domingo, 24 de enero de 2010

DIEZ Y SEIS / XVI / 16

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En los ochenta, en que era una costumbre, nunca escuché a Víctor Fowler leer poemas suyos. En presentaciones de libros, conferencias, eventos teóricos era usual oírle, con su habitual tono reflexivo y su leguaje que hacia olvidar toda norma académica privilegiando la comunicación. La poesía era su coto privado. Propiciaba la lectura de otros, las confluencias estéticas, la amistad y la polémica ardua y sustancial; en tanto apacentaba sus versos camino de los libros que después leeríamos con el placer de la sorpresa. Hoy seguimos volviendo a ellos..
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LAS PIEDRAS DEL MURO
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I
Están los cuerpos sobre tierra que fue
de matanza y estrépito.
Armas bajadas del altar,
armas partidas,
a ustedes pregunto
¿contra qué muerte debo de ir ahora?
¿contra qué muerte vencedora de Todo?
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II
Entonces hundíamos el cuchillo en el mar
como quien odia cuerpos;
toda nuestra desesperación y anciana furia
multiplicaban el golpe.
.No había gritos de dolor
ni atropelladas palabras de súplica.
Al extraer el acero del agua
de la dura hoja goteaba sangre.
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III
Espirales del éxtasis crecieron
aquí, estas sombras; cubiertas
por las manchas que la lluvia dejó.
!Cuán delicado tejido al tiempo
que el silencio va por las habitaciones!
Avanza con igual aire de amenaza
que un animal cercano ya a su presa:
a cada nuevo paso, nuevas columnas caen.
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IV
Veloces cruzan el cielo graznador:
no recuestes el cuerpo en las piedras
del muro. Ahora que la noche es nuestra
¿qué podríamos contar, amigo?
Ay, compañero, ahora que la noche
quedó abierta, ¿qué podríamos decir?
No recuestes el cuerpo
en las piedras del muro.
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V
Vi cuerpos náufragos abrazando un madero
en las aguas; el azar lo ponía en sus manos
y ellos lo amaban todavía más que al amor.
Vi anchas y blancas velas,
pájaros picoteando los ojos de los muertos,
la ironía suprema de un mar
con la gracia del verano.
Hay momentos en que saltar ventana afuera
debe de ser un placer.
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VI
Asegura la vela que se trata de al final saber
si somos las figuras: guardianes de una verdad
antigua y dolorosa. Asegura que el aliento
permanece más allá de la sombra y el desgaste.
El llanto, según dicen, purifica.
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VÍCTOR FOWLER CALZADA: (La Habana, 1960) Poeta, narrador y ensayista. Licenciado en Pedagogía (especialidad Lengua y Literatura Españolas) en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona de La Habana. En los 80 formó parte del colectivo de autores de la publicación Naranja dulce y se integró al proyecto Paideia. Ha publicado los poemarios El próximo que venga (1986, Editorial Extramuros), Estudios de cerámica griega (1991, Editorial Letras Cubanas), Los símbolos más claros (1993), Confesionario (1993, Editorial Abril), Descensional (1994, autoedición), Visitas (1996, Editorial Extramuros), Malecón Tao (Ediciones UNIÓN, 2001), Caminos de piedra (Centro Provincial del Libro de Ciudad de la Habana, 2001), Historias del cuerpo (2001; Premio de Poesía en el Concurso "Luis Rogelio Nogueras" en 1999, y el Premio de la Crítica Literaria 2001) y El maquinista de Auschwitz (Unión, 2004; Premio UNEAC de Poesía 2003 "Julián del Casal" y el Premio de la Crítica Literaria 2004). Su poemario La obligación de expresar resultó ganador del Premio Guillén en 2008, convocado por la Editorial Letras Cubanas, la Fundación Nicolás Guillén y el Instituto Cubano del Libro. Es también autor de los ensayos La maldición. Una historia del placer como conquista y Rupturas y homenajes , y de la antología La eterna danza, contentiva de la poesía erótica de los últimos doscientos años cubanos..Nota: Continuamos poniendo todos los domingos textos que por alguna razón tuvieron una significación especial en la década de los ochenta y en algunos de los turbios años posteriores. Para ver los post anteriores, picar en UNO / I / 1, DOS / II / 2, TRES / III / 3, CUATRO / IV / 4, CINCO / V / 5, SEIS / VI / 6, SIETE / VII / 7, OCHO / VIII / 8, NUEVE / IX / 9, DIEZ / X / 10, ONCE / XI /11, DOCE / XII / 12, TRECE / XIII / 13, CATORCE / XIV / 14 y QUINCE / XV / 15
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