domingo, 19 de febrero de 2012

DESPETALANDO LA MARGARITA

Publicado originalmente en Diario de Cuba
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Los que no tienen el coraje, los que no quieren adaptarse al esfuerzo, al heroísmo de la revolución, que se vayan, no los queremos, no los necesitamos.
Fidel Castro (Mayo de 1980)
He seguido con atención el tema de la “literatura cubana de autores residentes fuera del país”, que de un modo recurrente deja ver las orejas en cuanto medio toca el tema de Cuba. El más reciente capítulo de esta saga, propiciado por el video de un debate en la UNEAC sobre escritores cubanos en el exilio, ha sido comentado para Diario de Cuba por Andrés Reinaldo y Antonio J. Ponte, desde puntos de vista que podría suscribir. En los comentarios de este último, alguien -que lamentablemente protege su lucidez bajo un seudónimo-, se limita a transcribir la cita con que inicio estas palabras.
Aunque la fractura, el cisma, podría fecharse veinte años antes, vale a manera de referencia. Dice el supremo: “no los queremos, no los necesitamos”, y los verbos “querer” y “necesitar” demandan atención . Antes, definamos los actores. ¿Tienen autoridad y libre albedrío suficiente los tres nombres que protagonizan el video para poner una mesa en algún lugar de la Isla y decir libremente lo que “quieren” y “necesitan”?. ¿Pueden contradecir lo que ya alguien dijo en sus nombres hace cinco décadas y repitió con énfasis hace tres?. Claro que pueden, pero lamentablemente no es el caso. No es su mesa; es la mesa de la UNEAC. Aclarado esto, no vale la pena mencionar sus nombres.
Considerando a los interlocutores reales: gobierno cubano / autores residentes fuera del país, volvamos a las palabras que, como decía Samuel Beckett, “son todo lo que tenemos” para negociar. En virtud de la naturaleza del régimen cubano, es una verdad de Perogrullo abundar en lo molesto que pueden ser los escritores independientes y no hay que abrigar muchas ilusiones de que puedan “quererlos”. En cuanto a necesitarlos, el asunto es más complejo. ¿Se ha producido un cambio? ¿Algo es diferente en esta relación? Un “panel” con este tema era inimaginable hace unos años. Un país que “suda sangre” cada año para encontrar a quien darle el Premio Nacional de Literatura, también. Un país con un gran porcentaje de sus escritores exiliados, activos en los medios y haciendo una obra que las nuevas tecnologías no permiten negar o silenciar, tiene por fuerza que reconsiderar la “necesidad” de reconocerse en ellos. De ahí que despetalar la margarita impone otra interrogante y pierde todo su halo romántico, dando paso a otro asunto.
¿Precisan, “necesitan” los autores residentes fuera del país negociar con el régimen?. Esa es la madre del cordero. Hemos asistido con asombro a un largo proceso en que la intelectualidad cubana residente en la Isla (con las conocidas excepciones) ha dado muestras, primero aisladas y en años más recientes escandalosas, de lo que en psicología se conoce como “identificación con el agresor”. Impedidos de competir -por razones lógicas- o escapar -por razones respetables, pero incomprensibles-, se produce un proceso de identificación que apenas pueden apreciar y les permite sentarse en una mesa a hacer el ridículo de hablar por otros creyendo que lo hacen de motu propio.
¿Nos “quieren”? No lo dudo. ¿Nos “necesitan”? Lo entiendo. De cómo nosotros los “queremos” hablan las miles de publicaciones de sus obras que, de una u otra manera, hemos propiciado y la generosa cordialidad con que han sido recibidos en nuestras casas dispersas por el mundo. Mas, no tenemos “necesidad” de apresurarnos. Podemos esperar la invitación a conversar sentados a “una mesa nuestra”. Podemos esperar a no tener que pedir permiso para aceptar su invitación.
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