En un mundo donde la imagen ha fundado un imperio que reina por encima del bien y el mal, de la verdad y la mentira, ocultar pareciera seguir siendo un recurso válido para la dictadura de Cuba. Una cámara fotográfica, un teléfono móvil u otro simple aparato de uso cotidiano, adquiere en los retruécanos del discurso oficial la connotación de “sofisticado medio de comunicación” y la capacidad de erigirse en un riesgo serio para la “seguridad nacional”, es decir, para la continuidad del régimen. Por eso, la imagen de un hombre que se cose la boca y se declara en huelga de hambre en protesta por los malos tratos y la violación de sus derechos en una cárcel de la isla (si pudiéramos obtenerla, pensaba hasta hace unas horas), sería un documento gráfico demoledor, capaz de inquietar a la indolente opinión pública sobre el caso de Cuba.
Hoy me he convencido de que no hay que cifrar demasiadas esperanzas. Nunca una imagen ha sido más ilustrativa de cuán inútil pareciera ser, gritar en Cuba por justicia, ante los oídos de mármol del mundo libre. Si la muerte de una pobre vieja de 81 años, la “dama de blanco” Gloria Amaya, con el cerebro anegado en sangre y el corazón estrujado de dolor, clamando solidaridad y apoyo para sus hijos presos, no es capaz de conmover a la opinión pública; si la oceánica miseria emocional, el demasiado ruido mediático, la pandémica musiquilla de Juanes y Bosé o las interminables payasadas de Bono, han aletargado y ensordecido irreversiblemente los oídos del mundo, hemos de prepararnos para vivir con la vergüenza de haber ofrendado nuestra patria y a nuestros hermanos, rehenes de su hambre de poder, a la dictadura más cruel y longeva de la historia.
.
5 comentarios:
Un abrazo, Heriberto, no puedo otra cosa ahora frente a este texto tuyo.
Hermano, mejor no pudo haber sido dicho.
Un abrazo
Se puede decir más alto pero no más claro.
Querido Heriberto:
Es conmovedor el enfoque que das de este asunto que, desgraciadamente, no es ficción.
Cuando veo lo que pasa allá, y leo textos como este tuyo, me enfurece aún más leer lo que se publica aquí sobre la Cuba Socialista, un "baluarte" de la Dignidad. Duele ver, o produce vergüenza ajena, constatar que personas inteligentes defienden ese cementerio de almas vivientes que es Cuba, o ese precementerio de lo mismo que es Venezuela. Duele, se siente vergüenza ajena, y también da rabia.
Un abrazo:
Félix Luis Viera
Gracias amigos.
Publicar un comentario