jueves, 18 de diciembre de 2008

ESCUCHAR AL OTRO

Nota: Esta entrevista fue publicada originalmente en Efory Atocha el 16 de diciembre del 2008.

Por Arístides Vega Chapú.

Tengo la impresión que la Isla, desde la distancia temporal y geográfica, se piensa diferente a como la pensamos los que estamos en ella. Ya nadie, como en los años anteriores a los ochenta, duda en reconocer la valía de los que están en ese otro lado de la amplia geografía con que se dibuja el mundo. Escuchar a Celia Cruz o leer a cualquiera de los escritores cubanos que residen fuera de Cuba ya no es un acto de irreverencia o valentía.
Las propias editoriales cubanas han publicado a escritores que no residen aquí. Algunos viajan hasta la Feria Internacional del Libro, en La Habana y logran espacios para presentar sus libros.
Son pocos los que hoy, desde este lugar, creen que una decisión tan personal como el radicarse en otro país invalida a un autor a aparecer en antologías o estudios de la literatura cubana.
Presiento que hay prejuicios que tienen sus orígenes en tiempos ya superados. No se puede desconocer que muchos de los Premios Nacionales de Literatura, la más alta distinción que se le confiere a un autor por la obra de toda la vida, estuvieron años atrás silenciados, que muchas de las voces más importantes de la literatura actual nuestra lo estuvieron y hoy ocupan el lugar que sus obras merecen, siendo privilegiados por las editoriales y una política de promoción que se ha democratizado y ampliado, pues ya no hay demasiadas posibilidades para que desconozcamos las obras que privilegian nuestra cultura, se escriban en cualquier remoto paraje de la propia Isla, como sucedía años atrás.
No por gusto Teresa Mello, dirige un proyecto editorial en Santiago de Cuba, ni Pedro Llanes, una revista cultural en Villa Clara, o un Nelson Simón, desde la más occidental de nuestras provincias, uno de los proyectos editoriales más respetados del llamado interior del país, la editorial Cauce, o un escritor como Roberto Méndez, haya alcanzado un respetadísimo sitio, por su obra, desde su natal Camagüey.
No tengo otra intención que escucharlos a todos, a los que fueron o no mis amigos, o siguen o no siéndolo y ya no viven en la Isla. Propiciar un diálogo sincero y respetuoso entre todos adonde mis posibilidades puedan alcanzar. Entre ellos y los que decidimos permanecer en la Isla.
Aquí van las primeras palabras. Escogido por la cercanía y la amistad. También por tantos años de desconocimiento de su obra en Cuba. No importa hasta dónde coincido o no con sus criterios. Solo me interesa escucharlo y compartir este diálogo con todo aquel que pueda y sepa escuchar al otro.

Desde la poesía cualquier geografía es imaginaria
Un pez lanzado a un vacío en que gravitan letras, que a simple vista nada significan, es un curioso dibujo que en una privilegiada pared de la casa de mis padres puede aún testificar la vitalidad de sus trazos, a pesar de que han pasado más de veinticinco años que su autor, el poeta Heriberto Hernández Medina, les regalara. No es este el único recuerdo que se conserva del amigo. Libros de su autoría, manuscritos de sus primeros textos, recortes de algún que otro periódico o revista en que se le nombró o apareció algunos de sus textos, se suman a otros que la memoria preserva en ese espacial sitio que nada olvida.
Importante voz de un impetuoso grupo de poetas que comenzó a mostrar sus primeros textos sobre la década del ochenta, premiado y reconocido por la comunidad literaria de la Isla, Heriberto Hernández Medina (Camajuaní, 1964), es aún hoy nombrado en esos pases de lista, tan usuales, cuando se teoriza de esa intensa etapa de los comienzos y consolidación de la promoción de los ochenta en Cuba.
Hubiera preferido contar que esta conversación tuvo por escenario mi casa, contar que mientras yo fumaba, él disfrutaba del café con que aún, a pesar de las carencias, recibo a cuanto amigo me visita. Pero esa posibilidad no existe hace ya muchos años, pues el poeta decidió radicarse primero en Lima y luego en Miami. Por lo que estas son preguntas enviadas y respondidas por la vía que la modernidad nos posibilita. Preguntas y respuesta sin vernos las caras, perdiéndome ese disfrute de la respuesta que en primer lugar ofrece el rostro.

- Aún cuando comenzar por el principio no es nada original me gustaría me comentaras cuándo descubriste que podías convertir tus experiencias en poesía.

La métrica y la rima siempre fueron una presencia cotidiana en mi casa, por mi padre, que gustaba del punto espirituano, la décima y tocaba de oído el tres. Una enorme “Antología de la poesía en lengua castellana” que había en casa me hizo penetrar en este mundo. Ser consciente de que podía ser una manera de expresarme ocurrió mucho después. Considerarlo seriamente está muy vinculado a mi encuentro posterior con otros muchachos que también comenzaban, por esos tiempos, a considerar la poesía como una vocación irrenunciable.

- ¿Qué personas te gustaría recordar, ahora, que de alguna forma te hayan acompañado a lo largo de estos años de escritura?

Esos muchachos de entonces: Sigfredo Ariel y Pedro Llanes, que fueron como “los adelantados” de lo que fue después un grupo muy variado e importante para mí. Un gran amigo, el poeta Joaquín Cabezas de León. Un enorme poeta e intelectual, Roberto Méndez, que tuvo una gran influencia en mi poesía y en la consolidación de mi vocación. Decir que tú, sería casi como ser reticente, porque hemos recorrido el mismo camino, tomando a veces atajos diferentes, pero reencontrándonos siempre, como ahora.

- Después de algunas décadas, que opinión te merece la promoción de los ochenta de la cual eres una voz imprescindible.

Se ha mitificado mucho y creo que nosotros hemos contribuido a ello bastante. Aún hoy recordamos aquella época y tendemos a dar una visión muy apasionada. Este 8 de diciembre se cumplen veinte años de los sucesos de la librería “El pensamiento” y si a Odette (Alonso) o a mí no se nos ocurre poner algo en nuestros blogs, nadie lo recordará. Ese suceso fue el fin de la inocencia. No porque creyéramos en nada ya, sino porque supimos de lo que era capaz un poder ilimitado, cuando imagina que hay algo que puede hacerlos peligrar. Fue para mí, el fin de toda una etapa en la que la poesía podía encausar cada una de nuestras frustraciones. Pertenecer a la promoción de los ochenta fue para mí muy importante y creo que lo que pudimos hacer o escribir, lo fue también para la cultura cubana. Hoy tengo muchas razones para sentirme defraudado por muchas de las personas que fueron objeto de mi más absoluta devoción, pero no soy quien para juzgar. Están los libros, y algunos son ya imprescindibles.

- ¿Cuál es el saldo que en tí dejó la circunstancia de ser parte, en tus inicios, de un grupo activo, comprometido con la escritura, excluido entonces de lo institucional y que tardó en publicar, sus primeros libros y con ello poder mostrar su valía?

En lo personal no tengo nada que agradecer a institución alguna. Cada logro o reconocimiento, si alguno tuve, lo pagué caro y siempre con trabajo, obstinación y sin renunciar a ninguno de mis principios. De la provincia donde escribimos nuestros primeros textos y a la que di no pocos “logros", nunca recibí ni una mínima retribución. Hasta hace poco, en que una amiga tuvo a bien poner una ficha y una foto mía en un sitio de internet, no figuraba siquiera como escritor. Los libros que publiqué en Cuba, salieron porque no había una manera de evitarlo, muchos años después de haber sido premiados y llenos de erratas. No creo que se hayan distribuido. Nunca he presentado un libro mío en público en Cuba y no conozco a muchas personas que tengan un ejemplar. El único saldo positivo de todos estos años fue el reconocimiento de muchos amigos, y lo que he escrito, que aún despierta el interés de algunas personas y hace que me sientan como alguien cercano.

- ¿Lees con cierta asiduidad la poesía cubana, entendida esta por la que se escribe dentro y fuera de la isla? ¿Te interesa mantenerte al tanto de lo que se escribe hoy en Cuba?

Leo todo cuanto cae en mis manos y lamento no estar más al tanto de lo que se escribe en Cuba. El internet ha ayudado, pero el control y lo limitado del acceso dentro de la isla lo hacen todavía muy precario. Me interesa mucho.
En qué ha cambiado (o no) tu poética desde Discurso en la montaña de los muertos (1986) a lo más reciente que has escrito.

Mi poesía (hablar de una poética, mía al menos, me parece exagerado) ha cambiado lo mismo que yo. Tú me conoces mejor que nadie. Creo que sigo siendo impulsivo, apasionado e independiente. Mi poesía sigue siéndolo. Si algo ha cambiado tiene que ver con las formas. Es menos ambiciosa en lo formal, más contenida en el uso de recursos expresivos o en la búsqueda de sonoridades.

- ¿Hay algo que te interese más que la Poesía?

Si, descansar. A veces estoy muy cansado.

- Tu obra se ha levantado (o sostenido) desde geografías muy diversas. Te propongo que me definas con pocas palabras sitios que supongo significativos para ti:

Camajuaní: Un pueblo del cual tengo algunos recuerdos imborrables. Lo demás es el paisaje, el paisaje de la infancia te acompaña el resto de la vida. Allí están toda mi familia y algunos buenos amigos. En mi poesía pueden verse sobre todo alguna veladas referencias al paisaje y al universo sonoro del pueblo.

Santa Clara: Mi primer libro se escribió allí. Fue la etapa más creativa de mi vida. En la que la poesía tenía un lugar más importante. Una ciudad donde la gente respetaba a sus artistas y las instituciones, sus caciques de turno, los detestaban.

Matanzas: Nunca me sentí ni me siento matancero, aunque me trataron allí como si hubiese nacido en esa ciudad. Nunca me sentí cómodo con las formalidades y los rituales salonescos de esta ciudad que añoraba las glorias del XIX en medio de las miserias de la segunda mitad del XX. Tengo recuerdos muy gratos, algunos buenos amigos y es el sitio que tiene, en lo contextual, una mayor presencia en mi poesía. Allí pasé también los momentos más amargos de mi vida en Cuba.

Lima: Escribí poco en esta ciudad, pero fue una experiencia sustancial. Muchas cosas se escribirían después. Creo que hay deudas que no he saldado aún. Al encuentro de una cultura popular joven y ecléctica como la nuestra con una cultura ancestral, rica y poderosa, se suma además la inmadurez con que sale un cubano al mundo libre. La experiencia de enfrentarse al capitalismo primitivo de Sudamérica es muy impactante y exige una capacidad enorme para sobreponerse y reinventarse una forma de sobrevivir.

Miami: Después de Lima, Miami es una ciudad que puede asimilarse con relativa facilidad. Conectarse emocionalmente con ella es algo que a veces resulta más difícil, a pesar de que nuestros antecesores la han ido edificando a imagen y semejanza de las ciudades cubanas que aún habitan en sus imaginarios. Una vez le escribí a una amiga que Miami era como hubiese sido Cabaiguán si no hubiese llegado Fidel, y creo que no exageraba. Sigue siendo algo provinciana y con costumbres vagamente rurales. Vivo y escribo en ella con cierta paz, sobre todo en los últimos años, en que he estructurado mejor mi vida y la ciudad comienza a mostrar una creciente vida cultural.

- ¿Es propicio el ambiente cultural de Miami para tus proyectos? La pregunta no es tan ingenua. A pesar de que esa ciudad es parte de nuestra historia personal pues dudo que a estas alturas alguien de aquí no tenga un familiar o un amigo, allá. Miami sigue siendo para muchos de nosotros un sitio imposible de imaginar con la información antagónica que recibimos. Algunos dicen no existir vida cultural, otros, por el contrario, aseguran existe un movimiento muy vital en muchas manifestaciones artísticas. Uno puede ver una foto de la Feria Internacional del Libro, que tiene a esa ciudad por sede, y se asombra de la participación popular, como también se asombra que a estas alturas se le niegue la visa a un artista cubano o se descalifique a otros por una supuesta pertenencia al otro bando, del que quedamos todos los que vivimos en la Isla. En fin que me gustaría saber de ti cuál es el estado actual de la cultura en esa ciudad.

La desinformación es la madre de la manipulación política. Durante veinte años el régimen de Cuba mantuvo un control total de la información acerca del resto del mundo y especialmente sobre los Estados Unidos y Miami. Eso ahora es más difícil pero continúa de algún modo. Los cubanos de las primeras oleadas del éxodo no están mejor informados sobre Cuba. Algunos hablan aún de una Cuba que ni tú ni yo conocimos, pero no son gravitantes ya en la vida cultural de Miami. La vida cultural en Miami es muy diversa, compleja y rica. Miami podría convertirse, en las próximas décadas, en el destino cultural más importante de la América hispana. Se fortalece cada vez más como mercado de las artes visuales, el diseño industrial y la música. Se consolida como destino de la emigración económica temporal y se fortalece el poder político y económico de los latinos a nivel local y estatal. Creo que el idioma español será oficial, junto al ingles, en muy poco tiempo.

- Muchos escritores cubanos que residen en otras partes del mundo han seguido publicando en las editoriales cubanas: Aramís Quintero, Damaris Calderón, Manuel Sosa, Frank Abel Dopico, entre otros. ¿Estarías dispuesto a compartir tu obra más reciente con nosotros, a través de una editorial cubana?

Nunca he ido a ningún lugar ni ante ninguna persona con un manuscrito escrito por mí para procurar publicarlo. Mi primer libro estuvo largos años en Letras Cubanas, a donde fue a parar porque un editor lo tomó de un concurso UNEAC del cual era jurado y lo puso a dormir en el llamado “colchón editorial”, hasta que decidieron sacarlo sin que sepa yo la razón, pero supongo que fue debido a mi premio David. Mi segundo libro, a pesar de ser premiado en 1989, no salió hasta 1994. En Matanzas, cuando me pidieron textos para revistas, para Ediciones Vigía o para Ediciones Matanzas, los entregué y fueron publicados, lo que siempre he agradecido. Ninguna Editorial o editor cubano me ha contactado nunca interesado en mi poesía. No tendría ningún inconveniente en conversar con cualquiera que se interese en mi obra, con dos condiciones básicas: la primera es que no se condicione en ningún modo mi opinión, mi derecho a cuestionarme a la dictadura que oprime a mi país y lo segundo es que se me paguen mis derechos de autor. Esta segunda condición, como la primera, es un asunto de principios y no tiene nada que ver con la cantidad de la remuneración.

- Por último me gustaría me comentaras sobre Bluebird Editions, sin dudas un proyecto difícil de sostener, en cualquier sitio, que supongo te exija tiempo y entrega.

Bluebird Editions es una empresa que hemos ido madurando con calma y que hemos emprendido en este momento porque se han dado las condiciones. Nos hemos unido tres amigos: los poetas George Riverón, Carlos Pintado y yo, con la intención de publicar libros de escritores cubanos en los Estados Unidos, en Miami, donde ser un escritor cubano es como no existir desde el punto de vista editorial para el resto del mundo. La mayoría de las editoriales españolas y latinoamericanas están en manos de gente de tendencia “progre", una forma de autodefinirse que han acuñado para adecentar la enfermiza simpatía que sienten los intelectuales europeos y latinoamericanos por la dictadura de los Castro. Puede que esto te parezca extremista, pero créeme. Cuando dices que eres un escritor cubano y que radicas en Miami, desaparece todo interés por tu obra. Con los concursos sucede otro tanto. Acá se vio como una novedad que yo ganara el Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén, en México, en el 2006. Estamos finalizando el 2008 y el libro, aunque he recibido las pruebas para revisarlas hace unos días, no creo que salga hasta el año que viene. No digo que haya una razón subalterna, pues nuestro amigo Agustín Labrada me lo hubiese dicho, pero no han faltado los que me lo han sugerido acá y no he sabido que decirles, porque es la práctica común. El caso es que decidimos hacer las cosas por nuestros propios medios y sólo deseamos poder sostenerlo, para lo cual contamos tanto con los escritores que viven en la isla como en el resto del mundo.

Cruce de correos:

Amigo, te agradezco el interés en saber lo que pienso sobre estas cosas. Si por alguna razón, lo que digo compromete tu tranquilidad o la de tu familia, lee esto como una simples confesiones personales y guárdalo o destrúyelo, que yo estaré agradecido igual. Tú no tienes que correr ningún riesgo para demostrar nada, pues todos conocemos de tu integridad. Gracias. Heriberto Hernández.

Gracias a ti, hermano, por responder mis preguntas. Mi integridad tiene que ver con mi honestidad. Y a estas alturas nada tengo que probarme, más allá de que aún me queda mucho por aportar, por escribir. Está claro que mi apuesta y mi compromiso es por Cuba, no solo por haber nacido aquí, sino por haberla escogido, y por su Cultura. Mi vida y mi obra lo demuestran. Gracias a ti. Arístides Vega Chapú.

ARÍSTIDES VEGA CHAPÚ: (Villa Clara, 1962) Poeta, narrador y promotor cultural. Ha publicado trece libros de poesía: "Breve estancia de Cristo en la ciudad de Matanzas" (1989), "Finales de los años" (1993), "Últimas revelaciones en las postales del viajero" (1994), "La casa en el monte de los olivos" (1996), "Retorno de Selim" (1999). “El riesgo de la sabiduría” (2000). “El signo del azar” (2002), “De lo que se supone” (2002), “Días a la deriva” (2002), “Mensajes del pan” (2003), “Sagradas Pasiones” (2005), “Después del puente sobre las aguas” (2007), la antología personal “Que el gesto de mis manos no alcance” (2008) y su novela “Un día más allá”, por Bluebird Editions, Miami (2008). Reside en Cuba.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Da pa´ mucho esta entrevista, sus preguntas (en donde tantas afirmaciones hay) y sus respuestas, tan rotundas como las preguntas.
Querido Arístides, todavía falta, todavía falta, creo que casi ningún escritor cubano (casí,digo) se negaría a publicar sus obras allá, aun los que están presos en las cárceles cubanas; pero eso, publicar a todos los que están "fuera", o dentro --en alguna cárcel o censurados en su propia casa--, ¿quién lo decide?
Yo, humildemente, te agradezco este lance, esta buena intención tuya, que parte de la honestidad que, seguro, te caracteriza.
Oye, quedaste encantador en esa foto.
Un fuerte abrazo:
Viera

Anónimo dijo...

Las respuestas a las preguntas son muy buenas, mejores que las preguntas, pero el preambulo de Aristides suena a muy edulcorado, como si las cosas fueran tan sencillas y todo dependiera de los que estamos en el exilio, y no del regimen tan cerrado que existe en Cuba.
Santiago Martin