Por Luís de la Paz
El escritor Carlos Pintado se va abriendo paso en el marco de la literatura cubana y en particular en la de Miami, donde reside. Desde que ganó el Premio Internacional de Poesía Sant Jordi 2006, en España, por su libro Autorretrato en azul, ha destacado como una de las voces jóvenes más interesantes de la poesía cubana. Textos suyos han inspirado a la compositora Pamela Marshall un quinteto para piano, que se estrenará a mediados de mayo.
Nacido en 1974 en Pinar del Río, Pintado ha publicado El diablo en el cuerpo (2005), Los bosques de Mortefontaine (2007), Habitación a oscuras (2007) y el libro de ensayos y cuentos La Seducción del Minotauro (2000). La editorial Bluebird publicó Los Nombres de la noche (2008), una antología de su poesía. Su más reciente libro, El azar y los tesoros fue finalista del premio Adonais, 2008, en España, y será publicado próximamente. El escritor es también jefe de redacción de la revista literaria cibernética La Zorra y El Cuervo.
1. ¿Podrías hablarnos un poco de tu formación como escritor?
La formación como escritor es similar a la de lector. De niño me recuerdo leyendo libros de Salgari, Verne, Andersen, Tolkien, Bradbury y Poe. Fui un mitómano incansable que creía vivir en mundos de magos, espadas mágicas, muertos y vampiros. A más de un amigo aterroricé, diabólicamente, con mis cuentos de horror y fantasía hasta que –para no repetirme o repetirlos– decidí ponerlos en el papel. Creo que ahí comenzó a gestarse el escritor. Tiempo después llegaron los románticos ingleses, Verlaine, Rimbaud, Rilke y Paul Valéry diciéndome cosas grandes, cosas bellas que yo quería hacer mías. Un día descubro, en una antología, un soneto a un gato. Acostumbrado como estaba yo a poemas exóticos, a paisajes lejanos, a penumbras insondables, este soneto debió resultarme un sacrilegio. Leí muy sorprendido sus primeros versos: “No son más silenciosos los espejos/ ni más furtiva el alba aventurera; / eres, bajo, la luna esa pantera/ que nos es dado divisar de lejos”. Y fue una gran revelación. Hasta ese momento, que recordara yo, nadie había conseguido decir tanto, con tan poco, con esa suerte de maestría inigualable. En apenas cuatro versos, Borges me daba una lección sobre la hegemonía del gato en un poema. Salí de ese poema pensando que esa criatura mágica –un ser vivo– podía ser por virtud poética mucho más silencioso y furtivo que los espejos y las albas –cosas silenciosas y furtivas por antonomasia– por obra y gracia de un Borges santo. Me pareció una comparación insolente y magistral. El hechizo estaba hecho.
2. En el 2006 ganas el Premio Sant Jordi de poesía, en España, con Autorretrato en azul, libro que luego es publicado con el título Habitación a oscuras. ¿A qué se debió el cambio?
Autorretrato en azul y Un tapiz donde el bosque se ilumina fueron siempre dos libros o secciones que, al fusionarse, dieron nombre a Habitación a oscuras, que es el título original del libro. Escritos entre 1988 y 1991 los dos debieron compartir ese destino de penumbras y estatuas que tanto abundan en el cuaderno. Autorretrato es una palinodia de otro cuaderno náufrago, pero que corrió con buena suerte al ser premiado en un concurso. Preferí que el libro saliera en su integridad y no dividido bajo el efímero esplendor de un rótulo de premio. Justicia poética, creo.
3. Tradujiste La rosa de Coleridge, una antología de poetas americanos e ingleses. Sería interesante escuchar tu opinión sobre el proceso de traducción y en particular de este libro.
El libro permanece inédito y espero que salga en algún momento. Es un modesto homenaje a los poetas ingleses y americanos que me gustaron o influyeron en mí. Recuerdo que al salir de una clase de Historia y Literatura Inglesa, me encerré a traducir La apología de Aristófanes de Robert Browning, y luego quedé seducido por el ejercicio de traducción, que no es menos noble que el de escribir un poema en su idioma natural. Hay algo de infidelidad deleitable cuando intentas trasladar un poema de un idioma a otro. Al terminar con Browning empecé con la maravillosa elegía de Thomas Gray, con Keats, con Silvia Plath, con Ginsberg. Traduje mucho bajo ese rapto afiebrado de quien descubre un instrumento de poder en sus manos. Después, como es lógico, deseché algunas traducciones, mejoré otras. Algunos poetas dejaron de ser los preferidos y cedieron ese lugar a otros. La traducción es una conversación con los difuntos como bien aprendió Eliseo Diego de Quevedo.
4. Eres parte fundamental del la nueva editorial Bluebird, cuyo fondo editorial va creciendo. Cuéntanos sobre le proyecto y las proyecciones para el futuro.
La editorial Bluebird es la fusión de Ediciones Bluebird y la revista literaria La Zorra y el Cuervo. Con George Riverón y Heriberto Hernández intentamos la tarea casi quijotesca de publicar libros. Es un proceso que ha ido madurando, que apuesta por la buena literatura y del que ya sobresalen excelentes títulos. Para el futuro casi inmediato estamos preparando un catálogo que promete sorpresas. Habrá autores malditos, premiados y olvidados, autores de Estados Unidos, de España y de Cuba. Yo creo que Heriberto y George son en realidad las partes fundamentales; yo aprendo mucho de ellos: Heriberto tiene una constancia titánica para orquestar cosas; George un ojo avizor, certero. Yo ando entre ellos como el fantasma de Aura de Carlos Fuentes, pero alegre de ser parte de ese proyecto.
5. Recientemente has publicado Los nombres de la noche, una antología personal de tu poesía. ¿Qué nos puede decir sobre ese libro?
En Los nombres de la noche agrupo poemas de algunos libros publicados y de otros inéditos. Hay textos que prefiero por diversos motivos y otros que se han quedado escondidos, temerosos de salir a la luz. De alguna manera abro y cierro un umbral con él. Concebí este libro como una galería de retratos o de espejos. Cada poema es la instantánea de una época, una verificación de lo vivido. Con algunos poemas he salvado momentos, ganados efímeros parnasos; con otros he perdido amores, miedos, sueños. Juntarlos es casi una herejía. Siempre pensé que no hay nada más vulnerable que un hombre cuando se sienta a escribir versos, pero publicarlos puede superar esa vulnerabilidad. Un poeta, decía Valéry, es un buscador de instantes privilegiados. Esta antología pretender –no sé si lo consigue- ser un muestrario de instantes y de privilegios.
El escritor Carlos Pintado se va abriendo paso en el marco de la literatura cubana y en particular en la de Miami, donde reside. Desde que ganó el Premio Internacional de Poesía Sant Jordi 2006, en España, por su libro Autorretrato en azul, ha destacado como una de las voces jóvenes más interesantes de la poesía cubana. Textos suyos han inspirado a la compositora Pamela Marshall un quinteto para piano, que se estrenará a mediados de mayo.
Nacido en 1974 en Pinar del Río, Pintado ha publicado El diablo en el cuerpo (2005), Los bosques de Mortefontaine (2007), Habitación a oscuras (2007) y el libro de ensayos y cuentos La Seducción del Minotauro (2000). La editorial Bluebird publicó Los Nombres de la noche (2008), una antología de su poesía. Su más reciente libro, El azar y los tesoros fue finalista del premio Adonais, 2008, en España, y será publicado próximamente. El escritor es también jefe de redacción de la revista literaria cibernética La Zorra y El Cuervo.
1. ¿Podrías hablarnos un poco de tu formación como escritor?
La formación como escritor es similar a la de lector. De niño me recuerdo leyendo libros de Salgari, Verne, Andersen, Tolkien, Bradbury y Poe. Fui un mitómano incansable que creía vivir en mundos de magos, espadas mágicas, muertos y vampiros. A más de un amigo aterroricé, diabólicamente, con mis cuentos de horror y fantasía hasta que –para no repetirme o repetirlos– decidí ponerlos en el papel. Creo que ahí comenzó a gestarse el escritor. Tiempo después llegaron los románticos ingleses, Verlaine, Rimbaud, Rilke y Paul Valéry diciéndome cosas grandes, cosas bellas que yo quería hacer mías. Un día descubro, en una antología, un soneto a un gato. Acostumbrado como estaba yo a poemas exóticos, a paisajes lejanos, a penumbras insondables, este soneto debió resultarme un sacrilegio. Leí muy sorprendido sus primeros versos: “No son más silenciosos los espejos/ ni más furtiva el alba aventurera; / eres, bajo, la luna esa pantera/ que nos es dado divisar de lejos”. Y fue una gran revelación. Hasta ese momento, que recordara yo, nadie había conseguido decir tanto, con tan poco, con esa suerte de maestría inigualable. En apenas cuatro versos, Borges me daba una lección sobre la hegemonía del gato en un poema. Salí de ese poema pensando que esa criatura mágica –un ser vivo– podía ser por virtud poética mucho más silencioso y furtivo que los espejos y las albas –cosas silenciosas y furtivas por antonomasia– por obra y gracia de un Borges santo. Me pareció una comparación insolente y magistral. El hechizo estaba hecho.
2. En el 2006 ganas el Premio Sant Jordi de poesía, en España, con Autorretrato en azul, libro que luego es publicado con el título Habitación a oscuras. ¿A qué se debió el cambio?
Autorretrato en azul y Un tapiz donde el bosque se ilumina fueron siempre dos libros o secciones que, al fusionarse, dieron nombre a Habitación a oscuras, que es el título original del libro. Escritos entre 1988 y 1991 los dos debieron compartir ese destino de penumbras y estatuas que tanto abundan en el cuaderno. Autorretrato es una palinodia de otro cuaderno náufrago, pero que corrió con buena suerte al ser premiado en un concurso. Preferí que el libro saliera en su integridad y no dividido bajo el efímero esplendor de un rótulo de premio. Justicia poética, creo.
3. Tradujiste La rosa de Coleridge, una antología de poetas americanos e ingleses. Sería interesante escuchar tu opinión sobre el proceso de traducción y en particular de este libro.
El libro permanece inédito y espero que salga en algún momento. Es un modesto homenaje a los poetas ingleses y americanos que me gustaron o influyeron en mí. Recuerdo que al salir de una clase de Historia y Literatura Inglesa, me encerré a traducir La apología de Aristófanes de Robert Browning, y luego quedé seducido por el ejercicio de traducción, que no es menos noble que el de escribir un poema en su idioma natural. Hay algo de infidelidad deleitable cuando intentas trasladar un poema de un idioma a otro. Al terminar con Browning empecé con la maravillosa elegía de Thomas Gray, con Keats, con Silvia Plath, con Ginsberg. Traduje mucho bajo ese rapto afiebrado de quien descubre un instrumento de poder en sus manos. Después, como es lógico, deseché algunas traducciones, mejoré otras. Algunos poetas dejaron de ser los preferidos y cedieron ese lugar a otros. La traducción es una conversación con los difuntos como bien aprendió Eliseo Diego de Quevedo.
4. Eres parte fundamental del la nueva editorial Bluebird, cuyo fondo editorial va creciendo. Cuéntanos sobre le proyecto y las proyecciones para el futuro.
La editorial Bluebird es la fusión de Ediciones Bluebird y la revista literaria La Zorra y el Cuervo. Con George Riverón y Heriberto Hernández intentamos la tarea casi quijotesca de publicar libros. Es un proceso que ha ido madurando, que apuesta por la buena literatura y del que ya sobresalen excelentes títulos. Para el futuro casi inmediato estamos preparando un catálogo que promete sorpresas. Habrá autores malditos, premiados y olvidados, autores de Estados Unidos, de España y de Cuba. Yo creo que Heriberto y George son en realidad las partes fundamentales; yo aprendo mucho de ellos: Heriberto tiene una constancia titánica para orquestar cosas; George un ojo avizor, certero. Yo ando entre ellos como el fantasma de Aura de Carlos Fuentes, pero alegre de ser parte de ese proyecto.
5. Recientemente has publicado Los nombres de la noche, una antología personal de tu poesía. ¿Qué nos puede decir sobre ese libro?
En Los nombres de la noche agrupo poemas de algunos libros publicados y de otros inéditos. Hay textos que prefiero por diversos motivos y otros que se han quedado escondidos, temerosos de salir a la luz. De alguna manera abro y cierro un umbral con él. Concebí este libro como una galería de retratos o de espejos. Cada poema es la instantánea de una época, una verificación de lo vivido. Con algunos poemas he salvado momentos, ganados efímeros parnasos; con otros he perdido amores, miedos, sueños. Juntarlos es casi una herejía. Siempre pensé que no hay nada más vulnerable que un hombre cuando se sienta a escribir versos, pero publicarlos puede superar esa vulnerabilidad. Un poeta, decía Valéry, es un buscador de instantes privilegiados. Esta antología pretender –no sé si lo consigue- ser un muestrario de instantes y de privilegios.
.
Diario Las Américas / 04-25-2009
Luis de la Paz: La Habana, 1956 Salió de Cuba durante los dramáticos sucesos de la embajada del Perú y el posterior éxodo del Mariel, en 1980. Desde entonces reside en Miami. Fue miembro del consejo de editores de la revista Mariel, de Nexos de difusión electrónica y editor de El ateje, publicación cibernética. Ha recibido el Premio Museo Cubano de ensayo, por un trabajo sobre Dulce María Loynaz. Ha publicado los libros de relatos: Un verano incesante (Ediciones Universal, Miami 1996) y El otro lado (Ediciones Universal, Miami, 1999), y la recopilación de textos y documentos Reinaldo Arenas, aunque anochezca (Universal, Miami, 2001). Un cuento suyo es recogido en Cuentos desde Miami (Poliedro, 2004) y en Palabras por un joven suicida (Silueta, 2006). Es columnista de Diario Las Américas en Miami.
3 comentarios:
Aprecio el sincero decir de Carlos Pintado. Cada respuesta aunque pensada, transmite con limpidez su lealtad a la poesía, su deuda, dejando salvada la anunciada dualidad entre poeta y hombre.
Elizabeth
Amo el gènero de las entrevistas, si es que existe alguno, y no una suerte de interrogatorio amable, que no policial, asì que me encanta leerlas. Y èsta de CP, por Luis de la Paz, es muy buena y prefesional.
Carlos Pintado, ademàs de poeta y bueno, usa las gorras màs lindas que he visto. Cool, como dirìan en inglès.
MIl GRACIas y bendiciones,
Belkis
www.belkiscuzamale.blogspot.com
¡Hermosa entrevista! Me gustó mucho eso de “cuaderno náufrago” qué expresión tan feliz. Y la definición de Eliseo Diego de la traducción es la mejor que he oído hasta ahora. ¡Buena suerte, Carlos, con todos tus proyectos! Y Belkis tiene razón, tus gorras tienen mucho swing…
Cariños desde Taos,
La Te
Publicar un comentario