domingo, 30 de noviembre de 2008

5 PREGUNTAS A HERIBERTO HERNÁNDEZ


Por Luis de la Paz.

La fuerza arrolladora de las nuevas voces literarias en el exilio cubano, ya se está haciendo sentir (es inevitable, es necesario). Como las anteriores, llegaron, comenzaron a labrar su propio espacio (incluso su territorio generacional) y de repente toman posición en el escenario que le corresponde (con unos se discrepa, con otros se establece más afinidad), conformándose el panorama artístico que habrá de concretar por los próximos años las nuevas tendencias, hasta que en su momento, otros vengan de relevo.
En esa corriente renovadora está Heriberto Hernández Medina, que ya ocupa un lugar destacado entre los escritores cubanos en Miami.


1.—En los últimos meses han aparecido dos nuevos libros tuyos. ¿Son resultado de una repentina explosión creativa o del trabajo acumulado?

—Tengo el criterio que un poeta escribe los textos que puede, que necesita, que le hacen la vida más ligera, tolerable. El libro es una contingencia comunicacional, mercantil. Un medio. Las circunstancias le hacen reunir un grupo de textos por afinidad temática, bajo una estructura o en función de una tesis, cuando no intervienen factores más vulgares (los más frecuentes) como las exigencias de un editor, las bases de un concurso o la necesidad de cumplir ciertos parámetros que rigen la comercialización de la literatura como mercancía. Verdades como templos, el libro que salió bajo el sello de Iduna Ediciones, recoge una selección de los últimos textos escritos en Cuba, otros escritos en la ciudad de Lima y textos más recientes escritos en Miami, con la intención de dar una idea de lo que he hecho en los últimos años. En Los frutos del vacío, publicado bajo el sello de Bluebird Editions, he reunido toda mi poesía escrita desde 1983 hasta el año 2006, conservando el orden y la forma en que se publicaron (en Cuba) mis dos primeros libros, y adicionando tres libros posteriores, publicados parcialmente y de un modo muy disperso. La razón de hacer esto tiene que ver únicamente con la posibilidad de hacer un balance personal. En fin, no se trata de “una repentina explosión creativa", es “trabajo acumulado", concebido durante casi 25 años de usar la palabra como medio para estructurar todo cuanto hago.

2.—Has vivido en Cuba, Perú y ahora estás en los Estados Unidos, en Miami, donde destaca lo cubano. ¿Cómo valoras estas tres experiencias?

—La experiencia de haber nacido, haberme educado y obtenido una calificación profesional en Cuba es fundamental en mi formación como ser humano. Sustancial. Quizás, el hecho de vivir en un país cuyas estructuras de poder niegan las más elementales libertades y la individualidad misma, potenció en muchos de nosotros una curiosidad y una devoción inusual por el conocimiento y el estudio. Vivíamos en un castillo medieval y los viajes de “la comunidad", y luego el “éxodo del Mariel", hicieron caer el puente levadizo. Nuestra generación empezó a madurar la idea de que el mundo era algo diferente y la caída del muro de Berlín fue el detonante. Perú, y Lima en específico, fue la puerta de salida hacia ese mundo exterior. Un entrenamiento intensivo. Como cuando llevan a una bestia que ha vivido en cautiverio toda su vida a un ambiente natural controlado para que se adapte, antes de soltarlo en la selva virgen. El capitalismo del tercer mundo es una experiencia primitiva, esencial, que debería experimentar todo ser humano que ha vivido bajo un régimen totalitario. Desde el punto de vista social y cultural, Lima ha aportado elementos importantes a mi visión actual de las relaciones humanas. Estados Unidos ha generado un capitalismo caprichoso, casi de laboratorio, coartado por la interacción dramática, casi teatral, de los grupos de poder, por proteccionismos, subvenciones y un “checks and balances” cada vez más amordazado. Miami, que no resume en modo alguno esto, se ha ido acomodando, como una mujer inteligente, a los imperativos de sucesivas oleadas de emigrantes. Esto ha hecho de esta ciudad un destino cada vez más flexible, más tolerante y atractivo para los “hijos de la revolución cubana"; menos politizados, pero igualmente parricidas. Miami es cada día más Cuba, yo pude verlo apenas llegue acá, decidí quedarme y me alegra no haberme equivocado.


3.—Eres arquitecto. Si existiera alguna relación entre la arquitectura y la poesía, cuál sería el vínculo, y de qué manera se refleja en tu poesía.

—Siempre he pensado que un escritor debe tener un oficio del cual vivir. La arquitectura es el mío. Me gusta. Siempre me ha dado para vivir y me ha permitido escribir lo que pienso y decir lo que quiero sin tener que pensar al hacerlo, en la seguridad de los míos. El aporte de mi profesión a mi obra podría rastrearse en una visión estructurada de los textos o en algunas temáticas recurrentes, pero no creo que haya aportado otra cosa a la que no hubiese podido acceder por otras vías.

4.—Llevas en Miami unos ocho años, ¿cómo valoras la vida cultural de la ciudad?

—La vida cultural de la cuidad ha ido ganando espacios de tolerancia y generando hábitos de consumo que eran impensables, no mucho tiempo atrás. La correlación de fuerzas entre las primeras oleadas de emigrantes cubanos, conservadores y politizados en extremo, y las sucesivas oleadas, masivas o graduales, ha ido cambiando a favor de estas últimas, que han ido imponiendo hábitos de vida, de consumo y una nueva visión de la interacción social. Miami es hoy una ciudad saludable en términos culturales, que va generando sus propias opciones y que ha roto la inercia de un exilio “que nunca deshizo las maletas", y la está cambiando por la agitación de una sociedad que no quiere esperar a mañana para expresar sus ideas, exhibir su arte y hacer su vida en el sitio que, contingencias políticas ajenas a sus voluntades, les han propiciado.

5.—La internet ha crecido y es una fuerte importante de información y divulgación, ocupando los blogs un terreno cada vez más significativo. ¿Qué opinión tiene de las bitácoras?

—Los blogs son la muerte de la hegemonía en el uso de la información y en la divulgación del pensamiento y la expresión artística individual. Una metáfora de la libertad.

Diario Las Americas. 11-29-2008
Foto: Luis de la Paz

Luis de la Paz: La Habana, 1956 Salió de Cuba durante los dramáticos sucesos de la embajada del Perú y el posterior éxodo del Mariel, en 1980. Desde entonces reside en Miami. Fue miembro del consejo de editores de la revista Mariel, de Nexos de difusión electrónica y editor de El ateje, publicación cibernética. Ha recibido el Premio Museo Cubano de ensayo, por un trabajo sobre Dulce María Loynaz. Ha publicado los libros de relatos: Un verano incesante (Ediciones Universal, Miami 1996) y El otro lado (Ediciones Universal, Miami, 1999), y la recopilación de textos y documentos Reinaldo Arenas, aunque anochezca (Universal, Miami, 2001). Un cuento suyo es recogido en Cuentos desde Miami (Poliedro, 2004) y en Palabras por un joven suicida (Silueta, 2006). Es columnista de Diario Las Américas en Miami.

sábado, 29 de noviembre de 2008

INVITACIÓN

Zu Gallery Fine Arts y Bluebird Editions se complacen en invitarlos a la presentación de "El ánimo animal", la más reciente obra del poeta cubano Reinaldo García Ramos, quien leerá textos de su libro. Las palabras iniciales estarán a cargo de Juan Cueto-Roig.

Viernes 5 de diciembre de 2008 a las 8:00 p.m.

Zu Gallery Fine Arts
2248 S. W. 8th Street
Miami, FL 33135
305-643-0059




LECHUZA RETIRADA

Demasiadas sombras y esplendor
habían atravesado sus pupilas;
demasiada esperanza,
demasiados desastres.

Lo había visto todo o casi todo,
pero esa ambigua dignidad
de nada le servía; no alcanzaba a reunir
aquel conjunto de estallidos
en ninguna firmeza.

En su antigua misión bajo la noche
había observado a los que perseguían,
a los perseguidos,
a los que ansiaban dominar y lo mostraban,
a los que deseaban eso mismo y lo escondían;
el panorama era confuso, entrecortado,
y un tremendo cansancio
había empezado a penetrar en sus miradas.

Nada más quería ver,
ninguna novedad, ninguna tentación.

Pidió que no la molestaran
y a partir de entonces se dedica
a la contemplación de sus ensueños,
con los ojos cerrados.


LA CUCARACHA Y EL COCUYO

― ¡Soy horrible! ¡Mira estas patas peludas y estas alas ennegrecidas! Me nutro de inmundicias… ¡soy un asco!
―Pero te quiero ―respondió el cocuyo.
― ¡Jamás podré encender mis ojos y alumbrar la noche como tú! ¡No insistas; déjame!
―Pero tus antenas son suaves y armoniosas. Puedes prever peligros sin necesidad de luz…
― ¡No seas tonto! ¡Moriré aplastada cuando menos te lo esperes!
―Te sabré defender.
― ¡No lo creo! ¡Sólo podrás dar uno de esos brincos ruidosos que tanto te gustan!
―Mis saltos son hermosos, deberían gustarte.
―Sí, son lindos; pero tampoco me podrán salvar, ¡moriré aplastada!
― ¡Pero te quiero! ―respondió el cocuyo.


ENCUENTRO DE CULEBRAS

Se revuelcan, no salen de sí mismas,
se deslizan airadas y arremeten
contra las otras que también se pierden
en la apariencia igual de ese amasijo.

Buscan a la enemiga; no la encuentran.
Todas lo son, todas lo eran,
todas desaparecen en lo mismo.
Entran en el enredo y se retuercen;
sacan el cuerpo y quieren escapar,
pero su piel se les confunde con el resto.

Una y otra vez hacen lo mismo,
recuperan su furia transitoria,
se apaciguan, sus fauces se entreabren,
pero no llegan a morder y se distraen.
El tiempo pasa. Todas son iguales;
todas se vuelven a meter tarde o temprano
en la soberbia del momento.

Reinaldo García Ramos
recibió en 2006 el XI Premio Internacional de Poesía Luys Santamarina-Ciudad de Cieza con su libro Obra del fugitivo, publicado ese año en Madrid por Ediciones Vitruvio. Nació en 1944 en Cienfuegos, Cuba, y terminó estudios de Letras en la Universidad de La Habana en 1978. Perteneció al grupo de escritores El Puente (1962-1964), con el cual publicó Acta (1962), su primer poemario. Desde 1980 hasta 2001 residió en Nueva York, donde trabajó de editor en varios órganos de prensa y fue traductor durante doce años en la Secretaría de las Naciones Unidas. Fue miembro del Consejo de Dirección de la revista Mariel (Nueva York, 1983-1985). Ahora vive en Miami Beach (Florida) y es Editor de la revista de poesía Decir del Agua (http://www.decirdelagua.com/), que fundó en 2002. Ha publicado los poemarios El buen peligro (Madrid, 1987), Caverna fiel (Madrid, 1993), En la llanura (Coral Gables, 2001) y Únicas ofrendas, cinco poemas (Madrid, 2004).

miércoles, 26 de noviembre de 2008

LENA. LA MALA, UN DISCO SIN MALDAD

A la espera de ver la película “La Mala", una co-producción de Untitled Films de Puerto Rico, Malvarrosa Media y PRP Producciones, sobre un libreto de Lilian Rosado y bajo la dirección de Pedro Pérez Rosado y Lilian Rosado, nos hemos sumergido en el álbum / soundtrack del filme. La banda sonora de la película, es una producción original de Lena, junto al productor musical Rey Nerio (su padre), que además de adaptar ocho de los temas mas populares de La Lupe, incluye dos temas originales de Lena Burke, compuestos para esta producción.
La joven compositora, pianista e intérprete cubana Lena Burke, que suma al capital emocional de haber nacido en una familia de rica tradición artística, una esmerada educación musical, se inicia como profesional haciendo coros, bajo la dirección de su padre en los álbumes de algunos famosos. Con una corta carrera, , encausada en las turbulentas aguas del pop, ya hemos podido apreciar sus enormes posibilidades vocales y su madurez técnica. Se dio a conocer con el tema “Tu corazón", que interpretara a dúo con Alejandro Sanz y ha merecido dos nominaciones al Latin GRAMMY 2006.
La posibilidad de interpretar un papel en este filme, que le impone la evocación de una personalidad como La Lupe, ha propiciado una inflexión importante en la carrera de Lena. La imagen proyectada en sus interpretaciones anteriores, inmersa en fórmulas validadas por el mercado y apostando a solidificar un referencia musical hacia la cual direccionar su carrera, nos mostraba una artista contenida, desestimado su posibilidades reales. En este disco, emerge una intérprete que (amparada por la ausencia de limites que fundamenta la excepcionalidad de La Lupe) no se cuida de excederse y extrae a su voz registros impensados. Tal pareciera que el tema le propicia el pretexto para encontrase y concederse el sitio que le corresponde en línea de sucesión en la dinastía Burke.
La conceptualización impuesta por el carácter instrumental de una música que ha de propiciar una intencionalidad dramática, concede a este disco valores agregados. Rey Nerio (productor de álbumes para artistas como Alexander Pires, Chayanne, Julio Iglesias, etc.) se propone insertar la voz de Lena en una corriente de ritmos que destaquen sus cualidades y le permitan dorarse al calor de múltiples sonoridades. Lo logra.
Destaca la versión de “La tirana", en que se plantea una fusión de sonoridades clásicas de la salsa, en un arreglo que privilegia elaboradas incursiones de los metales y la irreverencia de un discurso de connotaciones urbanas, aportado por la intervención del rapero Julio Voltio. "Qué Te Pedí", muestra un arreglo en que contrastan una discreta instrumentación y una lujosa exhibición vocal. La inserción de Tito “El Bambino” (Efraín Fines Nevarez) en una alucinada versión de “Fiver", en que la clave de guaguancó saca a Lena los más auténticos registros de una sensibilidad identificada totalmente con elementos tradicionales de la música popular cubana, aporta un elemento de contemporaneidad que le hace muy comercial. "Puro Teatro" intenta una versión descriptiva en que el arreglo se fundamenta en una lectura emotiva de lo argumental del texto, matizado por dramáticas inflexiones en la interpretación.
El clímax del disco se produce en la siguiente pieza: “Con el diablo en el cuerpo” es una excelente conjunción de elementos musicales en que confluyen sonoridades de aliento clásico, evocaciones rituales, y la sustancial estructura del son permitiendo imaginativos fraseos en que pueden apreciarse alardes de muy diversa naturaleza, casi divertimentos, que enmarcan la intervención de Yotuel Romero (Orishas) y propician la interpretación mas rica en matices de Lena en el disco. En lo que resta, el disco trascurre apacible, ofreciendo versiones muy apropiadas para hacer lucir las cualidades musicales y la frescura de la intérprete, sin amarrarse a la referencia magnetizante de La Lupe.
“Yo no lloro mas” y “Si vuelves tú", son un ejemplo de arreglos funcionales y madurez interpretativa. “Porque así tenia que ser” podría recibir los mismos adjetivos si se hubiese prescindido de la introducción hablada, que no aporta nada al espíritu del disco. La versión acústica de "Qué Te Pedí", recurso muy utilizado para dar una sensación de calidez, de veracidad, a discos de mucha elaboración sonora o experimentación de laboratorio; en este caso donde no se hace necesario, pues Lena nunca se siente frívola o lejana, asume la singular tarea de rescatar la imagen, referencia también obligada y sustancial, de la cantante paseando su voz sobre las sonoridades del piano. Lena Burke, sin doblegarse ante el enorme legado de su madre (Malena) y de su legendaria abuela (Elena), no precisa de pianista acompañante (de hecho lo ha sido para su madre durante mucho tiempo), pues ejecuta el piano con singular limpieza y naturalidad. Se muestra sensual y desafiante, versátil para conquistar escenarios abiertos y sólida, madura para reinar en la intimidad de los locales y salas en se ha edificado desde el siglo pasado la eterna noche de la música cubana.
"Qué puedo hacer" y "Cosas de la vida", dos canciones de su autoría, en que se aprecian los devaneos de la compositora con la música de sus contemporáneos, su inserción consciente en la sonoridades comerciales de su tiempo, resisten dignamente la prueba, apoyadas en arreglos, donde se privilegia el buen gusto sobre la novedad y la voz aporta la calidez que obvian ciertas formulas ad usum en el mercado. En el cierre se aprecia la complicidad del arreglista y la intérprete, que se permiten un divertimento musical liberador, un "Rumbon", ejercicio de relajación en que canalizan todas las tensiones y se consolida una visión de la música como espacio de disfrute y reafirmación de identidad.

lunes, 24 de noviembre de 2008

¿“HISPANOS” O “LATINOS”, QUÉ SOMOS?

Nota: La publicación reciente de la Enciclopedia del Español en los Estados Unidos ha reavivado la polémica sobre un tema que nos parece muy importante en el contexto de un país, que en el ultimo proceso electoral se ha visto obligado a considerar los factores étnicos y raciales como elementos gravitantes en el proceso democrático. Este trabajo del profesor Hidalgo nos parece esclarecedor y de muy útil consulta.

Por Narciso J. Hidalgo.
En 1933 Eric Voegelin con su History of the Race Idea: from Ray to Carus se proponía descalificar las teorías raciales de su tiempo. A decir del pensador alemán tales propuestas ofrecían una imagen de destrucción y confusión inexplicables. Por eso afirmaba que "El hombre, como entidad espiritual y sustancia histórica, de ningún modo puede ser explicado por algo que es inferior a su condición como hombre, esto es, por su fisonomía” (Voegelin, 23-24).
Si para la crítica ha sido sorprendente que estas ideas fueran publicadas en el marco de la efervescencia nazi-fascista, cuando el Partido Nacional Socialista Alemán, respaldado por fuertes grupos industriales, conseguía en las urnas más de 14 millones de votos y Hitler era nombrado Canciller; aún más extraordinario es que tres cuartos de siglo después el fenotipo siga siendo una problemática social y una cuestión política en las sociedades contemporáneas, incluso en las llamadas del primer mundo.

ANTECEDENTES:
En sus orígenes la idea de raza estuvo asociada con la imagen que del ser humano ofreció el Cristianismo, y su paulatino desarrollo hacia formas paganas (Voegelin, 4). Sin embargo, no es hasta el siglo XVIII con las doctrinas de la Ilustración y el afán de recopilar el conocimiento humano, que imponen las exigencias científicistas de la época, que surgen métodos cuyo fundamento es la clasificación. El hombre, tratado entonces como especie, es clasificado y dividido en categorías o razas atendiendo a su tipo y localización. Así por ejemplo, Johann Fredrich Blumenbach establecía en 1776 cinco clasificaciones: caucásica o europea, mongólica, malaya, etíope (negra) y americana.
Lo frágil y convencional de la división de Blumenbach motivo a otros estudiosos a continuar sus investigaciones. El anatomista y antropólogo sueco Adolf Retzius a finales del siglo XIX propone una nueva clasificación basando las diferencias raciales en las proporciones del cráneo. De este modo se comenzó a hablar de braquicéfalos y dolicocéfalos, etc. Sin embargo, era evidente que las diferencias observadas anatómicamente destacaban cuestiones de detalles, pero no legitimaban una división sustancial.
El afán de clasificación probablemente condujo al francés Alphonse Bertillon a crear el primer método de identificación criminal, el sistema Antropométrico. Puesto en marcha en 1882, consistía en medir las proporciones anatómicas de las distintas partes de la cara, la cabeza y el cuerpo humano y establecer un inventario de medidas y descripciones físicas que permitirían identificar a cada criminal. A medida que avanzaron los conocimientos médicos y antropológicos se fue poniendo de relieve que las diferencias en el fenotipo se debían en gran medida a los procesos de adaptaciones al medio en que cada grupo humano se ha desenvuelto. Este, sin embargo, no fue el común modo de pensar de las sociedades europeas y mucho menos el que se ha tenido en cuenta en este continente, donde el color de la piel ha servido como paradigma de un complejo proceso de estratificación social que ha operado siempre en detrimento de la población mestiza y negra.

MESTIZAJE Y CATEGORÍAS RACIALES:
El alcance de este fenómeno en las sociedades iberoamericanas, con frecuencia soslayado por los estudiosos, se debió no sólo al sistema de castas y la pureza de sangre que desde la Edad Media habían estratificado a las sociedades de la Península Ibérica. El amplio mestizaje que comienza en América desde el momento en que llegan los primeros colonizadores, fue el resultado de las nuevas condiciones de vida que impusieron, en su afán de poblar. El mestizaje fue además, consecuencia de los intereses de la corona del siglo XVI que con regulaciones y ordenanzas buscaba afianzar a los colonos en los nuevos territorios conquistados. Así por ejemplo en Real Cédula emitida el 14 de Enero de 1514 se autorizaban en Cuba los matrimonios inter-raciales en los siguientes términos:
Es nuestra voluntad que los indios e indias tengan, como deben, entera libertad para casarse con quien quisieren, así con indios como con naturales de estos Reinos e españoles nacidos en las Indias, y que en esto no se ponga impedimento. Y mandamos que ninguna orden nuestra que se hubiere dado... pueda impedir el matrimonio entre los indios e tengan entera libertad de casarse indias con españoles, y que todos con quien quisieren, y nuestras Audiencias procuren que así se guarde e cumpla (Marrero, I-200)
Los matrimonios mixtos así como los amancebamientos o uniones al margen de las normas religiosas fueron frecuentes en todo el continente a partir de mediados del siglo XVI, fenómeno que se ha extendido hasta nuestros días.
El otro factor humano que forma parte esencial en la ecuación mestizaje americano fue el esclavo. La aceptación de la esclavitud negra para los españoles del siglo XVI es un hecho natural, si se tiene en cuenta que en 1492 ya existían en Sevilla alrededor de 3,000 esclavos de origen africano. Para los conquistadores y colonos españoles, la esclavitud negra representó una alternativa que ofrecía hombres de mayor capacidad, resistencia y condiciones de adaptación para el trabajo forzado. Los historiadores estiman que nueve millones y medio de esclavos negros fueron transportados a este continente. La población negra, objeto también de intercambios sexuales, no sólo con elementos de origen europeo, sino también con la población indígena creó un rosario social desconocido en las colonias británicas de América.
De este modo a la estructura piramidal de la sociedad colonial donde los peninsulares y criollos blancos ocupaban la cúspide, vino a añadirse una larga lista de población mestiza, ubicada en la parte baja de dicha pirámide. A tales propósitos la pigmentación de la piel funcionó como un “termómetro” que clasificaba a las personas e implícitamente medía el nivel de recepción que podía recibir del resto de la sociedad. En la medida que alguien lograba que el color de su piel se asemejara al del blanco podía tener una mayor “aceptación” y viceversa. La tabla diseñada por las autoridades coloniales en el siglo XVIII para clasificar a la población de sus territorios en América fue como sigue:

De español y de india nace mestiza.
De español y mestiza nace castiza.
De español y castiza torna a español.
De español y negra sale mulato.
De español y mulata sale morisca.
De morisco y española sale albino.
De albino y española nace torna atrás.
De mulato e india nace carpamulato.
De carpamulato e india sale jíbaro.
De negro e india sale lobo.
De lobo e india sale cambuja.
De indio y cambuja nace sambahiga.
De mulato y mestiza nace cuarterón.
De cuarterón y mestiza nace coyote.
De coyote y morisca nace albarazado.
De albarazado y salta a atrás nace tente en el aire.
De mestizo con india nace cholo.
De negro con mulata nace zambo.

Ciertamente, si desde el punto de vista legal -ya iniciado el siglo XX- estas categorías devienen obsoletas, también es cierto que, la sociedad como parte de sus costumbres y creencias, ha mantenido una actitud clasificatoria y con ellas ha perpetuado el espíritu de segregación racial.
Hoy sabemos que las razas, o mejor, los grupos humanos se diferencian sólo por una serie de rasgos físicos que se transmiten genéticamente, como parte de la herencia o "pedigrí" familiar. Debajo de la pigmentación de la piel y de los rasgos físicos, que por así decirlo, saltan a la vista, las diferencias atienden más a criterios de carácter cultural, en particular la lengua y la forma de vida -condicionada por factores económicos y sociales- que a cuestiones raciales.
No obstante, con la Modernidad y el desarrollo de los valores individuales, esas diferencias han sido objeto de manipulación y encubrimiento. Así por ejemplo, en las repúblicas latinoamericanas el estado se apropia del imaginario social que impone en sus respectivos países. El binomio raza-estado queda definido cuando a principios del siglo XIX los criollos ricos y los terratenientes se erigen como gobernantes o caudillos, e imponen un discurso que proyecta al grupo de poder: el criollo blanco “ilustrado”, como tipo y paradigma, excluyendo del contrato social al resto de la sociedad.
Ese discurso cultural de la nación -testimonio documentado de la clase dominante-, se proyecta como un discurso dual: una de sus voces habla por ejemplo de la mexicanidad, del rescate de los valores culturales, y de la importancia de las comunidades indígenas. La otra voz, usa esos valores, que intrínsecamente rechaza, para discriminar en favor de una elite: el criollo de origen europeo que ha impuesto su identidad y sus expresiones culturales como “modelo y discurso de la nación” y que ha marginando sistemáticamente al resto de la sociedad. Habría sólo que preguntarse si ¿Tienen los negros de Cuba, Brasil o Perú una representación significativa en sus respectivas naciones? ¿Están representadas las culturas indígenas en las plataformas sociopolíticas de las naciones norte y centroamericanas? ¿Están debidamente representadas las minorías étnicas en México o Bolivia? Las respuestas a estas interrogantes exceden los propósitos de este trabajo. No obstante, el carácter socio-político que encierra implícitamente el concepto de raza, impone establecer algunas consideraciones al respecto.
En las naciones americanas, desde el río Bravo hasta la Patagonia, con el doce de Octubre se celebra el día de "la raza" o día de la hispanidad, tomándose como referencia el encuentro de grupos étnicos y culturas que tiene lugar en 1492. Sin embargo, no se ha tenido en cuenta el error conceptual que encierra esa idea, cuando en realidad la presencia de los españoles sólo consiguió agregar un elemento más al conflicto étnico y social que existía entre las diferentes sociedades indígenas precolombinas. En nuestras naciones a nadie se le ocurriría decir que es hispano. Como tampoco ningún español se definiría como tal. ¿Es la hispanidad una raza en Hispanoamérica? Pienso que no. Lo que existe en nuestros países son conciencias nacionales. Nos definimos en términos de identidad, por tanto, decimos que somos mexicanos, argentinos, uruguayos o colombianos, catalanes o vascos, pero no hispanos. El concepto de raza hispana no existe. Es un error conceptual que reduce la diversidad a un solo componente. ¿No es la población indígena Maya-Quiché oriunda de Guatemala? Sería ofensivo preguntarle a un indígena guatemalteco si es hispano. ¿El concepto y la celebración de la hispanidad no excluyen a la población indígena de este continente? La hispanidad, en la forma que se ha tratado, es una realidad estrictamente norteamericana. La plataforma económica y social de los Estados Unidos es la que nos permite hablar de identidad hispana. Por tanto, el único país donde existe el “hispano” es en los Estados Unidos. De ahí que los censos de población en este país engloben a la población de origen latinoamericana residente en Estados Unidos bajo la denominación: “raza hispana”.
Recientemente, la propuesta de algunos teóricos en relación con la presencia "hispana" en los Estados Unidos, ha sido distanciar el significado de esta celebración de sus connotaciones asociadas con el mal llamado descubrimiento de América. ¿Por qué? En primer lugar, es obvio que el contexto y las implicaciones de esta celebración cambian. Parte de la tradición social norteamericana ha sido tratar a las personas como individuos, quizás a los afro americanos -desde el comienzo- se les ha tratado como grupo. Esto podría explicar la conciencia comunitaria que en este sentido ha manifestado la población afro norteamericana en su confrontación social con el establishment y el resto de la sociedad. Los "hispanos", en tanto, comienzan a ser grupo como resultado de la masiva y constante emigración y por las dificultades comunes que deben enfrentar. Quizás sean los Estados Unidos el único país donde esa diversidad de tipos, de acentos y particularidades culturales, esa amalgama -como habría dicho Fernando Ortiz- se condensa, y se simplifica como resultado del devenir y la confrontación con la cultura dominante norteamericana. Esas diferencias y esos matices culturales, en realidad, se obvian cuando los llamados "hispanos" provenientes de todas las latitudes confrontan los mismos problemas y tienen ante si la misma problemática social y económica. Las particularidades de la identidad cultural se subordinan a los imperativos generales de la comunidad y se empieza de este modo, a crear una conciencia colectiva, que al margen del color de la piel, del acento o de las particularidades de cada región, vela -de cierta forma- por los intereses comunes del grupo. Y esa amalgama que podría verse artificial en nuestros países de origen, incluso ridícula, aquí tiene su razón de ser, y por tanto, aquí ha comenzado a funcionar.
De este modo, los problemas económicos y sociales que hoy afectan a los emigrantes de origen mexicano en California, podrían mañana afectar también a los dominicanos, a los centroamericanos y a los cubanos en otros estados, por mencionar sólo algunos grupos. Y estas circunstancias -exclusivas en este ámbito social- han determinado que esa colectividad plural y diversa se erija como grupo.
Históricamente, el vínculo de los “hispanos” con los Estados Unidos no es nuevo, si se tiene en cuenta la larga asociación de los mexicanos con éste país, que data de más de trescientos años. Sin embargo, sí es una consecuencia directa de la eclosión que tiene lugar en la sociedad norteamericana a partir de la década de 1940. Primero, el programa de braceros que emplea a mexicanos para trabajar en el campo, y el ingreso masivo de puertorriqueños que laboran en las fábricas y que reemplazan a la población masculina que va a la guerra. Luego vendrán sucesivamente oleadas de cubanos, dominicanos, centroamericanos, venezolanos, colombianos, argentinos y siempre mexicanos. No sería por tanto desacertado afirmar que Estados Unidos ha contribuido a crear una cultura nueva: la Cultura latina.

LA VOZ LATINO:
En un intento de retomar el pensamiento bolivariano y cohesionar las naciones suramericanas José María Torres Caicedo (1830-1889) publica en París en el año 1865 su estudio Unión Latino-Americana. Pensamiento de Bolívar para formar una liga Americana. El pensador bogotano refiriéndose a la América no anglo sajona usa en varias ocasiones las expresiones “estados latino-americanos” (16), “la América-latina” (14) y “las repúblicas de América latina” (18).
Cuando se produce la invasión de los franceses a México (1862-67), el impacto entre los intelectuales hispanoamericanos y en la sociedad civil provocó una reacción patriótica que hizo un llamado a la unión panamericana para combatir “el nuevo espíritu de conquista nacido de la industrialización”. (Morales Pérez, 19). En estos textos, donde se repudia el expansionismo francés encubierto con una máscara de civilización y progreso, la voz “latino” adquiere una significación más precisa. Así por ejemplo, Francisco Bilbao (1823-1865), en un documento titulado “La América en peligro” publicado en Buenos Aires en 1863, ataca lo que él llamó la Francia civilizadora. En un fragmento donde advierte del peligro de la invasión francesa a las jóvenes naciones de la América hispana, refiriéndose a los mexicanos los denomina “raza latina” (55). En otro documento, “Emancipación del espíritu en América” publicado en Buenos Aires el mismo año, el pensador chileno expresa su repudio cuando exclama: “!Atrás la Francia imperial, personificación de la hipocresía y de la perfidia hipócrita; pues se llama protectora de la raza latina para someter a su régimen de explotación pérfida…!” (El énfasis es mío, López-Muñoz, 109).
Unos años después, en 1869, el mexicano Francisco de Paula Arrangoíz y Berzabal (1812-1899) en sus “Apuntes para la historia del Segundo Imperio Mexicano”, publicados en la ciudad de México dice: …[Napoleón III] favorecía los proyectos del doctor Gwin para llevar a México una colonización de la raza invasora; que por consiguiente la facilitaba los medios para continuar su marcha, de someter a la raza latina, de exterminar a la india (El énfasis es mío, 619). Esto es, el término latino se define en el contexto de una invasión foránea y en ese marco tiene como objetivo distinguir al hispanoamericano de lo angloamericano y lo europeo.
La labor del mexicano José Vasconcelos (1881-1959) en la elaboración de una raza mestiza, que engloba a toda la población iberoamericana de este continente: “La raza cósmica”, ha debido también pesar entre los intelectuales, que han dado cabida a lo que hoy entendemos y conocemos como Latinos. Esto es, la raza cósmica y la raza latina tienen como esencia el mismo origen y son conceptualmente construcciones sociales inclusivas en lo que a diversidad, tipología y costumbres se refiere.
No obstante, se trata de delimitar un término que se ha usado indistintamente con la palabra hispano, en un contexto fronterizo -los Estados Unidos- donde el español y el inglés se mezclan interpretándose sus significados de formas diversas.
Es preciso destacar que en el discurso político que inician las organizaciones de activistas chicanos y puertorriqueños en los años sesenta durante el movimiento por los derechos civiles que encabeza el Dr. Martin Luther King Jr., resurge el término latino, como una expresión de autorreferencia generada en el seno de la comunidad, y como alternativa al término “Hispanic” o “hispano”, que las instituciones en los Estados Unidos emplean en los estudios demográficos y en algunos ejercicios de poder del estado. Hay que subrayar que la forma en que las instituciones emplean estos vocablos tiende a “construir” -desde el punto de vista discursivo- y por tanto a homogeneizar a una comunidad heterogénea en relación con su origen nacional, así como en términos de genero, clase y etnicidad.
A parte de su especificidad socio-política en los Estados Unidos, el vocablo latino hace referencia a un proceso cultural que no solamente se ha gestado dentro de las comunidades de inmigrantes latinoamericanos en este país, sino que es además una manifestación del carácter transcultural y transnacional de las culturas latinoamericanas.

LOS LATINOS EN LOS ESTADOS UNIDOS:
En las culturas nacionales cuando el aparato estatal se refiere a la nación, cuando habla del pueblo, busca expresar conceptos e ideas que mejor lo definen, digamos como colombianos o mexicanos, por sólo mencionar dos ejemplos. Es así que los políticos hablan del pueblo colombiano o de la sociedad mexicana, otorgándoles un “valor” de colombianidad o mexicanidad relativos a la nación, que se subscribe -a veces erróneamente- a los límites que enmarca la frontera del país, y no a los que sustentan la cultura en cuestión. Se trata, no obstante, de la homogeneidad de un vasto grupo social que se inscribe mayoritariamente dentro de los parámetros de un esquema estatal.
Es preciso entender lo latino como un proyecto que no está enraizado en una agenda estatal o nacional, y por tanto en un ámbito geográfico específico. Podría afirmarse que lo latino ha existido desde finales del siglo XIX como proyecto cultural, en la medida que los intercambios culturales, los avances tecnológicos, los procesos económicos y la formación de comunidades de emigrantes latinoamericanos en el extranjero han contribuido a fomentar un discurso Pan-latinoamericano. Los sedimentos de esta propuesta pueden encontrarse en el ideario de pensadores como Simón Bolívar (1783-1830) y José Martí (1853-1895); contenida fundamentalmente en la “Carta profética sobre el futuro de las Repúblicas Hispanoamericanas” escrita por Bolívar en Kingston en 1815 y conocida más tarde como la “Carta de Jamaica”, y en el ensayo “Nuestra América” de Martí escrito en México en 1891.
Ese ideario puede también constatarse en el pensamiento de Francisco Bilbao (1823-1865) en sus ensayos “América. Idea de un congreso federal de las repúblicas” (1856); “Emancipación del espíritu en América” (1863) y “El evangelio americano” (1864). En las ideas de José Vasconcelos (1881-1959), elaboradas en La raza cósmica y en Ariel de José Enrique Rodó (1871-1917). De igual forma, puede constatarse ese espíritu panamericanista en el eco teórico de pensadores que han tenido menor difusión como son José María Torres Caicedo (1830-1889); Justo Arosemena (1817-1896); José Victoriano Lastarría (1817-1888); José Mármol (1818-1871); Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886) y Ramón Emeterio Betances (1827-1898). Más recientemente, esa propuesta puede apreciarse en algunos académicos e intelectuales en los Estados Unidos, como es el caso de Agustín Laó-Montes, entre otros. Los textos y los hechos que rodean a estos pensadores demuestran que la búsqueda y empeño por la unidad latinoamericana no ha sido solamente un cúmulo de sueños y buenas intenciones.
Con otras miras, habría que recordar los esfuerzos panamericanistas de los Estados Unidos en la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial. El contexto de la guerra exigía una especie de unanimidad de las Américas de cara a las potencias del “eje fascista”. Estos esfuerzos condujeron a establecer acuerdos de defensa mutua tratados comerciales, promovieron la fundación de la OEA y la creación de la Unión Panamericana.
Cuando se habla de identidad latina se está hablando principalmente de una identidad política y social en la que el sujeto -no las instituciones- se define como latino. Los latinos en los Estados Unidos constituyen una comunidad heterogénea cuya diversidad está condicionada por factores históricos, sociológicos, culturales, raciales y de procedencia.
Probablemente esa diversidad cultural y racial ha contribuido a que las relaciones de los latinos con las construcciones sociales y raciales imperantes en los Estados Unidos, no hayan sido satisfactorias. En gran medida, la confrontación con la sociedad dominante ha sido leitmotiv de innumerables estudios que desde una perspectiva antropológica, literaria, social, o socio-cultural buscan subrayar la identidad e importancia de los latinos en los Estados Unidos.
En nuestros días, las esferas de poder político y económico están conscientes de la importancia y el peso específico de la comunidad latina dentro de la sociedad norteamericana. Los políticos hablan a los latinos como grupo y tienen muy en cuenta el poder del voto de esta comunidad. Por otra parte, cuando se diseña una campaña electoral para toda la nación, en California o en la Florida, parte de la publicidad se realiza en español.
Los latinos tampoco son ajenos a las esferas de poder económico. La capacidad adquisitiva de los latinos es evidente y las estrategias de las campañas publicitarias de muchos de los productos tienen muy en cuenta el gusto y las preferencias de esta comunidad. La música, la comida y muchos cantantes, actores y actrices han entrado a ser parte del discurso cultural de la nación. Y curiosamente, grandes compañías como Sony o Columbia Records han comenzado a producir y “enlatar” la Cultura latina para venderla a los países latinoamericanos. Se ha creado una cultura nueva que, entre otras cosas, produce Salsa, Tex-Mex y Quebraditas y que comienza a reconocerse en todo los Estados Unidos, Latinoamérica -con todo lo que ello implica- y el resto del mundo, como resultado del quehacer de los latinos en Norteamérica. Hoy, el crecimiento y desarrollo de ciudades como Miami, Houston, San Antonio y Los Ángeles hablan del empuje y de la capacidad de trabajo de esa comunidad. Sin embargo, es preciso aclarar que los latinos constituyen una comunidad heterogénea cuya diversidad está condicionada por factores históricos, sociológicos, culturales y de procedencia. Por tanto, reducir el concepto latino a una comunidad específica es un error.
Cuando ésta nación nos acogió y brindó las oportunidades que hoy ostentamos, los imperativos impuestos por el proceso de adaptación nos obligaron a agruparnos, a pesar de las diferencias a que antes me he referido. En esta nación existimos artificialmente como grupo, no como individuos y esa es la tarea más importante que todos y en especial las nuevas generaciones, tienen ante sí. No somos ajenos al estado, pero ¿estamos representados significativamente en la administración del estado? Nuestra comunidad estará debidamente representada en las esferas de poder de la nación cuando existan líderes altamente capacitados que puedan representarla. Es preciso entender que ser latino es una condición no un derecho, un tipo de cultura y no un atributo o un beneficio social.
Estaremos preparados para defender nuestros derechos cuando el trabajo y nuestra capacidad hablen por nosotros. Los que aspiren a cuotas, sin establecer sus derechos como individuos y se miren en el espejo de los menos favorecidos no llegarán a ser más que líderes canijos. Cuando nuestros oradores y nuestros líderes compartan el estrado del poder con otros dirigentes, deberán ser los más cultos, los más justos y ecuánimes, los de mayor entrega y mejor disposición para luchar por los derechos e intereses de la comunidad. Cuando llegue ese momento, no muy lejano en el horizonte de esta nación, entonces celebraremos el día doce de Octubre, como el Día de la Cultura latina, con el mismo orgullo y la misma cohesión con que los irlandeses celebran el diecisiete de Marzo, Día de San Patricio. Hasta entonces, el camino será de preparación consciente y de trabajo.

Narciso J. Hidalgo Ph.D.
University of South Florida St. Petersburg.

OBRAS CITADAS:
-Arrangoiz y Berzábal, Francisco de Paula de. México desde 1808 hasta 1867. 2da. Edición. México: Porrúa, 1968.
-Bilbao, Francisco. “La América en peligro” En Obras completas de Francisco Bilbao. Editor Manuel Bilbao. Buenos Aires: Imprenta de Buenos Aires, 1866. 2 Vols.
-La salvación de América. México: Centro de Investigación Científica Ing. Jorge L. Tamayo, A. C., 1995.
-Bolívar, Simón. “Carta profética sobre el futuro de las Repúblicas Hispanoamericanas” (Carta de Jamaica) en Augusto Mijáres. Doctrina del Libertador. Caracas, 1985.
-López Muñoz, Ricardo. La salvación de la América. Francisco Bilbao y la intervención francesa en México. México: Centro de investigación científica Ing. Jorge L. Tamayo, A. C., 1995, 109.
-Marrero, Levi. Cuba: Economía y sociedad. 15 Vols. Madrid: Playor, 1993. Vol. 1.
-Martí, José. Nuestra América. Caracas: Ayacucho, 1977.
-Rodó, José Enrique. Ariel; liberalismo y jacobinismo; ensayos. Estudio preliminar, índice biográfico, cronológico y resumen bibliográfico de Raimundo Lazo. México: Porrúa, 1968.
-Torres Caicedo, José María. Unión Latino-Americana. Pensamiento de Bolívar para fomentar una liga americana; su origen y sus desarrollos. París: Librería de Rosa y Bouret, 1865.
-Vasconcelos, José. La raza cósmica: misión de la raza iberoamericana, Argentina y Brasil. México: Espasa-Calpe, 1992.
-Voegelin, Eric. History of the Race Idea: from Ray to Carus. Baton Rouge: Louisiana State University Press, 1998.

domingo, 23 de noviembre de 2008

LA FERIA DE LOS REENCUENTROS

Por Manuel Vazquez Portal.

Afinales de los ochenta comenzó el desperdigue. Rostros que podía encontrar en cualquier esquina de La Habana comenzaron a borrarse del paisaje de la ciudad. La ausencia me fue cercando inmisericorde. El silencio ampliaba su imperio en mis atardeceres.
Ya no estaban Odette Alonso ni Rafael Carralero, Ana Margarita Mireles ni Orlando Casín. Parecía que la soledad pretendía ensañarse conmigo. Se habían largado Luis Manuel García Méndez y Ramón Fernández Larrea. Mis amigos partían sin avisos. Era una estampida sigilosa, precavida, sin despedidas.
Froilán Escobar no regresó y Daína Chaviano era un recuerdo. Cada día debía tachar un teléfono o una sonrisa. Me enteraba, de repente, que Madeline Cámara andaba por Tampa y Sindo Pacheco por Costa Rica.
Luego llegaban noticias leves de la distancia, la nieve, las nostalgias, pero mis amigos no regresaban, se esparcían por todas las esquinas del mundo.
La esperanza languidecía. Acechaba la incertidumbre. Los caminos se cerraban. Quienes hallaban la brecha no volvían. Una balsa o un vuelo me dejaba cada noche más huérfano.
Yo me negaba a la partida. Creía, aún creo, que los culpables eran los que debían marcharse. Me engañaba. No se marcharían. No se marcharon. No se marchan.
Mis amigos fueron más listos. Escaparon a tiempo. Quedé solo en una ciudad que cada día se me vaciaba de afectos. Vagué buscando respuestas. No las hallé hasta que caí de bruces en un calabozo.
La encrucijada había sido irse o enfrentarse. Me enfrenté. Y fue en vano. Sólo una demora de mi propia despedida. Tuve, al fin, que tomar la senda del adiós. Bebo un agua sin sabor a mi tierra y piso unas callejas que no me pertenecen ni yo les pertenezco. Soy otro que no está cuando el barrio reclama.
Pero el exilio inventa sus remedios. Aprende a poner parches en las congojas, le da tisanas tibias a las melancolías y se ensaya otra vida. Donde duele el parque de la infancia, aparece un amigo de esa época, ya de barriga y canas, pero el recuerdo intacto, y entonces el cerebro evacua sus dolores. Donde falta un adobo, un paisano instala un restaurante que salva los sabores. Donde un libro se pierde, aquel que vino antes rescata una tertulia, improvisa una imprenta, organiza una feria. Y aunque ya no es lo mismo, se parece bastante.
Aunque en la casa del Northwest que ahora habita Sindo no se huele el aroma del viejo hogar de Cabaiguán, sí tomamos cervezas y café y hablamos de Lezama y leemos a Eliseo Diego y nos reunimos cada mes y nos ripiamos nuestros textos sin compasión alguna y elogiamos el pasado con los ojos que ya idealizaron la memoria.
Aunque la Feria del Libro de Miami no es aquel alboroto de La Habana, se la agradezco mucho a Eduardo Padrón y Margarita Cano, a Alina Interián y Alejandro Ríos, porque ellos inventaron, inventan cada año, un espacio donde el amor se esparce por toda la ciudad. Este año, de pronto, me vi dentro de un coche conversando sin bridas con Abilio Estévez, cuántos abrazos nos debíamos. Me hallé, con los ojos húmedos, mimando a Chely Lima. Me encontré intercambiando libros con Antonio Orlando Rodríguez y Sergio Andricaín. Me vi absorto a los versos que leía Belkis Cuza Malé, mientras el fantasma de Heberto Padilla cruzaba la Calle Ocho a toda carrera para llegar a tiempo al recital. Me sorprendí en una librería de Coral Gables mirando como Zoé Valdés había devenido creadora de una editorial para desarrollar la literatura de Cuba y el Caribe. Me desperté rodeado de Elena Tamargo, Manolo Sosa y Heriberto Hernández, era como un sueño, bello, doloroso, dulce. Era como la feria de los reencuentros. Y por primera vez me alegré de que se hubieran ido porque, si no, cómo los hubiera abrazado ahora.

EL NUEVO HERALD
Domingo 23 de noviembre del 2008

jueves, 20 de noviembre de 2008

LAS MUJERES FABRICAN A LOS LOCOS

Unas palabras sobre la poética de Raúl Ortega

Por Elena Tamargo

A veces hay algo conmovedoramente resignado en el modo como algunos poetas dan por terminadas sus obras. Es como si sólo se hubiera enunciado una vez y eso fuera presupuesto tácito de todo lo que se diga después. La suave humildad de ese mensaje silenciado es siempre el rumor de los gestos con los cuales se desprenden de sus obras. Para ellos, el arte es, como todo lo demás, una forma de manifestación de la vida; las exigencias a las que tienen que someterse son, entonces, éticas, y la ética no exige sólo aplicación artística, sino también la reflexión sobre si ese arte aportará a la humanidad utilidad o perjuicio. La poesía está determinada por las circunstancias de la época más intensamente que cualquier otro arte, y a menudo esas circunstancias pueden leerse como el estado de ánimo del destino, dominando por dentro y por fuera. Ser un hombre bueno tal vez sea un azar feliz, pero no siempre tiene consecuencias favorables para la vida misma. En todo caso, llega a crear una aristocracia, instituye distancias entre los seres: la más segura aristocracia, tan segura que por ella no se puede sentir orgullo alguno, pues es del alma.
Hay una raza de poetas para los cuales vivir tiene sentido sólo desde la poesía. Decía Hölderlin que “es poéticamente que el hombre habita esta tierra"; pero bien sabemos que para eso hay que desentenderse de la reminiscencia que despierta a la razón, y estar en vela. Para vivir así, hay que delirar, hay que anticiparse, hay que saber que existen cosas a las que no queda más remedio que ser leal hasta la muerte, una vez que las hemos descubierto. Raúl Ortega es de la raza de poetas que saben que el primer lenguaje tuvo que ser delirio. Él se comporta rebelde ante las cosas que son hechura humana; siente la angustia de la carne, su ceniza; es humilde, reverente, nada exige. Es un hombre bueno. Vive según la carne: la conquista, la ensimisma y la hace dejar de ser extraña.
Con estos antecedentes, surge el mundo de las mujeres en la poesía de Raúl Ortega, por una fusión de crudeza y sentimiento, como algo que está obligado a quedar eternamente sin satisfacer. Lo que es segura autoconciencia de la fuerza vital, de la “frágil felicidad", al decir de Todorov, es también un consciente gustar de la belleza que se aja.
Las mujeres fabrican a los locos es un libro del amor nacido en la dispersión de la carne. El rasgo esencial de esta poesía es la absoluta inseguridad de la vida en todas sus exterioridades y la firmeza entera cuando se trata del alma. La felicidad de esta poesía viene tan de fuera como la no felicidad. Es el tono de una generación que empieza a sentirse insegura, y para expresarlo, al poeta le sirve más el tono narrativo, que muy bien domina, y la dicción oral, ese “modesto resto de la cultura épica".
Estos poemas son un ciclo, completándose unos a otros, explicándose, reforzándose, mitigándose y refinándose, con sólo los reflejos anímicos para dar testimonio de los acontecimientos; sólo el extravío, no adónde habría llevado el camino, y soledad, mucha soledad. El poeta habla siempre de sí mismo. No se ruboriza, su lírica no es casta, es descarada, lo cuenta de sí todo, en una suerte de impresionismo de lo típico. Antes, la vivencia era concreta y el poema era su tipificación; la vivencia era tangible y su representación típica. Raúl Ortega tipifica la vivencia antes de pensar en hacerla poesía. La vieja lírica era poesía de ocasión, así la llamó Goethe, y su forma era tal vez por eso la más sencilla; la esencia de la poesía actual se hace su propia música, pero es curioso que si bien la vieja lírica era la que más intensamente hablaba a la muchedumbre, ésta que hace Raúl también habla a una muchedumbre cuya “ocasión” ya se torna muy larga y dolorosa.
Si bien hay elementos de un cercado localismo y piropos de cifrado entender cubano, esta poesía está escrita para un solo ser y sólo uno puede leerla. Pero mientras que las canciones de Heine o de Stefan George (es un ejemplo), oídas en un concierto, no habrían herido nunca a nadie, estos versos no podrían oírse más que de alguien muy próximo y quedar herido.
Cercanía y lejanía significan aquí la alternancia de narración y silencio. Hoy lo narramos todo, lo narramos a uno, y Raúl nos narra a nosotras, las mujeres cubanas; nos descubre, nos avergüenza y nos mima. Creo que a todas, al menos las de mi tiempo, nos han faltado mimos, como nos han faltado otras tantas cosas. Raúl lo ha entendido todo como una de nosotras, y su suprema comprensión es un asombro.
¿De qué clase son las tragedias de las mujeres que fabrican a los locos? Son las tragedias silenciadas, la eterna despedida del epílogo, con cada simpatía fugaz. Esta mujer de su poesía no es la buena madre de sus hijos, llamada naturalmente a sentir con ellos sus alegrías y sus desdichas, y a no separárseles nunca. Ni siquiera es la Diotima de Hölderlin o la Margarita de Faust. Estas mujeres están solas en la naturaleza, en insalvable y mortal soledad. Sin embargo, esta lírica, que es de las aproximaciones anímicas, también lo es de las amistades, eróticamente fuerte como es la amistad. Y en su final, se sabe sólo que algo deja de ser, que algo se acabó, como en el cine cuando se acaba la película y todo se queda oscuro. Hay, sin embargo, en esta poesía algo de aristocrático, un gesto tal vez no ejecutado que aparta el suspiro, porque ésta no tiene lamentos; con los corazones desgarrados, pero no llora. Estas mujeres son también las mujeres de Atenas, aunque de otro modo.
Aristóteles decía que la poesía es más filosófica que la historia, y al menos esto podría sustentarse en el hecho de que la poesía cuenta lo que siempre puede suceder, y cuenta además lo universal, clara tarea de la filosofía. Los poemas de los cuales hoy hablamos no inventan nada, son lo que Walter Benjamin llamaba “lo convertido en poesía”. Cuando la palabra poética sale y está ahí, es el poeta quien se desenrolla de ella. Esta palabra poética es ella misma, en el sentido de que no existe otra cosa para medirla; es respuesta, lenguaje en el que coinciden la palabra y la cosa; réplica que permite oír también aquello que no se dice, pues esta poesía refiere la cotidianeidad amorosa de un ser para quien está agotada la posibilidad de un sentimiento que equipare naturalmente la vida con el juego. Son vidas, las descritas por el poeta, que evitan toda constricción, porque ésta las aplastaría, huyen de cualquier otro combate que no sea el del amor, porque en el resto de los combates sólo podrían ser las vencidas de cada batalla. Son amores comprados o regalados por fugaces estados de ánimo. Son amores que van de los azares a la necesidad.
Todo esto dicho desde la cercanía al diálogo pero con “afirmación”, al decir de Gadamer, quien hace una distinción entre poesía y diálogo, mediante la producción de sentido. Pero fue Platón quien designó el pensamiento como el diálogo del alma consigo misma. En Raúl Ortega no se produce contradicción entre poema y diálogo, porque él privilegia el instante, y el diálogo vive del favor del instante. Aunque su poética responde más estrictamente que otras a la época de poesía semántica en que vivimos, él no se aparta nunca de la metáfora y tiene un tono, lo cual es mucho más importante en un poeta que muchas otras cosas.
En la obra de Raúl Ortega, el lenguaje y la emergencia de lo que anuncia dan testimonio de una realidad común que no necesita más legitimación; un lenguaje propio es lo que resulta muy importante para un poeta.
El tono de esta poesía es el de la designación, del homenaje, implica un reconocimiento de algo superior, en una escala que se despliega desde la admiración hasta la veneración, una palabra, esta última, hoy desprovista de sentido, pero en él, rehabitada para nombrar lo femenino. Sus poemas son himnos, una llamada a los testigos, una interpretación de signos y mensajes que garanticen el ser de lo único que este poeta considera divino.
Dice la fenomenología que revivimos leyendo nuestras tentaciones de ser poetas. Yo, leyendo a Raulito, revivo la tentación de ser mujer.


UNA MUJER ES ALGO SERIO SI NO LLEGA

Nunca dejes en la superficie a una mujer
es como instalar una bomba en un cine de niños
Si prometes abortarle la lluvia
no puedes dejarla encajada en la sequía
si presentas credenciales de rabia
no puedes olvidar la baba en el pantalón que te quitaste
si te la das de barítono
a la hora del canto no puedes ser falsete

Tiene derecho si no llega
a buscar la humedad en algún sitio
donde no vea al ojo que mintió
ponerse su vestido de uñas
salir a botar los papeles del baño
recordarnos
que nuestro gigante es gigante por mandato de ellas
que no se comporte como un estúpido conejo entre la hierba
que no se vuelva un asqueroso vomitando
antes de hallar la luz que fue a buscar
en ese kiosco no se venden los jugos
se obsequian
si logras con caricias que bostecen sus piernas

Una mujer para que vuele
hay que meterle todo el cielo en los ojos
enterrarle también el hacha en la memoria
Sólo entonces se quitará el cartel
para que tu batuta pise el césped
comience el concierto de gemidos
y aparezca como camino la baranda
sin importar que pueda haber un puente


LAS MUJERES FABRICAN A LOS LOCOS

Las Mujeres fabrican a los locos
nos mantienen gorditos
con los trasplantes de los vellos del pubis al bigote
con la historia de pechos blanquecinos tras la tela mohosa
Sacamos el cuerpo por la ventanilla para verlas pasar
y un camión nos arranca la cabeza
Algunas te envían un carnicero a trabajar dentro del corazón
otras te alimentan con una cucharada de sal
después te llevan a correr por el desierto hasta llegar la noche
y prenden entre sus piernas un farol del que gotea agua

A ellas les debemos
la humedad más perfecta derretida en la cara
las únicas vacaciones tranquilas que se pueden pasar en esta época
nueve meses en el hotel más confortable

Adoro las que habitan los prostíbulos
algún día me iré a vivir con ellas
les fregaré los platos para que puedan menstruar plácidamente
copularemos en el aire
y los niños caerán a la tierra con los dientes afuera

Vino a buscarme la pandilla de los libidinosos
les dije
ya habrá tiempo de llenar los colchones de espuma
es hora de cambiar el miembro por algún extintor que las proteja
porque nos vamos quedando sin piezas de repuesto
No basta antologar la boca en numerosas pelvis
ni agradecer el sabor a cobre y peces adobados
si a veces parecemos esquimales sin poder derretirnos sobre ellas
por temor a enterrarnos una esquirla en las nalgas

Me llora un ojo
el otro habita en sus rodillas vigilando la altura
Cuándo podré tirar los espejuelos que tienen amputada mi memoria
Con caderas me funciona el cerebro
pero me falta fondo donde anclarlas

La eyaculación pide el último de los desempleados
sus guerreros añoran las costas de sol gelatinoso
Todo el aire de la noche cabe en una botella de vinagre
Se aburre la lengua de su propia saliva
mientras que la demencia hace guardia en las esquinas por donde asoma el muslo
y sólo aparece el muñón sobre la rueda
y sólo aparece el fémur sin la envoltura

Las Mujeres fabrican a los locos
y preparado estoy para un encierro interminable detrás de cada pierna
pero hay otros gritos en el aire
que no me dejan concentrarme


CONFERENCIA EN EL AULA MAGNA

A veces me avergüenzo de ser un animal que posee dos manos
pero hay cada Mujeres acabaditas de salir del horno
que te dejan mirando como la mantequilla del corazón se te derrite
Dan ganas de mudarse a la cueva del topo
a esperar que el raciocinio te despierte a patadas
te explique que una Mujer abierta hasta la nuca
es el mejor lugar para que el hombre aprenda a comportarse
Cómo va a pretender untarla de una grasa
que mezcló con el agua que tiene el cerebro

Está negado entrar a una Mujer con los zapatos puestos
la época y sus problemas te pedirán carné
Estamos a dos cuadras de Marte y la Tierra da vuelta con los codos
Todos preguntan quién es el último para comprar cabezas

Suerte que una Mujer se abre
desde su inmenso anfiteatro desdeña cualquier intento de aterrizaje absurdo
Basta de aglomerarse en la garganta
la reunión es en la lengua para poder gritar
odiamos la madurez del borde
hace falta la abundancia del filo

Una Mujer abierta toca el timbre
los hombres acuden a las clases
levantan la cabeza para escuchar atentos
y con un gesto imperceptible
guardan el miembro debajo de la mesa


NECESITA ESTAR SOLA ESA MUJER

........................................Dejen sola a la solísima mujer.
........................................Teresa Melo.


Necesita estar sola esa Mujer
Detesta que la miren como una presa fácil
todavía con la sangre caliente
Que nadie venga a cortar el hilo de esta hora
donde ella cuelga sus ideas
necesita amasarlas si no qué va a comer mañana
pensar que hace en medio de esta gente
(que siguen tildando de ladrones a nosotros los piratas
y buenos los corsarios porque están protegidos por el rey)
que nunca más la dejarán oler a hierba fresca
sino a ajos y a insomnios
de esta gente u otra que puede ser la misma
que un segundo después de haber nacido un niño
le obsequian un globo sin color a punto de estallar
y siguen dejando a sus Mujeres abiertas como una mesa sin servir
abofeteándolas con un ayuno interminable

Quizás más tarde se acueste con algún comemuslo
que a sabiendas intentará ofrecerle de propina un poco de cariño
quizás encuentre al hombre que camina


por el túnel solísimo que el mismo ha fabricado
y juntos logren encontrar la salida
Pero hoy necesita estar sola esa Mujer
grotescamente sola
como un animal gustoso lamiéndose los genitales

RAÚL ORTEGA ALFONSO: La Habana, Cuba, 1960. Ha sido colaborador de la sección “Noterótica” de la edición Mexicana de Playboy, México, D. F. y columnista del suplemento cultural “Sábado”, del periódico ”UnomásUno”, México, D. F. Ha publicado cinco libros de poemas: “Las mujeres fabrican a los locos", Editorial Abril, La Habana, Cuba, 1992, reeditado por Editorial Praxis, México, D. F.; “Acta común de nacimiento", Editorial Praxis, México, D. F.; “Con mi voz de mujer", Editorial Arlequín, Fonca, Guadalajara, México; “La memoria de queso”, Editorial La Torre de Papel, Miami, Florida; y el libro-objeto de poemas y grabados “Desde una isla", en colaboración con el pintor Carlos Alberto García, México, D. F. Ha sido incluido en diferentes antologías de poesía cubana en Cuba y en el extranjero y traducido al alemán. Actualmente vive en Miami.

martes, 18 de noviembre de 2008

EL PASADO, UN DÍA MÁS ALLÁ


Nota: Camilo Venegas, que conoce el manuscrito desde los años en que fue escrita, hace una recreación de nuestros tiempos matanceros y saluda la publicación de Un día más allá, del poeta Arístides Vega Chapú por Bluebird Editions, en la ciudad de Miami.


Por Camilo Venegas.

Conocí a Arístides Vega Chapú a finales de la década de los ochenta. La primera vez que nos abrazamos puso en mis manos un capítulo de una novela que estaba escribiendo (algo insólito para nuestra generación en aquel entonces). Nunca más supe de ella y de él apenas recibí noticias de año en año. Hace unas semanas, reaparecieron los dos. Entonces yo aún vivía en la estación de ferrocarril del Paradero de Camarones y recibía constantes visitas de Evelio Luis Capote (un raro y talentosísimo individuo que siempre quiso vivir en el siglo XIX, pero que fue forzado a nacer en la Cuba de la segunda mitad del siglo XX. Luego, también de manera inexplicable, murió en España sin haber podido escribir ninguno de los libros que tenía en la cabeza). A insistencia de Evelio, hice mis maletas y me fui a Matanzas, una ciudad que, según él, tenía más poetas que casas en ruinas.Viajé en tren lechero desde Cienfuegos hasta Unión de Reyes. Allí una máquina del ANCHAR (aquellas que eran anaranjadas y aún conservaban anuncios de los 50 por dentro) me llevó, por una rara carretera que atravesaba rarísimos pueblos, hasta Matanzas. Alfredo Zaldívar me dio la bienvenida y, sin yo pedirlo, las llaves que abrían las puertas indispensables de la ciudad.Zaldívar entonces era el director de la Casa del Escritor y de las Ediciones Vigía (aquellos libros hechos a mano que en algún momento el oportunismo le echó mano). Arístides, era el administrador de la librería El Pensamiento, donde se vendían libros de uso y se salvaguardaban autores prohibidos. Entre esas ocho paredes están encerrados todos mis recuerdos de esa ciudad, donde las ruinas que se erigían en ambas orillas del río San Juan se fueron extendiendo como una epidemia.Todas las tardes, Zaldívar y yo cruzábamos un puente de hierro y bajábamos por la Calzada de Tirry hasta la minúscula casa donde vivían Arístides, la poeta Bertha Caluff y su hija Salma Lucía. Mientras Bertha cocinaba unas berenjenas (nunca supe dónde las conseguía), Arístides nos leía capítulos de una novela en la que Rita Montaner, María Teresa Vera y Bola de Nieve cantaban y vociferaban sobre una isla donde todos los recuerdos se confundían.En la XXV Feria Internacional del Libro de Miami, en ausencia de Arístides, que vive ahora en su Santa Clara natal, se presentó Un día más allá. La nota del reverso de portada dice que el autor “propone una visión interactiva de la historia de un país, a través de personajes de oficios, credos y edades diferentes, que tienen en común el estar inmersos en la difícil y contradictoria realidad que ellos testifican a través de sus historias personales con impresionante y absoluta honestidad”.Hoy recibí las fotos del lanzamiento. En lugar de Arístides, aparece en ellas su hermano Heriberto Hernández (otros de los poetas villareños que se habían refugiado en aquella Matanzas que, como casi todos los espacios que vivimos entonces, no existe más). Como en las páginas de su obra, Arístides me cuenta lo que no pudo vivir como si lo hubiera vivido. Ese recurso, propio de la ficción, ha sido uno de los más eficaces que los cubanos han encontrado para enfrentar su realidad. “Divertidos y desgarradores son los personajes que cobran vida en Un día más allá, empeñados en llegar desde el pasado hasta la actualidad”, es la más importante advertencia que le hace el editor de la novela a sus lectores. Yo les haría otra más, que tengan en cuenta de que entrarán a un lugar que probablemente nunca ha existido y del que nunca podrán salir ni olvidar nada.Esa condena a tener que vivir de la nostalgia y verse obligado a pernoctar en ella aun en las noches de mayor desarraigo, es lo que obliga a Arístides Vega a seguir contando las cosas con las que no puede hacer otra cosa. El tren lechero en el que llegué a Unión de Reyes ya no circula, los que manejan las máquinas del ANCHAR ahora se llaman boteros (como si la isla fuera de agua y la única posibilidad de moverse por ella es a través de la navegación). No sabría cómo volver a usar las llaves que me regaló Zaldívar.De toda aquella época que conviví con Evelio Luis Capote, Alfredo Zaldívar, Bertha Caluff, Heriberto Hernández, Laura Ruiz, Teresita Burgos y Gisela Baranda, sólo quedan los murmullos que debe seguir dejando el río San Juan al pasar por debajo de todos aquellos puentes. Eso es lo que vuelvo a escuchar cada vez que Arístides me escribe y me da un abrazo.

ARÍSTIDES VEGA CHAPÚ: (Villa Clara, 1962) Poeta, narrador y promotor cultural. Ha publicado trece libros de poesía: "Breve estancia de Cristo en la ciudad de Matanzas" (1989), "Finales de los años" (1993), "Últimas revelaciones en las postales del viajero" (1994), "La casa en el monte de los olivos" (1996), "Retorno de Selim" (1999). “El riesgo de la sabiduría” (2000). “El signo del azar” (2002), “De lo que se supone” (2002), “Días a la deriva” (2002), “Mensajes del pan” (2003), “Sagradas Pasiones” (2005), “Después del puente sobre las aguas” (2007), la antología personal “Que el gesto de mis manos no alcance” (2008) y su novela “Un día más allá”, por Bluebird Editions, Miami (2008). Reside en Cuba.

Nota: Foto de grupo, tomada en los años ochenta, cortesia del artista plástico y músico Adrián Morales. En primer plano el poeta Arístides Vega, junto al Editor (creador de "Ediciones Vigía") y poeta, Alfredo Zaldívar.

domingo, 16 de noviembre de 2008

LAS VERDADES DE HERIBERTO HERNÁNDEZ

Por Félix Luis Viera.

La pujante Editorial Iduna, radicada en Miami, se está convirtiendo en una especie de “equipo de rescate” de la obra inédita de talentosos escritores residentes en aquella ciudad, y de un poco más allá; ya hoy en día cuenta con un catálogo envidiable de talentosos autores cubanos exilados. La más reciente publicación de Iduna, Verdades como Templos, poemario de Heriberto Hernández Medina, confirma con creces lo antes dicho.
Conformado por tres partes –o quizás por tres poemarios– esta entrega de Hernández Medina ratifica lo que ya anunciara cuando diera a conocer sus primeros textos en la década de 1980: se destacaría entre sus contemporáneos por un verso esbelto, cadencioso, pero sobre todo por la polisemia del contenido, por la hondura de la imagen que, no obstante, resulta asequible.
Verdades como Templos, si bien comprende tres períodos de creación (“Los frutos del vacío”, piezas escritas aproximadamente en el decenio que finaliza en 1996; “Las sucesivas puertas, el frágil aire eterno", 1997; y “Verdades como templos", 1998-2006) lo cierto es que resulta de una unidad de estilo que afianza lo que hemos referido antes: Hernández Medina, a lo largo del tiempo, a lo largo del libro, mantiene aquella misma cuerda, y ese tono alto aún en los poemas más breves –que son pocos–, así como en los de menor fulgor en cuanto a contenido.
Difícil resulta entresacar ejemplos en un libro como el que nos ocupa, sobran los poemas que pudieran registrarse en las más exigentes antologías de la poesía cubana (de “adentro” y de “afuera") de la actualidad.
En la primera parte, desde el poema que inicia, “A quién culpar", observamos una alusión subyacente, un mundo apenas referido que va corriendo, angustia de por medio, por debajo de cada verso –he aquí, más que en las dos secciones posteriores, la polisemia antes citada–: la aflicción pincha en uno y otro poema, en uno y otro verso, como sucede en “No puedo asegurar”:

No sé si será cierto que cuando callo nombro
la verdad que me mata o el miedo que me alienta,
avisa el poeta en este poema que, junto a “Hanging Judge”, “Panóptico” (de un muy logrado corte narrativo), “El Desterrado” y “Los Frutos del Vacío”, se hallan entre los más altos exponentes de esta primera parte.
La segunda, “Las sucesivas puertas, el frágil aire eterno”, tiene como basamento fundamental cierta profundidad filosófica, sentenciosa, y, en alguna medida, se infiere, proponente.
En mi opinión es esta la parte más lograda del libro, aunque no resulten imprescindibles los epígrafes que, para cada poema, selecciona el autor (o, tal vez, él fue, en cierta medida inconscientemente, “seleccionado” por el contenido de las frases de otros con las que abandera los poemas), puesto que el valor de cada pieza no necesita calzo alguno: por el contrario, las inscripciones que encabezan los poemas les restan soberanía. Aun así, reitero que es la zona más alta del libro, donde más se luce la capacidad reflexiva de Hernández Medina, la que más matices para la reflexión propia nos envía. Destaco los poemas VII,
VIII

No intentes mirar al cielo,
allí sólo has de encontrar luces vacías como las ciudades,
IX

y el XI, ejemplar en cuanto a transmutar elementos de lo cotidiano en valores de la universalidad.
La tercera parte, o el tercer poemario, “Verdades como Templos", que le da título al libro, es la saudade por los caminos recorridos, los restos de lo vivido en otras tierras, Cuba, Perú (donde estuvo exilado antes de partir para Estados Unidos) y ciertos sitios de Florida donde habitara para luego fijar su estancia definitiva en Miami. La saudade digo y por eso andan por aquí los versos más desgarradores del libro: “Un juego en la Nieve"

El tiempo no ha de importar,
no ha de importar la ausencia de la dama en el andén,
“Llegan cartas", poema en cuatro tiempos que parece resumir todos los dolores que causa la lejanía de la tierra, la casa natal y “Lamento”

En el ya próximo cielo de Lima,
esos astros velados por la niebla
son como mi memoria
simples testigos de cuanto he deseado olvidar
y cuanto olvido,
“Domingo en Chosica” y “Ese silencio” se hallan entre los más representativos de este manojo de suma fuerza dramática que, nunca, va a desembocar en el melodrama, aunque aquí y allá asome la lágrima contenida.
Nacido en 1964, en Villa Clara, Cuba, con Verdades como Templos, Heriberto Hernández Medina nos entrega un libro que se disfruta de principio a fin, un libro que deja marca en nosotros y, en la poesía, huella.


Nota: Escrito originalmente para Cuba en el mundo.com, y publicado en México, el 14 de noviembre del 2008.

Félix Luis Viera: Poeta, cuentista y novelista, nació en Santa Clara, Cuba, el 19 de agosto de 1945. Ha publicado los poemarios: Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia (Premio David de Poesía de la UNEAC*, 1976, Ediciones Unión, Cuba), Prefiero los que cantan (1988, Ediciones Unión, Cuba), Cada día muero 24 horas (1990, Editorial Letras Cubanas), Y me han dolido los cuchillos (1991, Editorial Capiro, Cuba) y Poemas de amor y de olvido (1994, Editorial Capiro, Cuba); los libros de cuento: Las llamas en el cielo (1983, Ediciones Unión, Cuba), En el nombre del hijo (Premio de la Crítica 1983. Editorial Letras Cubanas. Reedición 1986.) y Precio del amor (1990, Editorial Letras Cubanas); las novelas Con tu vestido blanco (Premio Nacional de Novela de la UNEAC 1987 y Premio de la Crítica 1988. Ediciones Unión, Cuba), Serás comunista, pero te quiero (1995, Ediciones Unión, Cuba), Un ciervo herido (Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2003) y la noveleta Inglaterra Hernández (Ediciones Universidad Veracruzana, 1997. Reediciones 2003 y 2005).

quien dice muchacha ha dicho puerta,
quien dice un nombre de mujer
ha dicho puerta y ha grabado un número

INVITACIÓN


jueves, 13 de noviembre de 2008

COMO UN GOLPE DE SUERTE QUE NOS DEJA SIN ALIENTO

Unas palabras sobre la poesía de Heriberto Hernández.

Por Elena Tamargo.

El paso del tiempo es como un gran filtro que retiene pocas cosas, y éstas de forma duradera. Ha dicho Hans Gadamer, ese gran filósofo alemán al que llaman el testigo del siglo, que “todo lo que ha hecho su entrada en la existencia duradera de aquello que denominamos literatura, se sitúa misteriosamente entre el entonces y el siempre"; tal vez este alto grado de selección sea toda la esencia de una obra personal, la poesía que más auténticamente ha perdurado en el relato de una vida, la del poeta, que ha conservado, entre sus infinitos instantes poéticos, un grupo de ellos, a los que ha salvado de naufragios, estéticas, modas, amores, ilusiones y desencantos, ideologías y hambres; su duración no es solamente una cuestión de supervivencia, sino más bien presente absoluto, eso que él ha considerado de actualidad eterna, libre de toda referencia de un presente original, y al mismo tiempo ya pasado.
¿Qué es lo que perdura en Los frutos del vacío, de Heriberto Hernández? Seguramente, a pesar de empezar en 1983 y terminar en 2006, este documento se trata del mismo texto pero sin el auditorio para el cual su lenguaje era apropiado; sin embargo, con la viva tensión entre unidad y multiplicidad, entre certeza inamovible y además cambiante: esa tensión que asegura la perdurabilidad de la obra de arte, porque la obra de un poeta no se presenta nunca de una vez; entre otras cosas porque nosotros no somos nunca los mismos de antes, las sensibilidades aparecen y desaparecen, los estímulos también, ese estímulo (Reiz) que Kant tan bien supo distinguir de la forma.
“En este cuarto pesa demasiado la luz/ las sombras son blanquísimas”. Así empieza este libro en 1983. A aquellos ojos de él en el 83 les pesaba la luz, y eran blancas las sombras; El poeta pasaba “sin hablar de la herida” y “la orquestilla no tenía otro final que anochecer". En el año 87 Heriberto ya se había preguntado cómo entrar al vacío, y como Paul Celan, también creía poder encontrar a dios en la sombra y no en la luz como nos habían enseñado, “si hay que tener un dios para mojarse / ha de ser un dios frío y oscuro como el agua”. Sin embargo, con el tercero de los libros aquí antologados, que le da nombre a la totalidad, también el objetivo del poeta estaba ya fijado.
Que este es el verdadero sentido de los procesos que cada libro expresa, lo demuestra el hecho de la permanencia de poemas que hayan vivido experiencias tan distintas, países, casas, escritorios y gavetas tan ajenos entre sí. Himnos, elegías, quejas e inculpaciones, asombros y desencantos; cuán grande fue el desplazamiento y la nueva dimensión que aportó la conclusión de la totalidad de la poesía de Heriberto Hernández. Es exactamente así como una composición poética alcanza su validez más perdurable, es así como desaparecen la casualidad de su origen, los primeros impulsos, las referencias al momento, hasta a la época, y la obra se vuelve infinitamente actual.
El poeta se expresa desde la luz y hacia la luz, la muchacha “siempre lleva luz", la tierra humilde es “parecida al vacío"; olvidado de los dioses entra la casa a su poesía para convertirse en una protagonista casi permanente. Él no sabe “a quién culpar” y al mismo tiempo busca “la ansiada acera en que la sombra calma". Mas, en la culminación de esta obra, todo lo material es una alusión que se introduce en la meditación de su discurso, una meditación distribuida en papeles aceptados, con un lenguaje dominado por un tono masculino del sufrimiento y del consuelo. De esa luz que el 83 arrojaba en torno suyo, “Verdades como templos” recibió algo semejante, determinado y duro, como una promesa segura de poder soportarlo todo: “Busco algo semejante a mí / en esta enorme caja de silencio”.
Un libro que empieza con estos versos, “En este cuarto pesa demasiado la luz", y termina diciendo:

Es esta la luz, no puedes verla, la luz eterna
.........que ha penetrado todos los sitios,
.........la luz que podríamos imaginar inexistente
.........pues de ella somos parte.
No podremos verla como nunca imaginamos ver el aire
.........y en él innumerables veces nos hemos reclinado,
.........no podremos verla
.........y en ella existiremos aún sin nuestras sombras.

es la obra de un poeta que sabe que no hay otra cosa en el mundo que pueda llamarse con más propiedad “afirmación", que la poesía lírica; de un poeta que vive para encontrar, también como Paul Celan, la verdad; es la voz responsable que nos permite reconocer por qué el poeta ocupa el lugar de todos nosotros, que no sólo ha emigrado de su isla, sino de lo evidente; sin embargo ¿no se trata también del regreso a lo que es común a todos?
La experiencia poética de Heriberto Hernández, en más de veinte años de trasegar, alcanza la universalidad que todos compartimos: la experiencia de la palabra que a todos nos representa. Porque como también dice ese testigo del siglo, “la palabra que no se hunde es el poema logrado, como un golpe de suerte que nos deja sin aliento".

Nota: Estas valoración crítica fue escrita para la revista digital Decir del agua y publicada originalmente en la octava entrega el segundo ciclo, en octubre de 2008, página 14.