domingo, 31 de enero de 2010

DIEZ Y SIETE / XVII / 17

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.Arístides Vega es un poeta emblemático de la década de los ochenta. Posee una extensa y valiosa obra que sustenta su vocación y su identificación con un proceso complejo en que la cultura nacional decidió sacudirse el corset de la política cultural setentera. Tuvo una participación protagónica en muchos de los procesos más importantes en la década y desde entonces es una referencia obligada por su demostrada independencia, su ininterrumpido trabajo como promotor cultural y su singular visión poética.
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NECESITO HALLAR UN AMPLIO BOSQUE
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Hay demasiada humedad para encontrar un apacible bosque
...................../a las afueras
sentir la luz que descubra mi casa,
abuela tejiendo el manto de los días más fríos, más lejanos
cuando volvía la sirena mostrando la dulce manzana
a la que estoy atado.
Para velar la paz de este sitio
soplo los polvos de las desgastadas ventanas que nos hacen
...................../presentir el mar,
el liviano trino de los sauces.
Preguntas en qué ciudad se juntarán las líneas de la vida y de
...................../la suerte
y escucho la entrada del mar por la ventana que anuncia el
...................../universo.
Soy un pequeño secreto esperando de la noche un baúl donde
...................../guarecerme,
un almendro de raíces profundas cuidando la fertilidad de mi
...................../tierra,
quiero la paz de este sitio.
Andar como cierta vez los amigos viajaron en los pechos de
...................../sus mujeres,
dulces figuras deseosas de luz en los viñedos.
Hoy tendría pocas cosas que decir como si la verdad fuera este
...................../punto de la tierra
reservado para tu alumbramiento.
Estoy atado a la manzana que atravesarán los dardos, las
...................../canciones más sobrecogedoras.
Dispersas sobre las baldosas que unió el tiempo
están los peces huidizos de la luz,
está la cena por la que juntan panes como vidas los
...................../desconocidos fantasmas
que rondan la mesa servida.
Quiénes les descubrirán el rostro, quién tejió para ellos las
...................../máscaras..Cada lugar tiene su secreto y esta es mi casa,
Estas paredes que sostuvieron el péndulo de las horas pasadas,
...................../lejanos recuerdos
por los que encuentran el sitio perfecto para levantar la ciudad.
Por los altísimos puentes aparecidos en las noches,
escucho la canción de los esperanzados hombres, escucho el
...................../silencio.
Abren las puertas de un país que fundaron las luciérnagas.
Cantores, ¿quiénes les mostraron las luces de mi ciudad?
.María Teresa Vera, también usted se detuvo ante las puertas
...................../del infierno,
pesó el pez con su collar de legítimas perlas,
su mano y su anillo de luz azul,
ha vencido el miedo a las guardianas fieras
y nadie la olvida.
Mi abuelo la retuvo a la altura de su lecho, junto a San Juan
...................../Bosco
y usted volvió a sonreírle a todos.
Quién pudiera colocarle una palabra en su temblorosa boca,
quién creerá que usted no está extraviada, que anda
...................../reconociendo a los muertos de la familia,
otorgando la entrada a la cena para sacrificar el pez.
No me alejes del camino que lleva al pozo colocado al final
...................../de la casa
para que no falte el arak libanés en las celebraciones.
Tú que has levantado torres, descubierto callejas por donde
...................../navegan pequeñísimas casas de humo,
Tú has escapado de las puertas del infierno, envejecido las
...................../carnes de mis abuelos,
prendido fuego a los maderos en el horno de los panes,
ayúdame a no dejar que el viento frío entre en mi casa y
se adueñe de las vasijas que han llenado de miel los amigos.
Basta recuperar el mantel blanco, convocar a la lluvia, guardar
...................../los espejos,
y no contar las monedas en los días húmedos.
Advierto que las sombras de tus labios están sobre los árboles.
Debe aparecer mi casa en cualquiera de estas calles desconocidas.
Debe aparecer en los minutos finales de la hoguera,
por la que hemos vencido el fuego de los planetas,
la luna sobre el diario de viaje.
Hazme sentir las manos y un vasto pecho donde cuidar a mi hijo.
Debe aparecer mi casa, tienes que haber levantado mi casa,
...................../tuvo que existir alguna vez
y abro el relicario de San Vicente de Paúl donde guardó mi
...................../madre su extraño corazón
y abro mis puertas y no ha cesado la tormenta.
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ARÍSTIDES VEGA CHAPÚ: (Villa Clara, 1962) Poeta, narrador y promotor cultural. Ha publicado trece libros de poesía: "Breve estancia de Cristo en la ciudad de Matanzas" (1989), "Finales de los años" (1993), "Últimas revelaciones en las postales del viajero" (1994), "La casa en el monte de los olivos" (1996), "Retorno de Selim" (1999). “El riesgo de la sabiduría” (2000). “El signo del azar” (2002), “De lo que se supone” (2002), “Días a la deriva” (2002), “Mensajes del pan” (2003), “Sagradas Pasiones” (2005), “Después del puente sobre las aguas” (2007), la antología personal “Que el gesto de mis manos no alcance” (2008) y su novela “Un día más allá", por Bluebird Editions, Miami (2008). Reside en Cuba.
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Nota: Continuamos poniendo todos los domingos textos que por alguna razón tuvieron una significación especial en la década de los ochenta y en algunos de los turbios años posteriores. Para ver los post anteriores, picar en UNO / I / 1, DOS / II / 2, TRES / III / 3, CUATRO / IV / 4, CINCO / V / 5, SEIS / VI / 6, SIETE / VII / 7, OCHO / VIII / 8, NUEVE / IX / 9, DIEZ / X / 10, ONCE / XI /11, DOCE / XII / 12, TRECE / XIII / 13, CATORCE / XIV / 14, QUINCE / XV / 15 y DIEZ Y SEIS / XVI / 16
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domingo, 24 de enero de 2010

DIEZ Y SEIS / XVI / 16

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En los ochenta, en que era una costumbre, nunca escuché a Víctor Fowler leer poemas suyos. En presentaciones de libros, conferencias, eventos teóricos era usual oírle, con su habitual tono reflexivo y su leguaje que hacia olvidar toda norma académica privilegiando la comunicación. La poesía era su coto privado. Propiciaba la lectura de otros, las confluencias estéticas, la amistad y la polémica ardua y sustancial; en tanto apacentaba sus versos camino de los libros que después leeríamos con el placer de la sorpresa. Hoy seguimos volviendo a ellos..
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LAS PIEDRAS DEL MURO
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………………
I
Están los cuerpos sobre tierra que fue
de matanza y estrépito.
Armas bajadas del altar,
armas partidas,
a ustedes pregunto
¿contra qué muerte debo de ir ahora?
¿contra qué muerte vencedora de Todo?
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………………
II
Entonces hundíamos el cuchillo en el mar
como quien odia cuerpos;
toda nuestra desesperación y anciana furia
multiplicaban el golpe.
.No había gritos de dolor
ni atropelladas palabras de súplica.
Al extraer el acero del agua
de la dura hoja goteaba sangre.
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………………
III
Espirales del éxtasis crecieron
aquí, estas sombras; cubiertas
por las manchas que la lluvia dejó.
!Cuán delicado tejido al tiempo
que el silencio va por las habitaciones!
Avanza con igual aire de amenaza
que un animal cercano ya a su presa:
a cada nuevo paso, nuevas columnas caen.
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………………
IV
Veloces cruzan el cielo graznador:
no recuestes el cuerpo en las piedras
del muro. Ahora que la noche es nuestra
¿qué podríamos contar, amigo?
Ay, compañero, ahora que la noche
quedó abierta, ¿qué podríamos decir?
No recuestes el cuerpo
en las piedras del muro.
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………………
V
Vi cuerpos náufragos abrazando un madero
en las aguas; el azar lo ponía en sus manos
y ellos lo amaban todavía más que al amor.
Vi anchas y blancas velas,
pájaros picoteando los ojos de los muertos,
la ironía suprema de un mar
con la gracia del verano.
Hay momentos en que saltar ventana afuera
debe de ser un placer.
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………………
VI
Asegura la vela que se trata de al final saber
si somos las figuras: guardianes de una verdad
antigua y dolorosa. Asegura que el aliento
permanece más allá de la sombra y el desgaste.
El llanto, según dicen, purifica.
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VÍCTOR FOWLER CALZADA: (La Habana, 1960) Poeta, narrador y ensayista. Licenciado en Pedagogía (especialidad Lengua y Literatura Españolas) en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona de La Habana. En los 80 formó parte del colectivo de autores de la publicación Naranja dulce y se integró al proyecto Paideia. Ha publicado los poemarios El próximo que venga (1986, Editorial Extramuros), Estudios de cerámica griega (1991, Editorial Letras Cubanas), Los símbolos más claros (1993), Confesionario (1993, Editorial Abril), Descensional (1994, autoedición), Visitas (1996, Editorial Extramuros), Malecón Tao (Ediciones UNIÓN, 2001), Caminos de piedra (Centro Provincial del Libro de Ciudad de la Habana, 2001), Historias del cuerpo (2001; Premio de Poesía en el Concurso "Luis Rogelio Nogueras" en 1999, y el Premio de la Crítica Literaria 2001) y El maquinista de Auschwitz (Unión, 2004; Premio UNEAC de Poesía 2003 "Julián del Casal" y el Premio de la Crítica Literaria 2004). Su poemario La obligación de expresar resultó ganador del Premio Guillén en 2008, convocado por la Editorial Letras Cubanas, la Fundación Nicolás Guillén y el Instituto Cubano del Libro. Es también autor de los ensayos La maldición. Una historia del placer como conquista y Rupturas y homenajes , y de la antología La eterna danza, contentiva de la poesía erótica de los últimos doscientos años cubanos..Nota: Continuamos poniendo todos los domingos textos que por alguna razón tuvieron una significación especial en la década de los ochenta y en algunos de los turbios años posteriores. Para ver los post anteriores, picar en UNO / I / 1, DOS / II / 2, TRES / III / 3, CUATRO / IV / 4, CINCO / V / 5, SEIS / VI / 6, SIETE / VII / 7, OCHO / VIII / 8, NUEVE / IX / 9, DIEZ / X / 10, ONCE / XI /11, DOCE / XII / 12, TRECE / XIII / 13, CATORCE / XIV / 14 y QUINCE / XV / 15
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jueves, 21 de enero de 2010

DIBUJOS

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Si no recuerdas el camino,
busca un árbol y ve hacia él.
Si no recuerdas como llegar hasta la casa de tu infancia,
busca en el horizonte un árbol, una torre,
algo que te recuerde
los días en que apenas
podías decir tu nombre sin mirar a otro sitio.
Busca en el horizonte
un edificio descolorido por el tiempo, algún techo
desvencijado, algo que no hayas podido olvidar.
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Dibujábamos con yeso en el piso,
y nuestros dibujos
eran cartas de navegación en el mar del verano.
Dibujábamos en las paredes, rostros conocidos
y rostros que nunca habíamos visto.
Puedo volver a hacerlo,
los he visto nuevamente durante todo este tiempo
en sitios grises
a los que no quisiera volver.
Eran los rostros que un día nos harían recordarlo.
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Vivo aún en esa esquina del verano,
en ese intervalo de tiempo
del que ya he olvidado hasta los números.
Mis recuerdos,
como aquellos dibujos, tienen casas y árboles, tienen
rostros que ambos podríamos reconocer, si lo intentamos.
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Dibujar era un modo de sosegar los deseos de irse,
de partir hacia un lugar desconocido.
Hoy, es sólo una manera menos turbia, menos dolorosa
de desear volver.
.Dibujar es más difícil hoy
porque estamos haciendo trazos febriles sobre un muro
cada vez más lejano.
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miércoles, 20 de enero de 2010

ELOGIOS A LA NADA

.Puede que estemos pagando, con una larga cadena de equívocos, que dura ya más de un siglo y pareciera no tener fin, el equívoco genésico que sembrara José Martí, como una banderilla en el lomo de la poesía cubana. Escribía el maestro en el prólogo al libro Los poetas de la guerra (Nueva York, Patria, 1893): “Su literatura no estaba en lo que escribían, sino en lo que hacían.” Nos pone el poeta frente a los ojos el argumento que hemos de usar para negarle razones, reafirmándose en él con todo el peso de su prosa enorme. Ya en unas líneas anteriores se había referido a estos versos, escritos “en los días en que los hombres firmaban las redondillas con su sangre", haciendo ridículo énfasis en una imagen del arsenal simbólico romántico; para por fin aceptar que “rimaban mal a veces” e inmediatamente descalificar a todo el que así los viese argumentando que “sólo pedantes y bribones se lo echarán en cara: porque morían bien.”
¿Quien recuerda o lee hoy a “Miguel Jerónimo Gutiérrez y Antonio Hurtado del Valle, y José Joaquín Palma y Luis Victoriano Betancourt, y Antenor Lezcano y Francisco la Rua, y Ramón Roa", como no sea un estudioso, o alguien para constatar cuán mal rimaban (escribían) realmente? ¿Cuántos que no “murieron bien”, en el decir de Martí, son hoy lectura obligada? Juan Clemente Zenea, sobre quien pende la duda de la traición, que ni siquiera Cintio Vitier pudo borrar en su afán de rescatarlo para el panteón de los héroes, es un ejemplo de la inutilidad de los argumentos extraliterarios a la hora de sustentar el merecimiento de los simbólicos laureles.
No hay que olvidar los falaces ataques desde Lunes de Revolución a los autores de Orígenes, en que se disfrazaba de "lógico conflicto generacional" una crítica encausada en parámetros extraliterarios y se justificaba el resentimiento, la devaluación artera, mezquina y la falta de obra y talento para hacerla (como demostraría el tiempo en muchos casos), escudándose en “el interés público". Tal es el caso de Baragaño, que se suicida poéticamente, ahogado en el lodazal de la retórica revolucionaria, o del olvidable César Leante, que exhibiendo una precariedad multifacética afirmara: “Muchos de nosotros no tendremos una obra, es verdad. Pero, ciertamente, la que poseen la generación de Orígenes está a distancias estelares de ser modelo para otras generaciones."(1)
La lista sería larga, de casos similares en que se pretende ir a buscar fuera los que no se encuentra dentro, pero en tal trance, resulta insoslayable la habilidosa salida de Roberto Fernández Retamar en el prólogo a Desde mi altura (Editorial José Martí, 2001) de Antonio Guerrero, el “héroe poeta", juzgado, hallado culpable y condenado en el 2001 a prisión perpetua por espionaje en los Estados Unidos. Escribe Retamar, con evidente intención de no meterse en aguas muy profundas y eludiendo comprometer opinión propia en causa de tan poco valor, “…me vinieron de inmediato al recuerdo: "Los poetas de la guerra"(…), que prologó José Martí…", y siguiendo la pauta martiana, útil en grado sumo, cede una vez más a la tentación de descalificar, como Martí, a quien pudiese juzgar su dejadez de la lealtad a la literatura para privilegiar intereses subalternos.
Pero no sólo se abona el cardo desde el poder, se trenzan muérdagos por laureles en los rincones de la iniquidad personal cada día, cada hora. La historia de la literatura cubana está llena de elogios de la pequeñez, de la intrascendencia, de la falta de talento agazapada detrás de la ausencia de pretensiones, de la libertad de expresión, o de ser sencillo o auténtico. Bajo este proceder, podría justificarse cualquier cosa. Podrían acuñarse argumentos ad hoc para reconocer dones líricos a un batracio, transfigurándolo, melena y espadín incluidos, en un docto príncipe renacentista. Ser un hombre entraña la grandeza (basta de falsas modestias rastreras) de reconocerse parte de una civilización que se levantó definitivamente de la tierra en que intercambian venenos las alimañas. Ser poeta puede incluir un grado más de responsabilidad, pues hacia él han de volverse los hombres, descreídos de dios, del poder, y de la existencia, en busca de una palabra, la primera o la última, no importa, que les aliente para no retroceder a la miseria en que sobreviven las bestias.
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(1) Duanel Diaz, Los límites del origenismo. Editorial Colibrí 2005, página 193..

domingo, 17 de enero de 2010

QUINCE / XV / 15

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.Nelson Simón, degustador del dolor fértil, escribe textos atormentados e intensos en que destaca la pureza en el uso del lenguaje y la belleza clásica de imágenes de un enigmático lirismo. Podríamos decir que si la “generación de los ochenta” se valió de “Orígenes” con un escalón para alcanzar los volúmenes de muy diversas literaturas que se encontraban en lo alto del estante, Nelson, aunque las sonoridades de origenistas no le son ajenas, une los hilos de nuestra tradición lirica del XIX y los entreteje en una suerte de cuerda en que vibran con renovadas sonoridades los ecos del proto-modernismo criollo y una muy personal forma de apropiarse de nuestro marco referencial, de un modo muy desprejuiciado.
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CASA QUE NO MUEVE EL VIENTO
.Ya llegan. Esto es un escenario,
un espacio de transparencias sin inicio ni fin
o un rechinar de campanas
que en algo se asemejan a una tarde de abril recién llovida.
Siempre supe que el telón de fondo no era un telón.
La ciudad no era la ciudad sino la ausencia,
el vacío, la navaja en la cal,
esa herida que va trazando el miedo en los recuerdos.
Ya llegan. Para entrar a la noche yo preferí tus ojos
y jugué a ganarme o perderme en su brillo, jugué
y el juego fue cierto hasta morder mi carne
y la noche voló en círculos,
borrándose despacio al pié de los ciruelos.
No se puede salir a recoger ciruelas en la lluvia
y exponer las blancas llanuras de la infancia a sus agujas.
No se puede esperar nada de la espera
ni de las aves que se vuelven efímeras al doblar de la esquina.
.No se puede esperar.
…………....…………..Siempre lo supe y esperé.
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Soñé todas tus latitudes
reuniéndose allí
donde no llego yo ni mi memoria,
donde el mar y las sombras y los barcos se unen
y son un mismo nudo encendido por la espuma del tiempo.
Ya llegan, mi casa es hoy el vértice
y a mi casa ya no la mueve el viento.
¿Dónde están las ventanas
abiertas hacia la infinitud vertiginosa de la sangre?
¿Dónde quedó el murmullo del cazador,
los poemas que colgaban del techo como flautas
cuando yo era una sombra entre tus brazos
y tu eras otra sombra a la sombra de mis brazos enmudecidos?
Ya llegan, ¿Soy acaso otra vuelta de espiral?
Hay una estación del año que me olvida;
hay una escalera que siempre me conduce
al necesario ronquido de la lámpara.
¿Alguien presiente mi urgencia
el olor de los altísimos ciruelos?
No soy el historiador de las lluvias
pero su filo clavado en los terrones
es el anuncio del sueño donde sigues.
Yo también vi verdades roídas por el sueño.
Busqué entre los días y auguré que faltaría uno.
Yo también te imaginé como una hoguera
en la pupila de los peces
y oí los techos levantarse
y los trenes tragarse los paisajes
y tu voz llenarse con la inmovilidad
de los enamorados de Pompeya,
quise irme con las últimas señales del invierno,
tocarme, sentir que ya no estaba;
pero entre ojos miro y entre equilibristas
acecho el equilibrio.
. Ya vienen. En algún lugar siempre estuvo escrito que vendría.
De qué vale mentir, decirles:
-no, yo no soy el que fui ni soy el que seré.
De qué vale ocultar la cicatriz que va dejando el miedo
y resultar ajeno. Han entreabierto el humo.
Está aquí la lluvia y su salvaje ejercito de recuerdos.
El túnel continúa y yo sigo cayendo hasta tu vientre.
¿Dónde surge esa música?
¿Qué reloj me oculta en su inmunidad?
¿Qué maderas son estas que me envuelven?
Hay un niño que escribe sobre las hojas secas,
repletos de distancia veo moverse sus ojos.
Hay un patio inmenso donde no cabe el niño
ni el límite entre su corazón y la sonrisa
ni el animal que gota a gota se fuga hasta sus pies.
Hay árboles talados y un abuelo de polvo colgando en las paredes.
Hay un miedo feroz a los silencios,
que espera en la lluvia de un sábado sin fecha ni estatura,
que regresen los trinos nunca vueltos
y le traigan noticias de todo lo que aguarda,
allá, tan lejos,
en la casa que no mueve el viento.
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NELSON SIMÓN: (Pinar del Río, 1965) Poeta, escritor radial. Ha publicado seis libros de poesía: El amolador de tijeras pregunta por su casa (1987), Ciudad de nadie (1992), El peso de la Isla (1994), Criatura de Isla (1995), Con la misma levedad de un náufrago (1996) y A la sombra de los muchachos en flor (2001); y los libro de literatura para niños En el cofre de un pirata y Brujas, hechizos y otros disparates. Reside en Cuba.
.Nota: Continuamos poniendo todos los domingos textos que por alguna razón tuvieron una significación especial en la década de los ochenta y en algunos de los turbios años posteriores. Para ver los post anteriores, picar en UNO / I / 1, DOS / II / 2, TRES / III / 3, CUATRO / IV / 4, CINCO / V / 5, SEIS / VI / 6, SIETE / VII / 7, OCHO / VIII / 8, NUEVE / IX / 9, DIEZ / X / 10, ONCE / XI /11, DOCE / XII / 12, TRECE / XIII / 13 y CATORCE / XIV / 14
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jueves, 14 de enero de 2010

NOCHE DE GÜIJES Y POESÍA

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Zu..Galería..Fine..Arts
16 enero de 2010, 8pm a 11pm
2248..SW..8th...Street...Miami,..FL 33135
786-443-5872.................www.zugaleria.blogspot.com
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SATURDAY AFTERNOON VERNISAGE

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A.R.T.W.O.R.K...O.N...S.A.L.E
Saturday,...January,...16 2010
Color.....Alternative......Space
7520 NE 4 court.......6 – 11 pm
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miércoles, 13 de enero de 2010

¡QUÉ DOLOR, QUÉ DOLOR, QUÉ PENA!

.No puedo dejar de tararear este verso de la conocida canción popular infantil, y nada me podrá alegrar la noche hoy. Acabo de leer en De Nueva York a Matanzas, blog de Mabel Cuesta, al que entro por primera vez a sugerencia de un amigo, un post en que hace acuse de recibo (y los descargos pertinentes) de una nota en que la poeta Teresa Melo (una de mis poetas, ¡ay!, más entrañables) le manifiesta “sus deseos de año nuevo"..

Cubana de Cuba:
.Dos o tres veces fuera de mis fronteras geográficas y espirituales he escuchado esa frase. La última: aeropuerto de Panamá, incómodos asientos de la línea Copa, huracán por medio arrancando el Malecón e inundando el teatro Carlos Marx, impidiendo además el regreso de los aviones destino Miami y destino Habana. A pesar de que expliqué allí que Cubanos de Cuba somos todos los que nacimos aquí, los "cubanos de Cuba" una vez más tuvimos que entregar el pasaporte y fuimos custodiados, como si todos los cubanos de Cuba quisiéramos vivir en cualquier sitio / tienda / parque / desastre. Entretanto, los "otros" cubanos de Cuba se preocupaban por sus pajaritos y duendes de jardín, máxima expresión de la pérdida para algunos.
Así que hoy, en este día en que creemos que todo es posible, porque quedan 365 días para cualquier sueño, esta Cubana de Cuba, desea de corazón, fuera del circo, la hipocresía, las blogueras/bloqueras, los
parques donde no se sienta nadie, las fincas improductivas y tanta carretera virtual desperdiciada, que te unas al sueño común que sí es posible, que no necesita pasaportes ni fronteras..Mucho de luz para la oscuridad. Mucho de sombra para la falsa luz.
Mañana será otro día, y quedan poco menos de 365.

martes, 12 de enero de 2010

REGRESOS / György (Georges) Ferdinandy

Publicado originalmente en La Revista del Diario (01-03-2010)
.Por Luis de la Paz.

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Crónica de un regreso, el más extenso relato de libro Regresos (Isla Negra Editores, Puerto Rico, 2004), del escritor húngaro György (Georges) Ferdinandy (Budapest, 1935), es un estremecedor, patético y devastador texto, que retrata la vida de un exiliado que vuelve a su país de origen, tras varias décadas en el destierro.
Para poner en contexto ese cuento y el libro en general, hay que señalar que su autor sufrió en la adolescencia los horrores de la Segunda Guerra Mundial y la posterior instauración del comunismo en su país. Luego, en 1956, desafiante y rebelde, como ha de ser la juventud, formó parte de las revueltas populares que demandaban libertad. Aquel sueño fue aplastado brutalmente por las tropas soviéticas que invadieron Hungría. Por esas circunstancias Ferdinandy se vio forzado a partir al exilio. Vivió en Francia, España y luego en Puerto Rico donde ejerció como profesor. Estos necesarios antecedentes personales, canalizan muchas de las sutilezas y reflexiones que se leen en los cuentos de Regresos.
Ferdinandy es poseedor de una prosa impactante, que narra con minuciosos detalles lo que sucede, dándole cabida a una realidad desolada, que asimila con escalofriante serenidad y enfrenta con sutil ironía. El autor asume con naturalidad y consciencia plena, el desarraigo y la pérdida de identidad.
En el cuento Un ruiseñor dice: “Así eran tus padres. Dos extranjeros solitarios que juntaron sus vidas. Sin darse cuenta, de que esa tierra de exilio sería para ti la patria". En El novio francés, un profesor regresa a su país y se siente fuera de lugar. “Yo tenía treinta y dos años, la edad en la que los poetas cuelgan sus alas y aprenden a caminar. Fue la primera vez que me dejaron volver a casa [...] Al cabo de once años, tuve, por fin, una visa de turista para visitar mi país". En Colegas, ambientado durante la Guerra Fría, se entrelazan dos mundos antagónicos. En el relato Crónica de un regreso, el del cierre, hay un triste aviso de que no hay regreso, que el exilio marca para siempre. El personaje de este texto se reencuentra con su madre que ya tiene 90 años. Hay oraciones sobrecogedoras: “Durante mucho tiempo creí que la mayor decisión de mi vida fue abandonar mi país [...] Hoy sé que irse no es nunca difícil... La gran decisión es la de volver [...] Volver es quizás imposible”. O esta otra descripción que evoca la infancia: “Vuelvo a casa. El sol brilla, blanco, como en aquel invierno del 1945, cuando trepamos, mamá y yo, por sobre una montaña de cadáveres congelados, frente a la sinagoga”. Más adelante, recordando la invasión de 1956: “Brindamos por esos jóvenes muertos frente al Parlamento hace cuarenta años”. Con un reposado y sorprendente lenguaje que recuerda por la simplicidad en la exposición a Agota Krisftof y hasta a Imre Kertész, el Nobel húngaro, György Ferdinandy brinda un libro desolado que ha de tocar profundamente a aquellos que han vivido en el exilio. “¡A qué serviría andarse por las ramas! Cómo podría ser la obra de un autor que en su exilio, de ya cuarenta años, perdió no solamente sus compañeros y la esperanza, sino hasta sus instrumentos de trabajo, los idiomas que en su caminata trató de usar".
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Luis de la Paz: La Habana, 1956 Salió de Cuba durante los dramáticos sucesos de la embajada del Perú y el posterior éxodo del Mariel, en 1980. Desde entonces reside en Miami. Fue miembro del consejo de editores de la revista Mariel, de Nexos de difusión electrónica y editor de El ateje, publicación cibernética. Ha recibido el Premio Museo Cubano de ensayo, por un trabajo sobre Dulce María Loynaz. Ha publicado los libros de relatos: Un verano incesante (Ediciones Universal, Miami 1996) y El otro lado (Ediciones Universal, Miami, 1999), y la recopilación de textos y documentos Reinaldo Arenas, aunque anochezca (Universal, Miami, 2001). Un cuento suyo es recogido en Cuentos desde Miami (Poliedro, 2004) y en Palabras por un joven suicida (Silueta, 2006). Es columnista de Diario Las Américas en Miami.
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György (Georges) Ferdinandy: Budapest, Hungría (1935). Abandonó su país después de la Revolución del 56. Vivió en Francia donde se casó por primera vez y en España donde comenzó su aprendizaje del español. En su exilio tuvo muy variados trabajos: albañil, obrero en la fábrica Ford de Colonia, Alemania, vendedor de libros de arte. Hizo su doctorado en la Universidad de Estrasburgo y finalmente logró hacer carrera en la Universidad de Puerto Rico como profesor de 1964 al 2000. Entretanto produjo unos 50 libros que comenzaron en francés y ganaron el Premio Delduca y el Premio Literario Antoine de Saint-Exupery. Colaboró con la vanguardia húngara de París y en publicaciones del exilio. A partir de 1988, Hungría comenzó a publicar sus libros y ha recibido siete premios nacionales. Desde los años 90 comienza a trabajar la traducción de poetas contemporáneos, tanto del húngaro al español como del español al húngaro, y con la colaboración de María Teresa Reyes y del poeta Jesús Tomé, tienen dos antologías. Se le considera el único representante de la Generación del 56 en prosa.
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domingo, 10 de enero de 2010

CATORCE / XIV / 14

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León Estrada, conservaba colgando en el pecho su chapilla (36 376) de soldado en la "guerra de Angola". Pronto nos dimos cuenta de que era más que un número en la literatura cubana que se estaba escribiendo en la década de los ochenta. La vida, como una carga intolerablemente útil, y la complicidad en todo acto estrictamente poético, existencial, le encierran en un universo en que escribir es el único modo de no ser totalmente lesivo. La ironía deja de ser ácida, punzante, en tanto se asfixia en un contexto dramático en que el lenguaje nada ofrece, se limita a dejar testimonio de algo que el poeta no puede tragarse y simplemente escupe.
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.36 376 (treinta y seis mil trescientos setenta y seis) / León Estrada.Fuiste un número en la vida del polvo
no verás la media luna como siempre
esconderse del día más querido
no verás la hora del sol
que te alejó la sangre del camino
.
Ya no te dormirás a gusto
sobre el agua de ella
No te acordarás de niños y jardines
.
Ya no podrás vivir en tu rodilla
.
Ya no puedes morir de número completo
ya no pueden matar tu chapa de aluminio
ya no.
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LEÓN ESTRADA: (Santiago de Cuba, 1962) Poeta. Ha publicado diez y siete libros de poesía: El tiempo de los fieles (1988), El signo del peligro (1989), Circo de barro (1989), El tiempo de los fieles (1990), Tiempo de verano (1992), En la soberbia de un nosotros lúcido (1993), Fábula del ascensor y la nodriza (1994), Los ignorados duelos (1996), En el umbral de la herejía (1997), Seis variaciones en abril (1997), Happening (1997), Cuaderno del año de la ira (1999), Sitio de paz (1999), El sonido que muere (2000), El gato rompe el trueno (2001), Desnudo de memoria (2001) y Libro de la duda y el deseo (2002)
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Nota: Continuamos poniendo todos los domingos textos que por alguna razón tuvieron una significación especial en la década de los ochenta y en algunos de los turbios años posteriores. Para ver los post anteriores, picar en UNO / I / 1, DOS / II / 2, TRES / III / 3, CUATRO / IV / 4, CINCO / V / 5, SEIS / VI / 6, SIETE / VII / 7, OCHO / VIII / 8, NUEVE / IX / 9, DIEZ / X / 10, ONCE / XI /11, DOCE / XII / 12 y TRECE / XIII / 13
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sábado, 9 de enero de 2010

AUTOMUTILACIÓN vs. OÍDOS SORDOS

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En un mundo donde la imagen ha fundado un imperio que reina por encima del bien y el mal, de la verdad y la mentira, ocultar pareciera seguir siendo un recurso válido para la dictadura de Cuba. Una cámara fotográfica, un teléfono móvil u otro simple aparato de uso cotidiano, adquiere en los retruécanos del discurso oficial la connotación de “sofisticado medio de comunicación” y la capacidad de erigirse en un riesgo serio para la “seguridad nacional”, es decir, para la continuidad del régimen. Por eso, la imagen de un hombre que se cose la boca y se declara en huelga de hambre en protesta por los malos tratos y la violación de sus derechos en una cárcel de la isla (si pudiéramos obtenerla, pensaba hasta hace unas horas), sería un documento gráfico demoledor, capaz de inquietar a la indolente opinión pública sobre el caso de Cuba.
Hoy me he convencido de que no hay que cifrar demasiadas esperanzas. Nunca una imagen ha sido más ilustrativa de cuán inútil pareciera ser, gritar en Cuba por justicia, ante los oídos de mármol del mundo libre. Si la muerte de una pobre vieja de 81 años, la “dama de blanco” Gloria Amaya, con el cerebro anegado en sangre y el corazón estrujado de dolor, clamando solidaridad y apoyo para sus hijos presos, no es capaz de conmover a la opinión pública; si la oceánica miseria emocional, el demasiado ruido mediático, la pandémica musiquilla de Juanes y Bosé o las interminables payasadas de Bono, han aletargado y ensordecido irreversiblemente los oídos del mundo, hemos de prepararnos para vivir con la vergüenza de haber ofrendado nuestra patria y a nuestros hermanos, rehenes de su hambre de poder, a la dictadura más cruel y longeva de la historia.
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viernes, 8 de enero de 2010

NOCHE DE GÜIJES Y POESÍA (updated)

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LA MUJER DEL GÜIJE / Elvira de las Casas
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(palabras de presentación escritas para el catálogo)
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por Elena Tamargo
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En Cienfuegos, la ciudad marina donde nació Elvira de las Casas, se hablaba de güijes, porque muy cerca estaban la sierra, el Escambray, los ríos. Ella, que es muy curiosa, pronto descubrió que los güijes eran tragones, rumberos, pícaros y hasta falsos, pero sobre todo supo que eran las criaturas más volubles de la noche. Desde entonces habitan en sus cartulinas y en sus ojos, y también desde entonces ella ha querido hacer justicia y homenaje a la mujer del güije, porque nadie, por más que hay en la cultura cubana interesados en estas figuras mitológicas, ha mencionado a esta mujercita de ombligo enorme y ojos grandes y blancos como perlas. La mujer del güije es la primera exposición personal de Elvira de las Casas, que ya ha participado de muestras colectivas en España y los Estados Unidos. La técnica que la autora emplea, desde que tenía 16 años, y que la identifica plenamente, consiste en dibujos a tinta en blanco y negro. Su dibujo se destaca por la brevedad de su trazo, su línea es juguetona, se enrosca y quiebra, y sugiere una expresión que sustituye las hierbas que se levantan del papel para hacerse tangibles por sus grises, sus claros y sus rellenos oscuros que parecen saturar las figuras, conspirar con sus caras, con el misterio de su protagonista, y convertir así cada dibujo en una leyenda en sí misma, de aquellas que Samuel Feijóo recogía en los campos de Las Villas.
Algo que hace de Elvira su identidad es su concepción plástica de lo bello y lo menos bello conviviendo juntos, ese espíritu pícaro y grotesco de la tradición española de Goya y de Velázquez, pero en Elvira con la sensualidad y el atrevimiento de la figura humana distorsionada por el adorno en exceso. Hay también un efecto azaroso en el diseño de estas hembras güijes, porque Elvira utiliza un estilo con líneas fuertes que contraponen el blanco y el negro de una manera muy gráfica. La suya es una obra que se concentra en la figura humana, que sigue el camino de la metáfora y la búsqueda del rostro, como si haciéndose eco de Artaud dijera que el rostro humano no ha encontrado su cara. Deudora de la poesía, del cine y las novelas, del surrealismo de una Remedios Varo, de los orishas africanos y de las leyendas campesinas de la isla, Elvira compone sus criaturas con la fiereza de trazos libres y la fantasía y la deformación en cada detalle absurdo adicionado, pero al final, todo adquiere en el cuadro un carácter simbólico tal que como toda obra de arte, a pesar de mantener un vínculo original con la realidad, se proyecta como un fenómeno trascendental, como si de pronto las mujeres del güije se convirtieran en fetiches ante nuestra mirada, y uno hasta quisiera tener una de ellas en algún rinconcito de la casa para rezarle y encenderle una velita.

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En Kendall, en invierno, 2009
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Zu Galería y Ediciones Dos Aguas, tienen el gusto de invitarle a una Noche de Güijes y Poesía, con la apertura de la exposición de dibujos La Mujer del Güije, de Elvira de las Casas, y la presentación de la segunda edición de El Caballo de la Palabra de la poeta Elena Tamargo, ilustrado con dibujos de la artista
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Zu Galería Fine Arts
16 de enero de 2010, 8pm a 11pm
2248 SW 8th Street
Miami, FL 33135
786-443-5872
www.zugaleria.blogspot.com
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Pescando (Fishing), 2009
18" x 20" / Ink on paper
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ELENA TAMARGO: La Habana, Cuba. Poeta, académica, ensayista, Germanista y Filóloga, es Doctora en Letras Modernas. Traductora de la obra de F. Hölderlin. Premio Nacional de Poesía “Julián del Casal”, de la UNEAC, 1987. Entre sus libros de encuentran: Sobre un papel mis trenos, Habana tú, El caballo de la palabra, El año del alma, Poesía de la sombra de la memoria y Bolero, clave del corazón. Después de una estancia en Rusia y otra en México, ahora vive en Miami.
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ELVIRA DE LAS CASAS: Cienfuegos, Cuba, en 1955. Es graduada de Germanística en la Universidad de La Habana en 1981. Trabaja como editora. Ha expuesto sus dibujos en muestras colectivas en Cuba y en Miami, donde vivió 13 años. Desde hace cinco años vive en New Jersey.

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martes, 5 de enero de 2010

CITANDO II (de memoria)

. En entrevista telefónica para un programa de la radio miamense, en la tarde de ayer, el profesor y analista político Emilio Ichikawa señalaba la forma en que usualmente se subvalora “la apatía” como elemento de lo que podría denominarse oposición al régimen dentro de Cuba. Destacaba con acierto, que en los regímenes participativos como el cubano, que exigen una confirmación continuada de la lealtad y entusiasmo como prueba de comprometimiento, el simple acto de sustraerse de participar es un acto subversivo, de oposición. “Si el hedonismo hizo colapsar la civilización helénica, la apatía podría ser la causa de la caída del régimen castrista” (cito de memoria, rescatando la idea a riesgo de ser impreciso), continuó argumentando. Esta frase, casi el final de su intervención, me resulta muy útil para adentrarme en un tema que se me hace recurrente.
El “hedonismo”, en tanto entraña una actitud proactiva, un ejercicio que encarna el acto volitivo de procurarse placer o entregarse de motu propio a su ejercicio, implica consecuencias emanadas de las actividades que se han privilegiado o eludido por elección. Por el contrario, la “apatía", en tanto anhedonia o incapacidad para experimentar placer, tiene como expresión esencial la pérdida de interés o satisfacción en casi todas las actividades, con la consecuente ausencia de respuestas reactivas. En este estado, la manifestación de actos volitivos con una continuidad o consecuencia son generalmente inusuales. Coincidimos en que la apatía es un indicador de singular importancia para intentar un criterio cualitativo de la sobrevalorada “volatilidad” de la situación interna en la isla, pero nunca debe verse como un agente detonante, propiciador de esta.
La “administración de la apatía” es otra disciplina, que como la administración de la rebeldía, la marginalidad, la miseria o elucubración estética o artística, el régimen se apresura a instrumentar y perfeccionar con su probada meticulosidad científica. En la nada, nada existe, ni siquiera en estado latente. En tal sentido es significativa la “atención personalizada” que han dedicado los órganos de inteligencia a cada una de las manifestaciones individuales o sociales de “empatía", en tanto elementos unificadores de grupos e intereses. La agresiva política de acoso a las “damas de blanco”, los periodistas y blogueros independientes, grupos de orientación religiosa, como el nucleado alrededor de la revista “Vitral”, o proyectos socioculturales como “Omni Zona Franca", nos da una señal inequívoca de que es allí donde podrían estar agotándose los licores de la bacanal castrista.
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domingo, 3 de enero de 2010

TRECE / XIII / 13

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Emilio García Montiel, sin esfuerzo aparente, ha puesto la piedra clave en más de un arco de la poesía cubana contemporánea. Sus versos, sin romper abiertamente con el coloquialismo, se centran en ambientes fundamentalmente urbanos que trasciende en la medida que da una dimensión universal a temas circunstanciales. Quizás sea este texto uno de los mas conocidos del autor, y a su vez uno de los más citados para sustentar la actitud ante el lenguaje y el estado de tensión que caracterizó la estética de la época y la relación de sus contemporáneos con la realidad inmediata.
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ENTRENAMIENTO EN ALTURA
.A veces voy a los stadiums sólo por tomar aire.
El stadium es un gran respiradero en la ciudad podrida.
En la ciudad de las columnas sórdidas, de los lentos
......................../portales oscuros.
Entre el cansancio de un hombre que no puede llegar
......................../y el letargo de un mundo que no quiere salir.
Entre el polvo, el calor y la sed como en una película de guerra.
Entre las calles enfangadas como en una película de
......................../corrupción moral.
Desde las casas, el cielo es dulcemente azul.
Desde los barcos, una nube grisosa que se enreda en el aire.
Bajo esa nube somos demasiado felices.
Bajo esa nube pensamos: la ciudad.
Pero al final decimos: parque, polvorón, iglesia, ayuntamiento.
Ya no hay frescor posible.
A veces voy a los stadiums sólo por tomar aire.
En un stadium no se juega el destino del país, pero sí
......................./su nostalgia.
O más bien la nostalgia de esta ciudad podrida.
Remendada con boleros y con tristes anuncios que ya no
......................./significan nada.
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EMILIO GARCÍA MONTIEL: (La Habana, 1962) Poeta, ensayista y crítico de arte. Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de La Habana, es Doctor en Historia de la Arquitectura por la Universidad de Tokyo. Se tituló de Maestro en Estudios de Asia y África, especialidad Japón, en El Colegio de México. Ha impartido cursos en El Colegio de México, el Instituto Tecnológico de Monterrey, la Universidad de Waseda (Tokyo), y la Universidad de La Habana, entre otras instituciones. Realizó estancias de investigación en Japón, donde además vivió 4 años. Sus temas de investigación se centran en la cultura urbana japonesa moderna, el arte japonés moderno y contemporáneo, y la visualidad japonesa actual. Actualmente es profesor en el Tec de Monterrey, el Colegio México y el Centro de Arte Mexicano. Ha publicado tres libros de poesía: Squeeze play (1987), Premio 13 de Marzo´86, Cartas desde Rusia (1989) y El encanto perdido de la fidelidad (1991); así como el ensayo Muerte y Resurrección de Tokio (1988).
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Nota: Continuamos poniendo todos los domingos textos que por alguna razón tuvieron una significación especial en la década de los ochenta y en algunos de los turbios años posteriores. Para ver los post anteriores, picar en UNO / I / 1, DOS / II / 2, TRES / III / 3, CUATRO / IV / 4, CINCO / V / 5, SEIS / VI / 6, SIETE / VII / 7, OCHO / VIII / 8, NUEVE / IX / 9, DIEZ / X / 10, ONCE / XI /11 y DOCE / XII / 12
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sábado, 2 de enero de 2010

CANCIÓN SIN SENTIDO

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Más allá del mar, de la memoria
......flota como un cuerpo, hinchado ya de muerte,
......el cadáver tórrido de la infancia,
......la isla de las luces amarillas, del cielo
......oscuro, aún de azul teñido, de silencio.
Ten firme la cuerda, firme más que las palabras,
......tenla.
.El mar puede suponer cuánto has soñando allí,
......ver su silueta de cadáver recortada en lo oscuro
......y poner un pié en su costillar.
.Cominos frutas y cantamos entre risas
......canciones sin sentido: la mar astaba sarana,
......sarana astaba…

Guardamos nuestro primer secreto
......bajo una montaña de piedras pulidas por la aguas,
......bajo un motón de papeles, bajo una lista
......de palabras o de números, siempre
......bajo una aplastante cantidad de cosas perecibles
......que nada pueden ocultar.
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La canción que era buena para dejar de llorar,
......para no tener que decir nada: le mer estebe… recuerdas
......serene esteve le mer..., puedes decir
......que no recuerdas
......y yo sabré entenderlo.
Lo mor… cantemos otra vez;
......sorono ostobo… acércate
......para que podamos ver desde una misma ventana,
......desde un mismo temor,
......como ha cambiado el paisaje,
......como lo oscuro, la noche,
......puede cambiar lo negro por lo negro.

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