.
El río cortaba nuestras historias, el paisaje
en el que siempre volvíamos a hablar de un hombre ciego,
de un caballo sin dueño que pastaba junto al camino
y del ahorcado que te escribió cartas oscuras.
.No puedes decir que insisto,
que hablo sin dolor de tanta herida eterna,
de tanto fluir de sangre hacia tu vientre.
.Créeme que no te puedo hablar
sin pensar en el peso, a veces intolerable,
de estas palabras que han rodado como piedras antiguas,
de estos silencios en que caben
más de una muerte, más de una pérdida banal,
más de un crimen.
.Créeme, estamos mirándolo desde orillas opuestas
pero el agua nunca cesa de fluir hacia tus pies.
.
Nunca hemos dejado de levantar el pez al cielo,
de ver en el agua diluirse las palabras
que en las noches ensartamos
como cuentas de colores vacíos.
en el que siempre volvíamos a hablar de un hombre ciego,
de un caballo sin dueño que pastaba junto al camino
y del ahorcado que te escribió cartas oscuras.
.No puedes decir que insisto,
que hablo sin dolor de tanta herida eterna,
de tanto fluir de sangre hacia tu vientre.
.Créeme que no te puedo hablar
sin pensar en el peso, a veces intolerable,
de estas palabras que han rodado como piedras antiguas,
de estos silencios en que caben
más de una muerte, más de una pérdida banal,
más de un crimen.
.Créeme, estamos mirándolo desde orillas opuestas
pero el agua nunca cesa de fluir hacia tus pies.
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Nunca hemos dejado de levantar el pez al cielo,
de ver en el agua diluirse las palabras
que en las noches ensartamos
como cuentas de colores vacíos.
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