miércoles, 31 de agosto de 2011

DE “MALOS PASOS” Y RAZONES

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“Te contradices Heriberto o sólo quieres mirar hacia un lado”, comenta un lector en el post anterior, y le doy la razón en lo primero. Casi siempre acabo contradiciéndome y entre decir y contradecirme, voy ganando claridad a veces. Otras, termino como mi lector no entendiéndome. Pero en lo segundo no tanto, que por andar mirando a todos lados casi siempre termino haciendo lo que menos me conviene. El caso es que mi preocupado lector no puede conciliar el sueño ante lo que considera una no equilibrada actitud mía al presentar y promover una lectura de Reina María Rodríguez (RMR) y posteriormente cuestionarme las inconsistencias de Pablo Milanés (PM), ambos de visita en Miami.
Vayamos por partes. No es la primera vez que me he referido a RMR en este blog. En septiembre de 2009 escribí que «Usted es la culpable (...) rompió con la hegemonía de la norma conversacional y puso coto a los desvaríos de la antipoesía, regresando nuestra literatura a sus cauces líricos tradicionales.» Sigo pensando lo mismo, pero como los comentarios del nuestro lector eluden los méritos literarios e intelectuales de la poeta (así como los méritos artísticos del músico) me limitaré específicamente a los aspectos por él mencionados.
Me enrostra mi “respaldo a una funcionaria, poeta oficial y aduladora del castrismo y su líder”. ¿Qué decir? No estoy al tanto, en detalle, de la trayectoria laboral de RMR, pero -hasta donde sé- no ha sido nunca “funcionaria” del gobierno cubano. Lo de “poeta oficial” no sé qué significa, pues salvo el título nobiliario vitalicio de «poeta nacional» que le arrebataran en vida a Agustín Acosta para encasquetárselo a Guillén, y que muerto este no ha sido reasignado, no sabía que existiera algo así.
Tal vez se refiera a esos “poetas” y escritores de fidelidad probada, que sí fueron funcionarios y embajadores de la dictadura y a cambio de ejercer de represores gozaban del respaldo oficial para hacer y deshacer en la isla. Es un hecho qe luego de irse de Cuba son recibidos por el “exilio intransigente” que les rinde honores, les otorga membresías honorarias en el Pen Club de escritores cubanos en el exilio y les cabildea doctorados honoris causa, premios y dineros.
No soy su biógrafo y ni siquiera he sido una persona cercana a RMR, pero no recuerdo que sea conocida por reprimir a nadie o por escribir panfletos apoyando fusilamientos. Se le recrimina un poema de dudoso valor estético escrito a los 18 años, en 1970, incluido en una antología -no sin cierta “mala leche"- por alguien que conoce su obra tal vez mejor que yo, titulado "Hoy habla Fidel". Lo he leído y no pasa de ser eso, un mal poema que no creo que vuelva a recordar cuando leo el resto de su extensa y valiosa obra.
Pero sería oportuno mencionar que desde muy temprano, en la década de los ochenta, RMR ha sido parte activa o ha estado vinculada a los más importantes grupos y eventos de nuestra cultura y que en su entorno se han producido algunos de los documentos y sucesos más radicalmente renovadores y discrepantes de la cultura oficial cubana de las pasadas tres décadas: Paideia, Tercera Opción, Diáspora(s) y Omni Zona Franca, entre otros.
Pretende mi lector hacer un paralelo entre RMR y PM que es a ojos vista insostenible. La connotación de un músico como PM a nivel continental rebaza la influencia de cualquiera de nuestros escritores contemporáneos en cualquier orden, pero en el político se torna caricaturesca la comparación. PM ha sido junto a Silvio Rodríguez el rostro de la Revolución Cubana desde sus inicios. Que comparado con este último, antipático en grado sumo, o con otros engendros como Sara González o Vicente Feliú, PM tienda a lucir más potable, no le resta responsabilidad en todo el proyecto geopolítico de "exportar la revolución" al cual su música sirvió de banda sonora y que contabiliza miles de sucesos lamentables en todo el continente.
En cuanto a la supuesta “situación difícil” en que me encuentro, no ha de preocuparse. La tenía en Cuba donde opinar podía tener consecuencias y lo hacía. Acá no, aquí puedo escribir y decir lo que quiera y lo único que puede pasar es que usted no esté de acuerdo y lo diga, aunque le cueste poner su nombre por sabe dios qué razones. Tal vez ahora mismo esté preparando maletas para ir a la isla, o no ha logrado aún sacudirse el miedo que le penetró hasta los huesos durante su vida en ella.
En fin, que le creo a Reina sus treinta años de fidelidad a la cultura cubana y a la poesía, aunque escribió un poemita a Fidel a los 18 años.
Que no me creo los cambios de actitud de los oportunistas, represores y aplaudidores de fusilamientos porque un día hayan decidido pasarse al otro bando.
Que hacer declaraciones tibias antes de un concierto, cuestionándose al gobierno cubano o patear al perro de Edmundo en Miami es fácil.
Que Pablo Milanés me va a tener que hacer tragar estas palabras, haciendo esas mismas declaraciones en Buenos Aires o en Madrid, para hacerme reconocer que en su caso erraba en mis “razones” y daba otro “mal paso”.
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viernes, 26 de agosto de 2011

¿ICÓNICO?



Pablo Milanés la sigue prefiriendo (a Cuba) "compartida, antes que verla perdida". Esa especie de vocación de “cornudo patriótico” es tan conveniente y calculada en términos de marketing como las “intervenciones urbanas” de Saavedra en la calle ocho.
Me siento muy satisfecho ejerciendo mi derecho de no contribuir a llenar su cornucopia pagando unas entradas sobreevaluadas. Me enerva el mal gusto de la campaña publicitaria del concierto y el oportunismo simplón de sus declaraciones en los medios de Miami. En unos meses hará declaraciones complacientes para los izquierdistas argentinos en Buenos Aires o para los socialistas de peluche españoles en Madrid, y venderá discos y llenará teatros. No me gusta que irrespeten las neuronas que me quedan. Que cante donde quiera. Que vaya quien quiera.
Salir de Cuba me puso delante de los ojos tantas cosas que ver y escuchar, que no me alcanzarían tres vidas. Nunca escuché a Pablo Milanés de motu propio, pero la dosis de su música que escuché en Cuba incidentalmente (banda sonora de las cosas que más detestaba), sobrepasó el espacio que me permito concederle en mi universo auditivo y emocional a cualquier cosa.
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miércoles, 24 de agosto de 2011

ACEITE / Carmen Karin Aldrey

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Project Zu, Alliance Francaise y Linden Lane Press tienen el gusto de invitarlos a la presentación del libro
ACEITE
de
Carmen Karin Aldrey
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Jueves, 25 de agosto, 7pm a 9pm
Alliance Francaise
618 SW 8 St
Miami, Fl 33135
Presentación a cargo de María Eugenia Caseiro
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No es el peso del agua
Es la huella en el agua
su espesor
Los peces no respiran
se asfixia el hombre
Con el tiempo perdemos
la voz de las olas
Mueren todos
los que van y llegan
¿cómo describir la brecha
por donde escapa mi alma
si el mar, cada vez más ausente,
a veces viene marcado por la muerte?
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CARMEN KARIN ALDREY: (Holguín, Cuba, 1950). Artista, escritora, poeta, promotora cultural y aficionada a la Fotografía. Estudió Pintura en los talleres de Maja Design con el maestro ecuatoriano Antonio Jurado, en la Ciudad de Los Ángeles. Ha publicado poesía, narrativa y trabajos periodísticos en diferentes espacios impresos y electrónicos. Su obra plástica ha sido expuesta en galerías de Estados Unidos y España. Es fundadora y directora de La Peregrina Magazine.
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martes, 23 de agosto de 2011

EL POETA SUICIDA

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Tinta, vida podría decirse, calamar
con una humedad, más profunda que el mar
o la noche.
. Bestia de las profundidades, derroche
de voluptuosidades sin otras razones
fuera de transgredir, fuera de sórdidas emociones
que serán versos, trenos,
o argumentos para evocar una cuerda, o venenos.
. Encerrado, recluido, condenado,
poseído por ese cuerpo, tendido ahora en el asfalto helado,
aún palpitante,
agoniza, ahogado en su tinta, un calamar gigante.
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Nota: Este curioso texto, de un entonces “joven poeta” (lo primero ya no, y lo segundo no sé si llegó a serlo), es un muestrario de todas las cosas que no deben hacerse, si de escribir poesía se trata; pero, ¿Alguien puede sostener que no es un buen poema?


miércoles, 10 de agosto de 2011

DE PUENTES DEMOLIDOS Y PUENTES NUEVOS



¿Estarías dispuesto a compartir tu obra más reciente con nosotros, a través de una editorial cubana?, me preguntaron una vez en una entrevista, a lo que contesté: “No tendría ningún inconveniente en conversar con cualquiera que se interese en mi obra, con dos condiciones básicas: la primera es que no se condicione en ningún modo mi opinión, mi derecho a cuestionarme a la dictadura que oprime a mi país y lo segundo es que se me paguen mis derechos de autor. Esta segunda condición, como la primera, es un asunto de principios y no tiene nada que ver con la cantidad de la remuneración.” Recurro a esta respuesta, inocente por elemental, estimulado por la reciente publicación de un artículo en Granma en que se reseña la edición de Cuerpos del delirio de Jesús Barquet, “acuñado por Letras Cubanas”. Resulta que ante el supuesto de que eso me sucediera realmente, tendría que reconsiderar mis condiciones y preguntarme si serían suficiente garantía para que quede clara mi posición frente a la realidad política de mi país.
Este evento reciente me asegura que no seria así.
Diestras y obedientes “Madeleines”, aunque tuviese el tino de no aceptar una entrevista para Granma u otros medio, se apresurarían a dar fe de mi “alegría por presentar (…) mi obra” en la isla, “pues el público cubano es el público natural de mi poesía”, aunque no sea el único, a diferencia de Barquet, “para quien escribo”. No escatimarían espacio para citar títulos de libros y poemas anegados de “las remembranzas de un pasado pertrechado de vivencias irreemplazables” y nada me podría asegurar que no encuentren entre mis más amargos versos alguno que pueda encarnar “la voz dolorida de la diáspora (que mal gusto, por dios) que no consigue la plenitud del espíritu FUERA (las capitulares son mías) de amigos, amores, ángeles, sorpresas y la familia, la verdadera patria". No me extrañaría que hicieran un “search” de todas la veces que he usado en mis versos la palabra “regresar” o cualquiera de sus conjugaciones para dar solución a “una buena parte del dilema”.
"La verdad” es que a veces también “me siento como un árbol que anda buscando su terruño” (aunque no se me ocurriría escribirlo de esa manera por una simple cuestión de estilo) y que “no todas son tierras de vivir”, pero aún la propia, sometida por una dictadura, es la peor de las opciones. “La mentira es”, desmiéntame Barquet o cualquier otro, que alguien quiera, metáforas aparte, cambiar su casa en cualquier lugar del mundo, con “ese dormir siempre tan despierto", por la precaria casa natal en que tantas veces quisimos dormir -como Rip Van Winkle, veinte años- y despertar sólo después que la pesadilla castrista haya terminado.
Conocedor de puentes y una autoridad en el estudio de las técnicas usadas para su demolición, así como un informado académico en temas relativos a la lírica cubana en su totalidad y su relación con el poder, Barquet ha considerado, imagino, los riesgos de paliar “la crisis de identidad” que le diagnostica la Dra. Sautié. En cuanto a esos puentes de “esperanzadora salvación” que está tendiendo el gobierno cubano al exilio, siguen siendo “levadizos”, el control lo siguen teniendo los demoledores de siempre y se niegan a compartirlo o cederlo.
Felicito al autor por este nuevo libro suyo, pero no puedo como colega dejar de condolerme ante esta previsible puñalada de “Granma” y las que ya le andan dando en los salones reales y virtuales del exilio y en las muy de moda “cadenas de correos electrónicos”. Yo, como Barquet, “no sé ahora (sin exagerar, “a veces”) ni quién soy”, pero por suerte siempre sé quien no quiero ser y como han de suponer, no tengo intención alguna de decir “adiós a las playas de infinitas holguras", aunque no sean en realidad ni infinitas ni holgadas y la guerra de vivir cada día en ellas no se parezca en nada a “la paz” que nos traerían supuestamente esos puentes.

martes, 9 de agosto de 2011

FANTASIA Y PLACER (apuntes para una respuesta de Ariosto)

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.........¿De dónde ha sacado tantas historias, Maestro Ludovico?
..........................Cardenal Ippolito d'Este

En su texto El poeta y los sueños diurnos, originalmente expuesto en forma de conferencia el 6 de diciembre de 1907, en los salones del editor y librero vienés Hugo Heller, y publicado en su versión completa a comienzos de 1908, en una revista literaria de Berlín, Sigmund Freud intenta adentrarse en la investigación de los procesos de la creación literaria, para lo cual examina los orígenes del sueño diurno (la ensoñación) y su relación con los juegos infantiles.

Los profanos sentimos desde siempre vivísima curiosidad por saber de dónde el poeta, personalidad singularísima, extrae sus temas -en el sentido de la pregunta que aquel cardenal dirigió a Ariosto- y cómo logra conmovernos con ellos tan intensamente y despertar en nosotros emociones de las que ni siquiera nos juzgábamos acaso capaces. Tal curiosidad se exacerba aún ante el hecho de que el poeta mismo, cuando le interrogamos, no sepa respondernos, o sólo muy insatisfactoriamente, sin que tampoco le preocupe nuestra convicción de que el máximo conocimiento de las condiciones de la elección del tema poético y de la esencia del arte poético no habría de contribuir en lo más mínimo a hacernos poetas.

Pareciera claro que Freud admite la existencia de una capacidad especial, un don innato que seria útil desentrañar.

¡Si por lo menos pudiéramos descubrir en nosotros o en nuestros semejantes una actividad afín en algún modo a la composición poética! La investigación de dicha actividad nos permitiría esperar una primera explicación de la actividad creadora del poeta.

Ya poco tiempo atrás, en el estudio sobre Gradiva de Jensen (1907), Freud se había ocupado de los problemas de la creación literaria, pero en el presente trabajo el centro del interés recae en el examen de las fantasías. A través de la fantasía, la literatura aborda los grandes temas y preocupaciones de la humanidad sobre la vida, los llamados temas eternos. "¿No habremos de buscar ya en el niño las primeras huellas de la actividad poética?", se pregunta. Para él, el proceso creativo es consecuencia de un elemento lúdico, onírico o fantasioso. El poeta se ve trasladado a un recuerdo, que le provoca el deseo, y éste sólo se ve satisfecho por la obra poética: “el verdadero goce de la obra poética procede de la descarga de tensiones dadas en nuestra alma". T.S. Eliot está de acuerdo con esta función catártica de la escritura cuando dice que el creador está “oprimido por una carga que ha de dar a luz para conseguir alivio.”

El niño distingue muy bien la realidad del mundo y su juego, a pesar de la carga de afecto con que lo satura, y gusta de apoyar los objetos y circunstancias que imagina en objetos tangibles y visibles del mundo real. Este apoyo es lo que aún diferencia el "jugar" infantil del "fantasear".
Ahora bien: el poeta hace lo mismo que el niño que juega: crea un mundo fantástico y lo toma muy en serio; esto es, se siente íntimamente ligado a él, aunque sin dejar de diferenciarlo resueltamente de la realidad. Pero de esta irrealidad del mundo poético nacen consecuencias muy importantes para la técnica artística, pues mucho de lo que, siendo real, no podría procurar placer ninguno puede procurarlo como juego de la fantasía, y muchas emociones penosas en sí mismas pueden convertirse en una fuente de placer para el auditorio del poeta.
Así, pues, el individuo en crecimiento cesa de jugar; renuncia aparentemente al placer que extraía del juego. Pero quienes conocen la vida anímica del hombre saben muy bien que nada le es tan difícil como la renuncia a un placer que ha saboreado una vez. En realidad, no podemos renunciar a nada, no hacemos más que cambiar unas cosas por otras; lo que parece ser una renuncia es, en realidad, una sustitución o una subrogación.

La irrealidad es lo que tienen en común el mundo poético y el juego: tanto el poeta como el niño crean un mundo de fantasía, y al dejar de jugar, el hombre mantiene ese recurso de irrealidad mediante la ensoñación o el sueño diurno. Sartre, al afirmar en ¿Qué es la literatura? que “no se es escritor porque se ha elegido decir determinadas cosas, sino porque se ha elegido decirlas de un modo determinado”, incorpora un elemento que sugiere un origen volitivo en el acto creador, pero la diferencia entre los sueños, los juegos, las fantasías y la literatura reside en que en ésta, el escritor tiene que crear su contenido psíquico de una manera consciente, mediante el lenguaje.

Aunque “los mismos poetas gustan de aminorar la distancia entre su singularidad y la esencia generalmente humana y nos aseguran de continuo que en cada hombre hay un poeta”, Freud demuestra que las mismas leyes psíquicas que rigen el sueño, rigen la ficción, y que tanto en la literatura como en la neurosis hay una clara separación entre la imaginación y el pensamiento racional: una cosa es el material psíquico inconsciente como tal, y otra la manera en que ese material se presenta a la conciencia onírica (diferencia entre contenido latente y contenido manifiesto), lo que en la literatura se traduce en que hay un material psíquico reprimido que lleva al escritor y no a otro ser humano a la necesidad de escribir, la necesidad de expresarse.
Desde esa perspectiva, la literatura soluciona los problemas neuróticos del individuo que escribe (y lo mismo pasa con el lector que logra identificarse), que experimenta un placer en tanto que descarga unas tensiones: el escritor se expresa de determinada manera porque no puede evitarlo, su acto creativo es resultado de la frustración que produce el principio de realidad: lo que el poeta, por ejemplo, no puede hacer en la realidad, lo sublima a partir de sus textos, porque el arte es una manifestación del Inconsciente.

…cuando el poeta nos hace presenciar sus juegos o nos cuenta aquello que nos inclinamos a explicar como sus personales sueños diurnos, sentimos un elevado placer, que afluye seguramente de numerosas fuentes. (…) El poeta mitiga el carácter egoísta del sueño diurno por medio de modificaciones y ocultamientos, y nos soborna con el placer puramente formal, o sea estético, que nos ofrece la exposición de sus fantasías. A tal placer, que nos es ofrecido para facilitar con él la génesis de un placer mayor, procedente de fuentes psíquicas más hondas, lo designamos con los nombres de prima de atracción o placer preliminar.
A mi juicio, todo el placer estético que el poeta nos procura entraña este carácter del placer preliminar, y el verdadero goce de la obra poética procede de la descarga de tensiones dadas en nuestra alma. Quizá contribuye no poco a este resultado positivo el hecho de que el poeta nos pone en situación de gozar en adelante, sin avergonzarnos ni hacernos reproche alguno, de nuestras propias fantasías.

Aunque, como afirmara Jung, “el ejercicio del arte constituye una actividad psicológica”, el escritor siempre escribe para el lector que lleva dentro, lo cual nos podría hacer reconsiderar la incidencia del contexto, sino en el origen, al menos en la gestualidad del acto. Si además, aceptamos la tesis Freudiana “de la relación de la fantasía con el pretérito, el presente y el futuro, y con el deseo que fluye a través de los mismos”, podríamos convenir en que la poesía, en tanto se constituye para su satisfacción, encarna de algún modo la representación de un ideal del placer..

miércoles, 3 de agosto de 2011

CUANDO LA LUZ SE AUSENTA

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La recordación de otros tiempos de luz es patrimonio que mi generación no puede exponer, ni como lastre, en sus hábitos retrospectivos. Hacer algo de luz en unas penumbras (a las cuales, más que alumbrados, fuimos ensombrecidos al ser eyectados del cálido refugio materno) es esta costumbre de perpetuar nuestro entorno en imágenes. Dentro de mil años, estas fotos de La Habana, serán requeridas para anclar en el tiempo este período de ausencia de toda luz, hasta de la luz agónica del sol que ha renunciado a iluminar un cielo falso, un azul uniforme policial. Recorro, a paso de renqueante emocional, las ruinas del la obcecada ciudad, ayer de las columnas, hoy de las sombras; y me cuestiono qué de válido puede haber en dejar testimonio de la audiencia de cosas, fotografiar los que no está.
Foto-boleros, fotos que hablan de lo que me contaron estuvo un día en este o aquel sitio y hoy es sólo “el hueco de su ausencia”. Así es de ingrávido este arte mío de callar diciendo, describiendo lo que nunca he visto, tan sólo viendo el lugar donde un día estuvo. Y qué es esta isla, sino una cámara oscura, un “cuarto oscuro” en que se manipulan los “negativos” (nosotros) para ver si sale, con tanto “reactivo vencido” y en papel Orwo de la segunda época colonial, una imagen que aún parezca humana. Por qué hacer estas fotos, por qué pedirles a ustedes que las miren. Es simple. Es más fácil hablar de edificios que ya no están que de personas. Es más fácil hablar de edificios a los que nunca entramos, que de amigos a los que aún quisiéramos seguir visitando.
Nota: Palabras, que nunca escribí, para el catálogo de una exposición de fotografías de La Habana, que nunca tuvo lugar, porque nunca tuve un amigo fotógrafo que las hiciera y me lo pidiera.

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