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Martí es la unidad, el hito fundacional. La idea de poner un diamante de 25 quilates en el sitio que marca el kilometro cero de la carretera central, me pareció siempre un modo de encarnar simbólicamente a José Martí, como el punto del que habrían de partir todas nuestras venturas y desventuras como nación. No nos extrañe entonces, que se le llame al sitio que le fuera destinado, “el salón de los pasos perdidos".
Martí ha estado siempre asociado a la singularidad, a lo sin par, y muchos pensadores, que han sustentado la necesidad de su desmitificación, han obviado, con excesivo respeto académico o destreza empírica, el acto sacrílego de quebrar o desmembrar en sus partes, en sus componentes, este “todo” a que se le ha condenado y que ahora se resiste a ser visto como summa.
Dijo el poeta, indócil: “…en el monte, monte soy", y de un modo explicito, su vocación de multiplicidad y su simpatía por la cualidad germinante de la conjunción, relega lo unitario a su reducido valor referencial. Martí, como la semilla, la unidad, es el símbolo del origen y la permanencia de lo cubano; pero sólo en una espiga hay suficientes granos, semillas, para perpetuar el acto de la cosecha.
1 comentario:
yo naci el mismo dia...por eso ando siempre recogiendo semillitas y sembrando otras por ahi.
Un beso
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