martes, 27 de octubre de 2009

DULCE MARÍA LOYNAZ

(se queja de “los esfuerzos” que ha tenido que hacer para que se publiquen las memorias de su padre Enrique Loynaz del Castillo, general del Ejército Libertador y autor de la letra del Himno Invasor; así como del poco interés por editar la obra de sus hermanos, especialmente la de Enrique Loynaz)

La Habana 29-4-87
......No sabe Ud. amiga mía, la tristeza que me ha producido su carta. Esas dos, tres palabras “vieja y enferma” me han llegado al alma, y lo peor no es eso, que aunque sea cierto no lo parece Ud., por su aspecto –a mi me pareció una mujer bella- lo peor es que Ud. tiene una obra digna de ser conocida y admirada, lo cual por si solo constituye un hallazgo en esta poesía de hoy que no ha sabido aun hallar su rumbo.
......Si estuviera en mi mano sacar a la luz siquiera fuese parte de su obra, ya lo estaría haciendo, pero no quiera Ud. que le cuente los esfuerzos que he tenido que hacer para que se publiquen las memorias de mi padre que son parte de la historia de Cuba. 8 años he venido luchando para lograrlo y al final creo que verán la luz en uno de estos próximos meses.
......La antología mía fue hecha por que no quedó más remedio. Yo no lo solicité porque a los 80 y pico de años ya no me interesa la publicidad para mí, que además tenía un nombre suficientemente conocido. Pero ahí está todavía inédita la obra de mis hermanos, sobretodo de Enrique de quien se sigue hablando a los 20 años de su muerte.
......En fin mi amiga, si de algo puede consolarla el reconocimiento que hago de sus versos, el justo mérito que les doy, sepa entonces que son absolutamente sinceros y que no he añadido una palabra que Ud. no merezca. Siempre su amiga, Dulce.
............................................................................................NOTA: Publicamos esta segunda carta de la poeta Dulce María Loynaz (1902-1997) a su amiga, la poeta matancera Digdora Alonso (1921-2008), gracias a la cortesía de su nieta Vanessa Ruíz, quien conserva una valiosísima colección de las cartas escritas a su abuela por la poeta habanera, entre los años 1985 y 1991.
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1 comentario:

Manuel Vázquez Portal dijo...

Heriberto:

Cierta vez fui con el escritor Miguel Collazo a casa de Dulce María y quedé pasmado frente al abandono en que, por parte del Estado, vivía quien ya había sido nada menos que Premio Cervantes. Yo hubiera preferido no ir pero Collazo admiraba tanto a la autora de Jardín que lo acompañé. El hallazgo fue brutal. No sólo no cuidaban su legado estético, tampoco cuidaban a la persona.
Años después tuve la tristeza de constatar, cuando ya había muerto la autora de La novia de Lázaro, que la casona de E y 19 había sido restaurada en toda su antiguas fastuosidad y era una institución cultural de ese mismo Estado que no supo, aunque fuera pintarla para la autora mientras esta vivia. Es realmente doloroso.