miércoles, 12 de agosto de 2009

MANUEL SIN VELO

(o la doctrina secreta de la supervivencia)
Una vocación que se encausa sin evitar riesgos, tal vez gozosa en la aceptación de ellos, por el sendero siempre polvoriento en que trasiegan gente simple, hacedores de los manjares primitivos y básicos, sin los que no existe la mesa familiar, hace a Manuel Vázquez Portal volver siempre al sitio en que están los olores, los sonidos y los seres que pueden nombrarle. Su vocación gregaria robustece su cuerpo poético, extiende conexiones con una suerte de cómplices ausentes, que a veces nombra y otras sólo convoca vagamente, para darnos una idea de las dimensiones de la soledad.
La soledad, que es el signo del poeta y del hombre de fe, se hace una presencia gravitante en el momento, no en que lo encierran por sus ideas, sino cuando asume como un rito guardar lealtad a ellas. El poder ha buscado su aprobación, su adhesión, pero el desgraciado decide recorrer su camino sin brújula: es una bestia peligrosa. Padece de hidrofobia y sus agudos sentidos, su sensibilidad le hacen segregar una baba que puede trasmitir la enfermedad. Hay que aislarlo, y va a parar con sus huesos y su cola rala a un sitio que la respiración puede medir. “La cárcel", y la vida son “más sórdida(s) si la(s) transita un viejo” y el poeta comienza a envejecer apresuradamente. Lo sabe porque comienza a atesorar los recuerdos de todo tiempo pasado.
Qué hacer, qué puede hacer el poeta, sino escribir sobre el piso, sobre el recuerdo, sobre cualquier superficie en la cual pueda dejar testimonio de su ira, de su desconcierto y de una convicción sin la cual no se puede aspirar al sueño. En un espacio tan reducido, la respiración se hace lenta y el verso se hace largo, pero él resiste a la solemnidad del alejandrino y le quiebra aunque no por eso su corazón se apresure o le apreciemos menos frágil. El tiempo no tiene magnitud porque ha rebasado los parámetros humanos, esos que se contabilizan en pequeñas dosis de de placer, en proyectos intrascendentes y compromisos de ocasión. Nunca es más transparente el agua que cuando está en calma, cuando se siente alejada del torrente y sospecha que no ha de correr más. No le queda otra cosa que dejar ver el fondo, el oscuro fondo en que se abisma. Eso son los poemas de este libro y como tal hay que verlos. No hay en ellos nada que nos haga presentir que los ha escrito un elegido, siquiera para la desgracia.
El poeta aparta con convicción los ramajes de la providencialidad, no apuesta nada al imaginario de la isla tocada por dios, de la tierra más hermosa o los hombres que pueden caminar sobre el agua si preciso fuera. Cree en el gesto iniciático en que el hombre devuelve siempre la mano o encuentra la redención en el acto de mirar el paisaje. Así enfrenta la escritura como un símil de la supervivencia. El vacío del aislamiento es un papel en blanco que hay que llenar. El poeta hace el camino de regreso al origen desde el oscuro sitio en le han prohibido constatar cada mañana la rectitud de la línea en se unen el cielo y la tierra, hasta el frescor de una ruralidad que tiene blasones honorables en nuestra literatura y que él encarna, para la literatura cubana, en el capítulo de la modernidad.
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TELOS.
…………………….
Para Cintio Vitier, mestro.
.Mi nación es romántica:
paisaje lujuriante de jardín
y en cada rama un pájaro
hace el aire música.
.Etérea,
……….espiritual
sobre ella se cierne como un cendal divino.
.Mi nación es romántica.
Somos contemplativos
como lagartos mansos
que bajo el sol del trópico enseñan sus pañuelos.
Vivimos de un linaje
que nos tira guijarros en la senda
para que no extraviemos los pasos en el dédalo.
.Mi nación es romántica.
No somos ciudadanos,
tenemos la altivez de nacer misioneros,
criaturas escogidas
para un reino en que nace, y acaban,
todas las alboradas.
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CANCIÓN ANTIGUA
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……………………Para Pedrito de la Hoz, periodista.
.Hipócritas heraldos sonrosados
derriten sus trompetas
anunciado que el sol saldrá por el Oeste.
.Los crédulos que escuchan
-pobre gente sin ojos-
los suntuosos discursos
como si fuera Dios quien los dijera
son, al fin, los que sufren.
.El sol vuelve a salir por donde siempre.
.El ogro comealmas
manda a por más cautivos
que sean la razón de la nueva contienda.
.Los tan turbios rumores palatinos
condecoran con llagas
a todo el que atrevió gesto inconvenientes.
.Los pillos aprendieron
las zalamas del viva y del aplauso.
.Ocupa el miedo
La silla principal
y sigue la canción su ritmo congelado.
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SE CIERRA EL UNIVERSO
.La tarde en una celda
se parece a la muerte.
Es difusa,
…………..incontable,
como si en ella fuera un cúmulo de adioses.
Todo se va,
…………..se esfuma.
Es un barco fantasma que se aleja,
un mirlo que enmudece,
una muchacha antigua que cierra su abanico,
un anciano en silencio que se marcha del parque,
la fontana agotada que deja de verter.
.Cuando llega el crepúsculo
hay un abrazo ausente
y se marchita un beso,
una mujer suspira,
un niño se estremece.
.Si contemplo la tarde
Separada de mí por los barrotes,
como de un golpe rudo,
en mis ojos,
se cierra el universo.
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Nació en Morón, provincia Ciego de Ávila, Cuba, el día 9 de octubre de 1951.Escritor y poeta, es licenciado en Filología. Trabajó en la prensa oficial desde 1974 en Morón y posteriormente en La Habana. Se inició en el periodismo independiente en 1996 en la agencia CubaPress. En 1998 fundó la agencia de prensa Decoro que en 1999 cambio su nombre a Grupo de Trabajo Decoro. Es autor de varios libros: A mano Abierta, poesía; Del pecho como una gota, poesía; Cantos iniciales, poesía; Fábrica de antojos, poemas para niños; Amar a fondo, cuento; Una guerra por los sueños, novela para niños y Celda número cero, poesía. Fue condenado a 18 años durante la Primavera Negra del 2003, permaneciendo encarcelado hasta que gestiones y campañas internacionales lograron su libertad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias, Heriberto. Que hayas tenido en cuenta mi libro es para mí un honor. Siempre te he considerado, y te lo he dicho, uno de los poetas más sobresalientes de tu generación. Tu palabras son un bálsamo en tan enmarañada urdimbre de código estrambóticos que, a veces, enrarecen la cotidianeidad de las ideas benignas. Gracias otra vez