domingo, 23 de mayo de 2010

LA OZT MASK Y EL ENTUSIAMO

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Su trivialización es la muerte de cualquier idea.
Su reducción a un gesto, la desacreditación del concepto reproduciéndolo en la gestualidad imitativa, vacía de su contenido esencial, la deshidratación de un ser humano hasta reducirlo a sus “iniciales", al ideograma vagamente referencial de las tres letras que iniciaban la única propiedad real que le acompañó hasta su muerte -el nombre-, le asegura la intrascendencia, el naufragio en un mar de siglas y signos confuso y vacío, flotando en las aguas de nuestra inmensa desidia histórica.
La incitación al acto macabro de manipular su imagen, de “recortar sus bordes” (¿bordes?, ¿límites?, ¿no fue harto de límites absurdos que prefirió la muerte?), de “calar sus ojos”, es una muestra insuperable de cuanta indolencia puede haber en el entusiasmo irreflexivo y el ejercicio del exceso como medio.
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¿Se puede ser ciego, al punto de obviar el alcance simbólico que tiene sugerirle a alguien que, para conjurar su miedo, le saque los ojos al único mártir real de la oposición?
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