandy.

Todo comenzó con un clasificado ~era como lo acostumbraba a contar~ que estaba en el instituto de español y decía así: "Universidad tropical busca profesor con diploma". Hundí en mi bolsillo el texto escrito a mano. ~Aquí, por lo general hacía un alto~ y quien compró el libro, se reía conmigo.
Frente a la facultad hubo un cafetín ~continuaba~ La Victoire. Y en una esquina, se encontraba desde tiempos inmemorables un español borracho: Ramón. ~Desde este punto, no tenía que inventar. Sólo contar mi historia tal y como pasó.
-¡Tranquilo, dámelo acá!- y Ramón sacó de mi mano el papel. Le ofrecí mi currículo, pero: -¡No lo necesito!- dijo con un gesto generoso. Y en lo que traje un sobre, ya había terminado la carta. Ni la miré ~era como lo acostumbraba a contar ~ ¿Para qué? No entendía ni una palabra en español, y francamente no pensaba que el asunto fuera a dar algún resultado.
Esto pasó alrededor de octubre ~aquí siempre venía un pequeña pausa.~ Y con el nuevo año, llegó la respuesta: un contrato y los pasajes transatlánticos.
Para aquel entonces, estaba desempleado desde hacía más de un año. ~Lo menciono para ser fiel a la verdad~ Mis libros no se editaban, mi esposa me abandonó. De aquella mi antigua vida de estudiante, sólo quedó mi auto, en condiciones críticas también: viejo y enfermo.
Ahora ~continuaba~ cuando me tocó la suerte, mi primera decisión fue ir en busca de mi mujer. Siempre supe que un día llegaría la luz al final del túnel. Nada me extrañó que ésta era mi hora.
Vivíamos a la orilla del Rin en un caserío del gobierno ~ detalle con olor a ratón que hoy ya no acostumbro a mencionar~. Pegamos los anuncios en las escaleras. Vendíamos todo: los muebles que la alcaldía nos regaló, las máquinas domésticas compradas a plazos onerosos. Para el fin del mes, sentamos a los niños en el auto.

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Aprender el español era ahora nuestra tarea y con seis meses por delante, la cosa no carecía de esperanza. Fue así que pensamos en irnos hacia el sur ~era como lo acostumbraba a contar~. Y optamos por Barcelona donde alquilamos una casita blanca entre las lomas. No sabíamos que por aquí el idioma no era el castellano.
En este punto, en general, la gente se reía. ~Y yo, seguía contando, saltando los detalles que me parecían accesorios. ~ Por ejemplo, camino hacia el sur, nos detuvimos en Lyón, y ¡como por gracia divina! fue ese mismo día cuando la familia Saint-Exupèry anunció sus premios literarios. Mi nombre apareció en todos los periódicos. -¿Cuánto es?- preguntó mi mujer. -Nada, le contesté- el reconocimiento.
Sin comentarios continuamos nuestro camino hacia el sur. Más tarde, ya desde Barcelona, envié una tarjeta postal. Di las gracias por la distinción. Agradecimiento, pero no fui a recogerlo. Estaba ya harto de nuestra miseria adornada. Escogí a estos tres: a mi mujer y a mis dos niños.
Nuestra casa se encontraba detrás del terminal de los tranvías. El farmacéutico nos la alquiló. Hubo un cine por las cercanías donde pasábamos las tardes viendo las dos películas de la tanda. Y día tras día de nuevo veíamos el mismo programa hasta el final.
Por la mañana leía. El Quijote ¡nada menos! Llegué al final de los dos volúmenes con diccionario y notas, en tres meses. Por la noche, oía a los borrachos sumergido en el humo de alguna barra y después, a casa en el último tranvía de un solo vagón.
A Cervantes le debo mucho. Cuando regresábamos a Francia, pasamos por Madrid, y en el hotel se anunciaba una excursión - la ruta de El Caballero de la Triste Figura. Quien se ofrecía el lujo, tenía la oportunidad de ver la casa de Dulcinea, y los molinos de viento. Era un truco barato para turistas, pero la historia del veterano de Lepanto cobraba vida: capítulo por capítulo, allí estaba el itinerario.
¡Así que aquí ocurrió la famosa batalla! ~Más tarde nunca mencionaba este detalle sin importancia~. -Aquí y no. En alguna parte del libro.- -Entonces, ¿no es verdad?- preguntaron decepcionados los niños.
Recuerdo que esa noche no dormí. ¿Me equivoqué al no presentarme a los Saint-Exupèry? ¿Quemé mis naves? ¿Descarrilé mi vida?

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A los veinte años se puede aprender con rapidez. Estábamos listos para el gran viaje, españoles recién nacidos.
En el consulado, hablaban inglés. La isla tropical hacia la que avanzábamos pertenecía a los Estados Unidos. ~Todo esto no acostumbraba a contarlo~. El empleado hojeaba largamente mis documentos: -¿Ustedes?- preguntó confundido -según yo veo, ¿no están casados?
Pues, no, no lo estábamos. Sea dicho a su favor, a pesar de todo, nos sellaron el visado en nuestros pasaportes. Luego, algo más ocurrió: los franceses me invitaron a la radio. ¡El premio de enero! Tuve mi primera entrevista. Me acuerdo: una mujer joven, bella conversó conmigo, y yo, torpemente, podía hablar de mis proyectos.
-¿Emigran? - preguntó indignada. Emigrar, palabra y acto, era mal visto en la Galia. Aquí, a la orilla del Sena, no hubo más que inmigrantes, y sólo pocos en aquella época. Por un momento me asusté. De golpe vino a mi mente la visión de mi país natal. A la orilla de Europa, emigrar tiene un sentido funesto. El que se va no es peregrino, es un tipo dudoso. ¡Y más si es por su propia decisión! Porque en casa te expulsan si les parece, o si no, te exilian.
En breve, mi corazón dio un salto. Claro, este razonamiento es en este nuevo milenio, obsoleto. La juventud de hoy ya no es de peregrinos. Hay invitación, hay traslado, o hay nombramientos provisionales a algún lugar fuera de las fronteras. No es vacilación, solamente movimiento.
Contesté a la reportera diciendo: -¡Vamos a ver un poco de mundo!- Y con esto hasta ella se rió. Sin embargo, no podía olvidar mi susto. Porque, sí, nadie hace sus maletas sin una razón de peso para buscarse un pedazo de tierra en algún lugar del vasto mundo.
Después el viento se levantó, y yo, yo olvidé mis dudas. Nuestros pasajes eran para dos personas ~así era como lo acostumbraba a contar~ la verdad es que a Ramón se le olvidó mencionar que había dos niños. Tuvimos que cambiarlos por cuatro boletos de tercera clase, y nos lanzamos, fuera lo que fuera, alegres y resueltos.

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~Así fue~. Viajábamos abajo, en el fondo del barco. Al lado de nuestro camarote traqueteaban las máquinas y el calor era agobiante. El primer día, ni el cielo vimos. Más tarde, claro, un buen samaritano, nos llevó a cubierta y nos mostró el mar. Por la noche, eran los de primera clase quienes bajaban. Arriba todo era silencio, aburrimiento; abajo, los negros bailaban y cantaban su música.
Después de Vigo, la última escala europea, fui a hablar con el capitán. Quería oír mi primera, -primera y última- entrevista radiofónica. Pero, después de Vigo, el mar era tempestuoso. El viento llenó mi cara de agua fría y salada. ¡París! Arriba, nadie entendió mi petición.
Al cuarto día, cambió la vida a bordo. El mar se convirtió en un espejo, el aire, caliente y húmedo. Alrededor del Flandres, los peces voladores susurraban, en la cala, los viajeros se abrazaban.
Para la mañana del noveno día, apareció en el horizonte la Isla. Eran las cuatro de la madrugada; llovía la oscuridad.
Como el remolcador no saldría hasta que se viera el sol, el capitán paró las máquinas. La carga humana del buque aguardaba enmudecida en la cubierta.
Me acuerdo, emoción y miedo. Pelícanos gigantes pescaban alrededor del Flandres, gaviotas no hubo aquí en alta mar. Hacia las seis, el cielo cambió. La tonalidad era de un verde esmeralda, la de las aguas, un azul tinta. Después, las máquinas se pusieron en marcha, y lentamente, majestuosamente, se acercó la Isla.
Mi contrato estaba ahí en mi bolsillo, pero ahora eso no importaba. Por un largo momento, tomamos la mano uno del otro, tal y como aquellos a quienes menospreciamos en algún momento. Los millones titubeantes que lo abandonan todo para buscarse una esquina en este mundo ciego.

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Es este el momento que hasta ahora, nunca, a nadie, pude contar.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

ANNE SEXTON / LA MUERTE DE LOS PADRES


Verificó que todas las puertas del garaje estaban bien cerradas, se sentó en el asiento del conductor de su Cougar rojo modelo 67, que adquiriera al ganar el Premio Pulitzer de poesía de ese año por su libro Live or Die, y encendió el motor. Encendió también la radio y siguió tomando vodka mientras aspiraba con tranquilidad el inodoro veneno del monóxido de carbono. Era la tarde del viernes 4 de octubre de 1974.
En 1970
Anne Sexton habia recibido una noticia de la que probablemente no logró recuperase nunca. Un amigo íntimo de sus padres, Azel Mack, le confesó que él y su madre Mary, habían sido amantes y que él era en realidad su padre. Ese mismo verano escribió una serie de seis poemas bajo el título:

LA MUERTE DE LOS PADRES


1. OSTRAS

Ostras comimos
dulces bebés azules,
doce ojos me clavaron la mirada,
mojados en limón y Tabasco.
Tenía miedo de comer este alimento paterno
y Padre rió
y tragó su Martini
prístino como las lágrimas.
Era un remedio suave
que venía del mar hasta mi boca
húmedo y blando.
Tragué.
Descendió como un gran flan.
Luego comí a la una y a las dos.
Luego me reí y luego nos reímos
y déjenme tomar nota
tubo una muerte,
la muerte de la infancia
ahí en Union Oyster House
porque yo tenía quince añosy estaba comiendo ostras
y la niña fue derrotada.
Venció la mujer.


2. CÓMO BAILÁBAMOS

La noche del casamiento de mi prima
vestí de azul.
Tenía diecinueve años
y bailamos, Padre, giramos.
Nos movimos como ángeles que se lavan a sí mismos.
Nos movimos como dos pájaros en llamas.
Después nos movimos como el mar en un frasco
más y más lentamente.
a orquesta tocaba
“Oh cómo danzamos la noche aquella en que nos casamos".
Y tú me hiciste bailar vals como si fuera un plato giratorio en la mesa
y nos queríamos,
mucho.
Ahora que estás fuera de combate
inútil como un perro ciego,
ahora que ya no estás al acecho,
la canción resuena en mi cabeza.
Puro oxígeno era la champaña que bebimos
y chocamos nuestros vasos, uno contra el otro.
La champaña respiraba como un buzo
y los vasos eran cristal y la novia
y el novio se agarraban uno al otro mientras dormían
cual bailarines maratónicos de 1930.
Madre era una belleza y bailó con veinte hombres.
Tú bailaste conmigo sin pronunciar palabra.
En cambio habló la serpiente mientras tú apretabas.
La serpiente, esa burlona, se despertó y presionó contra mí
como una gran diosa y nos inclinamos juntos
como dos cisnes solitarios.


3. EL BOTE

Padre
(que se autoapoda“viejo lobo de mar"),
con su gorra marina
al timón del Chris-Craft,
un veloz bote de caoba
llamado Go Too III
acelera más allá de Cuckold's Light
sobre el oscuro azul profundo.
Yo en la parte posterior
con un salvavidas de color naranja.
Yo en el asiento de los osados.
Madre adelante.
Su pañuelo aleteando.
Las olas profundas como ballenas.
(De hecho, se ha avistado ballenas.
Una escuela a dos millas de Booth Bay Harbor.)
Está agitado y avanzamos demasiado rápido.
Las olas son rocas sobre las que cabalgamos.
Tengo siete años y nos dirigimos hacia
Pemaquid o España.
Ahora las olas están más altas;
son edificios redondos.
Comenzamos a atravesarlas y el bote tiembla.
Padre va más rápido.
Estoy mojada.
Doy tumbos en mi asiento
como una blanda naranjita china.
Repentinamente
una ola que nos traga.
Traga. Traga. Traga.
Estamos desafiando al mar.
Lo hemos partido.
Somos tijeras.
Aquí en el cuarto verde
los muertos están muy cerca.
Aquí en el verde despiadado
donde no hay recuerdos
o catedrales un ángel habló:
A ustedes no les incumbe. Nada aquí les incumbe.
Dame una señal,
Padre grita,
y el cielo se quiebra sobre nosotros.
Hay aire para tener.
Hay gaviotas que besan el bote.
Hay un sol tan grande como una nariz.
Y aquí estamos los tres
dividiendo nuestras muertes,
desaguando el bote
y liquidando
el ala fría que se cerró sobre nosotros
este brillante día de agosto.


4. SANTA

Padre
el traje de Santa Claus
que compraste en Wolff Fonding Theatrical Supplies
mucho antes de que yo naciera,
está muerto.
La barba blanca con la que me engañabas
y el pelo como el de Moisés,
la lana gruesa y crespa
que solía susurrarme en el cuello,
está muerta.
Sí, mi rozagante Santa
haciendo sonar tu cencerro de bronce.
Con hollín de verdad sobre tu nariz
y nieve (a veces sacada del refrigerador)
sobre tus grandes hombros.
La habitación era como Florida.
Sacaste tantas naranjas de tu saco
y las esparciste en el salón,
riendo todo el tiempo con esa risa de Polo Norte.
Mamá te besaba
para ella esa era la altura.
Mamá podía abrazarte
porque no tenía miedo.
Los renos golpeaban sobre el techo
(Era mi Nana con un mazo en el altillo.
Para mis hijos era mi esposo
rompiendo cosas con una palanca).
El año que dejé de creer en ti
es el año en que estabas ebrio.
Mi hombre rojo y borrachín,
tu voz pastosa como el jabón,
estabas muy lejos de ser San Nico
con ese olor a coctel de papá.
Lloré y salí corriendo del cuarto
y tú dijiste, "¡Bien, gracias a Dios esto terminó!"
Y así fue, hasta que llegaron los nietos.
Entonces te amarré las almohadas
a las 5:00 A.M. de la mañana de Cristo
y te ajusté la barba,
toda amarillenta con el tiempo,
y puse rouge sobre tus mejillas
y Blanco Tiza en tus cejas.
Éramos conspiradores,
actores secretos,y te besé
porque era lo suficientemente alta.
Pero eso ya pasó.
La era se acaba
y hay niños grandes que cuelgan sus calcetas
y construyen un negro monumento a tu memoria.
Y tú, tú te esfumas
como un guardavías perdido
moviendo su linterna

ante el tren que ya no llega.


5. AMIGOS

Padre,
¿quiénes eran todos esos amigos,
especialmente aquel,
un engendro seboso,
que guardaba mi foto en su billetera
y me la mostraba en secreto
como si fuera algo indecente?
Solía cantarme
yo vi una mosquita
y me zumbaba sobre la mejilla.
Me gustaría ver a esa mosquita
besar a nuestra Annie cada día.
Y luego me zumbaba
sobre la mejilla
sobre las nalgas.
O si no tomaba un auto
y me lo pasaba por la espalda.
O sino me soplaba un poco de whisky
a la boca, oscura y gamuzada.
¿Quién era, Padre?
¿Qué derecho tenía, Padre?
¿Para tomarme en sus brazos como Charlie Mc Carthy
y ponerme sobre sus rodillas?
Era calvo como una joroba.
Sus orejas sobresalían como tazas de té
y su lengua, Dios mío, su lengua,
como una lombriz roja y cuando besaba
reptaba hacia adentro.
Oh Padre, Padre,
¿quién era ese extraño
que conocía a Madre demasiado bien?
Y me hacía saltar la cuerda
quinientas veces
gritando,
Pequeña, más alto, salta más alto,
subiendo y bajándome
cuando Padre, eras tú,
el que tenía derecho
y deber.
Me golpeaba en las nalgas
con una cuerda de saltar.
Yo tenía las marcas de sus dedos rojos
y gritaba por ti
y Madre dijo que estabas de viaje.
Te habías hundido como el gato en la nieve,
ni una pata de qué agarrarse para la suerte.
Mi corazón se trizó como un plato de muñecas,
mi corazón se encogió como picado por abeja
mis ojos se llenaron como los de una lechuza
y mis piernas se cruzaron como las de Cristo.
Era un extraño, Padre.
Oh Dios,
era un extraño
¿no es cierto?


6. CONCEBIDA

No te hagas el padre conmigo
porque no eres mi padre.
Hoy existe esa duda.
Hoy existe ese monstruo entre nosotros,
el monstruo de la duda.
Hoy es otro el que acecha en las alas
con tus líneas amadas en su boca
y tu corona en la cabeza.
Oh Padre, Padre ―dolor,
¿a dónde nos ha llevado el tiempo?
Hoy llamó alguien.
“Feliz Navidad", dijo el extraño.
“Yo soy tu verdadero padre".
Eso fue un cuchillo.
Eso fue una sepultura.
Eso fue un barco surcando mi corazón.
Desde las galeras escuchaba a los esclavos
gritar, húndete, húndete.
Y nuevamente escuché al desconocido
“Yo soy tu verdadero padre".
¿Fui trasplantada?
Padre, Padre,
¿dónde está tu esqueje?
¿Donde estaba la tierra?
¿Quién era la abeja?
¿Dónde fue el momento?
Un tío postizo llamó ―ese extraño―
y vino por mí en mi cumpleaños número cuarenta y dos.
Ahora soy una melancólica verdadera,
tan segura como un búfalo
y tan loca como un salmón.
Ilegítima al fin.
Padre,
adorado cada noche menos una,
cornudo esa única vez,
la noche de mi concepción
con ese modo frívolo,
dime, vejestorio inerte,
¿dónde estabas tú cuando Madre
me tragó entera?
¿Dónde estabas, viejo zorro
dos ojos pardos, dos infiltrados,
escondiéndose tras tu licor
blando como el aceite?
¿Dónde fui concebida?
¿En qué habitación
fluyeron esos jugos definitivos?
¿En un hotel en Boston
dorado y lúgubre?
¿Fue acaso una noche de febrero
toda envuelta en pieles
que no supo de mí?
Lo pregunto.Me da asco.
Padre,
te moriste una vez,
conservado en sal a los cincuenta y nueve,
comprimido como un gran ángel de nieve,
¿acaso eso no fue suficiente?
Aparecer de nuevo y morírteme.
Llevarte ese hablar maníaco
esas piernas de palo de escoba, todas
esas familiaridades que compartíamos.
Sacar tu tú de mi yo.
Enviarme a los genes
de este explorador.
El me mantendrá apartada a punta de cuchillo
y cual filo de cuchillo le diré:
Extraño,
hueso a mi hueso hombre,
sigue tu camino.
Te digo que te guardes tu semen,
está viejo,
se ha convertido en ácido,
no te hará ningún bien.
Extraño,
extraño,
llévate tu acertijo.
Dáselo a una escuela de medicina
pues a mí me asquea.
Mi pérdida golpea.
Porque aquí está mi Padre,
un Santa Claus rosado
contándome el viejo cuento de Rumpelstilskin,
más grande que Dios o el Demonio.
Él es mi historia.
Lo veo de pie en el banco de nieve
la noche de Navidad
cantando “Good King Weceslas”
a las casas blancas y brillantes
o dándole a Madre rubíes para ponerse en los ojos,
roja, roja, Madre, estás roja como la sangre.
Él la levanta en sus brazos
todo escalofríos rojos y sedas.
Le grita:
¿cómo es que oso levantar a esta princesa?
¿Un hombre simple como yo
con una nariz de tiburón y diez dedos tiznados de alquitrán?
Princesa de las alcachofas,
pajarito mío
muñeca de trapo
juego de fichas
amor popular
¡dulce flancito!
Y se besaron hasta que me fui.
Hasta me aceptaban a veces en el cuadrilátero real
y en esas ocasiones él comía mi corazón partido en dos
y yo me ponía feliz.
En esas ocasiones olía el perfume del gel en su pijama.
En esas ocasiones desordenaba su rizado pelo negro
y tocaba sus diez dedos alquitranados
y me tragaba su aliento de whisky.
Rojo. Rojo. Padre, estás rojo de sangre.
Padre,somos dos pájaros en llamas.

Traducción de Verónica Zondek.

VERÓNICA ZONDEK: (Chile 1953) Es licenciada en Historia del Arte de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Durante los últimos 25 años se ha dedicado a la traducción tanto de textos literarios como de otras materias. Escribe poesía y sus libros han sido publicados en Chile, Argentina y Colombia. El Libro de los Valles (2003), Entre Lagartas (1999), Membranza (1995), Peregrina de mí (1993), Vagido (1991), El Hueso de la Memoria (1988), La Sombra tras el Muro (1985) y Entrecielo y Entrelinea (1984)



ANNE SEXTON: (Anne Gray Harvey) Estados Unidos, Massachusetts (1928-1974) Pasó la mayor parte de su vida en los alrededores de Boston. Vivió en San Francisco y Baltimore. En 1945, estudió en un colegio-pensión, la Rogers Hall School, en Lowell, Massachusetts. En 1954 se le diagnosticó depresión postparto, sufrió su primer colapso nervioso, y fue admitida en el hospital Westwood Lodge. En 1955, después del nacimiento de su segunda hija, Sexton sufrió otra crisis y fue hospitalizada de nuevo. Ese mismo año, en su cumpleaños intentó suicidarse. Su médico, el doctor Martin Orne, la alentó a escribir poesía y en 1957 se unió a un taller de poesía animada por John Holmes. Poco después sus poemas conocieron cierto reconocimiento. En el atelier de John Holmes, conoció a la poeta Maxine Kumin, de quien no se separó hasta el final de su vida y con quien escribió 4 libros infantiles. En otro taller conoció a Sylvia Plath, animada por Robert Lowell. Y más tarde dirigirá sus propios talleres en el Boston College, el Oberlin College y la Colgate University. Sexton ofrece al lector una visión íntima de la angustia emocional que caracterizó su vida. Convirtió la experiencia de ser mujer en el tema central en su poesía y soportó críticas por tratar asuntos tales como la menstruación, el aborto y la drogadicción. Se suicidó en 1974.

domingo, 21 de diciembre de 2008

BLUEBIRD, NUEVO SELLO EDITORIAL EN MIAMI

Nota: Escrito originalmente para El Nuevo Herald, y publicado en la sección Artes y Letras, el domingo 21 de diciembre del 2008.

Por William Navarrete.

Un nuevo sello editorial ha sido inaugurado tras la fusión del proyecto inicial de ediciones Bluebird concebido por el poeta George Riverón, la revista digital de poesía La Zorra y el Cuervo, dirigida por este último junto al también poeta Carlos Pintado, y el empuje en el ámbito empresarial del escritor Heriberto Hernández Medina, todos cubanos radicados en Miami.
En el breve espacio del último mes, las ediciones Bluebird han publicado unos siete títulos entre los que se pueden leer los poemarios Los nombres de la noche, de Carlos Pintado (Pinar del Río, 1974); Una doctrina de la invisivilidad, de Manuel Sosa (Meneses, 1967); Los frutos del vacío, de Heriberto Hernández Medina (Camajuaní, 1964); Señal de vida, de George Riverón (Holguín, 1972); Casi de memorias, de Vicente Echerri (Trinidad, 1948) y El ánimo animal, de Reinaldo García Ramos (Cienfuegos, 1944). También la novela Un día más allá, del escritor Arístides Vega Chapú (Santa Clara, 1962), residente en Cuba y autor de varios poemarios y dos novelas precedentes.
Lo primero que salta s la vista de este proyecto es la calidad de diseño de los libros. Las portadas concebidas por George Riverón -quien también es muy buen poeta y diseñador- exhiben obras de arte escogidas con gusto. El poemario de Carlos Pintado, por ejemplo, lleva en portada una excelente fotografía de Alex Nikada, y el de Heriberto Hernández ha sido ilustrado con obras del ''período de las Aquinas'' del pintor cubano residente en París Ramón Alejandro, tal vez para significar una misteriosa relación entre el título del libro (Los frutos del vacío) y la etapa posterior de la obra de pintor en la que abundan frutas en espacios oníricos. Particularmente interesantes son las fotografías del propio Riverón, visible en su propio poemario y en el de Manuel Sosa.
En Los nombres de la noche, Carlos Pintado une dos cuadernos: Un tapiz donde el bosque se ilumina y Los bosques de Mortefontaine. Es el poeta el ciervo extraviado entre el tupido follaje de esos bosques que viajan de la luz a la oscuridad como si un hilo de plata atravesara sus claros y sus zonas de negrura. En Mortefontaine, perdido, sueña a Nerval, a Corot, la naturaleza ''gótica'' de la Isla de Francia y juega con las letras, porque sabe (como Proust al paladear el nombre del castillo y bosque de Guermantes en esa misma área) que la poesía del amor, del miedo y los recuerdos, la de las penas y la del leve suspiro que es la vida, necesita de una música muy suave para que no se espanten ni hados ni faunos.
Si tuviera que escoger (algo difícil) algunos versos de Pintado, escogería con los ojos bien abiertos para leer los otros, unos que dicen: "No va detrás de mí sino el silencio, / sino el eco de nada y ya de nadie, / nunca el amor, la gloria o lo que ha sido / ya del musgo o del oro un tibio anillo / acaso descubierto entre la fuente, / ave de luz en sombras, fulgurando''.
Creo que George Riverón, el segundo poeta de esta colección, sabe que los hombres son ingratos. Que lo que brilla hoy mañana lo vuelven opalino. Nos deja las pausas, los punteos, poner una mayúscula y leerlo como si siguiéramos, a lo largo del tiempo muchas veces interrumpido, las confesiones del errante, su conciencia clara del miedo en medio del amor, y del vacío vestido de deseos. Sincero y leve sin por ello dejar de tocar el fondo de la vida, hace que me detenga en seco cuando leo: ''mi madre también tiene los ojos vivos y redondos / ojos para mirar las cosas que no se deben mirar / pero ella no se cansa / mi madre no se cansa de morir / una y otra vez vuelve a levantarse / y echa a andar hilvanando los días poco a poco / consumiéndose en su soledad de madre / pero yo nunca lo advertí / cuando me daba a comer en el hueco de su mano / era su corazón lo que comía''. Y me queda muy claro su grandeza.
El tercer poeta, y por decirlo de algún modo, la fuerza motriz de este proyecto, nos entrega varios cuadernos que recorren a modo de antología los poemas escritos desde 1983 hasta nuestros días: aquellos que escribiera en Cuba, en Perú y en Miami. De ellos, Signos de polvo anuncia una voz venida de tan lejos que por momento suena arcaica y como todo lo arcaico, extravagante. El culteranismo intencional del poeta unido al imaginario del hombre desde los arcanos del tiempo, da peso propio a esta poesía que se ovilla en espirales no siempre expuestas al sol, sino con caras escondidas. Podrá leerse de su Nocturno: "Puedo escribir versos tan llenos de silencio, / tan vacíos de todo lo que puedo decirte / que las palabras pueden borrarse si las miras''.
Desde Atlanta, donde reside, Manuel Sosa, nos entrega el cuarto y último libro aquí evocado. Una doctrina de la invisibilidad, su título, es breve, no efímero. Autor de cuatro poemarios anteriores, Sosa recibió en su país natal importantes lauros poéticos, como el Premio David y el Pinos Nuevos. En Miami, a donde ha venido a presentarnos sus versos, le hemos oído leer ''... La ruina sobreviene, a solas con el perfume, / tan duro el suelo como la costra / que cubre su diadema. / El esquema que seguimos retiene antiguos presagios / mientras el ave sondea la tersura del aire, en espirales'', de su poema Solsticio.

Encomiable esfuerzo editorial es el de hacer fructificar la poesía en nuestros tiempos. Bluebird y su colección Jardines invisibles podrán perderse en la madeja rutilante de una ciudad perforada por centellas metálicas. Podrá perderse tanto como se pierde el parquecillo de Juan Ramón Jiménez entre las torres malibulares de Coral Gables. Su destino será siempre el de las aves: el de volar bien alto, ahí donde no llegan ni torres ni centellas para que siempre perdure la poesía sin importar cuántos se enteran. www.bluebirdunion.com

William Navarrete (Cuba, 1968). Crítico de arte, narrador y ensayista. Ha publicado los libros de ensayo: La chanson cubaine: textes et contexte, Cuba: la musique en exil , Catalejo en lontananza y 1902-2002. Centenario de la República Cubana (libro colectivo, Miami, 2002). También la antología de poesía cubana Insulas al pairo; la de poetas cubanos presos Versi tra le sbarre y el homenaje a José Lezama Lima (junto a Regina Ávila, et al.) Aldabonazo en Trocadero 162. Publicó sus poemarios Edad de miedo al frío (Cádiz, 2005); Canto al pie de los Atlas (Coen Tanugi Editore, Milán, 2006) y Lumbres veladas del Sur (Col. Atril, Valencia, 2008). Sus monografías críticas han sido publicadas en la colección "Visión crítica", de la Ed. Aduana Vieja, siendo la última la que editara junto a Jesús Rosado sobre el pintor Humberto Calzada. Recientemente publicó ficciones sobre obras maestras del Louvre en el volumen La canopea del Louvre (Valencia, 2008). Reside en París.

viernes, 19 de diciembre de 2008


Nuestra ediciones podrán adquirirse haciendo click sobre el logo o sobre la portada de cada libro.

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UNA DOCTRINA DE LA INVISIBILIDAD



Un minuto antes de empezar a leer Una doctrina para la invisibilidad, uno tiene el presentimiento de que Manuel Sosa es un poeta que conoce “el precio de las palabras” y por ende ha tenido que cargar con "todo el desprecio de una estirpe". La suya es una poesía (leerla para vivirla) que nos permite adentrarnos en ese reino ("cercanía que se alimenta de tinieblas") donde ser invisible es la única manera de darle un nombre "a esa sustancia que hiere y ya nos abandona". La fotografía de la portada le hace justicia al libro. Penetramos en un reino de “niebla rotunda". Las palabras tienen un precio, el poeta lo sabe; nosotros, sus lectores, sólo lo sospechamos. Ese es su mantra. El poeta también entiende que las palabras tienen limitaciones (el lenguaje, ese imperfecto instrumento de comunicación) puesto que sólo reflejan “el vicio de los ecos”, es decir, una visión distorsionada de lo acontecido. Nos confiesa que para revivir ciertas memorias (las buenas y las malas), hemos de cerrar los ojos y resistir “la tentación de la página”. Percibo algo de religiosidad en estos poemas; ciertas palabras, ciertos temas e imágenes recurrentes parecen apuntar en esa dirección. El dios nos anuncia que sin sometimiento no hay retribución, pero las piezas han encontrado el libre albedrío y buscan su propio orden en el tablero sin esperar por “manos omniscientes". El poeta es un leñador que se aparta, que ha encontrado una fábula que no entiende (a tale told by an idiot, full of sound and fury, signifying nothing?), pero cuyo desenlace pudiera intuir. Y uno se pregunta cómo alguien que desconfía tanto de la capacidad de las palabras es, sin embargo, tan apto en manipularlas para edificar este fascinante reino de invisibilidad.

Nota: Escrito originalmente para Ernesto’s Page, y publicado el 11 de diciembre del 2008.

jueves, 18 de diciembre de 2008

ESCUCHAR AL OTRO

Nota: Esta entrevista fue publicada originalmente en Efory Atocha el 16 de diciembre del 2008.

Por Arístides Vega Chapú.

Tengo la impresión que la Isla, desde la distancia temporal y geográfica, se piensa diferente a como la pensamos los que estamos en ella. Ya nadie, como en los años anteriores a los ochenta, duda en reconocer la valía de los que están en ese otro lado de la amplia geografía con que se dibuja el mundo. Escuchar a Celia Cruz o leer a cualquiera de los escritores cubanos que residen fuera de Cuba ya no es un acto de irreverencia o valentía.
Las propias editoriales cubanas han publicado a escritores que no residen aquí. Algunos viajan hasta la Feria Internacional del Libro, en La Habana y logran espacios para presentar sus libros.
Son pocos los que hoy, desde este lugar, creen que una decisión tan personal como el radicarse en otro país invalida a un autor a aparecer en antologías o estudios de la literatura cubana.
Presiento que hay prejuicios que tienen sus orígenes en tiempos ya superados. No se puede desconocer que muchos de los Premios Nacionales de Literatura, la más alta distinción que se le confiere a un autor por la obra de toda la vida, estuvieron años atrás silenciados, que muchas de las voces más importantes de la literatura actual nuestra lo estuvieron y hoy ocupan el lugar que sus obras merecen, siendo privilegiados por las editoriales y una política de promoción que se ha democratizado y ampliado, pues ya no hay demasiadas posibilidades para que desconozcamos las obras que privilegian nuestra cultura, se escriban en cualquier remoto paraje de la propia Isla, como sucedía años atrás.
No por gusto Teresa Mello, dirige un proyecto editorial en Santiago de Cuba, ni Pedro Llanes, una revista cultural en Villa Clara, o un Nelson Simón, desde la más occidental de nuestras provincias, uno de los proyectos editoriales más respetados del llamado interior del país, la editorial Cauce, o un escritor como Roberto Méndez, haya alcanzado un respetadísimo sitio, por su obra, desde su natal Camagüey.
No tengo otra intención que escucharlos a todos, a los que fueron o no mis amigos, o siguen o no siéndolo y ya no viven en la Isla. Propiciar un diálogo sincero y respetuoso entre todos adonde mis posibilidades puedan alcanzar. Entre ellos y los que decidimos permanecer en la Isla.
Aquí van las primeras palabras. Escogido por la cercanía y la amistad. También por tantos años de desconocimiento de su obra en Cuba. No importa hasta dónde coincido o no con sus criterios. Solo me interesa escucharlo y compartir este diálogo con todo aquel que pueda y sepa escuchar al otro.

Desde la poesía cualquier geografía es imaginaria
Un pez lanzado a un vacío en que gravitan letras, que a simple vista nada significan, es un curioso dibujo que en una privilegiada pared de la casa de mis padres puede aún testificar la vitalidad de sus trazos, a pesar de que han pasado más de veinticinco años que su autor, el poeta Heriberto Hernández Medina, les regalara. No es este el único recuerdo que se conserva del amigo. Libros de su autoría, manuscritos de sus primeros textos, recortes de algún que otro periódico o revista en que se le nombró o apareció algunos de sus textos, se suman a otros que la memoria preserva en ese espacial sitio que nada olvida.
Importante voz de un impetuoso grupo de poetas que comenzó a mostrar sus primeros textos sobre la década del ochenta, premiado y reconocido por la comunidad literaria de la Isla, Heriberto Hernández Medina (Camajuaní, 1964), es aún hoy nombrado en esos pases de lista, tan usuales, cuando se teoriza de esa intensa etapa de los comienzos y consolidación de la promoción de los ochenta en Cuba.
Hubiera preferido contar que esta conversación tuvo por escenario mi casa, contar que mientras yo fumaba, él disfrutaba del café con que aún, a pesar de las carencias, recibo a cuanto amigo me visita. Pero esa posibilidad no existe hace ya muchos años, pues el poeta decidió radicarse primero en Lima y luego en Miami. Por lo que estas son preguntas enviadas y respondidas por la vía que la modernidad nos posibilita. Preguntas y respuesta sin vernos las caras, perdiéndome ese disfrute de la respuesta que en primer lugar ofrece el rostro.

- Aún cuando comenzar por el principio no es nada original me gustaría me comentaras cuándo descubriste que podías convertir tus experiencias en poesía.

La métrica y la rima siempre fueron una presencia cotidiana en mi casa, por mi padre, que gustaba del punto espirituano, la décima y tocaba de oído el tres. Una enorme “Antología de la poesía en lengua castellana” que había en casa me hizo penetrar en este mundo. Ser consciente de que podía ser una manera de expresarme ocurrió mucho después. Considerarlo seriamente está muy vinculado a mi encuentro posterior con otros muchachos que también comenzaban, por esos tiempos, a considerar la poesía como una vocación irrenunciable.

- ¿Qué personas te gustaría recordar, ahora, que de alguna forma te hayan acompañado a lo largo de estos años de escritura?

Esos muchachos de entonces: Sigfredo Ariel y Pedro Llanes, que fueron como “los adelantados” de lo que fue después un grupo muy variado e importante para mí. Un gran amigo, el poeta Joaquín Cabezas de León. Un enorme poeta e intelectual, Roberto Méndez, que tuvo una gran influencia en mi poesía y en la consolidación de mi vocación. Decir que tú, sería casi como ser reticente, porque hemos recorrido el mismo camino, tomando a veces atajos diferentes, pero reencontrándonos siempre, como ahora.

- Después de algunas décadas, que opinión te merece la promoción de los ochenta de la cual eres una voz imprescindible.

Se ha mitificado mucho y creo que nosotros hemos contribuido a ello bastante. Aún hoy recordamos aquella época y tendemos a dar una visión muy apasionada. Este 8 de diciembre se cumplen veinte años de los sucesos de la librería “El pensamiento” y si a Odette (Alonso) o a mí no se nos ocurre poner algo en nuestros blogs, nadie lo recordará. Ese suceso fue el fin de la inocencia. No porque creyéramos en nada ya, sino porque supimos de lo que era capaz un poder ilimitado, cuando imagina que hay algo que puede hacerlos peligrar. Fue para mí, el fin de toda una etapa en la que la poesía podía encausar cada una de nuestras frustraciones. Pertenecer a la promoción de los ochenta fue para mí muy importante y creo que lo que pudimos hacer o escribir, lo fue también para la cultura cubana. Hoy tengo muchas razones para sentirme defraudado por muchas de las personas que fueron objeto de mi más absoluta devoción, pero no soy quien para juzgar. Están los libros, y algunos son ya imprescindibles.

- ¿Cuál es el saldo que en tí dejó la circunstancia de ser parte, en tus inicios, de un grupo activo, comprometido con la escritura, excluido entonces de lo institucional y que tardó en publicar, sus primeros libros y con ello poder mostrar su valía?

En lo personal no tengo nada que agradecer a institución alguna. Cada logro o reconocimiento, si alguno tuve, lo pagué caro y siempre con trabajo, obstinación y sin renunciar a ninguno de mis principios. De la provincia donde escribimos nuestros primeros textos y a la que di no pocos “logros", nunca recibí ni una mínima retribución. Hasta hace poco, en que una amiga tuvo a bien poner una ficha y una foto mía en un sitio de internet, no figuraba siquiera como escritor. Los libros que publiqué en Cuba, salieron porque no había una manera de evitarlo, muchos años después de haber sido premiados y llenos de erratas. No creo que se hayan distribuido. Nunca he presentado un libro mío en público en Cuba y no conozco a muchas personas que tengan un ejemplar. El único saldo positivo de todos estos años fue el reconocimiento de muchos amigos, y lo que he escrito, que aún despierta el interés de algunas personas y hace que me sientan como alguien cercano.

- ¿Lees con cierta asiduidad la poesía cubana, entendida esta por la que se escribe dentro y fuera de la isla? ¿Te interesa mantenerte al tanto de lo que se escribe hoy en Cuba?

Leo todo cuanto cae en mis manos y lamento no estar más al tanto de lo que se escribe en Cuba. El internet ha ayudado, pero el control y lo limitado del acceso dentro de la isla lo hacen todavía muy precario. Me interesa mucho.
En qué ha cambiado (o no) tu poética desde Discurso en la montaña de los muertos (1986) a lo más reciente que has escrito.

Mi poesía (hablar de una poética, mía al menos, me parece exagerado) ha cambiado lo mismo que yo. Tú me conoces mejor que nadie. Creo que sigo siendo impulsivo, apasionado e independiente. Mi poesía sigue siéndolo. Si algo ha cambiado tiene que ver con las formas. Es menos ambiciosa en lo formal, más contenida en el uso de recursos expresivos o en la búsqueda de sonoridades.

- ¿Hay algo que te interese más que la Poesía?

Si, descansar. A veces estoy muy cansado.

- Tu obra se ha levantado (o sostenido) desde geografías muy diversas. Te propongo que me definas con pocas palabras sitios que supongo significativos para ti:

Camajuaní: Un pueblo del cual tengo algunos recuerdos imborrables. Lo demás es el paisaje, el paisaje de la infancia te acompaña el resto de la vida. Allí están toda mi familia y algunos buenos amigos. En mi poesía pueden verse sobre todo alguna veladas referencias al paisaje y al universo sonoro del pueblo.

Santa Clara: Mi primer libro se escribió allí. Fue la etapa más creativa de mi vida. En la que la poesía tenía un lugar más importante. Una ciudad donde la gente respetaba a sus artistas y las instituciones, sus caciques de turno, los detestaban.

Matanzas: Nunca me sentí ni me siento matancero, aunque me trataron allí como si hubiese nacido en esa ciudad. Nunca me sentí cómodo con las formalidades y los rituales salonescos de esta ciudad que añoraba las glorias del XIX en medio de las miserias de la segunda mitad del XX. Tengo recuerdos muy gratos, algunos buenos amigos y es el sitio que tiene, en lo contextual, una mayor presencia en mi poesía. Allí pasé también los momentos más amargos de mi vida en Cuba.

Lima: Escribí poco en esta ciudad, pero fue una experiencia sustancial. Muchas cosas se escribirían después. Creo que hay deudas que no he saldado aún. Al encuentro de una cultura popular joven y ecléctica como la nuestra con una cultura ancestral, rica y poderosa, se suma además la inmadurez con que sale un cubano al mundo libre. La experiencia de enfrentarse al capitalismo primitivo de Sudamérica es muy impactante y exige una capacidad enorme para sobreponerse y reinventarse una forma de sobrevivir.

Miami: Después de Lima, Miami es una ciudad que puede asimilarse con relativa facilidad. Conectarse emocionalmente con ella es algo que a veces resulta más difícil, a pesar de que nuestros antecesores la han ido edificando a imagen y semejanza de las ciudades cubanas que aún habitan en sus imaginarios. Una vez le escribí a una amiga que Miami era como hubiese sido Cabaiguán si no hubiese llegado Fidel, y creo que no exageraba. Sigue siendo algo provinciana y con costumbres vagamente rurales. Vivo y escribo en ella con cierta paz, sobre todo en los últimos años, en que he estructurado mejor mi vida y la ciudad comienza a mostrar una creciente vida cultural.

- ¿Es propicio el ambiente cultural de Miami para tus proyectos? La pregunta no es tan ingenua. A pesar de que esa ciudad es parte de nuestra historia personal pues dudo que a estas alturas alguien de aquí no tenga un familiar o un amigo, allá. Miami sigue siendo para muchos de nosotros un sitio imposible de imaginar con la información antagónica que recibimos. Algunos dicen no existir vida cultural, otros, por el contrario, aseguran existe un movimiento muy vital en muchas manifestaciones artísticas. Uno puede ver una foto de la Feria Internacional del Libro, que tiene a esa ciudad por sede, y se asombra de la participación popular, como también se asombra que a estas alturas se le niegue la visa a un artista cubano o se descalifique a otros por una supuesta pertenencia al otro bando, del que quedamos todos los que vivimos en la Isla. En fin que me gustaría saber de ti cuál es el estado actual de la cultura en esa ciudad.

La desinformación es la madre de la manipulación política. Durante veinte años el régimen de Cuba mantuvo un control total de la información acerca del resto del mundo y especialmente sobre los Estados Unidos y Miami. Eso ahora es más difícil pero continúa de algún modo. Los cubanos de las primeras oleadas del éxodo no están mejor informados sobre Cuba. Algunos hablan aún de una Cuba que ni tú ni yo conocimos, pero no son gravitantes ya en la vida cultural de Miami. La vida cultural en Miami es muy diversa, compleja y rica. Miami podría convertirse, en las próximas décadas, en el destino cultural más importante de la América hispana. Se fortalece cada vez más como mercado de las artes visuales, el diseño industrial y la música. Se consolida como destino de la emigración económica temporal y se fortalece el poder político y económico de los latinos a nivel local y estatal. Creo que el idioma español será oficial, junto al ingles, en muy poco tiempo.

- Muchos escritores cubanos que residen en otras partes del mundo han seguido publicando en las editoriales cubanas: Aramís Quintero, Damaris Calderón, Manuel Sosa, Frank Abel Dopico, entre otros. ¿Estarías dispuesto a compartir tu obra más reciente con nosotros, a través de una editorial cubana?

Nunca he ido a ningún lugar ni ante ninguna persona con un manuscrito escrito por mí para procurar publicarlo. Mi primer libro estuvo largos años en Letras Cubanas, a donde fue a parar porque un editor lo tomó de un concurso UNEAC del cual era jurado y lo puso a dormir en el llamado “colchón editorial”, hasta que decidieron sacarlo sin que sepa yo la razón, pero supongo que fue debido a mi premio David. Mi segundo libro, a pesar de ser premiado en 1989, no salió hasta 1994. En Matanzas, cuando me pidieron textos para revistas, para Ediciones Vigía o para Ediciones Matanzas, los entregué y fueron publicados, lo que siempre he agradecido. Ninguna Editorial o editor cubano me ha contactado nunca interesado en mi poesía. No tendría ningún inconveniente en conversar con cualquiera que se interese en mi obra, con dos condiciones básicas: la primera es que no se condicione en ningún modo mi opinión, mi derecho a cuestionarme a la dictadura que oprime a mi país y lo segundo es que se me paguen mis derechos de autor. Esta segunda condición, como la primera, es un asunto de principios y no tiene nada que ver con la cantidad de la remuneración.

- Por último me gustaría me comentaras sobre Bluebird Editions, sin dudas un proyecto difícil de sostener, en cualquier sitio, que supongo te exija tiempo y entrega.

Bluebird Editions es una empresa que hemos ido madurando con calma y que hemos emprendido en este momento porque se han dado las condiciones. Nos hemos unido tres amigos: los poetas George Riverón, Carlos Pintado y yo, con la intención de publicar libros de escritores cubanos en los Estados Unidos, en Miami, donde ser un escritor cubano es como no existir desde el punto de vista editorial para el resto del mundo. La mayoría de las editoriales españolas y latinoamericanas están en manos de gente de tendencia “progre", una forma de autodefinirse que han acuñado para adecentar la enfermiza simpatía que sienten los intelectuales europeos y latinoamericanos por la dictadura de los Castro. Puede que esto te parezca extremista, pero créeme. Cuando dices que eres un escritor cubano y que radicas en Miami, desaparece todo interés por tu obra. Con los concursos sucede otro tanto. Acá se vio como una novedad que yo ganara el Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén, en México, en el 2006. Estamos finalizando el 2008 y el libro, aunque he recibido las pruebas para revisarlas hace unos días, no creo que salga hasta el año que viene. No digo que haya una razón subalterna, pues nuestro amigo Agustín Labrada me lo hubiese dicho, pero no han faltado los que me lo han sugerido acá y no he sabido que decirles, porque es la práctica común. El caso es que decidimos hacer las cosas por nuestros propios medios y sólo deseamos poder sostenerlo, para lo cual contamos tanto con los escritores que viven en la isla como en el resto del mundo.

Cruce de correos:

Amigo, te agradezco el interés en saber lo que pienso sobre estas cosas. Si por alguna razón, lo que digo compromete tu tranquilidad o la de tu familia, lee esto como una simples confesiones personales y guárdalo o destrúyelo, que yo estaré agradecido igual. Tú no tienes que correr ningún riesgo para demostrar nada, pues todos conocemos de tu integridad. Gracias. Heriberto Hernández.

Gracias a ti, hermano, por responder mis preguntas. Mi integridad tiene que ver con mi honestidad. Y a estas alturas nada tengo que probarme, más allá de que aún me queda mucho por aportar, por escribir. Está claro que mi apuesta y mi compromiso es por Cuba, no solo por haber nacido aquí, sino por haberla escogido, y por su Cultura. Mi vida y mi obra lo demuestran. Gracias a ti. Arístides Vega Chapú.

ARÍSTIDES VEGA CHAPÚ: (Villa Clara, 1962) Poeta, narrador y promotor cultural. Ha publicado trece libros de poesía: "Breve estancia de Cristo en la ciudad de Matanzas" (1989), "Finales de los años" (1993), "Últimas revelaciones en las postales del viajero" (1994), "La casa en el monte de los olivos" (1996), "Retorno de Selim" (1999). “El riesgo de la sabiduría” (2000). “El signo del azar” (2002), “De lo que se supone” (2002), “Días a la deriva” (2002), “Mensajes del pan” (2003), “Sagradas Pasiones” (2005), “Después del puente sobre las aguas” (2007), la antología personal “Que el gesto de mis manos no alcance” (2008) y su novela “Un día más allá”, por Bluebird Editions, Miami (2008). Reside en Cuba.

MANUEL SOSA y UNA DOCTRINA DE LA INVISIBILIDAD

Nota: Esta entrevista fue publicada originalmente en Efory Atocha el 17 de diciembre del 2008.

Por Ana Margarita Mireles.

Léase Una Doctrina de la Invisibilidad como un viaje que empezó en Alejandría. Monólogo reflexivo, de bardo filosófico, de punto en que lo narrativo se hace lírico. Habla el que le “duele olvidar las propias estaciones", consciente de una mirada que se pierde entre la gente común pero se encuentra cuando saca a relucir sus símbolos y gradaciones, cada poema un acto de expresión extracotidiana que acaba seduciendo, porque lo que nos dice es familiar aunque el cuadro reboce color insólito, y tenga una cadencia casi matemática, de escriba que reconoce que “Proporción Divina se equipara al misterio”.
Este invita a mirar un cuadro con reglas propias. Saluda para romper en la cabeza del lector el mismo discurso que produce una y otra vez la exacta realidad inquietante, idéntica pauta de conducta. Y mientras hace la pirueta extraña de lenguaje perfecto te clava una revelación, un darse cuenta.
Si, “nos forzamos a amar paradigmas". A Sosa, como a otros poetas cubanos nacidos en los 60, lo mordió el mismo logos que a Lezama y lo convirtió a la andadura metafórica de la alucinación y el encubrimiento sarcástico. Los de estas huestes son poetas que escriben con un gesto similar a guardar en una bella caja hermética, un truco de magia, un mensaje iluminado, un dardo, una figura deslumbrante, cualquier juego de palabras que te lleve de viaje al centro. Sosa paga feliz “el precio de las palabras", paga por “describir un quebranto” el precio de una marca que se fijó en Orígenes, y que él se esmera en cultivar vibrante en su propio vergel. Véase
La Finca de Sosa.
“Lo que se refiere al ser requiere un largo discurso y no fácilmente comprensible, particularmente lo que se refiere al Ser en su pleno sentido, que es inmóvil e incorpóreo". Esto que fue máxima de Orígenes, el de Alejandría, hizo eco en los de Orígenes, la revista cubana que recreó su nombre, todos se dieron a la poiesis como vía de expansión del conocimiento. Verdad, realidad, misterio, varias generaciones después son los mismos retos de Sosa, quizás menos evidentemente místico y utópico, pero igualmente dueño de la "raíz ética", percibir, fijar, trascender.
Léase Una Doctrina de la Invisibilidad como un viaje que empezó en Alejandría y no termina hasta que cae “la venda sobre nuestros ojos".


MANUEL SOSA: Cuba, 1967. Poeta y ensayista. Tiene publicados, "Utopías del Reino" (Premio David 1991, Premio de la Crítica 1993), "Saga del tiempo inasible" (Premio Pinos Nuevos 1995), "Canon" (2000) y "Todo eco fue voz" (antología, 2007). En la actualidad reside en Atlanta, Georgia, donde se desempeña como trabajador social. Coordina el blog, La Finca de Sosa.


ANA MARGARITA MIRELES: Guionista, Directora, Poeta y Promotora Cultural. Licenciada en Artes Escénicas, Dramaturgia (Instituto Superior de Arte –ISA-) Especialista en Contenidos Multimedia, con más de 20 años de experiencia en medios audiovisuales, tecnología de la información y formación profesional. Ha trabajado para clientes como Telecinco, Antena3, Microsoft, HP, Caja Madrid, Ibercaja, Pharmion, Solvay, Pfizer, Museo del Escorial, Bayer, entre otros. Autora de programas para Tv cubana como: El Comepiedras Verde (serie de humor), Lo Bello (formato de promoción cultural, actualmente Mirarte), 12 en Punta (revista cultural) Con sus propias manos (serie documental informativa), Vasos Comunicantes (corto de ficción, premio Caracol de guión 1991), SOS Rockers (telemovie), varios musicales, entre otros. Ha publicado poesía en el Caimán Barbudo, Letras Cubanas, Arte y Literatura, y en revistas virtuales como Cañasanta, EforyAtocha… Actualmente es directora creativa de diferentes proyectos artísticos, gestiona el blog de promoción cultural Dperlas y escribe contenidos para medios audiovisuales desde Madrid.

lunes, 15 de diciembre de 2008

MÉXICO (“capital de asilos”) V


EL PRESIDENTE DE MEXICO ENTRA A LA HISTORIA ...POR LA PUERTA TRASERA.

Por Félix Luis Viera.

Todo aquel que se halle en territorio extranjero sin documentos que lo acrediten, no tiene derecho a permanecer en él. Todo aquel que huye de una tiranía donde no existe el respeto a los derechos humanos, la libertad de expresión, la más mínima tolerancia para expresar la individualidad, donde la censura, la inopia y el pánico son el pan nuestro de cada día (aunque el pan, literalmente, escasee), debería encontrar refugio en alguna parte. Los cubanos que alcanzan a salir de Cuba, o intentan hacerlo, lo hacen porque se hallan en esta situación. Una de las últimas vías que se les ocurrió para llegar a Estados Unidos fue utilizar la costa mexicana de Quintana Roo como puente, pero, al no contar con medios personales para este propósito, se valieron de cuanto pudieron, incluidos los “contrabandistas de seres humanos”. Esto trajo mucha agitación, desorden, aun muertos en la costa del Caribe mexicano.Las autoridades mexicanas capturaban a los fugitivos cubanos tanto en mar como en tierra, y en muchos casos los maltrataban de palaba y de hecho, pero siempre los dejaban continuar su ruta luego de detenerlos por varios días. Ya no. Ahora, según el acuerdo migratorio firmado por los gobiernos de México y Cuba, los cubanos que sean apresados en tierra mexicana o en las aguas marítimas de este país, serán devueltos a la Isla. Ya ocurrió: en días pasados fueron regresados a Cuba los primeros 41 isleños detenidos en México. Un “¡Hurra”! para la notable masa pro castrista mexicana (que, equivocadamente, se hace llamar de Izquierda) y otro sonoro “¡Hurra!” de las autoridades cubanas, que así disfrutan sus sueños de ver de vuelta a los que intentan abandonar el infierno y contar los pormenores de éste en tierras de libertades.¿Pudo el Gobierno mexicano buscar otra solución? Sí. Simplemente no firmar el bochornoso acuerdo Y, si quería prevenir la entrada de cubanos ilegales a su territorio, tomar las medidas de salvaguarda indispensables, que para esto tiene México suficiente poderío.Pero no fue así. El presidente mexicano Felipe Calderón, que desde hace tiempo, quién sabe por qué, se ha dedicado a establecer una luna miel con la dictadura cubana (¿será para ver si así puede cobrar la inmensa deuda monetaria que Cuba debe a México?) dio luz verde a un acuerdo migratorio que, entre otras omisiones, no aclara qué será de la vida de los “disidentes” cubanos que sean devueltos a la Isla y que, asimismo, contiene, el acuerdo, un chiste: los mexicanos que se encuentren en Cuba de manera irregular, serán deportados a México. Sin comentarios. Felipe Calderón, dudoso “presidente electo” de México si consideramos que sólo recibió el 34% de los votos –y únicamente un 19% aprobatorio si consideramos el abstencionismo– en verdad que nos sorprende con esta genuflexión ante las autoridades cubanas.Con un gobierno alejado del pueblo (así se dice, “pueblo”, no “gente”, como acostumbran decir aquí), compuesto sobre todo por amigos o personal de confianza; hacedor de una “economía blindada” que estalló 48 horas después de que reventara la crisis en Estados Unidos (la inflación en México no se detiene, la devaluación del peso alcanza niveles sin precedentes, la pobreza se ríe de sus límites anteriores); artífice de una guerra contra el narcotráfico –que va perdiendo puesto que la lleva a cabo a lo bruto, sin labor de Inteligencia–, que está costando más muertos que la Guerra de Irak; carente hasta ahora de lo que hace falta para enfrentar, entre otros, a los putrefactos sindicatos que tienen a México, a su pueblo, tomados por el cuello; pues, el mandatario da prioridad para que sea firmado un “acuerdo migratorio” con el Gobierno de Cuba (no realmente un “gobierno cubano”, valga aclarar) en el que, además – el colmo podría ser–, se critica la ley estadounidense que da asilo a los nacidos en la Isla y llegan huyendo desde allá.Si se aplicase el ojo por ojo, ¿qué se haría Felipe Calderón? Es decir, si el gobierno de Estados Unidos, con o sin acuerdo, rebotara para México a los millones de indocumentados de este país que llevan su vida en tierras norteamericanas, ¿qué pasaría? Ojalá que esto nunca ocurra, por el bien de México; pues entonces, entre otros desastres, la economía azteca, ya depauperada, se colapsaría en unas cuantas semanas.Felipe Calderón debe viajar a Cuba quizás el año próximo. No se sorprendan, cubanos, si el mandatario azteca no se reúne con la disidencia de la Isla, si se inclina ante la oficialidad cubana y alaba sus logros en materia de la creación de lo abstracto, si ofende la memoria de José Martí depositando una corona a los pies de su estatua. Tampoco vayan a sorprenderse si, en la próxima reunión de la Asamblea General de la ONU para tratar el tema de los derechos humanos en Cuba, el Gobierno de México vota a favor de su homólogo cubano, o sea, en contra del pueblo de Cuba.No sé si Felipe Calderón está impuesto de ello, pero ahí la tiene: los que intentan salir vía Quintana Roo, Cancún, cruzando el Estrecho de Florida o tomando cualquier rumbo que la desesperación les indique, son sólo unos cuantos de los millones que quisieran hacerlo, sólo que no pueden realizar el intento por una u otra carencia, por uno u otro obstáculo.Por el momento, duele hasta las lágrimas ver partir de México, de vuelta a Cuba, a estos 41 cubanos, escoltados por las autoridades mexicanas. Duele. Y dolerá, tal vez aún mas, mirar el regreso de los 2,000 que aún se encuentran detenidos en las estaciones migratorias de México. Pero al menos Felipe Calderón, como ningún otro presidente mexicano, con esta acción ha entrado en la historia de Cuba; claro, por la puerta trasera.

Nota: Escrito originalmente para Cuba en el Mundo. y publicado en México, el 15 de diciembre del 2008.

Félix Luis Viera: Poeta, cuentista y novelista, nació en Santa Clara, Cuba, el 19 de agosto de 1945. Ha publicado los poemarios: Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia (Premio David de Poesía de la UNEAC*, 1976, Ediciones Unión, Cuba), Prefiero los que cantan (1988, Ediciones Unión, Cuba), Cada día muero 24 horas (1990, Editorial Letras Cubanas), Y me han dolido los cuchillos (1991, Editorial Capiro, Cuba) y Poemas de amor y de olvido (1994, Editorial Capiro, Cuba); los libros de cuento: Las llamas en el cielo (1983, Ediciones Unión, Cuba), En el nombre del hijo (Premio de la Crítica 1983. Editorial Letras Cubanas. Reedición 1986.) y Precio del amor (1990, Editorial Letras Cubanas); las novelas Con tu vestido blanco (Premio Nacional de Novela de la UNEAC 1987 y Premio de la Crítica 1988. Ediciones Unión, Cuba), Serás comunista, pero te quiero (1995, Ediciones Unión, Cuba), Un ciervo herido (Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2003) y la noveleta Inglaterra Hernández (Ediciones Universidad Veracruzana, 1997. Reediciones 2003 y 2005).