Escuché a alguien (que intento recordar en vano), lamentar que los intelectuales contemporáneos cubanos no se citen unos a otros, y aventurar que la causa podría ser que no se lean o aprecien entre sí. No es mi impresión, pero es una curiosa idea que podría aportar elementos al análisis de la alarmante precariedad en el debate que anega el tema cubano. Desbrozando el camino para otro tema, especulaba sustanciosamente Iván de la Nuez: “Hay algo más difícil que encontrar un escritor que sepa colocar los adjetivos: dar con uno que sepa no colocarlos.” Traer (casi por los pelos) esta frase, me permite tomar un camino corto para regresar al tema de la polémica o el simple intercambio de ideas. Y es que sobre un objeto (su sustancia, su identidad sustantiva) sólo se puede discrepar o confluir recorriendo un camino en que su cualificación es inevitable. Otra actitud nos refiere a espacios en que el protagonismo de la fe sugiere incluso la encarnación del verbo. Pero es evidente que, por la propensión a empuñar el más filoso adjetivo, se está desangrando el odre del pensamiento cubano.
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1 comentario:
Excelente, Heriberto, la búqueda -insaciables, diría yo- de la ingeniosidad muchas veces está asesinando al pensamiento hondo, a la voz alta. Cuando recuerdo a los grandes poetas de nuestra lengua, no puedo dejar de corroborar que con la sencillez más absoluta decían las esencialidades más profundas. Creo sinceramente que hay que ir a la caza de una formulación que, sin maltratar al significante, eleve el significado.
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