martes, 3 de junio de 2008

CASUALIDAD

Busco entre mis papeles, releo el archivo de una (por suerte)* abortada antología de la “generación de los ochenta”, que me fuera encargada hace más de diez años. Encuentro un texto que no puedo sustraerme a la tentación de mostrarles, no sólo porque lo incluiría sin dudarlo en cualquier antología, sino porque pareciera que rondaba en mi subconsciente a la hora de concebir el título de este blog. Manuel Sosa, el autor, no me lo ha mencionado, tal vez siquiera lo ha advertido, o ha callado discreto haciendo honor a nuestra amistad.
LA QUEDA

I
La primera palabra en la primera puerta no
advierte y retribuye con su papel de bastimento a la
palabra que golpeará un rostro en el final.
La segunda cita en sombras es otra mentira
como mentira han sido las tumbas, las quedas
anticipadas y estos pobladores sentados en toda su brevedad.

El precio de abdicar se intuye:
si llegara raudo el estafeta,
si vibrase entonces,
si dejara un manto como recuerdo.
Y de recuerdos vive el hombre:
una tregua para amonestarse sin pudor,
una bifurcación cuando los anfitriones rueguen
o acometan.
No es un sitio para evocar, pero hasta donde la vista alcanza,
se vislumbran puntos insalvables,
riscos de sueños y petición,
(adonde nunca llegarán los elegidos)
Acaso alguien camina sin violar la queda
porque no todo descubrimiento es conciliador.
No es un sitio para merecer, pero esta noche se
descubre como una angosta puerta,
y pasan taciturnos a borrar sus cuadernos.
(La primera palabra está en otra página)
La calma suscita un sometimiento que no
importará si es que no importa dividir una casa.
¿Precisan el parlamento esos hombres?
La batalla que interrumpen será olvidada pese a
todo, y en sus memorias continuarán las flaquezas,
los reparos.
"El tiempo que toma hacernos inactuales es el
tiempo del delirio y el afiebramiento",
y como reza el motivo de los guardas,
y así será, así vendrá la luz sobre sus predicciones.
"La primera palabra, que nadie pronuncie otro
nombre y encontrarán el rastro seguro, el final
prescrito".
Si esta es la noche, decidirá la experiencia:
el asedio comienza inexplicablemente
y alguien confiesa sus delaciones.
(La casa parece tan segura, y será la única razón
para abandonarla esta vez)

II
Palabras: en camino quien desciende y anuncia.
Palabras: esperando como una estación revisitada.
Las palabras en la boca de los sitiadores, que hacen
las paces a espaldas del gobierno.
Para cada gobierno un peldaño, y volver a empezar.
(Valgan los oficios que siembran el desconcierto)
El color local, la caridad de provincia,
el azoro de un delegado amenazante: no todo fluye, poeta.
La noche en la poesía regional es simplemente la queda.
La segunda citas, la segunda muerte, la primera
palabra
en su antigua voz.
¿Y quién cambia de parecer, sino el guarda?
Dócil, distanciada otra mujer se estremece.
Nadie necesita esta sorpresa.
No saber del cerco para hacer juego.
En alguna buharda quedan los retratos, las
estampas, las malas noticias.
A la mesa los hijos, las madres que les desconocen
las próximas víctimas.
Así saben cuan larga es la noche, y en la queda
madura el arrobamiento de quienes tardarán
en salir al ruedo.
Así valga el cántico en las afueras, un rumor
casi inaudible y que nadie confiesa.
Así, como un tácito sobresalto, el cántico
quedará en sus oídos,
hasta que llegue el nuevo día...
* Digo “por suerte”, entre otras cosas porque como dice Jorge Luís Arcos "...este grupo de poetas ostenta ya el raro privilegio de haber sido el más antologado en toda la historia de la poesía cubana", y otra colección de poemas de un grupo de autores de mi generación, no pasaría de ser una muestra (y la prueba) de mi estrecho criterio. Volveré sobre este tema en algún momento.

MANUEL SOSA: (Sancti Spíritus, 1967) Poeta. Licenciado en Lengua y Literatura Inglesa. Ha publicado varios libros de poesía entre los que recuerdo "Adviento para música eterna" (1991), y "Utopías del reino", Premio David´91. Reside en Atlanta, EUA.

Foto de archivo.

Nota: El texto tienen una disposición tipográfica que me es imposible reproducir exactamente dadas las limitaciones de este medio y la mías para usarlo. Espero sepan disculparme, sobre todo el autor.

2 comentarios:

Manuel Sosa dijo...

My God, es un texto tan viejo. Yo era un muchachito cuando escribí la versión original, que luego retoqué para incluir en mi primer libro. No me había dado cuenta de la afinidad.

Pretendía ser eso, un poema sobre las palabras como delimitación, como cárcel.

Gracias, Heriberto.

Anónimo dijo...

Así es amigo, las palabras a veces se nos revelan en otra dimensión. Está escrito. Muchas veces he leído textos viejos y he logrado recuperar estados de ánimo y situaciones específicas que ya había olvidado. Aprecio esos textos, aún los más imperfectos, (y este no es el caso) en su cualidad de autoexamen, aunque a veces hay una frescura en ellos que a los cuarenta y tantos ya no es más. Saludos.