sábado, 7 de junio de 2008

HUELLAS

La distancia y la falta de comunicación durante periodos muy largos con los poetas de mi generación me hace a veces releer algunos libros con una visión muy critica de cuanto he escrito. En este caso La Primera Palabra que me viene a la mente es “huellas”. Apenas nos saludamos en dos ocasiones, simples saludos por pura urbanidad, en que sentí, más que distancia, una profunda timidez. Carlos Augusto Alfonso, es sin embargo, uno de los poetas de mi generación que más he frecuentado. Sólido, de una aridez sintáctica proverbial, escoge sus lectores, les prueba y luego les fascina. Puede enorgullecerse de un discurso sorprendente, inusualmente rico y raro, de una agudeza que penetra lo esencial por los caminos de la retórica, la alusión subtextual o la fina ironía, en que lo popular, incluso lo grosero, se hace quevedesco y sutil. Sus libros sustentan una vocación en que lo experimental se muestra como hallazgo aunque nos impresione como búsqueda. Su poesía ha plantado más de un hito en el páramo de mis elucubraciones y ha dejado más de una huella visible en algunos de mis versos. Nótese la relación formal y temática entre estos dos excelentes textos suyos (“La Corriente del Niño” y “La Pescadería”) y este poema (“En La Corriente”) que escribí años más tarde, para más coincidencia, durante mi estancia en Perú y durante uno de los fenómenos de “el niño” mas devastadores de los últimos tiempos.


LA CORRIENTE DEL NIÑO.

(Fenómeno meteorológico)
Ciertos informes indican que el niño puede volver.
(Del periódico científico “Rasmusson“)
claro que puede volver
el niño siempre puede volver
era desgraciado era pálido era mandado a volver
he sabido de nubes condicionadas a quedarse antes
si el niño llora en cali en potosí en alabama
entre los filminutos de los empleados de la card vaid
desequilibrado ante los ojos del vió y no vió
más allá de su impacto económico
de su manera fija de proceder/como corresponde a zonas
castigadas por disciplina
aguas tibias y calientes cocinando de lado la anchobeta
llevándose a miles a reforzar el ecologismo
a sentar base de reuniones interminables
navidad de natividades con qué cara puede uno
presentarse ante la fao
y pedir ayuda
a mucho y le compran el traje al bengalí que firma
miles de protocolos en tu mundo
los bancos de cereales cuenta abierta a la polinesia
claro que puede volver
claro que el niño puede volver siempre está volviendo el niño
que necesita para la natividad que no sea que no sea que
entre la virgen por una puerta salga la virgen por la otra
a intervalos de los sueros con un levín en la nariz
el niño mama repugnado de tragar aire
el niño que muere mata y se ríe es válido
nos esperan congresos sobre la corriente del niño
por los días 24 hay también terror
las cosas quedan donde siempre paz y fertilidad
a qué hora abrió los ojos qué ángulo prefirió mirar
cómo se durmió
el niño siempre estará volviendo puntual
con su reloj del hambre.


LA PESCADERÍA.

Cuba: Tratado de Pesca con Perú.
(nación más favorecida)
Vivo sobre pescadería,
es decir,
sobre aviso.
Abajo se me lleva,
cuando me asomo y veo agrupaciones,
de concierto en concierto;
escaleras que aprenden a encontrar su destino.
Vivo sobre pescadería, es decir,
una vez que los tenga,
cortaré las comentes de una canallada.
Abajo se me guarda
como en una circulante.
Vivo sobre pescadería,
es decir,
en costas tabuladas,
en cámaras mortuorias,
con glaucoma de arenas movedizas
en los bancos de peces,
que llegan a las cuencas de mis manos.
Vivo sobre pescadería,
es decir,
sobre aviso.


EN LA CORRIENTE.

Estas pudieran ser aguas más cálidas
en la corriente inversa,
que no adversa, para el pez desdoblado en el frío,
en la ausencia de todo calor,
en la corriente calma de las aguas.
Esta es la corriente que puede matar
empujando desde el más cálido recuerdo,
en el que más estamos,
una muerte que suele parecerse cada vez menos al frío.

Puedes mirar abajo, esos hombres,
que son o pudieran ser arenques
u otro pez seco en salmuera,
esperan su jurel, matan
su vacío en La Habana
en tanto, el frío mar del sur
hace lugar.
Esta, adversa, echa fuera, sobre las rocas o la playa,
los peces muertos en el sueño,
no sabría si cálido, de ser hombres tendidos al sol
o tirando de la red.

Mostrador siempre mísero o vidriera helada de asombro
que de quebrarse,
vidrio o equilibrio natural,
de igual modo acabará pudriendo
la playa o la acera.
En tanto, sigue siendo el abrigo
para ocultar el miedo a lo desconocido,
sigue, contracorriente,
negando el agua límpida
que sueñan aturdidos los hombres y los peces.

CARLOS AUGUSTO ALFONSO: (La Habana, 1963) Poeta. Ha obtenido el Premio David de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en 1986, el Premio Abril y el Premio de Poesía Julián del Casal de la UNEAC en 1997 y el Premio de la Crítica Literaria 2004. Ha publicado seis libros de poesía: "El segundo aire" (1987), "Población flotante" (1994), y "La oración de Letrán" (1996), “Fast Delivery” (1997), “Cabeza abajo” (2001) y “Cerval” (2004). Reside en Cuba.

Foto de Cuba Literaria. Una foto muy curiosa, dado el clima de Cuba, y la única que he podido obtener.

Nota: (06/21/2008)
Recién encuentro en “alascuba” unos textos y una ficha actualizada del poeta cubano Carlos Augusto Alfonso. Hay además una foto, al parecer reciente, que retribuye mis esfuerzos en vano cuando escribí este post.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Heriberto: Un gran placer conocerte (junto a tu familia) en persona, aunque fuera en medio de un caótico estruendo de jardín con DJ jazz. Vislumbro otras conversaciones con más calma. Un abrazo
machetico