domingo, 11 de octubre de 2009

UNO / I / 1

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Un poema que refleja la asfixiante realidad existencial de nuestra generación, entrampada en los angostos márgenes de una sociedad cuyos límites comenzaban a ser materia de poesía.
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LA LUZ, BRÓDER, LA LUZ / Sigfredo Ariel

Sigfredo Ariel: Santa Clara, 1962. Poeta, narrador, ensayista, dibujante, guionista de radio, cine y televisión, productor musical. Desde hace veinte años trabaja en la radio y la televisión cubanas, escribiendo y dirigiendo programas culturales. Ha publicado lo libros Algunos pocos conocidos (Ediciones Unión, 1987), El enorme verano (Editoria Abril, 1995), El cielo imaginario (Ediciones Vigía, Matanzas, 1996), Las primeras itálicas (Miguel Gómez Editores, Málaga, España, 1997), Hotel Central (Ediciones Unión, 1998), Los peces y La vida tropical (Editorial Letras Cubanas, 2000), Manos de obra (Editorial Letras Cubanas, 2002), Born in Santa Clara (Ediciones Unión, 2006 y 2007) y Cielo imaginario (2008). Reside en La Habana.
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Nota: En adelante y todos los domingos intentaremos poner en esta página textos que por alguna razón tuvieron una significación especial en la década de los ochenta y en algunos de los turbios años posteriores.
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Mirar caer la nieve en la oficina de registro
cuando uno es la señal con un pañuelo, un sauce
que huele a mar del trópico, un animal aislado.
Pudiera caer ahora mismo la nieve sobre los edificios
en copos graves
pudiera morirme si me viera en una cerrazón
que tumba la cabeza
hasta las manos de los padres
que esperan sentados en un parque
y que no saben nada.
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Un hombre quitaría con una vieja pala esta ceniza.
Vagamente regresa a aquel lugar
donde llovía detrás de la cabeza
cuando tuvo otro nombre y una cicatriz en la barbilla
y era hipócrita y humanocomo un pobre diablo.
Bebía en los circos de ocasión
y tenía el bolsillo repleto de llaves inservibles
y un temor absoluto de la soledad.
Seré yo mismo acaso si fuera tenedor de libros
o fuera neerlandés y conociera la magia
y si en el extremo de mi vida la nostalgia
me pasmara las manos sobre el hielo.
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Job pudo reposar sin violentarse
sobre este caracol marino
y las sabanas pudieran estar llenas de alfalfas
o de termas brillantes o de casas de troncos.
Quiénes seríamos entonces / calle abajo
acaso compraríamos el periódico de la mañana
cayéndonos de sueñoy las mandarinas y el pan dulce.
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Estos años románticos los querrán los hijos de los hijos
y buscarán la letra en el registro, nuestros discos
los papeles sucios.
Voy a morir sin ver la nieve
qué hubiéramos adelantado bajo la nieve harinosa
esa pequeña aventura en nuestra luz:
el paso de un astro, la carrera de una estrella.
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Estos días van a ser imaginados
por los dioses y los adolescentes que pedirán estos días
para ellos.
Y se borrarán los nombres y las fechas
y nuestros desatinos
y quedará la luz, bróder, la luz
y no otra cosa.
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1 comentario:

Juan Carlos Recio. dijo...

Siempre hay que volver a la poesía de este gran caballero, y uno de los más recurrentes, dentro de los muchos que tiene es precisamente la luz bróder, la luz y no otra cosa.