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Nota: Hoy me desperté con la impronta de releer esta entrevista mínima, dudas mías que el maestro Manuel Díaz Martínez accedió a desfacer.
.Hay autores a los que uno llega por un libro, este es el caso. Lo lees y crees adivinar al hombre que lo escribió. Entonces buscas otras pruebas de su culpabilidad, lees todo cuanto ha escrito y te las arreglas para, si es posible, conocerlo. Escuché a Manuel Díaz Martínez, a finales de los ochenta, hablar una noche hasta muy tarde, contar anécdotas y recrear los años turbios y agitados de la década de los sesenta. Siempre lamenté no haberle hecho algunas preguntas por temor a parecer fuera de lugar. Lo pareceré igual ahora, pero veinte años después ha accedido amablemente a contestarme y he leído sus respuestas con igual placer. Me da gusto compartirlas con ustedes.
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La Primera Palabra: En la década de los sesenta publicó usted media docena de cuadernos de poesía. Su libro La tierra de Saud (1967), resalta por su temática y sobre todo por su estética que parecía apartarse de los cánones de la época. ¿Tiene alguna relación, la publicación de este cuaderno, con los diez y seis años (de 1969 a 1985) que estuvo censurado en Cuba?
.Manuel Díaz Martínez: No, ninguna. Esos años de censura que padecí obedecieron a que voté, como jurado del Premio de Poesía “Julián del Casal” 1968, por el libro de Heberto Padilla Fuera del Juego, y también a que, por el mismo motivo, el régimen me involucró en el proceso de la “microfracción” para cesarme como director de "La Gaceta de Cuba" y silenciarme como escritor sin que se pudiera decir que me represaliaba por mi voto a favor de Padilla. Mis censores me impidieron publicar libros y tener acceso a la prensa y a actos públicos durante diez y seis años.
.LPP: Usted ha expresado: “MI poesía no ha tenido eco, que yo sepa, en las generaciones posteriores a la mía”. ¿No siente que en el libro antes mencionado y en alguna de su poesía publicada en la segunda mitad de los ochenta se sitúa usted más cerca de la necesidad de retomar y renovar valores segregados por el discurso oficial, que de la ortodoxia coloquial?
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MDM: Ciertamente, ese libro no es coloquialista, aunque algo de coloquialismo tiene por su estructura narrativa. Lo escribí en Sofía, cuando yo era diplomático en Bulgaria y me dio por leer cantares de gesta eslavos, de los cuales parte. Creo que La tierra de Saúd y los otros textos míos a que te refieres son digresiones en mi línea coloquial, digresiones que me siguen “ocurriendo” de vez en cuando. Quizás por ello estén o parezcan estar más cerca de la poesía de las generaciones más jóvenes.
.LPP: Una vez le escuché hablar de Enrique Labrador Ruiz con gran afecto. ¿Qué amigos, ya muertos, desearía encontrar frecuentemente, saludar, en los sitios comunes que nos impone la existencia? ¿Con cuales desearía frecuentemente conversar un rato?
. MDM: El mundo ha sido pródigo en darme amigos entrañables. Labrador es uno de ellos. Algunos de los ya muertos siguen rigurosamente vivos en mi memoria. Ahora puedo estar caminando y “viboreando” con Severito Sarduy por el Cartier Latin, o repasando una partida de ajedrez con Oscar Hurtado en el comedor de mi casa, o bebiendo una limonada con Dulce María Loynaz entre sus perros, o riéndome con Roberto Branly de la última extravagancia de Baragaño o viceversa...
.LPP: ¿En términos estrictamente literarios, que pasaje de su vida desearía no haber vivido, cual borraría de su vida, si fuese posible?
.MDM: No obstante las útiles enseñanzas que les debo, me gustaría borrar de mi mente los años del “pavonato” y el último que viví en Cuba, en los que me sentí como un leproso en la Edad Media.
.LPP: Gracias al Poeta, al cual deseamos salud y versos para el nuevo año y los que vendrán..
La Primera Palabra: En la década de los sesenta publicó usted media docena de cuadernos de poesía. Su libro La tierra de Saud (1967), resalta por su temática y sobre todo por su estética que parecía apartarse de los cánones de la época. ¿Tiene alguna relación, la publicación de este cuaderno, con los diez y seis años (de 1969 a 1985) que estuvo censurado en Cuba?
.Manuel Díaz Martínez: No, ninguna. Esos años de censura que padecí obedecieron a que voté, como jurado del Premio de Poesía “Julián del Casal” 1968, por el libro de Heberto Padilla Fuera del Juego, y también a que, por el mismo motivo, el régimen me involucró en el proceso de la “microfracción” para cesarme como director de "La Gaceta de Cuba" y silenciarme como escritor sin que se pudiera decir que me represaliaba por mi voto a favor de Padilla. Mis censores me impidieron publicar libros y tener acceso a la prensa y a actos públicos durante diez y seis años.
.LPP: Usted ha expresado: “MI poesía no ha tenido eco, que yo sepa, en las generaciones posteriores a la mía”. ¿No siente que en el libro antes mencionado y en alguna de su poesía publicada en la segunda mitad de los ochenta se sitúa usted más cerca de la necesidad de retomar y renovar valores segregados por el discurso oficial, que de la ortodoxia coloquial?
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MDM: Ciertamente, ese libro no es coloquialista, aunque algo de coloquialismo tiene por su estructura narrativa. Lo escribí en Sofía, cuando yo era diplomático en Bulgaria y me dio por leer cantares de gesta eslavos, de los cuales parte. Creo que La tierra de Saúd y los otros textos míos a que te refieres son digresiones en mi línea coloquial, digresiones que me siguen “ocurriendo” de vez en cuando. Quizás por ello estén o parezcan estar más cerca de la poesía de las generaciones más jóvenes.
.LPP: Una vez le escuché hablar de Enrique Labrador Ruiz con gran afecto. ¿Qué amigos, ya muertos, desearía encontrar frecuentemente, saludar, en los sitios comunes que nos impone la existencia? ¿Con cuales desearía frecuentemente conversar un rato?
. MDM: El mundo ha sido pródigo en darme amigos entrañables. Labrador es uno de ellos. Algunos de los ya muertos siguen rigurosamente vivos en mi memoria. Ahora puedo estar caminando y “viboreando” con Severito Sarduy por el Cartier Latin, o repasando una partida de ajedrez con Oscar Hurtado en el comedor de mi casa, o bebiendo una limonada con Dulce María Loynaz entre sus perros, o riéndome con Roberto Branly de la última extravagancia de Baragaño o viceversa...
.LPP: ¿En términos estrictamente literarios, que pasaje de su vida desearía no haber vivido, cual borraría de su vida, si fuese posible?
.MDM: No obstante las útiles enseñanzas que les debo, me gustaría borrar de mi mente los años del “pavonato” y el último que viví en Cuba, en los que me sentí como un leproso en la Edad Media.
.LPP: Gracias al Poeta, al cual deseamos salud y versos para el nuevo año y los que vendrán..
4 comentarios:
Entrevista breve pero hermosa. Gracias a los dos.
Excelente
Gracias por publicar esta entrevista con uno de los mejores poetas cubanos y un Hombre, así, con maýusculas.
Félix Luis Viera
Buen rato les debo, gracias: gracias y felicitaciones.
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