domingo, 28 de marzo de 2010

VEINTE Y CUATRO / XXIV / 24

.El presentimiento de necesarias rupturas anidaba ya en su poesía, cuando el discurso generacional apenas empezaba a solidificarse y dar sus mejores libros. Estos texto de Armando Suárez Cobián, que presagiaban los intentos posteriores de tentar la novedad castrados en cierta medida por esa voluntad expresa, eran tal vez el discurso que encarnaba la continuidad de la lírica cubana y se insertaba naturalmente en su entorno generacional, no sin cierta inquietud expectante.
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NOTA SOBRE ELLA
.dice que no es la sombra sino
un ser oscuro que la sigue y la sigue y la
……obsesiona
que no es el cuerpo sino ese mismo ser
que la posee y la hace temblar y desnudarse
tenderse como un puente para que la
……transiten.
dice que no es la luz
que cuando está escondida y no hay sombra
el mismo ser la sigue y la hace temblar y
……desnudarse
y tenderse como un puente para que la
……transiten.
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los caminos se abren con los ojos
los ciegos lo hacen con las manos
con los ojos crean la noche.
mis caminos se hacen cuando sueño
no en la noche creada por los ciegos
sino en la noche creada
para que los ciegos hicieran el camino con las manos.
yo trato de pintar los sueños del camino
que se abre ante tus ojos. con mis manos.
con las manos del ciego toco tu cuerpo
con mis ojos sueño otros caminos
que se abren cuando te toco
no con las manos del ciego
sino ciego ante tu cuerpo
en la noche creada por nosotros.
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PSICALGIA.calor y nada más. es el verano continuo.
.una mirada que se vuelve te aproxima.
esto se alarga y se alarga
y yo me identifico menos con el mejor.
.calor y nada más. es el verano continuo.
.mis amigos corren se le vuelven los ojos
pero ninguno me aproxima.
esto se alarga y se alarga
y yo me identifico menos con el mejor.
.aquí abajo. calor y nada más. es el verano continuo.
.mis amigos se dilatan. se caen? se le mueren los ojos? se delatan
.yo me vuelvo pero nada me aproxima
cada vez me identifico menos con el mejor
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ARMANDO SUÁREZ COBIÁN: (Cuba, 1957) Cursó estudios de pedagogía en la especialidad de español y literatura en el instituto superior pedagógico “Enrique José Varona”, y de edición de cine en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC). En 1986 publicó un cuaderno de poesía titulado Corre ve y dile (Habana, Ediciones Extramuros, 1986). En 1987 su poemario Naranjas en la boca del tigre recibió mención de poesía en el concurso "David". Sus poemas han sido traducidos al francés, inglés, italiano y alemán y han sido incluidos en las siguientes antologías: Poesía viva (Habana, Ediciones Extramuros 1987) y Retrato de grupo (Habana, Editorial Letras Cubanas 1989).
Ha colaborado además en varias películas incluyendo The Modern Method (Juan Carlos Alom, 1998), y Before Night Falls (Julian Schnabel, 1999), Sin Embargo (Judith Grey, 2000), Semana Santa (Pepé Danquart, 2000) y Guerrilla (Steven Soderbergh, 2008). The Cuban Artist Fund le otorgó una beca en 2004 por la novela Nueva York no eres tú (en proceso de escritura) y en 2002 por la novela Las mujeres que he sido. Reside en Brooklyn, Nueva York, donde además de escribir trabaja como traductor y editor freelance.
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Nota: Continuamos poniendo todos los domingos textos que por alguna razón tuvieron una significación especial en la década de los ochenta y en algunos de los turbios años posteriores. Para ver los post anteriores, picar en la etiqueta 80 X OCHENTA.
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viernes, 26 de marzo de 2010

100 K cubanos

¿Alguien dijo imposible?
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Foto cortesía de Vanessa Alonso.
Fotorreportaje completo en Gaspar, El Lugareño.
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miércoles, 24 de marzo de 2010

EL JARDÍN DE MIS RECUERDOS O LA CASI TOTALIDAD

Por Félix Luis Viera..

Esta obra de Roberto A. Solera resulta inclasificable: un catauro de sumo valor donde se transportan –con neutralidad que convence, con equidad cuando se analizan este y el otro bando– hechos históricos reexaminados con suma precisión; las enjundias del ser cubano; los avatares de la República; las vueltas que ha dado, a veces azar de por medio, la sociedad cubana desde su nacimiento hasta el presente más cercano. Es un libro que deberían leer todos los cubanos, incluidos aquellos que piensan que ya lo saben todo sobre la historia de su país. Es un libro para leer despacio; es una obra recurrente, de cabecera, que exige recapitulación en una y otra de sus páginas. En fin, un libro de consulta.
Cuba entraba en una época de democracia representativa en diciembre de 1940 que duraría hasta el nefasto 10 de marzo de 1952.
Memorias, ensayos, autobiografía, crónica de época, historiografía, artículos periodísticos se intercalan, o mejor decir se sueldan de manera diestra, en un todo armónico, en El jardín de mis recuerdos. Pienso que no pocos de los planos de este libro tienen como fuente las anotaciones del autor durante decenios, de lo contrario no me explicaría que se relatara un hecho de nuestro devenir épico o de lo cotidiano –que incluye lo político, lo artístico, lo social, aun lo que al deporte se refiere– con semejante lujo de detalles (detalles de indudable valor que sólo el autor vería en su momento y, que de no ser por su pasión de cronista, los hubiéramos perdido para siempre) que, en verdad, unos nos estremecen, otros nos hacen reír o reflexionar, y todos irán a las arcas de la idiosincrasia de nuestra Isla.
Como el dinero no abundaba, llevábamos a la bodega papel periódico que el bodeguero pesaba y que luego utilizaría para envolver los “mandados” y sacábamos diez o quince centavos que nos servían para entrar al Almendares.
Así, aquellos buscadores de datos o simplemente los que quieren saber de dónde vinimos, qué hicieron nuestros antepasados o aun lo que han hecho nuestros contemporáneos en las diversas facetas de la historia patria, y de la historia del cubano común, se dará gusto con El jardín de mis recuerdos, que por demás está escrito de forma directa, clara, sin que sea menester un basamento de instrucción específico para metabolizar esta o aquella de las vertientes que expone.
Los lectores, claro, somos subjetivos, porque subjetivos somos los seres humanos. Para el que suscribe han sido de mucha utilidad los segmentos referidos al devenir de lo que podríamos llamar la “historia política” de la nación cubana; confieso que sobre este tema he aprendido mucho más de lo que esperaba de un libro de corte semejante. Aquí, en este plano de la obra, es donde mejor se puede apreciar la neutralidad y equidad que citaba al inicio de estas líneas. Solera no toma partido, no cae en lo pueril; analiza y expone, claro, desde su punto de vista, pero de ningún modo carga la mano injustamente hacia uno u otro lado de la balanza.
Siempre es bueno echarle una mirada a la casa del enemigo, aunque éste desgraciadamente, sea de la misma sangre y afortunadamente milite en el campo contrario.
Hacia el final de la obra, el autor incluye –sin dejar de intercalar, como viene haciendo a lo largo del libro, sus apreciaciones individuales sobre lo cotidiano ontológico– una serie de artículos, crónicas, apuntes que punzan sobre los aconteceres vinculados con los despropósitos de la dictadura cubana, así como de los hechos más destacables de ésta allende la frontera patria. Debo suponer que estos artículos no fueron reeditados para ser incluidos en el libro; así, queda claro que el autor, desde siempre, se ha preocupado por la objetividad dejando a un lado la pasión que a veces nos hace olvidarnos de que estamos escribiendo para exponer con suficientes elementos de juicio, no para anatemizar guiados por rencores que, si bien tienen una justificación, pueden obnubilarnos y, de este modo, hacer que perdamos profundidad en la interpretación de los hechos.
Convoco a leer esta obra –publicada por Término Editorial y que merecería un mejor cuidado en su factura–, despacio, como decía al inicio, o más bien rumiando en cada una de sus 429 páginas. Luego, verá el lector que no es un libro para olvidar en el librero, a él tendrá que recurrir cada vez que quiera indagar sobre el devenir de Cuba y de los cubanos.
“…Hoy muchos años después vuelvo a ver los flamboyanes y su belleza indescriptible me hace sentir la felicidad al observarla, y hallar a mis viejos amigos, nunca olvidados, ¡siempre en la memoria!”.
Félix Luis Viera: (Santa Clara, 1945) Poeta, cuentista y novelista. Ha publicado los poemarios: Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia (Premio David de Poesía de la Uneac, 1976), Prefiero los que cantan (1988), Cada día muero 24 horas (1990), Y me han dolido los cuchillos (1991), Poemas de amor y de olvido (1994) y La que se fue (2008); los libros de cuento: Las llamas en el cielo (1983), En el nombre del hijo (Premio de la Crítica 1983 y 1986) y Precio del amor (1990); las novelas Con tu vestido blanco (Premio Nacional de Novela de la UNEAC 1987 y Premio de la Crítica 1988), Serás comunista, pero te quiero (1995), Un ciervo herido (2003) y la novela corta Inglaterra Hernández (1997, 2002, 2006 y 2008) Actualmente es ciudadano mexicano.
Foto: Delio Regueral.
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martes, 23 de marzo de 2010

POETA (y otros poemas) / Ena Columbié

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POETA.Iluminado sofista….pertinaz asesino de las estaciones
que solitario anda con su reclusión a cuesta.
El destierro es la celda voluptuosa y sosegada
donde el misántropo se regodea en su eufonía.
.El poeta transgrede los caminos….los cuerpos
con éxtasis frívolo se ciñe la nostalgia
sofocando las voces que se brindan.
Sólo escucha la voz de Dios
que le exige abrir las puertas a las revelaciones.
.Todo lo posee….y diabólico….todo lo desecha
arrojándolo a la plebe hambrienta
y se desdobla carcajeado burlando la ignorancia.
La fiebre añil le envenena el disfrute….tose
Escupe….piensa….y ya trémulo
se derrumba de abulia y semejanza.
.Verdugo y sabio abraza la demencia
sacrificando las ponzoñas del amor….de la cordura
y las culpas que enraman la palabra.
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.DULCE...............Guardé la luz y se extinguió en lo oscuro..En el cálido retiro del caserón
mandrágoras y cardos la acompañan
en su eterno discurrir.
Escudriñando el verso inatrapable
el de la eternidad y el hastío
alza vuelo robándole aliento al aura
que es alba y brazas de mar en la memoria.
Dócil la mano se libera y corre jadeante revolotea
sin fronteras de paredes ni palabras ralas.
El sendero agreste del verso útil llega con la luz
rendijas....postigos....aromas de mar y enredaderas
también llegan con las sombras.
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.....................Dulce María Loynaz

.MAYA
...............A Maya Islas
.La Serpiente
Emplumada de colores penetró a la luz y a las aguas.
Gritando piedras mágicas y palabras míticas
entró como única tripulante
y su cuerpo se hizo rosca de la vida.
Cesaron todos los ecos de la noche, del río
y un solo de violín evocando el nacimiento del hombre
fue testigo de su transformación en la hojarasca.
.Crótalo cambió la piel por tinta y sal
y le creció una mano
y le creció un ojo astral y parabólico
haciendo brillar el Alba ardiente.
Y le crecieron palmas verdísimas
y se reinventó Islas fuego pan y zarza.
.Mujer luz….inesperada vibración
los hombres se alejan tienen pavor a la verdad
y a los pájaros de Huidobro que te habitan.
Cruza el pontón con gasas blancas y vente
te falta todavía construir el infinito.
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Fotos de la serie Poeta / LaPitu
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Ena Columbié: (Guantánamo, Cuba) Poeta, ensayista, narradora y artista. Licenciada en Filología. Ha publicado los libros: Dos cuentos (1987), El Exégeta (1995), Ripios y Epigramas (2001) y Ripios (2006) y ha sido incluida en las antologías: Lenguas Recurrentes (1982), Lauros (1989), Epigramas (1994), Muestra Siglo XXI de la poesía en español (2005), La Mujer Rota (2008). Dirige la editorial, Ediciones EntreRíos. Ha colaborado como editora en la editorial La Araña pelúa de París y en las revistas La Polymita, La Peregrina Magazine y Decir del Agua entre otras, así como en diversos proyectos privados independientes.
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lunes, 22 de marzo de 2010

IDUNA / Centenario de José Lezama Lima


La Editorial Iduna tiene el placer de invitarles para el próximo día 25 de marzo, en Padilla's Cigars, a la presentación en Miami del libro Lezama Lima, introducción al laberinto, del poeta y ensayista cubano Roberto Méndez Martínez, y al debut del proyecto musical Rubí Ensemble.
.El libro es una colección de ensayos, resultado del trabajo investigativo de los pasados tres lustros, del poeta y ensayista camagüeyano. La edición ha sido realizada por el historiador y editor Joaquín Estrada-Montalván.
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El proyecto musical Rubí Ensemble, creado recientemente en Miami por la soprano Raquel Rubí, acompañada por el pianista Carlos Manuel Gómez y la cellista Elis Regina Ramos, es un trío de músicos cubanos con un repertorio clásico, matizado con elementos del jazz, que abarca desde la música barroca, la lírica cubana, hasta los clásicos de la música norteamericana. (rubiensemble@hotmail.com)
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Padilla's Cigar25 de marzo de 2010
8:00 pm - 11:00 pm
1501 SW 8th Street. Miami, FL
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Titulo: Lezama Lima, introducción al laberinto
Autor: Roberto Méndez Martínez
Introducción: Heriberto Hernández Medina
Editor: Joaquín Estrada-Montalván
Diseño y Maquetación: George Riverón
Ilustración de Cubierta: Erick A. Hernández

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EDITORIAL IDUNA, MIAMI 2010

domingo, 21 de marzo de 2010

VEINTE Y CUATRO / XXIV / 24

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Sobre la presencia de Orígenes como marco referencial en la estética de los ochenta se ha hablado siempre de una manera tangencial y muchas veces repitiendo frases hechas que no revelan claves esenciales. Este texto de Rolando Sánchez Mejías es hoy considerado fundacional. Fue quizás el primer gesto reactivo de una crítica que adolece, aún hoy, de la consistencia y rigor metodológico que exige el estudio de un fenómeno de tal complejidad.
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Nota: Intervención leída en el Coloquio sobre Orígenes -Casa de las Américas, Octubre, 1994- en una mesa redonda cuyo tema central fue "Orígenes y su influencia en los nuevos escritores".
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OLVIDAR ORÍGENES
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por Rolando Sánchez Mejías
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Imaginar la República de las Letras fuera de la Historia, o dentro de la Historia, pero intocada, sería perseverar en una mala abstracción que casi toda la poesía moderna intenta borrar.
Otra ficción ha sido vincular la letra, inextricable e irreversiblemente, a la tragedia de la Historia, de donde tomaría formas expresas del dolor.
Las tentativas del retiro espiritual aún son posibles, siempre que uno sepa que se retira hacia el silencio mortificante de las palabras, heridas en la virtualidad que esperó lanzarlas hacia el infinito, ya sea en nombre de Dios, ya sea en nombre de alguna Máquina liberadora de Absoluto, ya sea en nombre de la Revolución.
Un escritor, para sobrevivir como escritor, necesita representar un papel en la República de las Letras: y así arma su escenario, que incluye el desencuentro, el equívoco, la batalla.
Pensar a Orígenes es situar a Orígenes en un escenario: ya sabemos los vaivenes que ha necesitado sufrir Orígenes, en manos de la política, en manos de la República de las Letras, para cumplir su confirmación.
La relación de un escritor con Orígenes es la relación típica que un escritor inventa, o que un escritor está forzado a tener con los fantasmas que recorren su escritura. Así, habría que tratar de pensar a Orígenes en el olvido, en acto de duelo, o con la prudencia con que alguien aleja sus fantasmas.
Decía Macedonio Fernández que al español, o se le mata o no queda ningún modo de impedir ser salvados por él. Diría lo mismo de algunos escritores de Orígenes, como diría lo mismo de Cortázar y de Borges, y de la escritura de los contemporáneos que sobreviven con la persistencia fantasmal propia de un contemporáneo.
Pero “olvidar” a Orígenes es aceptar que existen los orígenes, y como últimamente hay una lucha feroz contra la metafísica del origen, olvidar es no abolir totalmente la diferencia, firmando un pacto con el tiempo.
Y antes de señalar, de golpe, cuál ha sido la vocación de una parte de mi generación por Orígenes, creo que habría que separar la política mundanal de este grupo de su política escritural, aun sabiendo la complicidad de ambas políticas. Pero creo que un escritor debía de separarlas, aunque fuese tácticamente, porque si no caeríamos en ese error tan típico de inventarle no sé qué destino sagrado o trágico a sus escritores, midiéndolos por sus vidas y no por sus escrituras. El error inverso ha sido encontrarles a los libros su explicación directa en la locura o en las perversiones de los hombres que los escriben.
La significación de Orígenes es la significación que han podido tener algunas de sus escrituras: la posibilidad de contar con un imaginario complejo, de una apertura o conexión entre distintos órdenes de la vida, o lo que es lo mismo: un concepto de Ficción en el orden del Absoluto.
Aquel que conozca de cerca la larga y sólida tradición de realismos de la literatura cubana -realismo que hoy se disfraza preferentemente en las formas del folclor, formas que las editoriales europeas, y sobre todo las españolas alientan con fervor lascivo-, sabe de qué estamos hablando al enfatizar la importancia de una Ficción en el orden del Absoluto, aun con la cantidad peligrosa de metafísica que pueda contener dicha expresión.
En un país donde el Estado ha alentado una política cultural de escritores artesanos cuyo realismo es peor que el realismo socialista porque se enmascara detrás de los supuestos eternos de la literatura, cualquier fuga de la escritura y cualquier posibilidad de “pensar” escribiendo ha sido mirada desde la incredulidad, la incomprensión o la suspicacia, incluso por el propio gremio intelectual cubano, hoy inseparable del Estado.
Aunque los políticos cubanos no sean buenos lectores -pues un político tiene la necesidad de efectuar "malas lecturas" para hacer su labor con la realidad-, poseen el olfato capaz de intuir lo que se encuentra en las mayúsculas de Ficción Absoluta. Por eso los políticos no soportan la idea de una República de las Letras. Los políticos cubanos intuyen que Orígenes generó algunas mayúsculas trascendentalistas, y una nostalgia del “origen”, y un énfasis de la resurrección histórica, que pueden emplearse en situaciones concretas de la política.
Nunca hubo una escritura tan hermética o difícil que no haya podido ser "leída" por los imaginarios de la política. Nunca hubo Ficción Absoluta -ni siquiera la de Mallarmé- que no haya sido objeto de una intervención anticipatoria en nombre de "lo real".
La otra lección de Orígenes, derivada de su sentido total de la ficción, es la idea del Libro: del Libro como vastedad, como metáfora que encarna el mundo.
Antes de Orígenes no contábamos con dicha tradición. La tradición cubana del libro es bastante mojigata, pues una tradición de realismos nunca supone que un libro pueda ser algo más que algún simple mecanismo de paginación que tiene su doble en la realidad. Los realismos identifican la escritura con un sistema homogéneo de signos que tienen exacta correspondencia en un lugar bien delimitado con el rótulo REALIDAD. Y operan con esos signos como operaría un dentista o un cirujano con sus materiales de trabajo: extirpándolos, desechándolos, sustituyéndolos.
Es una tradición, en el mejor de los casos, del mot juste, que no encuentra otra opción para el pensamiento que un movimiento de la justicia de sus signos, de la justicia y de la "verdad" de sus signos. Y la mayoría de los escritores de Orígenes no operó con esta noción del lenguaje, pues hicieron de éste una extensión de sus cuerpos; y esa noción abierta de la escritura -a la vez moderna y romántica- tiene una importancia tremenda para escritores que quieren tener con las palabras una relación orgánica.
Muchas páginas de Virgilio Piñera y de Lezama Lima dan la impresión de no estar bien escritas, de que el escritor pudo haber hecho un esfuerzo suplementario. Y es que sus palabras buscaban una suerte de zoographiqué, de escritura o de huella de sus cuerpos.
Es como si esas escrituras nos hubieran dejado una materia protoplasmática desde la cual es posible continuar escribiendo. No me refiero a la idea de un Gran Texto o de un Libro Primordial que Orígenes pudo escribir o que si no llegó a escribirlo enteramente hoy podríamos completarlo, como refieren algunos exasperados defensores de la grandilocuencia origenista en Cuba, que oponen al “realismo artesanal” una lírica redentora. Me refiero a los fragmentos que uno podría articular, de las singularidades que uno podría aprehender en relación activa con dichas escrituras.
Si algo hay que reprocharles a los escritores de Orígenes es no haber torcido más todavía su idea de la escritura y su idea del libro: algo los mantuvo en el círculo mágico de una metafísica del libro. Tal vez dudaron demasiado de la vanguardia, de una dinámica de la escritura más abierta a los espacios y los márgenes. No digo que tuvieran que reproducir "las puntuales reacciones nerviosas propias de los literatos" (W. Benjamín). Pienso mejor en las posibilidades que vio Lezama en el coup de dés de Mallarmé, posibilidades que Lezama no supo o no le interesó articular a la dinámica abierta de los espacios modernos.
Otro principio vital de Orígenes fue la lectura como red extensa del escritor. Quizás aquí radique la extraña contemporaneidad de Orígenes: un sentido del mundo y de la experiencia del mundo cifrados en la lectura y no en el Gran Viaje Moderno o en las aventuras y avatares físicos del cuerpo. Lezama fue un inusual explorador de bibliotecas. A través de las lecturas movilizó zonas completas de la cultura y las hizo mutar en condensaciones regidas por la imagen. A diferencia de Pound o de Eliot, Lezama no parece trabajar con las ruinas de la Historia. Lezama está más cerca de Walter Benjamín: ambos esperaban que desde algún punto de la Historia brotaría una fulguración redentora de toda la extensión del tiempo. Si hay una sublimidad lezamiana, habría que encontrarla en la dificultad de avanzar en una dirección resistente y no en una extensión donde el metafísico pondría en juego el "poema de la mente".
Y vamos a detenernos un momento, porque creo que aquí radica uno de los problemas actuales que un poeta debe resolver si sabe que cuenta con extensiones de distinta naturaleza: una extensión que se puebla al paso de una imagen lanzada en pos de la resurrección, o una extensión como prolongación de la mente. Hay poetas que deciden la no existencia de extensiones tan sublimes. Pero son poetas que, por lo general, contraen con el mundo una relación pacífica. La Modernidad literaria produjo topografías teratológicas, pues lo moderno tal vez sea una paradoja temporal y no un corte preciso del tiempo: paradoja resultante de vectores de naturaleza diferente y hasta contradictoria. Lezama es una rara mezcla de Santo Tomás con Nietzsche con Lao Tse.
Para alguien cuya experiencia vital completa haya coincidido con la experiencia política de modernidad perversa que ha sido Cuba, para alguien cuya experiencia vital haya sido decidida a favor del animal político a que han sido reducidos los hombres de este país, sabrá lo problemático de aceptar que su tiempo es la encarnación suprema de una imagen. Aquello que para Lezama y para Vitier fue un corte o fulminación o consecución de la Historia, fue para otros hombres el dolor de la historia en sus propios cuerpos. Lo que para ellos fue la cifra alquímica de la Historia, fue para otros la marca secreta y a la vez impúdica de la violencia de la historia en sus cuerpos.
Las empresas poéticas rara vez llegan a tiempo.
Es curioso como aún en las formas supremas del dolor poético no hay palabras que rediman el dolor de la realidad que miden: las intensas palabras de Paul Celan están muy lejos de los hornos crematorios. Incluso si esas palabras bastaran para revivir todos los muertos, no alcanzarían a borrar el horror que circuló entre ellas en nombre de la Historia --esa misma Historia que les concedió la forma de Poesía. Por eso toda extensión poética se vuelve sospechosa. Toda imagen avanzando por una extensión debe sentirse amenazada por los huecos negros de la Historia. Y toda mente fajada con una extensión vacía debe saber reconocer en la blancura una posibilidad del horror.
Soy consciente del nihilismo que hay detrás de estas palabras.
También de la metafísica que se revela en ellas. Pero me es difícil entender que las palabras provengan de Dios o de alguna fuente oculta o de algún conjuro de hombres pobres, como a veces quiso Orígenes.
No obstante, supimos, con Orígenes, que había un Reino de la Poesía. Un Reino que empezamos a olvidar cuando supimos que ni ellos ni nosotros habíamos llegado a tiempo: ni para el ceremonial, ni para la crítica del ceremonial.
Recuerdo los años en que los paseos y contemplaciones por las ciudades y paisajes de la isla tenían la consistencia del eterno retorno. Era un tiempo de los orígenes donde todos nos sabíamos de vuelta por el poder de las palabras: las imágenes encarnaban donde quiera: en las ruinas civiles, en los espacios muertos y sin nombre, en los soles que declinaban con el espanto de la identidad perpetua. Un buen día uno comprende que las palabras no son tan poderosas como para emprender el camino de vuelta: entonces uno se imagina en un claro del bosque descifrando no se sabe qué pasado donde uno intenta comprender por qué las palabras no son tan poderosas como para emprender el camino de vuelta: entonces uno comienza a borrar sus propias huellas, Y cuando termina, hace mutis por el foro.
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ROLANDO SÁNCHEZ MEJÍAS Nació en Holguín, Cuba, en 1959. Narrador, poeta y ensayista. Ha publicado entre otros Derivas (La Habana, 1994), Escrituras (La Habana, 1994), Cálculo de lindes (México,2000), Historias de Olmo (Siruela, 2001) y Cuaderno de Feldafing (Siruela, 2003). Su libro Historias de Olmo fue publicado en Alemania (Schöffling) en 2002. Fundó en 1993 el grupo literario Diásporas, y en 1996 la revista del mismo nombre, ambos fuera de las instituciones culturales cubanas. El grupo y la revista se proponían una revisión y renovación del canon literario cubano. Ha realizado las antologías Mapa imaginario: nuevos poetas cubanos (La Habana,1995) la cual fue retirada de la circulación por el punto de vista adoptado para la selección y el prólogo. En España publicó en la editorial Mondadori, 9 poetas cubanos del siglo XX (2000), Antología del cuento chino maravilloso (Océano, España, 2000) y Obras maestras del relato breve (Océano, España, 2002). Actualmente es profesor de narrativa en la Escuela de Letras y Humanidades del Ateneo de Barcelona, ciudad donde vive exiliado desde 1997.
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Nota: Continuamos poniendo todos los domingos textos que por alguna razón tuvieron una significación especial en la década de los ochenta y en algunos de los turbios años posteriores. Para ver los post anteriores, picar en la etiqueta 80 X OCHENTA.
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viernes, 19 de marzo de 2010

PRUEBAS DEL SUFRIMIENTO / Octavo Cerco

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"Publico esta foto con la conciencia completamente tranquila, si ellas no constaran no habría pruebas del sufrimiento al que estos seres fueron sometidos. Si no fuera por las duras fotos que los denunciaron, el Holocausto Nazi, el genocidio de Pol Pot o las torturas en la prisión de Abu Ghraib tampoco habrían existido."
................................................Claudia Cadelo
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martes, 16 de marzo de 2010

UNA PUERTA QUE OLVIDAMOS CERRAR / Manuel Sosa

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Nota: Esta crónica, a su manera esencial, de una visita suya a Miami, es uno de los regalos (aunque no lo sea del todo, porque es el pago de una apuesta, recuerdan) más valiosos que he recibido hoy. Gracias Manuel.


Para Félix Luis Viera

I
Al principio no sabíamos qué hacer con tanta inmediatez. Exilio, destierro, lo que fuera. Diáspora, decían; pero a la vez nacimiento. Teníamos el mundo en un ordenador. Larga distancia: redundancia. Nos aguardaban aquellas voces que extrañábamos, y también las que nunca habíamos escuchado. Unos dígitos, un pulsar nervioso, y ocurría el milagro. Eso sin contar el directorio que crecía en nuestro nicho virtual; sumábamos direcciones y nombres apetecibles, incluyendo adversarios, aliados que aún no habían renovado sus pactos, futuros enemigos. Era asombrosa la celeridad de los registros. ¡Se estaban yendo todos! Y cada vez crecía más la noción de un país paralelo (el país posible) que sustituyera nuestro fracaso terrenal. El dedo titubeaba, pero siempre vencía la curiosidad. A veces respondía algún dómine, otras veces los condiscípulos. Teléfono, correo electrónico, emisiones, irradiaciones. Describíamos el fragmento de patria que habíamos inventado para sobrevivir, y las coincidencias eran francamente risibles, en el mejor sentido de la palabra. Lo más sorprendente resultaba, de nuevo, la inmediatez. Antes, cuando teníamos país, era trabajoso reunirse y fraguar alianzas estéticas. Una alianza estética tenía que ser una conspiración. Pero ahora podemos (de ser necesario) recopilar firmas y lograr adhesiones desde cualquier confín. Sin embargo, al cabo del tiempo nos acostumbramos a la idea; inventamos pretextos para no actualizar los directorios, la indolencia aparece cada mañana en el espejo, y volvemos al destierro original: el monólogo. La idea de la proximidad se adormece en nuestra conciencia. Podemos decir: “será mañana” sin remordimientos. La comunicación se ha convertido en otro deber, algo que cumplimos una vez al año: diplomacia, astucia.

II
Antes de salir palpamos la maleta, la abrimos y la revisamos con desconfianza. Siempre se queda algo: sobre la mesa, la cama. O si no, una puerta sin el cerrojo. Cuando andamos de paso por otras ciudades nos acompaña un sobresalto inexplicable, el mismo que nos hace escudriñar maletas y volver sobre nuestros pasos. Si será exilio o destierro, o viaje temporal: algo falta. Hace unos meses logramos reunirnos varios amigos. Yo disimulaba mi regocijo como podía. Este oficio de rescatar términos. “Reunión”, por ejemplo. Una ciudad tan vilipendiada, (defenderla es de mal gusto, me dicen) y que sirve como punto de confluencias… ¿Otra contradicción más retórica que verificable? Nos habíamos citado, para hablar y evocar, y yo disimulando mi deleite, porque comprobaba que “reunirnos” era derrotar a los hados que antes nos convirtieron en piezas intercambiables. El tablero que dispuso alguna tiranía. Debíamos estar dando testimonio en otro lugar, cada cual puliendo su monólogo, y no era así. Esa noche nos reíamos del maleficio. Aquella cita era circunstancial, marcada por la brevedad… Quizás le pasamos por encima a cosas esenciales, pero juro que durante un par de horas la tiranía cedió y fue menos opresiva. Sabiendo que no alcanzaría el tiempo, dejé varias preguntas para la otra ocasión, quién sabe cuándo. “No es saludable agotar la agenda del reencuentro”, me dictaba la voz del juicio. Siguiendo el ritual, descuidamos el equipaje, olvidamos asegurar las ventanas. No importa dónde estemos, nos obligamos a dejar cosas pendientes, como pretexto para deshacer las maletas, aunque tengamos la certeza de que nada falta. Por mucha placidez que ostentemos, seguiremos despertando con sobresalto, creyendo haber escuchado el batir de una puerta, tarde en la noche, una puerta que olvidamos cerrar..

domingo, 14 de marzo de 2010

VEINTE Y TRES / XXIII / 23

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ALBIS TORRES (20 de marzo de 1947 / 15 de marzo del 2004)
No quería dejar de escribir esta semana sobre esta mujer. Su modo de estar sin que puedas decir que la has visto o que dijo esto o aquello. Su andar subterráneo por todo un período importante de la segunda mitad del siglo XX cubano, su aporte fundamental en la consolidación de una sensibilidad que diera unidad y coherencia a toda una generación. Ese desvelo suyo por poner la riqueza de nuestra tradición musical en la mesa precaria de cada cubano. Esa pregunta esencial, “qué diría de todos por mi culpa”, que la hizo hacerse enorme, gravitante, sin abandonar su “silla de oficina”, enclavada en el corazón infartado de un país. Pero no puedo decir nada que Sigfredo no haya dicho mejor.
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..DORMIDA SOBRE LA DICHA .Por Sigfredo Ariel
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Hace veinte años Albis Torres está sentada en una silla de oficina, mirando al objetivo de la cámara (mirándonos) con su linda cara burlona. Unos datos breves bajo la fotografía la describen de manera somera. En la página de al lado unos poemas: “Mamá está en el balcón”, “Ciencia ficción”, “Cocosí”… hablan acerca de ella más y mejor. Yo la había conocido fugazmente un par de años atrás, en Topes de Collantes; la había leído un poco antes en Breaking the Silences, aquella antología de escritoras cubanas que preparó Margaret Randall en el 76 o en una fecha cercana a ese año. Ahora (1985) coincidíamos en Usted es la culpable, con Reina María, Novás, Soleida, Marylin, Escobar, Osvaldo, Víctor, Bladimir, Lorente, Larrea, Codina… Formamos una especie de familia, me dice, y ya sabes, uno no escoge a sus parientes.
En aquellos años no había muchos refugios para los poetas, músicos y pintores jóvenes, gente errante y enamoradiza de los años 80. El más gregario y democrático se situaba en la casa que tenía Albis Torres en la calle Jovellar. En aquella sala diminuta nos conocimos muchos y estuvimos conversando (o discutiendo) a lo largo de siglos. Nos animaba a veces el nebuloso espíritu de “la venganza de Ceaucescu”, espécimen de vino tinto que cobraba muy alto al amanecer la locuacidad de la alta noche. Oíamos a la Burke y a Génesis, Pink Floyd, Ma Rainey, Afrocuba, Barroso, y a unos grupos alternativos ingleses, finlandeses o nigerianos que albergaban los casetes de Atilio Caballero y de los que nadie, salvo él, se acuerda, pero que conocieron instantes gloriosos en la reproductora aquella, instalada sobre la nevera mínima.
Por Jovellar número 111 pasaban también actores y actrices, productores, locutores de la radio, guionistas y directores de cine. Algunos artistas de mucho nombre iban a parar también, inevitablemente, al gran sofá Gollum sobre el cual dormimos algunos afortunados peregrinos, y se platicó sobre todos los asuntos posibles. Wendy Guerra ha escrito un hermoso poema sobre aquellas noches y una crónica y quién sabe si una novela.
Albis-imán, Albis-comedia-drama-sainete, Albis-poeta finísima, Albis-toda la música. Su amigo predilecto era Lázaro Sarmiento: “el mejor de todos nosotros”, nos decía a los demás, como si nos importara, porque al fin y al cabo nos alcanzaba con la cuota de su atención que nos tocaba, fuera un plato de arroz con almejas o la consulta sentimental o profesional, con su respuesta siempre imaginativa al sucesivo, más bien constante, ¿qué tú crees que haga, Albis?
Cuando necesitaba un abogado en las alturas, le rogaba al fantasma de Machito para que intercediera en un asunto irresoluble, como mejorar los parvos resultados académicos de Wendy. Si añoraba un lugar que visitar en el mundo, dividía su deseo entre Angkor y Florencia, y en su fonógrafo íntimo convivían Moraima Secada y Bob Dylan en apasionado maridaje. Se emocionaba con los versos de Walter de la Mare, Gastón Baquero ¿banense como ella? y Allen Tate, entre otros incontables. Creo que su galán imaginario fue Fayad Jamís, profesor suyo de pintura en los primeros años 60, en Cubanacán, con Rigol y Antonia Eiriz.
Me resulta extraño contar cosas de Albis en tiempo pasado, también de Fayad o Pepe Rodríguez Feo, que se marcharon de uno para siempre, igual que de otros amigos míos que ahora andan dispersos por el mundo: Damaris, Tosca, María Elena, Emilio, no sé cuántos más. Albis sentía vivamente sus huecos de ausencia particulares. Casi todos los días mencionaba a personas que echaba de menos y de las que apenas recibía noticias. A la vez detestaba lo que llamaba “encuentros con el pasado”, pues su nostalgia no era de un tiempo anterior, la bobería de la anécdota vieja, sino de la cercanía en el hoy y ahora de la gente semejante, del afín, del equivalente, incluso del antagonista o el revés. Ahora es que vengo a comprenderla, igual que a su poesía, que me revela hoy relieves que antes no había logrado advertir.
El número de la revista Matanzas dedicado a Marta Valdés* incluye un poema suyo: “Imagen de mujer desnuda dormida sobre un potro”. Permiso para un leve sobresalto (Lezama dixit) ahora que Albis se nos aparece.
Dócil bajo su carga
el potro ni ladea los costados
no sea que se caiga
y de repente rompa
como el cristal del agua con su hocico
este encantamiento.
Busco los poemas que me dio una tarde “porque si los dejas conmigo los voy a cambiar y cambiar hasta desgraciarlos”. Reconozco los tipos de la misma máquina de escribir: tanque de guerra alemán con que escribía libretos para la radiodifusión ingrata con la que siempre o casi siempre estaba en deuda, pues, aunque concibiera y realizara programas y programas espléndidos ¿Palabras contra el olvido?, los agentes del aire siempre quieren, exigen más y, a cambio, dan un mínimo que apenas da para el sustento cotidiano, la electricidad, el agua, el gas, la latica de almejas.
Me han contado a Europa.
Una y otra vez los buenos peregrinos
la sustraen de la noche nevada.
mis queridos indianos
entre cenas
frugales y tazas de café amargo
la deslizan ante mí
dibujada en una servilleta
allá en París o Rótterdam
o en la Praga antigua.
Ellos vieron al Giotto de mi alma
y al enorme joyán de Brunelleschi
contra el cielo de la sin par Florencia.
Europa ya me sabe a café amargo
y a comidas frugales.
Confieso tener un mapa de Pompeya
y una foto autografiada de Harold Lloyd
que me parece fiable.
Muchas veces, durante muchos años
me contaron a Europa
mientras las cariátides perdían mansamente
las narices.
Toda su obra ocuparía un volumen de modesta extensión. Rompió mucho, desechó, destruyó sus originales. Publicó pocos poemas, siempre movida por un encargo, el pedido de un antologador o alguien de una revista. Procuraba estar atenta a las noticias de la radio y la televisión, que interpretaba luego muy a su manera. Su mirada no estaba centrada en lo temporal, sino en los espacios y la historia de la gente, el tiempo pasaba sin que lo advirtiera. Siempre dejó para luego el reunir su poesía; en realidad, creo que no dio una sola página suya por terminada. Se sentía contemporánea de todo el mundo, por eso lograba entenderse con caracteres disímiles de todas las generaciones. Sus poemas están mezclados con la historia de Cuba, con su familia, real o fantasmagórica, la actualidad de sus amigos y con algunos puntos de su particular mapa del planeta, que era francamente albiscentrista.
Hay mitos que nadie ha fabulado,
mitos como universos que habitan
en los seres humildes.
El mío son las olas y un hombre
que las vio diligentes hacer y deshacer,
el paisaje lunar de las Galápagos
y un hombre que no cruzó el océano
e imaginó, mil veces veinte, un viaje
sin riberas.
Mi país es ese instante único
que ahora mismo sucede en todas partes,
orillas de la tierra,
lugares a los que no sé ir
ni puedo, y llego sin embargo.
Amo esa alquimia de olas y pacientes orillas.
No hay mejor patria
ni asta en que poner
bandera alguna.
Amaba la novela gótica, a Bela Lugosi, al libro de Ezequiel, la gran poesía y la gran novela norteamericana del siglo veinte. Le gustaba compartir y leer en voz alta sus hallazgos. Sin embargo, creo que el nexo de comunicación que nos articuló de manera más honda fue la música, lengua común que se enriquecía de continuo. A veces aquel dialecto nuestro lleno de alusiones era ininteligible para quienes nos rodeaban. Adorábamos un tango de Gardel, titulado “Senda florida”, porque parecía encerrar nuestra particular ontología, basada en “las armonías de una dicha singular”. A los boleros que cantaba Vicentico Valdés en nuestra retentiva ¿cientos de ellos? se sumaban un buen día letras de Charly García, un guaguancó de Santos Ramírez (“perdió su barco Colón víctima de un terremoto”), la fase encantada de algún lied, la manera en que alguien (Sarah Vaugham) interpretaba a Lennon-McCartney. Descubrimos juntos muchos mediterráneos y mucho navegamos en ellos. Por no lograr penetrar en nuestra jerga hubo quien llegó a odiar el dueto que formamos.
Albis rendía culto a la memoria viva de todas las cosas, canción o película remotas, una tarde junto a Eliseo Diego que con el tiempo ganaba cada vez nuevos matices e interpretaciones, el Banes de su infancia en el colegio cuáquero, el sabor verdadero de una fruta “que ya no sabe igual” y que en su delicadeza refugiaba su única, indefectible calidad. Por eso resultó tan absurdo que sus recuerdos se confundieran hasta disolverse en un limbo de mutismo en sus últimos años. No sé si porque barruntó su final, creía firmemente en la existencia de una dimensión que acompaña la nuestra, un espacio sin espacio donde no hay pérdidas, melancolía ni evocación, sólo lucidez en medio de las armonías de aquella dicha singular a la que aspiró siempre.
Por ahora
Dejémosla
no sea que la blanda dejadez de sus espaldas
nos diga que está muerta
o que de pronto
sepamos el color de su mirada
y ya no sea más
una mujer dormida sobre un potro.
*Revista Matanzas. Año VI, Números 2 y 3, mayo-diciembre, 2005.
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Nota: Continuamos poniendo todos los domingos textos que por alguna razón tuvieron una significación especial en la década de los ochenta y en algunos de los turbios años posteriores. Para ver los post anteriores, picar en la etiqueta 80 X OCHENTA.
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jueves, 11 de marzo de 2010

POEMAS NO INCLUIDOS EN LIBRO II / Félix Luis Viera

.DOBLEMIRA.Me senté a mi puerta
para ver pasar el cadáver de mi enemigo.
Mi enemigo
se sentó a su puerta
para ver pasar el cadáver de su enemigo.
(23 de febrero de 1993)
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POR AMBOS BANDOS CONDENADO
.Vendrán a buscarte en la noche cerrada.
Tumbarán tu puerta, te sacarán
manos arriba delante de los tuyos.
Tus pasos vacilarán como los de todo el
que marcha hacia la Muerte.
Como a todo el que marcha hacia la Muerte
cruzarán unos segundos por tus ojos
fragmentos de imágenes perdidas:
aquella muchacha junto a un árbol,
una calle ancha y una niña que te espera
bajo el sol de la tarde,
tu obsesión por el Otoño (hojas
amarillas disímiles que
crujen, se rompen
bajo tu andar, aquella cerveza
en aquella boca –ambas
tan doradas como aquel Otoño– y ya
no habrá más. La noche
no tendrá bombillas y sí una luna grande
y un viento al parecer del sur
que aumentará tu miedo.
Sean quienes fuesen los vencedores, te dirán traidor:
¡traidor!,
¡a la pared!:
serás simplemente el enemigo necesario
que debe morir.
Tu miedo conocerá la inmensidad.
Escucharás las armas prepararse.
Escucharás el ruido del metal y el
de las suelas de tus verdugos rasgando
la tierra.
La descarga se escuchará hasta muy lejos
y, junto con ella, unos cuantos ojos
comenzarán a llorar tu muerte.
Sólo por éstos, intenta al menos morir como un Hombre.
(19 de abril de 1993)
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HE VISTO AL CUERVO VENIR

..........................a Carmen Sotolongo
Yo he visto al cuervo venir.
Lo he visto venir fulgiendo de negro bajo el sol de la tarde.
Lo he visto viajar directamente hacia mis ojos.
Él ha creído
que duermo
pero yo lo he visto desde su primer gesto.
Y cuando ha llegado me he abierto el pecho.
Y cuando ha llegado he abierto los ojos.
Y el cuervo ha comido de mi pecho y mis ojos
y ya no habrá quien lo salve.
(26 de agosto de 1993)
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.Félix Luis Viera: (Santa Clara, 1945) Poeta, cuentista y novelista. Ha publicado los poemarios: Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia (Premio David de Poesía de la Uneac, 1976, Ediciones Unión, Cuba), Prefiero los que cantan (1988, Ediciones Unión, Cuba), Cada día muero 24 horas (1990, Editorial Letras Cubanas), Y me han dolido los cuchillos (1991, Editorial Capiro, Cuba), Poemas de amor y de olvido (1994, Editorial Capiro, Cuba) y La que se fue (2008, Red de los Poetas salvajes, México); los libros de cuento: Las llamas en el cielo (1983, Ediciones Unión, Cuba), En el nombre del hijo (Premio de la Crítica 1983. Editorial Letras Cubanas. Reedición 1986. ) y Precio del amor (1990, Editorial Letras Cubanas); las novelas Con tu vestido blanco (Premio Nacional de Novela de la UNEAC 1987 y Premio de la Crítica 1988. Ediciones Unión, Cuba), Serás comunista, pero te quiero (1995, Ediciones Unión, Cuba), Un ciervo herido (Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2003) y la novela corta Inglaterra Hernández (Ediciones Universidad Veracruzana, 1997. Reediciones 2002, 2006 y 2008, Edizoni Il Flogio, Italia.) Su más reciente novela, Un ciervo herido –que aborda el tema de las Umap, eufemísticamente llamadas Unidades Militares de Ayuda a la Producción y, en realidad, campos de trabajos forzados establecidos en Cuba en la década de 1960–, ha sido traducida al italiano por la editorial L´Ancora del Mediterráneo. Actualmente es ciudadano mexicano.Foto: Emmanuel Juárez.
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lunes, 8 de marzo de 2010

ORLANDO ZAPATA

Dom, 28/02/2010 - 05:00
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Nota: Los intelectuales peruanos se solidarizan con el pueblo cubano. Como antes la poeta Rocío Silva Santisteban, y también en su columna de La República, el periodista, analista político, ex ministro del Interior durante el gobierno de Toledo y especialista en temas de Seguridad Ciudadana y Reforma Policial, Fernando Rospigliosi publica un demoledor artículo sobre la muerte del preso de conciencia Orlando Zapata. Nuestro agradecimiento.
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Por Fernando Rospigliosi
frospigliosi@larepublica.com.pe
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La muerte del obrero cubano Orlando Zapata, en una mazmorra de los hermanos Castro, muestra la auténtica faz de la más antigua y feroz dictadura de América Latina.
La infame prisión norteamericana de Guantánamo es un hotel de cinco estrellas comparada con las espantosas cárceles cubanas, donde son arrojados los disidentes políticos.
Orlando Zapata, obrero, negro, pobre, fue detenido hace siete años. No era un terrorista, no ponía bombas. No era un delincuente, no asaltaba bancos. Fue adoptado como preso de conciencia por Amnistía Internacional. Era miembro del Directorio Democrático Cubano, organización que lucha por elementales libertades democráticas en la Cuba gobernada desde hace 51 años por los hermanos Fidel y Raúl Castro.
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EL CRIMENZapata fue apresado porque cometió el peor de los delitos que se puede perpetrar en una dictadura totalitaria, oponerse con la cara descubierta al régimen de terror, que se sostiene por el miedo de la mayoría a un sistema represivo omnipresente que parece invencible.
El régimen tiene que sancionar con rapidez, brutalidad y extrema crueldad a los disidentes, porque de lo contrario el “mal ejemplo” se extiende y las masas adormecidas y resignadas, pero hartas de un sistema corrupto que las ha privado de libertad y de los bienes más esenciales, se rebelarían.
Por el hecho de expresar su deseo de libertad, el obrero Orlando Zapata, fue condenado a 32 años de prisión en juicios sumarios, una farsa peor a la de los tribunales sin rostro de la época de Alberto Fujimori.
En esa misma época, la “primavera negra” del año 2003, fueron detenidos otros 75 periodistas y activistas de la democracia y los derechos humanos.
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EL HORROR DE KILO 8
La bloguera cubana Yoani Sánchez ha publicado un testimonio desgarrador sobre la situación de Zapata en la prisión Kilo 8, en Camagüey, testimonio reproducido en El País de España:
“Después llegó la soledad de una celda tapiada, los malos tratos, las palizas y con ello terminó la ilusión de que un preso no condenado a muerte tiene derecho a que le respeten la vida."
“Al cancelarse la visita a Cuba del relator de las Naciones Unidas contra la tortura, terminó para muchos la esperanza de ser rescatados de los malos tratos en los penales. Aprovechándose de su impunidad, los guardas metieron a Orlando en un espacio breve, donde tenía que compartir el suelo con las ratas y las cucarachas.
“Le gritaban por la rendija de una puerta de hierro que no iba a salirse con la suya, pues en una prisión revolucionaria un preso político equivale a los gorgojos que acompañan –permanentemente– al arroz."
“Se resistió a ponerse el uniforme de presidiario y eso le trajo otra andanada de golpes y el punzante castigo de reducirle las visitas de sus familiares. Cuando abrieron el sitio donde lo habían enterrado vivo, ya el daño era irreversible y la culpa salpicaba hasta la mismísima silla del actual presidente cubano.”
(“¿Quién mató a Orlando Zapata?”, El País, 26.2.10).
En esas condiciones, Zapata realizó una huelga de hambre, de las de a verdad. Murió 86 días después, el 23 de febrero. Ningún medio de prensa de la dictadura totalitaria de los hermanos Castro informó nada en Cuba sobre la huelga, la muerte y el entierro de Zapata.
Ahora cinco disidentes más –cuatro de ellos en prisión– se han declarado también en huelga de hambre en Cuba.
.LOS CÓMPLICES
Mientras Zapata moría lentamente, los presidentes de América Latina –incluido el sátrapa cubano– se reunían en México para formar una organización –¡otra más!– regional. Ni una palabra salió de allí para demandar la libertad o un mejor trato para los más de 200 presos políticos cubanos.
Peor aún, el antiguo sindicalista, luchador antidictatorial y hoy presidente del Brasil, Lula da Silva, visitó Cuba y se reunió con los hermanos Castro. Por supuesto, no dijo una palabra sobre Zapata –que agonizaba en ese momento– ni sobre los presos de conciencia.
El jueves pasado, otro dictador que sigue los pasos de los Castro, abandonó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (como Fujimori) e insultó procazmente a su Secretario, el argentino Santiago Cantón: “excremento puro” le dijo.
Cantón es conocido en el Perú. Visitó muchas veces el país en la década de 1990 como funcionario internacional, apoyando a los periodistas y demócratas que luchábamos contra la dictadura de Fujimori y Montesinos.
¿Qué dicen de todo esto los izquierdistas peruanos? Están mudos. Los más desvergonzados defenderán a Castro y Chávez, la mayoría no se atreverá, pero guardará silencio cómplice.
Como se dijo en esta columna la semana pasada, el compromiso con la democracia y los derechos humanos de las élites de izquierda y derecha es oportunista, los defienden sólo cuando les conviene.
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domingo, 7 de marzo de 2010

VEINTE Y DOS / XXII / 22

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Antonio José Ponte, a medio camino entre el Poeta como encarnación de cada uno de sus contemporáneos y el renegado, heresiarca que calibra sus instrumentos desafiando la inmutabilidad de los cánones, la falseada perspectiva de las convenciones aceptadas como absolutos, ha manifestado de un modo explícito la necesidad de refundar sobre sus ruinas la sensibilidad de una nación cauterizada por el dogma. Su propensión a edificar una gestualidad modélica ante los imperativos del poder, que pareciera una recurrencia en el resto de su obra, adquiere en su poesía la fragilidad amable de quien asume el verso como la instancia última en que las resistencias todas podrían hacerse solubles.
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ENTRE LOS COLEGIALES DE LOS KARAMAZOV
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Te gritaron también como le gritan
al que toma unas piedras de la calle,
y te echaron en cara delgadez,
poca fuerza
en unos ejercicios que los demás salvaban.
Tu inteligencia que la reconocieran los maestros,
el buen carácter en tu casa.
Los de tu edad sólo veían cuánto te demorabas
en responder a los insultos con insultos.
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No eras como los otros.
Lo quisiste
o lo quisieron ellos para ti.
Eras ese muchacho cargado de piedras
entre los colegiales de Los Karamazov.
Buscaste como él volverte algo sin vida
(un cristal, una estrella, un adulto lejano),
vivir en otro día...
La pelea, sin embargo, no estaba terminada.
Tantos años después todavía tú gritas
"Házte piedra,
golpea".
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ANTONIO JOSÉ PONTE: (Matanzas, 1964) Poeta, narrador y ensayista. Graduado como Ingeniero Hidráulico por la Universidad de La Habana, ha trabajado además como guionista de cine y profesor de literatura. Ha publicado los libros de cuentos: In the cold of the Malecon & other stories (City Lights Books, 2000), Cuentos de todas partes del imperio (Éditions Deleatur, 2000), este último traducido al inglés como Tales from the Cuban Empire (City Lights Books, 2002) y Un arte de hacer ruinas y otros cuentos (Colección Aula Atlántica, Fondo de Cultura Económica, México, 2005); y la novela Contrabando de sombras (Mondadori, Barcelona, 2002). Entre sus ensayos destacan Las comidas profundas (Éditions Deleatur, 1997) traducido al francés como Les Nourritures lointanes (Éditions Deleatur, 2000), Un seguidor de Montaigne mira La Habana / Las comidas profundas (Verbum, 2001) y El libro perdido de los origenistas (Aldus, México, 2002). Ha publicado los libros de poesía: Trece poemas (1988), Poesía 1982-1989 (1991) y Asiento en las ruinas (Letras Cubanas, 1997). Publica regularmente en las revistas La Habana Elegante, Cuadernos Hispanoamericanos y Letras Libres.
.Nota: Continuamos poniendo todos los domingos textos que por alguna razón tuvieron una significación especial en la década de los ochenta y en algunos de los turbios años posteriores. Para ver los post anteriores, picar en la etiqueta 80 X OCHENTA.
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miércoles, 3 de marzo de 2010

POEMAS INÉDITOS 2008-2009 / Yoel Mesa Falcón

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.Para envidia de esa rata que me mira
me llevo un pedazo de queso a la boca
mastico
mañana
la ofrenda de la vaca saldrá de mí.
La rata es toda nervio
soy como ella
amansado por los hábitos
la serenidad
que la cultura impone
sobre el animal desasosiego.
Como queso y tú no
me tocó la suerte
tienes hambre
vas del rincón al hoyo
de allí al fondo de la tierra
tienes criaturas que alimentar
tienes más que yo
que sólo poseo mi mente.
Me miras
hambrienta
mientras yo como queso
bajo estrellas que parpadean.
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Puede venir alguien
el ánima de un recién ahorcado
y quedársete mirando
como si pensara
por qué me maté
si éste está más jodido que yo
y míralo qué campante
hasta sonríe casi
mira las estrellas
como si fueran un tesoro
esos cristalitos
punticos de luz
ojos miles
de un dios demente.
Puede venir alguien y plantarse ante ti
como la aparición de todas las ausencias.
De sus ojos cascadas
de su boca silencios en forma de flautas
de sus poros la exudación del existir.
En quietud que será reproche:
si ya nada te ilusiona
qué haces aquí
en el reino de los ilusos
tú que eres como yo
ya
como yo…
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Yoel está loco
me lo acaba de decir una piedra
después calló largamente
y es increíble
que si alguien la tomara en su mano
y la llevara junto a su cama como adorno
siga callando
sea el silencio
demuestre
una y otra vez su mudez
para el ser que tan gentil
se portó con ella.
Igualmente si un niño rompiera un cristal
sería estrépito de vidrios
pero ella misma incapaz de sonares
muerta como está
imperturbable.
Una lagartija se pasea por su lomo
y ella no le cuenta de los cientos de manos
las caricias o el desprecio
su historia de herramienta
su quietud
la indiferencia sólo comparable
al firmamento que se alumbra y oscurece
entre bostezos altísimos.
Así son las piedras
hablan una vez
−una única vez
en excepción y con voz
como sólo la roca puede
expulsar−
y luego callan para siempre.
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Belleza del aura
que sólo ese niño que va en el cochecito ve
oculta
para el portador, cuyo cuerpo
ahíto de vulnerabilidad y padecimientos
le hace pensar que todo lo que existe
es la inevitable,
molestísima materia
y el tiempo
que le sirve de barca:
avanza por la calle
aterido de remordimiento y ansiedad
mientras lo siguen los ojos extremadamente abiertos
del niño, en deleite de los colores
de una imagen que quedará
sin remedio sepultada
por montañas de incoloro,
albísimo olvido.
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Nadie te va a preguntar “¿qué te pasa?”a pasarte la mano por la cabeza
a ellos también el mundo los alfilera
y van pensando en ocupaciones, preocupaciones, amenazas del destino
y están tristísimos
y sueñan
con que el cielo se haga una mano compasiva
que acaricie sus cabellos
y les pregunte “¿qué te pasa?”.
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YOEL MESA FALCÓN
: Manzanillo (1945) Poeta, narrador y ensayista. Licenciado en Letras Hispánicas por la Universidad de Oriente en 1975. Recibió el premio en el concurso Poesía de Amor, Varadero’ 85 y obtuvo en 1987 el premio UNEAC de poesía por su libro El día pródigo. Sus colaboraciones han aparecido en Unión, Cine Cubano, Casa de las Américas, Letras Cubanas, Juventud Rebelde, Bohemia, Azor, Asimetría y Semiosis. Ha publicado los siguientes poemarios: El día pródigo (1991), En el cofre de música el mar (1996), Todo el afán (2000) y Fabulaciones (2003). Su novela inédita Extraños en la noche fue finalista en los concursos “La ciudad y los perros” (2004) y “La Otra Orilla” (2006). Reside en México..

martes, 2 de marzo de 2010

IMÁGENES INTERCAMBIABLES

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Estaba tratando de editar un post, pero he confundido las imágenes y las leyendas de cada foto. Como no estoy seguro de cual pertenece a cada una, y a fin de cuentas no hay mucha diferencia, no me voy a desvelar por eso.
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.• Cadáveres de judíos en una fosa común nazi.
• Cadáveres de pacientes psiquiátricos cubanos, muertos por hambre y frío en el Hospital Psiquiátrico de La Habana, conocido como “Mazorra”.
• Campesinos cubanos, víctimas de la política de “reconcentración” dictada por el general Valeriano Weyler.
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LULA VISITA OTRA CATÁSTROFE

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El maestro Manuel Díaz Martínez comenta una burrada del presidente de Brasil, durante su visita a Chile, en su blog. Me permito añadir (entre paréntesis) una acotación.
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LULA, a Michelle Bachelet: “Chile no merecía una catástrofe como ésta”.
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MDM: ¿Y cuál merecía? (Una revolución y una dictadura de medio siglo, donde los prisioneros políticos tienen que morir en una huelga de hambre para que se le respeten sus más elementales derechos)
¿Y qué país se merece una catástrofe como ésta?
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lunes, 1 de marzo de 2010

MUERE ZAPATA / Rocío Silva Santisteban

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Nota: Cuando la mayoría de los intelectuales vuelven el rostro, aletargados por la propaganda de la dictadura o el sueño de un premio Casa de las Américas; cuando la clase política prefiere no indisponerse con los consulados cubanos, tan diestros en alebrestar sindicatos, intervenir en campañas electorales y alarmar organizaciones no gubernamentales; cuando la prensa, no sólo la de izquierda, hace silencio ante la muerte de un hombre que lo único que quería era ser tratado con respeto a su dignidad, uno no sabe como agradecer este gesto de la poeta peruana Rocío Silva Santisteban, en su columna de La República y en su blog Kolumna Okupa.
.MUERE ZAPATA
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Por Rocío Silva Santisteban
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Justamente cuando José Ignacio “Lula” da Silva y Hugo Chávez aterrizaban en La Habana, estalla en la isla el caso de un preso que ha muerto por una prolongada huelga de hambre. Orlando Zapata Tamayo tenía 42 años y 83 días sin probar comida sólida cuando su cuerpo no resistió más y murió en un hospital de La Habana, adonde lo habían trasladado desde Camagüey (ahí lo estuvieron alimentado por vía intravenosa). Zapata había sido capturado en el año 2003 y sentenciado a tres años de prisión por desacato, desorden público y desobediencia, aunque posteriormente en prisión y por “indisciplina” fue acumulando condenas hasta llegar a 30 años. Zapata ha sido considerado por Amnistía Internacional como un preso de conciencia.
Algunas versiones desde la isla sostienen que Orlando Zapata, quien era albañil y afrocubano, apenas era un preso común que “entraba y salía de prisión” y que por su condición había sido “utilizado” por la contra-revolución como chivo expiatorio. Sostiene Enrique Ubieta de Cubadebate lo siguiente: “Transformado después de muchas idas y venidas a prisión en ‘activista político’, Zapata fue el candidato perfecto para la autoejecución”. Obviamente este último sustantivo tiene reminiscencias de la tristemente célebre “autotortura” de Leonor La Rosa anunciada así por Martha Chávez. Además agregan que la bloguera Yoani Sánchez, así como otros disidentes, estarían “utilizando su cadáver” como buitres y que en realidad quienes lo han matado no son los dirigentes del gobierno, ni las condiciones ignominiosas de prisión, sino los propios contrarevolucionarios con sus juegos de poder.
Así como la versión de Leonor La Rosa fue enrevesada y no del todo transparente, no dudo que la historia de Orlando Zapata sea laberíntica y esconda algo, pero la versión de los hechos proclamando a Zapata como un “cadáver útil” desde la isla y sus representantes oficiosos –más que oficiales– es, de por sí, absolutamente cínica. Repulsivamente cínica. Y creo que es un deber de cualquier persona comprometida mínimamente con los derechos humanos dejar constancia que un preso de conciencia internacional ha muerto en Cuba por mantener su voluntad de seguir una huelga de hambre hasta las últimas consecuencias.
De la misma manera como Margaret Thatcher dejó morir a Bobby Sands, el activista del IRA tras 66 días de huelga de hambre; Raúl Castro ha hecho lo propio con Zapata, quien –como dice el poeta Heriberto Hernández– no es ni poeta, ni político respetable, ni ex miembro de ningún congreso, ni cámara, ni camarilla, sino un obrero, negro, pobre entre los pobres, de hecho con educación y salud gratuitas y seguras de por vida, pero sin la posibilidad de poder hablar sino a través de su cuerpo. Lo único que le pertenecía era precisamente ese cuerpo de albañil y plomero, y una voluntad férrea para llevar a cabo una “huelga de hambre de verdad”. Como dueño de su propio cuerpo lo convirtió en símbolo para atravesar todas las censuras y no ha sido sino a través de la muerte de ese cuerpo que el hombre, Zapata, ocupó su lugar. Hablar de “autoejecución” es realmente indignante: la muerte como posibilidad de “nombrar” –de convertirte en símbolo para “hablar"– es perversa siempre, sobre todo, cuando se dicen discursos de un lado y otro, de la revolución y la contrarevolución, con el cadáver de un disidente de conciencia de por medio.
.ROCÍO SILVA SANTISTEBAN: Lima (1963). Ha publicado cuatro libros de poesía: Asuntos circunstanciales (1984), Ese oficio no me gusta (1987), Mariposa negra (1993, 1998) y Condenado amor (1995) y uno de relatos Me perturbas (1994 y 2001); ha editado dos libros de crítica: El Combate de los Ángeles (Pontificia Universidad Católica, 1999) y Estudios Culturales. Discursos, poderes, pulsiones (junto con G. Portocarrero, V.Vich y S. López-Maguiña, RED, 2001). Nadie sabe mis cosas: ensayos en torno a la poesía de Blanca Varela (junto con Mariela Dreyfus) se encuentra en prensa en el Fondo Editorial del Congreso (Perú). Textos suyos han aparecido en diversas antologías como Las horas y las hordas, El turno y la transición, ZurDos, Poésie Peruvienne du XXe siécle, Prístina y última piedra, Lavapiés, Escritoras mirando al Sur, entre otras. Como periodista ha publicado en diversos medios de América Latina y es colaboradora permanente de La Insignia. Doctora en Literatura por la Universidad de Boston, actualmente trabaja como directora del diploma de periodismo de la Universidad Jesuita de Lima.
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