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.Nelson Simón, degustador del dolor fértil, escribe textos atormentados e intensos en que destaca la pureza en el uso del lenguaje y la belleza clásica de imágenes de un enigmático lirismo. Podríamos decir que si la “generación de los ochenta” se valió de “Orígenes” con un escalón para alcanzar los volúmenes de muy diversas literaturas que se encontraban en lo alto del estante, Nelson, aunque las sonoridades de origenistas no le son ajenas, une los hilos de nuestra tradición lirica del XIX y los entreteje en una suerte de cuerda en que vibran con renovadas sonoridades los ecos del proto-modernismo criollo y una muy personal forma de apropiarse de nuestro marco referencial, de un modo muy desprejuiciado.
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.Nelson Simón, degustador del dolor fértil, escribe textos atormentados e intensos en que destaca la pureza en el uso del lenguaje y la belleza clásica de imágenes de un enigmático lirismo. Podríamos decir que si la “generación de los ochenta” se valió de “Orígenes” con un escalón para alcanzar los volúmenes de muy diversas literaturas que se encontraban en lo alto del estante, Nelson, aunque las sonoridades de origenistas no le son ajenas, une los hilos de nuestra tradición lirica del XIX y los entreteje en una suerte de cuerda en que vibran con renovadas sonoridades los ecos del proto-modernismo criollo y una muy personal forma de apropiarse de nuestro marco referencial, de un modo muy desprejuiciado.
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CASA QUE NO MUEVE EL VIENTO
.Ya llegan. Esto es un escenario,
un espacio de transparencias sin inicio ni fin
o un rechinar de campanas
que en algo se asemejan a una tarde de abril recién llovida.
Siempre supe que el telón de fondo no era un telón.
La ciudad no era la ciudad sino la ausencia,
el vacío, la navaja en la cal,
esa herida que va trazando el miedo en los recuerdos.
Ya llegan. Para entrar a la noche yo preferí tus ojos
y jugué a ganarme o perderme en su brillo, jugué
y el juego fue cierto hasta morder mi carne
y la noche voló en círculos,
borrándose despacio al pié de los ciruelos.
No se puede salir a recoger ciruelas en la lluvia
y exponer las blancas llanuras de la infancia a sus agujas.
No se puede esperar nada de la espera
ni de las aves que se vuelven efímeras al doblar de la esquina.
.No se puede esperar.
…………....…………..Siempre lo supe y esperé.
.
Soñé todas tus latitudes
reuniéndose allí
donde no llego yo ni mi memoria,
donde el mar y las sombras y los barcos se unen
y son un mismo nudo encendido por la espuma del tiempo.
Ya llegan, mi casa es hoy el vértice
y a mi casa ya no la mueve el viento.
¿Dónde están las ventanas
abiertas hacia la infinitud vertiginosa de la sangre?
¿Dónde quedó el murmullo del cazador,
los poemas que colgaban del techo como flautas
cuando yo era una sombra entre tus brazos
y tu eras otra sombra a la sombra de mis brazos enmudecidos?
Ya llegan, ¿Soy acaso otra vuelta de espiral?
Hay una estación del año que me olvida;
hay una escalera que siempre me conduce
al necesario ronquido de la lámpara.
¿Alguien presiente mi urgencia
el olor de los altísimos ciruelos?
No soy el historiador de las lluvias
pero su filo clavado en los terrones
es el anuncio del sueño donde sigues.
Yo también vi verdades roídas por el sueño.
Busqué entre los días y auguré que faltaría uno.
Yo también te imaginé como una hoguera
en la pupila de los peces
y oí los techos levantarse
y los trenes tragarse los paisajes
y tu voz llenarse con la inmovilidad
de los enamorados de Pompeya,
quise irme con las últimas señales del invierno,
tocarme, sentir que ya no estaba;
pero entre ojos miro y entre equilibristas
acecho el equilibrio.
. Ya vienen. En algún lugar siempre estuvo escrito que vendría.
De qué vale mentir, decirles:
-no, yo no soy el que fui ni soy el que seré.
De qué vale ocultar la cicatriz que va dejando el miedo
y resultar ajeno. Han entreabierto el humo.
Está aquí la lluvia y su salvaje ejercito de recuerdos.
El túnel continúa y yo sigo cayendo hasta tu vientre.
¿Dónde surge esa música?
¿Qué reloj me oculta en su inmunidad?
¿Qué maderas son estas que me envuelven?
Hay un niño que escribe sobre las hojas secas,
repletos de distancia veo moverse sus ojos.
Hay un patio inmenso donde no cabe el niño
ni el límite entre su corazón y la sonrisa
ni el animal que gota a gota se fuga hasta sus pies.
Hay árboles talados y un abuelo de polvo colgando en las paredes.
Hay un miedo feroz a los silencios,
que espera en la lluvia de un sábado sin fecha ni estatura,
que regresen los trinos nunca vueltos
y le traigan noticias de todo lo que aguarda,
allá, tan lejos,
en la casa que no mueve el viento.
.
NELSON SIMÓN: (Pinar del Río, 1965) Poeta, escritor radial. Ha publicado seis libros de poesía: El amolador de tijeras pregunta por su casa (1987), Ciudad de nadie (1992), El peso de la Isla (1994), Criatura de Isla (1995), Con la misma levedad de un náufrago (1996) y A la sombra de los muchachos en flor (2001); y los libro de literatura para niños En el cofre de un pirata y Brujas, hechizos y otros disparates. Reside en Cuba..Nota: Continuamos poniendo todos los domingos textos que por alguna razón tuvieron una significación especial en la década de los ochenta y en algunos de los turbios años posteriores. Para ver los post anteriores, picar en UNO / I / 1, DOS / II / 2, TRES / III / 3, CUATRO / IV / 4, CINCO / V / 5, SEIS / VI / 6, SIETE / VII / 7, OCHO / VIII / 8, NUEVE / IX / 9, DIEZ / X / 10, ONCE / XI /11, DOCE / XII / 12, TRECE / XIII / 13 y CATORCE / XIV / 14
CASA QUE NO MUEVE EL VIENTO
.Ya llegan. Esto es un escenario,
un espacio de transparencias sin inicio ni fin
o un rechinar de campanas
que en algo se asemejan a una tarde de abril recién llovida.
Siempre supe que el telón de fondo no era un telón.
La ciudad no era la ciudad sino la ausencia,
el vacío, la navaja en la cal,
esa herida que va trazando el miedo en los recuerdos.
Ya llegan. Para entrar a la noche yo preferí tus ojos
y jugué a ganarme o perderme en su brillo, jugué
y el juego fue cierto hasta morder mi carne
y la noche voló en círculos,
borrándose despacio al pié de los ciruelos.
No se puede salir a recoger ciruelas en la lluvia
y exponer las blancas llanuras de la infancia a sus agujas.
No se puede esperar nada de la espera
ni de las aves que se vuelven efímeras al doblar de la esquina.
.No se puede esperar.
…………....…………..Siempre lo supe y esperé.
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Soñé todas tus latitudes
reuniéndose allí
donde no llego yo ni mi memoria,
donde el mar y las sombras y los barcos se unen
y son un mismo nudo encendido por la espuma del tiempo.
Ya llegan, mi casa es hoy el vértice
y a mi casa ya no la mueve el viento.
¿Dónde están las ventanas
abiertas hacia la infinitud vertiginosa de la sangre?
¿Dónde quedó el murmullo del cazador,
los poemas que colgaban del techo como flautas
cuando yo era una sombra entre tus brazos
y tu eras otra sombra a la sombra de mis brazos enmudecidos?
Ya llegan, ¿Soy acaso otra vuelta de espiral?
Hay una estación del año que me olvida;
hay una escalera que siempre me conduce
al necesario ronquido de la lámpara.
¿Alguien presiente mi urgencia
el olor de los altísimos ciruelos?
No soy el historiador de las lluvias
pero su filo clavado en los terrones
es el anuncio del sueño donde sigues.
Yo también vi verdades roídas por el sueño.
Busqué entre los días y auguré que faltaría uno.
Yo también te imaginé como una hoguera
en la pupila de los peces
y oí los techos levantarse
y los trenes tragarse los paisajes
y tu voz llenarse con la inmovilidad
de los enamorados de Pompeya,
quise irme con las últimas señales del invierno,
tocarme, sentir que ya no estaba;
pero entre ojos miro y entre equilibristas
acecho el equilibrio.
. Ya vienen. En algún lugar siempre estuvo escrito que vendría.
De qué vale mentir, decirles:
-no, yo no soy el que fui ni soy el que seré.
De qué vale ocultar la cicatriz que va dejando el miedo
y resultar ajeno. Han entreabierto el humo.
Está aquí la lluvia y su salvaje ejercito de recuerdos.
El túnel continúa y yo sigo cayendo hasta tu vientre.
¿Dónde surge esa música?
¿Qué reloj me oculta en su inmunidad?
¿Qué maderas son estas que me envuelven?
Hay un niño que escribe sobre las hojas secas,
repletos de distancia veo moverse sus ojos.
Hay un patio inmenso donde no cabe el niño
ni el límite entre su corazón y la sonrisa
ni el animal que gota a gota se fuga hasta sus pies.
Hay árboles talados y un abuelo de polvo colgando en las paredes.
Hay un miedo feroz a los silencios,
que espera en la lluvia de un sábado sin fecha ni estatura,
que regresen los trinos nunca vueltos
y le traigan noticias de todo lo que aguarda,
allá, tan lejos,
en la casa que no mueve el viento.
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NELSON SIMÓN: (Pinar del Río, 1965) Poeta, escritor radial. Ha publicado seis libros de poesía: El amolador de tijeras pregunta por su casa (1987), Ciudad de nadie (1992), El peso de la Isla (1994), Criatura de Isla (1995), Con la misma levedad de un náufrago (1996) y A la sombra de los muchachos en flor (2001); y los libro de literatura para niños En el cofre de un pirata y Brujas, hechizos y otros disparates. Reside en Cuba..Nota: Continuamos poniendo todos los domingos textos que por alguna razón tuvieron una significación especial en la década de los ochenta y en algunos de los turbios años posteriores. Para ver los post anteriores, picar en UNO / I / 1, DOS / II / 2, TRES / III / 3, CUATRO / IV / 4, CINCO / V / 5, SEIS / VI / 6, SIETE / VII / 7, OCHO / VIII / 8, NUEVE / IX / 9, DIEZ / X / 10, ONCE / XI /11, DOCE / XII / 12, TRECE / XIII / 13 y CATORCE / XIV / 14
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3 comentarios:
Si señor, un poeta que inspira, alguien que escribe mucho, pero que su don no lo abandona y que uno vuelve a leer con gusto. Gracias por publicar más del poeta.
Sereno, hermoso poema.
Gracias, Heriberto, por publicar este poema de NS, como dice el anónimo "sereno, hermoso" y agrego que de profunda y estimulante melancolía (valga la paradoja), muy finos y esbeltos estos versos, sin caídas ni estridencias en el tono.
Gracias de nuevo:
Félix Luis Viera
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