lunes, 2 de mayo de 2011

ZONA CONGELADA / Idalia Morejón

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ZONA CONGELADA
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Al mismo tiempo que gestaba, Poquita Cosa hibernaba y el mundo cambiaba.
……….Tanto que ya no había ni pan ni arroz ni naranja ni lechuga ni pollo ni chicharrón.
……….Tanto que ya no había ni mercurocromo ni aspirina ni penicilina ni curitas ni salbutamol ni amitriptilina.
……….Tanto que no había luz eléctrica ni solar, ni luz interior.
……….Con los años, la neblina que envolvía todos los secretos de su vida continuaba estacionada sobre la capital nacional, donde Poquita Cosa, en varias ocasiones, se había sentido dentro de
……….una laguna azul
……….una piscina vacía
……….un arroyito
……….una zanja fangosa
……….el chorro de una manguera
……….la bolsa escrotal de la madre poiesis
……….cosida a la tierra con el hilo de acero de los sembrados de tomate de las vegas de tabaco de los campismos de las casas en la playa de las tendederas de los uniformes de los noviecitos.
……….La neblina se condensaba más y más, mientras sobre la isla principal con sus cayos adyacentes llovía ceniza.
……….Ceniza de los días.
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¿QUI EST-IL?
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Se conocieron cuando de forma alguna Poquita Cosa esperaba encontrar un nuevo amor, más que nada por no tenerlo registrado en su repertorio particular de deseos y visiones. Coincidieron en la casa de Juan K, comisario de un improvisado dormitorio-galería de dos por dos. Allí se acostumbró a beber té con connotaciones culturales, por primera vez leyó los poemas de Borges, palpó la edición barralesca de Tres Tristes Tigres y aprendió de memoria el poema del momento, “Ah que tú escapes”.
……….“Ah, que tú escapes”, repite la moza más carente de la ciudad mientras se transforma en gitana y monta su tienda en el sitio más estratégico de la feria local. Extiende la manta de elefantitos, agita las pulseras invisibles cual maracas, y con cara de yo no fui implora a los cuatro vientos compren-señores-compren incienso de pachulí, lentejuelas, bolsitas de telarte y un monito sabio. Todos se aproximan, para ver si ella de verdad vende el monito. Pero la gitana Poquita Cosa sólo negocia con los de su tribu.
……….El gitano Fr. extiende una manta de jirafitas y uno por uno expone sus productos: poemas del Ángel Sin Guarda, libros del Diecinueve, jazz cantado en inglés que Poquita Cosa no entiende. Ella es una gitana diferente, no sabe leer las cartas y “las manos nunca, porque tiemblan”. Ante cada demostración masculina de este-es-mi-mundo-mi-conocimiento-mi-valor-mi-camino se limita a mirar fijamente a los únicos ojos azules de su vida y guarda silencio guarda silencio guarda silencio. Sabe que no falta mucho tiempo para escuchar el bombazo de rigor que tanto la aburre:
………. “¿Tus autores preferidos?”
……….Mira al otro lado de la avenida procurando un punto del paisaje que la inspire y automáticamente le responde, cual foca amaestrada haciendo girar sobre el hocico ocho nombres brillantes:
……….“Kafka, Rimbaud, Lautreamont, Lezama, Joyce, Cabrera Infante, Proust, Artaud.” El gitano Fr. sonríe satisfecho y la invita a tomar un helado que ella pagará. La besa en la boca y le susurra al oído, todo ladino:
………. “Quédate en mi tienda. Te compro el monito”.
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IDALIA MOREJÓN ARNAIZ
: (Santa Clara, Cuba, 1965): Ensayista y poeta. Licenciada en Lengua y Literatura Francesa por la Universidad de La Habana (1987) y doctorada en Integración Latinoamericana em el Área de Literatura Comparada (2004). Se ha especializado en la historia intelectual cubana del último medio siglo. Es autora del “Expediente Paideia”, que preparó para la revista Cubista Magazine, cuya edición constituye un aporte esencial a nuestra historia reciente. Su más reciente libro publicado se titula, "Política y polémica en América Latina. Las revistas Casa de las Américas y Mundo Nuevo" (Educación y Cultura, México DF, 2010). Reside en São Pablo, Brasil.
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Mist covering de city / Augusto Grácio. Watercolour on paper. 14 x 22 cm (1998)

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante todas tus escrituras Idalia, nos trae mucho placer leerlas, te felicito
Evita

LopezRamos dijo...

Muy buenos estos versos. El personaje poético que se inventa Idalia me recuerda al Tal Lucas narrativo de Cortazar.