Termino de leer “La que se fue", antología de los cinco libros publicados desde el año de 1976 hasta 1994 por el poeta cubano Félix Luis Viera y La primera palabra que me viene a la mente es equívoco. Y digo equívoco y no error o equivocación, porque no serian palabras exactas para describir la sensación de estar contando algo que apenas puedes entender, de estar en el sitio equivocado, de no saber si la constatación de la ausencia o el vacío es parte esencial de lo poético o su materia misma. El poeta, por caminos diversos llega siempre al mismo sitio y allí está ya de algún modo, porque este es un viaje, el mismo, eterno. Se reencuentra con el que fue al final de numerosos viajes y los textos no son más que la crónica, el relato nada objetivo, los apuntes en el cuaderno de navegación o en los borde del mapa. Pero, ¿Qué hay en este lugar al que insiste en llegar repetidamente? ¿Qué puede sustentar dedicar una vida a intentar llegar, desde y por todos los caminos, a un sitio conocido, siempre el mismo? Sólo la duda, la presunción de que puede ser de otro modo. El equivoco, no el error, deja un margen estrecho en que naufraga la regla, el dogma y puede sobrevivir la poesía.
CASA
Esta es la casa donde no habitamos
Esta es la casa con su jardín elemental,
aquí el librero, la lámpara
a la medida de inmensas jornadas de lectura,
aquí los muebles; en el centro –o ya
no sé si en una esquina, no recuerdo–
un haz de flores (naturales, claro)
Esta es la casa donde no habitamos,
discreta y honda hacia la sangre como un verso, la casa
donde dos –o tres, ya no recuerdo– niños
ensayan sus colores
Esta es la casa donde no hay un gesto
que no haya partido del amor
Aquí su dormitorio, sus sábanas azules –o blancas, no recuerdo–
donde no nos acostamos
Esta es la casa que dibujamos de memoria,
la que hoy apenas podríamos (tú o yo) describir, la que ha quedado
como una semilla rota al borde del camino.
Suerte
que la vida
se hace también de las cosas que no fueron.
NUNCA AL FIN
Afirmo que hay una casa pequeña en un claro de bosque,
flores alrededor, tomeguines
que cantan desde el ramaje todo el día.
Va hacia la casa un camino que se abre entre el follaje.
La luz trasciende los verdores, toca tierra
y es como si floreciera la luz desde la propia luz.
La pequeña casa dentro del pequeño paisaje es azul pálido, blancas
sus puertas y ventanas.
Y en la puerta una mujer se asoma al final de la tarde
esperando
al hombre que a esa hora regresa diariamente.
Afirmo que es mentira.
No hay casa ni flores ni tomeguín ni bosque
ni camino.
Ni luz ni ventanas blancas.
Afirmo que es mentira,
nunca al fin hubo nada de esto
ni lo habrá.
Afirmo que es mentira,
yo nunca regresaré al atardecer
y tú nunca me esperarás en puerta alguna.Félix Luis Viera: Poeta, cuentista y novelista, nació en Santa Clara, Cuba. Ha publicado los poemarios: Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia (Premio David de Poesía de la UNEAC, 1976), Prefiero los que cantan (1988), Cada día muero 24 horas (1990), Y me han dolido los cuchillos (1991) y Poemas de amor y de olvido (1994); los libros de cuento: Las llamas en el cielo (1983), En el nombre del hijo (Premio de la Crítica 1983) y Precio del amor (1990); las novelas Con tu vestido blanco (Premio Nacional de Novela de la UNEAC 1987 y Premio de la Crítica 1988), Serás comunista, pero te quiero (1995) y la noveleta Inglaterra Hernández (Universidad Veracruzana, 1997) con una segunda edición a cargo de la Editorial Capiro en el 2003, Un ciervo herido, Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2003. Fue director de la revista cultural cubana Signos. Desde 1995 radica en México.
IMPOSIBLE, POETA, IMPOSIBLE
Buscándote escribí cientos de cuartillas,
creyéndote posible le conté a mis amigos
de tus virtudes y defectos, les hablé de tus dones
de tu amor por la poesía y por los niños.
Creyendo que te había encontrado proclamé
tu nombre y te llevé a reuniones y conciertos,
envié cartas donde daba fe del hallazgo.
Pensando que eras Tú me acosté contigo
y.........sentí.........que.........copular.........era.........precisamente.........eso:
la consecución de una verdadera religión para los hombres.
Como estaba seguro que existías me emborraché contigo,
bebí contigo en cantinas y bares peseteros,
canté para ti boleros, tangos y baladas, te leí
poemas de Vallejo.
Decenas de cuartillas escribí afirmando que ahora sí.
Hoy mi costado se nubla
me falla el pie izquierdo
se doblan mis espaldas
y el enfisema definitivo avanza hacia la puerta final.
Hoy te digo adiós
sé que nunca llegaste
que nunca te tuve
que nunca has estado en ninguna parte.
Hoy sé que era imposible que existieras así como quería.
CASA
Esta es la casa donde no habitamos
Esta es la casa con su jardín elemental,
aquí el librero, la lámpara
a la medida de inmensas jornadas de lectura,
aquí los muebles; en el centro –o ya
no sé si en una esquina, no recuerdo–
un haz de flores (naturales, claro)
Esta es la casa donde no habitamos,
discreta y honda hacia la sangre como un verso, la casa
donde dos –o tres, ya no recuerdo– niños
ensayan sus colores
Esta es la casa donde no hay un gesto
que no haya partido del amor
Aquí su dormitorio, sus sábanas azules –o blancas, no recuerdo–
donde no nos acostamos
Esta es la casa que dibujamos de memoria,
la que hoy apenas podríamos (tú o yo) describir, la que ha quedado
como una semilla rota al borde del camino.
Suerte
que la vida
se hace también de las cosas que no fueron.
NUNCA AL FIN
Afirmo que hay una casa pequeña en un claro de bosque,
flores alrededor, tomeguines
que cantan desde el ramaje todo el día.
Va hacia la casa un camino que se abre entre el follaje.
La luz trasciende los verdores, toca tierra
y es como si floreciera la luz desde la propia luz.
La pequeña casa dentro del pequeño paisaje es azul pálido, blancas
sus puertas y ventanas.
Y en la puerta una mujer se asoma al final de la tarde
esperando
al hombre que a esa hora regresa diariamente.
Afirmo que es mentira.
No hay casa ni flores ni tomeguín ni bosque
ni camino.
Ni luz ni ventanas blancas.
Afirmo que es mentira,
nunca al fin hubo nada de esto
ni lo habrá.
Afirmo que es mentira,
yo nunca regresaré al atardecer
y tú nunca me esperarás en puerta alguna.Félix Luis Viera: Poeta, cuentista y novelista, nació en Santa Clara, Cuba. Ha publicado los poemarios: Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia (Premio David de Poesía de la UNEAC, 1976), Prefiero los que cantan (1988), Cada día muero 24 horas (1990), Y me han dolido los cuchillos (1991) y Poemas de amor y de olvido (1994); los libros de cuento: Las llamas en el cielo (1983), En el nombre del hijo (Premio de la Crítica 1983) y Precio del amor (1990); las novelas Con tu vestido blanco (Premio Nacional de Novela de la UNEAC 1987 y Premio de la Crítica 1988), Serás comunista, pero te quiero (1995) y la noveleta Inglaterra Hernández (Universidad Veracruzana, 1997) con una segunda edición a cargo de la Editorial Capiro en el 2003, Un ciervo herido, Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2003. Fue director de la revista cultural cubana Signos. Desde 1995 radica en México.
IMPOSIBLE, POETA, IMPOSIBLE
Buscándote escribí cientos de cuartillas,
creyéndote posible le conté a mis amigos
de tus virtudes y defectos, les hablé de tus dones
de tu amor por la poesía y por los niños.
Creyendo que te había encontrado proclamé
tu nombre y te llevé a reuniones y conciertos,
envié cartas donde daba fe del hallazgo.
Pensando que eras Tú me acosté contigo
y.........sentí.........que.........copular.........era.........precisamente.........eso:
la consecución de una verdadera religión para los hombres.
Como estaba seguro que existías me emborraché contigo,
bebí contigo en cantinas y bares peseteros,
canté para ti boleros, tangos y baladas, te leí
poemas de Vallejo.
Decenas de cuartillas escribí afirmando que ahora sí.
Hoy mi costado se nubla
me falla el pie izquierdo
se doblan mis espaldas
y el enfisema definitivo avanza hacia la puerta final.
Hoy te digo adiós
sé que nunca llegaste
que nunca te tuve
que nunca has estado en ninguna parte.
Hoy sé que era imposible que existieras así como quería.
Foto de Erick A. Hernández.
7 comentarios:
Un buen blog y un buen comentario. Dos buenos poetas. He colocado un enlace en http://raultapanes.wordpress.com
Saludos cordiales a los dos.
Supongo que este libro sólo se puede conseguir en México, será así?. Me puso en ascuas el concetpo de "equívoco", creo entender la búsqueda infinita,hasta muerte.
Verónica, California
Gracias por este regalo.
Gracias a Raúl Tápanes López por el enlace. No se si coincidimos en alguna ocasión en Matanzas donde viví por 10 años (1987-97), pero tengo referencias de usted por la revista “Arique”.
Estimada Verónica, imagino que te gustaría comprar el libro. Le preguntaré al autor si hay alguna forma de hacerlo por internet y si es así pondré un enlace en el post. En tanto, puedes leerlo picando sobre la foto de la portada del libro pues he puesto un enlace con la “Red de los Poetas Salvajes” que lo reproducen totalmente.
En cuanto a ti, Ernesto, Viera viene a menudo por Miami, pues tiene sus hijos acá. Tendrás oportunidad de conocerlo. Es probable que esté durante la Feria del Libro, o en diciembre.
Qué hermoso es llegar a un blog y sentir que se entra sin invitación a una reunión de viejos amigos. Qué privilegio.
Gracias, Puma Viejo.
Besos colíbricos.
María de Tlalpan
Lo fui a ver una vez cuando presento su libro Un Ciervo Herido en la feria del libro de Miami. Cuando venga, me avisas para tomarnos unos vinos. Saludos.
Gracias por la información, he leído ya casi todo el libro en línea pero quisiera tenerlo en papel no uso ya tarjetas de credito ojalá los editores tengan alguna manera de venderlo con depositos bancarios enviandole el precio o a lo mejor alguna amiga en mexico me lo consigue veremos.
Verónica, LA California
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