lunes, 30 de enero de 2012

CAÍDA DE BABILONIA (y otros poemas) / Bertha Caluff



CAÍDA DE BABILONIA

                         Luz de lámpara no alumbrará más en ti,
                   ni voz de esposo y esposa se oirá más en ti.
                                       Ap 18, 23.

Nada se oirá más en ti
sino el eco en las ruinas.
Tus fuertes puertas,
tus murallas de adobe,
tus palacios.
El diluvio se ha cerrado sobre ellos
y es el fin.
En vano acudiremos a los templos,
a las inútiles súplicas.
Pero yo rezaré a Ishtar,
en vano llore
ante lo que tan caro nos fuera.


Cómo seguir navegando
en días tan tristes
si el recuerdo
de lo que fuera Babilonia
nos persigue.
Nuestras manos sostuvieron la argamasa,
nuestras espaldas
las privaciones de la fundación.


«Nada se oirá más en ti»,
repiten los toros alados.
Y cómo criaré a mis hijos
si el diluvio arrasará.


Cómo me levantaré
ante esta pérdida.




ESPEJISMO DE LA CAÍDA


¿Es que realmente
habrá caído la ciudad?
Hacia el norte cabalguemos,
contemplémosla desde allí.
Sea tal vez un espejismo,
un falso presagio de muerte.


No puedo creer que sucumbirá Babilonia,
que no quede en ella
ni luz de lámpara
ni palmera
a la que recostarse.
Huyamos,
tal vez así olvidemos
y se disipe
el infortunio imaginario.


Volemos,
divisemos sus torres,
formemos un ejército para defenderla
si su muerte
de los vivos aún depende.


Ay de sus valles solazables,
de sus ríos anchurosos,
de sus magníficos campos.
Aguas clamorosas que en todas direcciones
repartían las gracias de Ishtar.


No hubo reposo entre piedra y piedra
levantando sus paredes.


Pero aquí nacieron nuestros hijos,
en las escasas horas de la felicidad.




¿QUÉ CIUDAD ES SEMEJANTE A ESTA GRAN CIUDAD?


¿Qué ciudad es semejante
a esta gran ciudad?
La piedra de molino ha sido arrojada.
Zozobran las barcas
y los pescadores
pierden sus riquezas.
En una hora han sido consumidas
tantas riquezas,
cuanto pudiéramos imaginar.
Es el fuego quien devasta,
el mismo que antes
nos regocijara.
Llega el miedo de decir
lo que se piensa
y a las palabras temo
como a la misma muerte.


Esta ciudad parecía sin par,
cómo hallar una semejante.
Ángel, poderoso ángel,
castigas a la ciudad por sus hechicerías.
Y yo me duelo de mí,
torpe, sin valor,
cansada
de huir de los misterios.
ni luz de lámpara
¿Cómo podrán salvarse los esposos
de no serlo más,
si está anunciada la destrucción
en la hora de la justicia?


El oro, la plata, el marfil,
los frutos codiciados por tu alma
huirán en breve tiempo
como si la culpa
sobre nuestras cabezas pesara.
Nada puede brillar por su valor
si no se salvan.


No ha quedado
ni luz de lámpara
que ampare la casa y la ciudad.
Este es el precio del que funda,
de quien todo sacrifica.
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sábado, 28 de enero de 2012

M&M (Martí y Manzanero, o los cambios en cuba)

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Los cubanos pasaron, hace tiempo ya, del sin patria, pero sin amo, que ha propiciado uno de los más largos y numerosos exilios de la historia, para acogerse al sintomático sin patria, pero sin(g)amo(s), en que se privilegia el ahora, el “la vida es una sola”. Es curioso que el “colectivismo” y la “socialización” hayan conducido a la sociedad más individualista y pragmática de la historia de la isla.
Lo que antes el gobierno inducía y obligaba a hacer por miedo, hoy tiene que pagarlo -a bajo costo por ahora, claro-, pero ya les cuesta. Los mismos chiquillos que, a cambio de acceso a la internet, van a un acto de repudio contra un disidente, en la noche te piden ser "amigos" en facebook y “bajan” a un memory stick el último post que escribiste en el blog porque “ese sí está duro”.
Los intelectuales que escriben una reseña “oportuna” o un artículo “inexplicable” en La Jiribilla o Cuba Literaria, en medio de un laberíntico proceso de negociación con el poder -que les podría significar un ingreso adicional, la invitación a un evento, un puesto de trabajo o un viaje al exterior-, se esmeran en mantener una discreta comunicación con sus antiguos amigos, ahora en el exterior. Cuando el poder se pone “duro”, poco generoso, desempolvan sus enmohecidas dignidades y vuelven a “portarse mal” como antaño, hasta que les suben la parada.
Martí -y el romántico lustre de la renuncia-, parecieran estar siendo enterrados, después de más de medio siglo, por la aplastante lógica de Manzanero, en cuyas notas han aprendido a hacer mayores sus contadas alegrías porque pueden -como nosotros en tierra ajena- irse mañana mismo de este mundo.
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...........................................................................................................................Miami, 01/28/2011
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viernes, 27 de enero de 2012

VIVIR POÉTICAMENTE / Álvaro Alba

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Palabras pronunciadas por Álvaro Alba, en la presentación del libro DÍAS YA VACÍOS de Elena Tamargo. Bluebird Editions, 2012.
Foto cortesía de Iván Cañas.
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         Toda la poesía del mundo se puede sintetizar en un solo poeta: Elena Tamargo Cordero. Ella es la más universal de todos los poetas cubanos de su generación. Fue desde una bahía al norte de Cuba hacia La Habana y de allí viajó tanto en el lenguaje como físicamente, reconociendo ella que -
                  Era un pueblo de mar y yo nací.
         La filología alemana fue el inicio, y fue la chispa. Comenzó por una lengua difícil, cuando otros en la Colina preferían la literatura inglesa o francesa. Siempre dijo que los misterios germanos le venían desde su natal Cabañas. Esa perfección en su estudio, esa puntualidad y corrección en las tareas es de alemanes, y Elena era puntual, perfecta en sus notas y meticulosa en su trabajo.
         Y es que el romanticismo alemán fue su tema preferido y su poeta, Johann Christian Friedrich Hölderlin. Disfrutaba ese modo de hacer poesía conjugándolo con la reflexión germana. En alemán y con Hölderlin, comprendió e interiorizó que ser poeta era una “profesión de fe completa”, como confesó en cierta ocasión el genial y atolondrado poeta en una carta a su madre.
         Tradujo Elena del alemán versos de ese clásico y con orgullo los presentaba. Fue la literatura y la filosofía alemana un castillo de valores que fue cimentando la cultura universal de aquella recién graduada universitaria.
         En el dolor humano, en el dolor espiritual, está el origen de su poesía y este dolor marcó toda su obra. Ella comprendió que la esencia de la poesía se halla cuando el poeta queda consigo mismo en la suprema soledad de su destino. Tenía ella llevaba enraizada la poesía en su corazón, como el poeta alemán.
         He visto a pocos con tanta fe en la poesía, o quizás Elena ha sido la única a quien he conocido con ese compromiso, consciente y predicando el origen divino de la poesía. Tenía ese concepto perenne de lo poético para ver el mundo. Era su prisma. Había poesía y separado - todo lo demás del mundo. Y el poeta es sagrado, divino, elevado, es casi un mensajero de Dios, un elemento celestial. Ella compaginaba lo universal de la poesía con el dolor del poeta. Y terminó escribiendo con ese sentido trágico de la vida propia de aquellos alemanes clásicos del romanticismo.
         Fue su poesía inicial carente de consignas o llamamientos ideológicos. No se propuso ser una “ingeniera del alma”. Rechaza la labor, confesando que –
                   Los más elementales atisbos de política,
                   los efectos y causas me eran también ajenos.
         En la poesía alemana disfrutaba lo mismo un clásico medieval, como lo era Holderling, como al moderno, Paul Celan, a quien consideraba como el más grande del siglo XX.
         De la literatura y poesía germanas se traslada a la rusa con una inmersión total. Deja las aulas cubanas para pasar a los salones de Moscú, donde se recitaban poemas perdidos, olvidados y prohibidos. Llega en una de las etapas más importantes de la historia de ese país –la perestroika. Consideraba un privilegio el vivir la perestroika en Moscú.
         Allí descubrió la obra poética de Anna Andreevna Ajmatova y Marina Ivanovna Tsvietaeva que se le abren en toda su dimensión y dolor; y páginas de la historia que estuvieron por años selladas, prohibidas o mutiladas.
         También Serguei Alexandrovich Esenin, Alexander Alexandrovich Blok, Osip Emilievich Mandelshtam y Vladimir Vladimirovich Mayakovsky, los poetas del Siglo de Plata, esos que con nombres propios van de la poesía rusa a la soviética, al margen del realismo socialista. Son románticos, llenos de tragedia y dolor; a la mejor manera del alma rusa. Cada vida destrozada de un poeta bajo el estalinismo tenía para ella un simbolismo.
         Si tenía que releer algún poeta de esos, Anna A. Ajmatova era la preferida. Tenía una reproducción del boceto que hiciera en 1911 Amadeo Modigliani a la entonces joven poeta rusa en París que acompañaba a Elena de ciudad en ciudad, de casa en casa.
         Ella se apropió también del dolor de la poesía rusa, con la tragedia perenne del poeta eslavo. En el ambiente literario de Moscú disfruto los versos de aquellos que se iban abriendo paso de nuevo en las editoriales, y oía, de primera mano, a autores clásicos como Yevgueni Alexandrovich Yevtushenko y compartió con Lev Nikolaevich Gumiliov, el hijo de Anna Andreevna Ajmatova y Nikolai Stepanovich Gumiliov. Detenido Lev durante el estalinismo, cargando las culpas de su padre y los poemas de su madre.
         Visitó en la entonces ciudad de Leningrado, la casa No. 34 de la calle Fontanka, donde por más de 20 años vivió Ajmatova, la poetisa que idolatraba. Gustaba Elena no solo de recitar el Réquiem sino de repetir, para que otros supieran ese importante mensaje que lanza la poetisa rusa en un fragmento de su corto, pero monumental poema Réquiem –
                  -¿Y usted puede describir esto?
                  Y yo dije:
                  -Puedo.
         Esa fue entonces la tarea de Elena, describir el dolor. Asumió como Ajmatova la misión de contar lo que viera, lo que sintiera. Esa tarea poética de mostrar el dolor que escapa a la vista de otros, del dolor personal, familiar, nacional, universal, del dolor humano y animal. El estoicismo de Ajmatova para soportar el dolor personal y hacer de él poesía, era su paradigma.
         Aprovechó aquella época dorada para conocer y ver más. Recordaba que al visitar la casa donde vivió el poeta turco Nazim Hikmet, le venía a la mente un libro publicado en La Habana en los años 70, titulado Duro oficio el exilo, sin imaginar ella que llegaría un día a ser exiliada.
         En México, vive como exiliada, primero con la zozobra por el permiso retenido en La Habana para que su esposo Osvaldo Navarro y su hijo Nazim pudieran viajar al D.F. Dice que allí se curó de la nostalgia de exiliada, para curarse de toda remembranza o arrepentimiento.
         Allí no abandona la academia y obtienen un doctorado en lenguas modernas en la Universidad Iberoamericana de Ciudad México. Su tesis doctoral fue dedicada al poeta Juan Gelman, quien nació en la Argentina, de padres inmigrantes judíos ucranianos y que vive todavía en México. Y con que entabló una profunda amistad.
         Elena en el mismo prólogo confiesa que el exilio es un duelo y ese exilio fractura al hombre en dos: el que asume lo contingente de la vida cotidiana y el que no tiene materialidad, y vive solo en lo ilusorio de la memoria, que trata de recuperarlo.(1)
         Supo ella encontrar las estrategias del lenguaje y de la memoria en el poeta exiliado, y militante. Fue tejiendo un puente entre exilio y memoria, muerte y memoria y poesía y memoria.
         Asumió el verso del poeta estudiado –
                  Como si la soledad extrema del exilio me empujara a buscar raíces
                  en la lengua, las más profundas y exiliadas de las lenguas.
         México fue su segunda patria. Llegó en 1992 y se naturalizó el 25 de octubre del 2000. Fue escogida para hablar ante el presidente en esa ceremonia y su discurso frente a Ernesto Zedillo, fue de un tema: el poeta.
         Elena recordó allí a los poetas que acogió el suelo mexicano, mencionando a los cubanos José Martí, José María Heredia y a los españoles Luis Cernuda y León Felipe. Rindió homenaje a los mexicanos Octavio Paz, José Juan Tablada y al cantautor José Alfredo Jiménez.
         En el discurso el mandatario precisó: Con razón dijo hace un momento Elena Tamargo -y me conmovió mucho escucharla- que México es, además, tierra de poetas; nos dijo: "casa-refugio de poetas que han sido obligados a dejar su palabra natal".Bueno, bienvenidos por supuesto los poetas porque nunca ningún país, ningún pueblo, ninguna Nación tendrá suficientes poetas, y bienvenidos todos ustedes, mujeres y hombres de distintas profesiones, oficios y ocupaciones.(2)
         Con orgullo afirmaba que en esa tierra aprendió la hermenéutica, que le apoyó el conocimiento del alemán para entenderla y aplicarla. Con esa lógica alemana, nada común en Cabañas, fue elaborando su impresión de otros mundos transcendentales, buscaba una relación lógica con el lenguaje. Buscaba siempre reflexionar, no analizar ni memorizar.
         En la capital mexicana fue compaginando el periodismo con la docencia, lo mismo en grandes diarios que en proyectos audaces de revistas y semanarios.
         Y aquel país marcó los dolores más profundos y fuertes que llevaba Elena. Falleció Osvaldo allá, y un día le anunciaron la enfermedad que no gustaba de mencionar, por aquello de la fortaleza de la palabra. Con valentía asumió el reto de operación y tratamiento, sin abandonar nunca el aula, dando clases, conferencias, leyendo poesías para educar. De aula al quirófano, del auditorio de conferencias a las sesiones de radiación. Nadie le oyó quejarse, lo hacía con fe y esperanza. Ella consideraba que su poesía era una cicatriz perenne, (poema sobre la carne), abierta constantemente sobre la carne.
         A diferencia de los poetas alemanes que ella amaba, la soledad nunca fue su estilo. La familia y sus amigos eran sus constantes. Su casa, donde estuviera, era un santuario de la amistad, procurando que hubiera claridad y luz, amistad y paz.
                  Esta es mi casa a una gran distancia
                  Pero ahora solo me importa la luz de su ventana
                  esa luz está ahí porque él la encendió
                  y el agua del pastor llega a mi boca
         Dejó atrás el D.F. y los planes literarios y el pedestal docente para comenzar una nueva etapa de su vida en Miami. Decía que aquí quería vivir y sanarse. Volvió al periodismo, a las entrevistas, a las fotos, a preguntar y nunca por muy de farándula que fuera el personaje a entrevistarse, dejaba ella de darle un toque serio e intelectual a la entrevista. Sabía encontrar un filo del alma a cada personaje.
         Hay sitios que recorre en su poesía que toma para sí – claro que La Habana es uno de ellos, así titula un poemario Habana Tú, pero era de ella también. Cabañas, es el Génesis y vienen Bakú, Sajalin, Moscú, Santo Suárez, DF, Atenas, Samarcanda, Bronx, Monterrey, Neva, etc.
         Y en ellos están - Osvaldo Navarro y Nazim Navarro. Él es el poeta, y el hijo presente, quien empina papalote, el nombre escogido,
         Era su propósito en la poesía el buscar que los muertos se levanten, que caminen los fallecidos, que la vida prosiguiera, que no se acabara. La eternidad como punto final.
         Al tiempo que andaba con esa universalidad a cuesta, sin proponérselo. Tenía el alma cubana a flor de piel. Nunca dejó de sentir el punto guajiro cubano, la trova del Caribe, sin importar donde viviera. El día de su cumpleaños no tenía mejor regalo que unos repentistas levantando la voz y afinando las guitarras. Para Elena el campo cubano, en especial Cabañas, con su bahía y ese entorno de isla, costa, campo, montaña, le unía a toda Cuba. Y esos repentistas, con voz de campo y amanecer iban hilvanando notas y rimas que la hacían vivir de nuevo en la isla.
                  Un cuadro, una montura, algún farol tiznado
                  y las espuelas hincan la pared.
         Tuvo el inmenso privilegio de compartir con grandes poetas, escritores de todo el mundo, sin dejar de ser modesta. De contar con humildad de los encuentros con Mario Benedetti, con Juan Gelman, Lev N. Gumiliov, Eliseo Diego.
         Sus proyectos siempre eran permanentes. Para dar sentido a la vida, y lo mismo dando conferencias, clases o recitando. Con paciencia de educador impartía clases por Internet en varios centros educacionales mexicanos. Y les dedicaba más horas a sus estudiantes que las retribuidas. Pero por eso era Profesora, con mayúscula.
         Lo que tenemos delante es un compendio de sus obras publicadas y varios poemas inéditos. Aquí están sus poemas de los 80 en La Habana, los escritos en el período moscovita, los que reflejan el paso por México y los de Miami. Algunos inéditos también aparecen en este trabajo que viene de la mano de Manny López y Heriberto Hernández. Y va aquí también un especial agradecimiento a la editorial Bluebird que ya ha editado a 15 autores, cubanos y húngaros. Trayendo a esta ciudad poemas y ensayos de Atlanta, Miami, New York y Budapest. Los editores escogieron fragmentos de su obra publicada para tenerlos a mano en un solo libro. Y en el aparecen los versos iniciales de Elena y los inéditos.
         Con dignidad afrontó su enfermedad, e inclusive dejo sin terminar una novela sobre el como afrontarla. A pesar de todos los diagnósticos, todos los tratamientos, ella continuaba laborando. Nunca dejó de caminar al teatro, que fue quizás su último refugio. Disfruto como nadie en esta ciudad el último festival de teatro. Iba a todas las obra, y escribía. No era una asistente pasiva. Recuerdo verla aquí en este teatro durante el estreno de El Banquete Infinito el verano del 2011.
         Cuando iba a una obra volcaba su sabiduría en las reseñas, que se convertían en casi ensayos sobre el teatro que aparecieron entonces en la prensa local.
         Se negaba a dejar de pensar, de crear, de tener proyectos. Y soñaba con vivir en un pequeño pueblo al lado del mar, como recordaba su colega y amiga Elvira de las Casas al fallecer Elena. Partió precisamente un día que todos esperaban oír de sus labios los poemas. Y este libro en especial, que ella no deja vacío, sino lleno de poesía.
_________________________________________
1 Juan Gelman: Poesía de la sombra de la memoria. Universidad Iberoamericana. Departamento de Letras. México D.F. 2000, pág 11.
2 http://zedillo.presidencia.gob.mx/pages/f_ind_disc.html
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jueves, 26 de enero de 2012

WILMAN VILLAR / EPD (updated)

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.OTRA RAZÓN PARA LLORAR
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¿Quién bailará sobre su cadáver?
¿Quién correrá a decir que era “un delincuente común”?
¿Quién se apresurará a decir que era un “mercenario del imperio”?
¡Un poeta no, por favor!
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Por suerte NO
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martes, 24 de enero de 2012

INVITACIÓN

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viernes, 20 de enero de 2012

KASHMIR / Alberto Garrandés

De Kashmir, libro inédito de prosas poéticas.
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o querría ser el hoplita desnudo que se entrega a una cortesana del Barrio de los Embalsamadores / Un guerrero avezado en cicatrices y versos lujuriosos, pero digno en el padecimiento del deseo / He soñado que masticaba tu pleura, que lamía el hedor de tus riñones / he soñado que bebía tus orines y el semen que otros amantes olvidaron dentro de ti... / Yo querría inscribir mi cuerpo, en rojo sobre negro, sobre un ánfora rota, bien cerca de las fumarolas de Thera / Y que antes los alfareros hubieran contado mis historias de sangre, mis aventuras entre las mujeres de Creta, Lesbos y Alejandría / Yo sería muy alto, moreno como un dios intemperante, fuerte como un gimnasta devoto de Dionisos, y habría claridad en mi mirada...
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n la alberca poblada de cirios crecen fuertes los jazmines / No sé cómo rememorar toda esa aventura de mi cuerpo, ignoro por qué los dioses me vedan las palabras de antaño, cuando decirlas era tan fácil... / Sé que algo hubo con la sangre y las tóxicas alegorías del peligro, sé que las joyas de sus dedos tocaron mi glotis sin la hipocresía de la compasión / Mi báculo dejaba una huella, visible antes de que el aire de la noche trajera a su Novia: ¡la Nada vistiéndose con el encaje de las nubes! / Y ella palpaba mi frente y me sumía en el olvido / Pero yo soy el Amo de las Palabras y regresé a los escenarios manchados por la efusión y el delirio / Y este es el memorial de mi breve intrepidez.
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ero ¿dónde el meteoro, dónde los anatemas que cubrían mi cabeza? / ¿Se marcharon, irrecuperables, el brillo de la Flor Dorada, la niebla del rojizo té de cortezas? / Hubo un tiempo en que algunas piedras olieron como el aceite con que Lady Murasaki me ungía / Y me bañé en el oscuro enigma de su sexo, y canté el silabario de la semilla de su goce, y con mis manos amasé el polvo de la ruta de Kashmir... / En el alto acantilado desprovisto, donde la sobrevida no podrá alcanzarme, rogaré por el Pavor de la Belleza y los signos de la angustia / Mi memoria no escancia estas palabras / Pido perdón por la repentina pobreza de mi sangre...
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ero no soy un hoplita, no soy un gimnasta devoto de ningún dios / En mi mirada hay tan sólo un seductor desorden de brillos y negruras / O una espera, o una oración arcaica que la gente ya no reconoce, o un exvoto donde rebrotan las delicias que todos los hombres querrían recordar en el frío de la tumba... / Cierro los ojos y me veo desnudo, jugando a los dados con un esclavo egipcio / anoche retozábamos sobre el heno de la mazmorra / hoy vamos a combatir y no sabemos quién de los dos volverá de la arena, ensangrentado pero vivo, a beber licores baratos con las meretrices chipriotas que vinieron ayer / Dime al menos tu nombre, por si debiera recordarlo alguna vez en mis sueños de hombre libre...
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anzanas de Siria, membrillos otomanos, melocotones de Amán, jazmines de Aleppo, pepinos del Nilo, nísperos de Córdoba, limones de Egipto, y mirto, reseda, granadas, ¡y moscatel blanco!... Y huevos rellenos con pasta de cerezas, y confitura de naranjas, y almendras tostadas con ajíes, ¡y hojaldres de ámbar! Y almizcle rojo y peras alejandrinas e incienso glorificado por el menstruo de las prostitutas... / He aquí una cena de celebración en el borde de estas Prisiones Invisibles / Comeremos despacio, mientras el sol se pone / Comeremos donde nadie pueda vernos, rodeados de biombos, y quemaremos anís y ramas de alcanfor... / Después volveré a decir Espetar o clavar, espetar o clavar... hincar-meter-y-plantar...
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ero Lady Murasaki se ha puesto el kimono azul pálido y acaricia la punta de la espada / Siento el aroma de su respiración en la absenta, en el pelo de los gatos que se acercan a observarnos / ¿Dónde podré encontrar los limpios contornos de las figuras que proveen mi historia? / Para nombrar y expresarme... ¡O para soñar y callarme! / Mis alegrías terminan con las del caminante insensato / Soy un fantasma pueril y desnudo... Los demonios beben mi simiente y sus gargantas se iluminan como lámparas en el desierto / Soy un espectro elemental en la ruta de Kashmir.
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ALBERTO GARRANDÉS: La Habana, 1960. Es narrador, ensayista y editor. Ha publicado las novelas Capricho habanero (1998), Fake 2003 y Días invisibles (2009), así como los libros de relatos Artificios (1993), Salmos paganos (1996) y Cibersade (2001). Como ensayista ha publicado Ezequiel Vieta y el bosque cifrado (1993), La poética del límite (1994), Síntomas (1999), Silencio y destino (1996 y 2002), Los dientes del dragón (1999) y Presunciones (2005). Ha realizado varias antologías del cuento en Cuba, como Poco antes del 2000 (1998), El cuerpo inmortal (1998, segunda edición ampliada en 2005) y Aire de luz. Cuentos cubanos del siglo XX (1999, segunda edición ampliada en 2005). En 1996 ganó el Premio de Cuento La Gaceta de Cuba. Ha obtenido varias veces el Premio Nacional de la Crítica y en 2005 gana el Premio de Novela Plaza Mayor.
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jueves, 19 de enero de 2012

MARIO CARREÑO / DALIA RAVIKOVITZ

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El sueño / Mario Carreño.
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Recuerdo esta obra del maestro Mario Carreño (Cuba, 1914-1999†) en la portada del libro Saber del corazón (Ediciones Mar del Plata, Santiago de Chile, 1992), del poeta chileno Fernando González-Urízar. Años después he vuelto a ver la imagen en una revista, ilustrando el texto Sueño de Tirso, de la poeta y periodista hebrea Dalia Ravikovitz (1936–2005†). El pesimismo y la desolación que recorre sus versos me resultan especialmente atractivos. Fin de Caída es uno de sus poemas más conocidos en castellano.
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SUEÑO DE TIRSO
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Dile ahora
todo mi amor,
dos horas antes de lo aurora
díselo todo.
No malgastes tiempo en saludos,
dile hasta la aurora
mi amor.
Vi una casa con veletas.
Un jardín bajo las copas de los arboles.
Mi amor anda entre esos árboles.
Enrédale los sueños.
Dile sólo mi amor.
No pierdas el tiempo inútilmente.
La mayor parte de las palabras son sin fundamento.
Escánciale una bebida cuando vaya a despertar.
No despierte como un hombre
cualquiera,
dile sólo mi amor
hasta que se confundan sus sueños.
No desperdicies tiempo en cumplidos
dos horas antes de Ia aurora.
Llévale al patio,
llévale al árbol de Laurel,
venga aletargado y sueñe,
todo mi amor sueñe.
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Amado mío, amado mío,
todo mi amor
no lo sé decir.
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FIN DE CAÍDA

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Si un hombre cae de un avión en mitad de la noche
sólo Dios puede recogerlo.
Dios se le aparece en el cielo nocturno,
lo toca y disuelve sus penurias.
Dios no reclama su sangre
pues el hombre no es el alma.
Dios no acaricia sus miembros
pues el hombre no es la carne.
Dios desciende sobre él, alza su rostro y lo contempla.
A los ojos de Dios, el hombre es un niño pequeño
que con dificultad se alza en cuatro patas, quiere andar;
que se siente alado y quiere volar.
El hombre está aún confundido, no sabe
que flotar es más grato que arrastrarse.
Dios quiere acariciarle la cabeza
pero se detiene,
no desea intimidarlo
con señales de amor.
.Si un hombre cae de un avión en mitad de la noche
solamente Dios conoce cuál es el fin de la caída.
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Traducción: Gerardo Lewin
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MENARQUIA / Alberto A. Valdivia

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..............................A Neomenia, en la belleza del dolor
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..............................Estoy sola en el mundo y no creo en nadie,
..............................todos mienten, a veces hasta en la hora del
..............................amor, yo no veo que una persona hable con
..............................otra, la verdad solo me llega cuando estoy sola.

.........................................Clarice Lispector
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De la oscuridad nace la muerte,
de la muerte nace el dolor,
del dolor, la sangre / el coágulo / la forma humana
de la forma, un golpe de luz.
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No sé cuándo, cuánto, pero sé
a partir de hoy
varias lunas dentro de la sangre que se desliza
la noche gotea una luna invisible
roja y detallada
ya no podré avanzar de calambres
dentro de la sangre varios dioses agonizan duras texturas
aviesas falanges de plata avanzan a mi vientre
espesos como carne de hombres
y delinean la línea de la caída el desnudo pálpito
abajo la rienda el látigo la palabra
abajo oscura y densa sangre de lunas completas / aún negras
avanzan una dos tres hacia abajo
halándome la tierra al suelo, la tierra
del cielo al suelo
el aire de negro al suelo
la luna al suelo
rota como un espejo me miro
derramada en espacios
dolor con forma sangre de mujeres que se quiebran
aquí
yo
caigo y no caigo, está roto
el reflejo de mi cuerpo
o mi cuerpo está roto de reflejos
o mi sangre está rota de mínimas moradas.
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ALBERTO A. VALDIVIA BASELLI: (Lima, 1977) Poeta, ensayista e investigador literario. Graduado de Filología Hispánica en la UNED de España, actualmente se desempeña como docente universitario e investigador literario (forma parte del cuerpo de investigadores del Centro Peruano de Estudios Culturales). Ha publicado ensayos y poemas en diferentes medios especializados del Perú como Hueso Húmero, Evohé, Hydra, Ajos & Zafiros, Fórnix, El Hablador, Martín; y del extranjero, como la revista Tsé Tsé (Argentina), La Página (España), Cyber Humanitatis (Revista de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile), Luvina (Universidad de Guadalajara), Agulha (Brasil), El grito (Nuevo León, México), La Jornada Semanal (Universidad Nacional Autónoma de México), Pterodáctilo (Universidad de Texas en Austin), Galerna (Universidad de Montclair), Hofstra Hispanic Review (Universidad de Hofstra, Nueva York), entre otras.
Ha publicado los poemarios La región humana (Fondo Editorial del Banco Central de Reserva del Perú, 2000), Patología (Osis editores, 2000; y Editorial Nido de cuervos, 2004), Quartier ascendant (Nouvelle lune) (Éd. Plaine Page, Marsella, 2007) y Entre líneas púdicas (Ediciones Lustra, 2008 / Colección Piedra/Sangre de la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo AECID) y la antología Sombras de vidrio: estudio y antología de la poesía escrita por mujeres 1989-2004 (Ajos & Zafiros, número 6)
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miércoles, 18 de enero de 2012

CASA DE SOMBRAS (y otros poemas) / Alejandro Querejeta

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CASA DE SOMBRAS
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Sombras reinan en la casa,
entre ellas el frío sendero
y la Nada en su inasible final.
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Retrocedo, levanto temeroso
el leve y antiguo velo de Isis.
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Alguien extiende sus manos.
Trazo el signo del principio.
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Cierro los ojos, hay monedas
que desbordan su oquedad.
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EL TRUENO DEL AGUA
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Lenta la resina avanza
por el tronco del abeto.
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Entre los abetos el amanecer,
acaso sea el último.
Sus ramas como hilachas
de la torpe memoria.
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Verde con trozos de añil,
con algo de ocre tal vez,
entre el trueno de las aguas
………que caen al abismo.
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El abismo y la profunda
oscuridad de las rocas.
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Un pájaro, rojo el pecho,
esfera de plumas
que el viento mece
al alcance de mis manos.
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Alguien llama a lo lejos,
Alguien grita un nombre.
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El olor de la resina, el rojo
del plumaje, el trueno
del agua hacia lo desconocido.
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PREGUNTAS QUE REBOTAN
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…………………………Cuando se adentra más en el abismo
…………………………la piel le tiembla cual si fuesen clavos
…………………………las rápidas preguntas que rebotan.
………………………………José Lezama Lima
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l.
Sé que para ellos vengo de lejos,
sus ojos cual llamas festivas
me entregan toda su extrañeza.
De ternura cubren mis hombros.
La vida es explosión de júbilo.
Al fondo las paredes encaladas,
y yo en mi pétreo cuerpo fantasmal.
Son tres, y uno oculto en su rubor.
Mas hay un perfil, una línea,
un asomarse al borde de la foto.
Ellos son esta Isla en mi lejanía,
el dibujo definitivo de sus rostros.
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2.
Ella, ignorada, duerme y la sombra pasa.
Absorta viaja por su sueño detenido
en la cruel fugacidad de la sombra.
La sombra, la mancha de su sueño,
envuelta en un chal que el desdibujo oculta.
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En la pared, el temible ojo del siglo,
la vacía mesa de la transubstanciación.
Las doce sillas se agolpan en su mudez,
desorden en el fin y no en el principio,
revelación de una ausencia definitiva.
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Y así dormida sin sueño, en sueños vacíos,
y ella ahora desdibujada en su rapidez
cruza, abandonada por mí y por Dios,
la escena implacable de nuestra desolación.
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3.
Es la madre que busca el agua fresca.
Agua que oculta las paredes desconchadas,
que libera y hace caer las rejas dobles.
Es la madre afanosa en mitigar toda la sed,
la isla de paz de nuestro vasto mundo.
¿O es que se dispone, con el agua oculta,
a iniciar el antiguo y definitivo viaje?
La madre siempre esconde de mí su rostro,
no son para mí su sonrisa y su asombro,
sólo el agua y la sed encerradas en lo Oscuro,
en ese espacio implacable que la aprisiona.
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4.
Otra vez, al fondo, ella escapa por las puertas.
¿A dónde voy cuando deciden, de lejos, mirarme?
Ella en el vacío de la calle, en el umbral de su destino.
Estas son sus hijas que con firmeza la disimulan.
Ella dejando en el papel su ansiosa velocidad,
su reveladora mudez exploradora de la Nada.
Ah, estas sus hijas admirables que improvisan
en sus cuerpos una danzante y cómplice alegría,
que en su estática coreografía hacen de mí pasajera,
a quienes del otro lado me miran y nunca me verán.
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5.
Este que tengo delante es mi padre,
anchas sus manos y sus quimeras.
Mi padre en su sonrisa socarrona,
que aguarda pletórico de incredulidad.
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Adivino la impaciencia de su mujer,
las sonrisas frágiles de mis hermanas,
espera y esperanza apenas contenidas.
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Adivino esa voz tan lejana
que llegará por esos teléfonos mudos.
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Las ventanas oscuras como cortinas
en donde la luz viene a morir.
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¿Qué insisten en buscar en nosotros?
¿Cuándo saciarán su áspera curiosidad?
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6.
Tengo razones antiguas, soy un niño.
Alguien más, allá lejos, en la ventana,
también quiere conocer mis palabras.
No traiciones mi ilusión, guarda
en ti la sencillez de mis argumentos.
Ignoras el límpido azul del cielo,
que cubre la brevedad de mis días.
Como el hombre abrumado que pasa,
yo conocí el mundo en esta tierra.
Ha vivido, no le juzgues con dureza.
Es un hombre que va por estas calles,
con su pesado fardo de quimeras.
En verdad, he venido para que hablemos,
no olvides mi gesto, recuerda mi felicidad.
De ti sólo quiero la ancha mano extendida.
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7.
Aún no ha llegado, vive en su distracción,
vine a darte la crudeza de mi testimonio.
Vine de lejos por los senderos de la Isla,
vine cantando la alegría de la anunciación.
Ahí está mi bicicleta; acércate, atrévete
a desafiar los rudos vientos de octubre,
el sol inclaudicable que ciega y quema.
Si acaso ignoras el destino de los ángeles,
en la firmeza de mi voz ya se adivina.
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8.
Tratan de comprender el origen de la herida,
vienen a nosotros con una grande, fría,
lejana mirada de quien ya todo lo sabe.
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Calculan, determinan, se ladean un tanto.
Con sus afilados instrumentos de precisión,
finalmente nos clavan la aguja en el alma.
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Meten los dedos en nuestra herida antigua,
y lanzan al viento nuestra incapacidad.
Nosotros diremos cuándo cesarán de herir,
será en el punto más alto de la fiebre.
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9.
Nuestras manos casi se tocan en el vaso,
pero los ojos llevan demasiado extravío.
Viajero, éste tan simple es nuestro tesoro.
Este poco de agua, estas miradas displicentes.
Nadie ha venido hoy y tienes la suerte
de encontrarnos en torno a este vaso.
Viajero que fotografías nuestro desamparo,
piensa en el poco de amor que trae el agua.
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10.
Este es el terrible inició del viaje,
todos presienten el momento.
Aquí estos hombres en su destino,
y yo como ellos con ojos de asombro.
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Es nuestra doliente humanidad,
en un viaje al centro de la noche
o de un día interminable y aciago.
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Andar y desandar tantos caminos
de una secreta e impredecible historia.
Mis ojos se pierden en la lejanía,
me aferro al borde de la ventana,
reunidas todas las difíciles preguntas.
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¿Quién dispuesto a ceder el sitio?
¿Quién resignado a la espera?
He aquí nuestro estrecho carruaje,
en un inexorable viaje hacia la Nada.
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11.
La ternura no tiene ideología
en estos cachorros indefensos.
El soldado la sostiene, la pondera,
nosotros verificamos su fragilidad.
El soldado viene de su niñez,
nosotros aún le tenemos por nuestro.
Estamos en un vasto escenario
y la ternura se ubica en su centro.
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12.
Yo dejé el dolor en la música de mi gente.
Entre estos platillos, como en una balanza,
traigo una real, profunda y antigua alegría.
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Estoy entre la inocencia grande de los míos.
Todos nacimos en esta Isla que entre el mar
semeja un inmenso barco lento que canta.
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En esta balanza va lo imponderable de mí,
lo que en Dios nos asiste contra esto y aquello.
Sí, dejé el dolor perenne, y traje la esperanza.
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……………………………………………………
Quito, 1998.
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Alejandro Querejeta Barceló: (Holguín, Cuba, 1947). Licenciado en Letras, especialidad en Lengua y Literatura Hispánicas (Universidad Central, Santa Clara, Cuba). Es autor de las siguientes obras: Los términos de la tierra (La Habana, 1985), Arena negra (La Habana, 1989), Cuaderno griego (Holguín, 1991), Crónicas infieles (Holguín, 1992) [Artículos y ensayos], Cartas interrumpidas (Holguín, 1993). [Poesía] Álbum para Cuba (Quito, 1998) Poesía] y Círculo de dos (Holguín, 2006) [Poesía]. En colaboración con el arqueólogo José Manuel Guarch Delmonte, Mitología aborigen de Cuba. Deidades y personajes (La Habana, 1992), Los cemíes olvidados (La Habana, 1993). [Leyendas aruacas]. Textos suyos aparecen en numerosas antologías. Es actualmente profesor Universidad San Francisco de Quito y Subdirector del diario La Hora..
Cosme Proenza / Los dioses escuchan (2004) Dibujo sobre cartulina. 28.5” x 22”
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viernes, 13 de enero de 2012

NOVEDADES / Bluebird Editions


jueves, 12 de enero de 2012

CNN


martes, 10 de enero de 2012

HOTEL

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Este edificio triste
...…a mediados del siglo pasado fue un hotel,
……en él durmió mi padre
……la primera noche en que salió de casa de sus padres.
Este era entonces
……un pueblo joven del que nadie quería irse,
……un montón de casas
……que apenas enturbiaban el sueño del paisaje..
Desde este balcón,
……podemos ver los testigos de una probable ausencia,
……estamos en el sitio
……en que un vacío habrá mañana.
La muerte de un edificio es algo previsible,
……puede que sea ésta
……la última noche que alguien duerma en él,
……después
……tenderá sus recuerdos como una manta
……sobre el montón de escombros que serán estos muros.
.Ven, entremos y abracémonos
……como si nunca fuésemos a morir,
……entremos y prometámonos el uno al otro
……que nunca hemos de olvidarnos.
Puede que mañana no exista siquiera esta cama,
……este espacio suspendido en el aire, puede que
……pasado un intervalo de tiempo mayor,
……ni siquiera sepamos el nombre uno del otro.
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sábado, 7 de enero de 2012

UN LIBRO, UN AMIGO Y DOS PREGUNTAS DE F. L. VIERA

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Arístides Vega es un gran amigo, parte de mí, un hermano. Por eso me siento libre de discrepar. Me envió el manuscrito de NO HAY QUE LLORAR (Ediciones La Memoria del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau. La Habana, 2011) hace mucho tiempo y nunca le comenté nada sobre el libro. Tal vez fue el dolor que me causó leerlo, o la sospecha de que este proyecto suyo podría ser muy útil al régimen de Cuba cuando fuese preciso cerrar ese capítulo negro de nuestra historia. En ese momento no tenía título. El título me ha causado más dolor que el texto. Creo que es un libro valioso por razones muy diferentes.
Deberíamos tenerlo a mano siempre. Cuando nos olvidemos de las miserias que vivimos, cuando se nos olviden las lágrimas amargas que nos anegaron el pecho reducidos a la condición de bestias por el hambre, cuando sucumbamos a la tentación de recordar selectivamente, podríamos releerlo. Podríamos recordar la bondad del llanto. Podríamos obviar ese título (que quiero interpretar como irónico, aunque probablemente no lo sea), y llorar un poco, que nunca hace mal.
Sería como ofrendar unas cuantas lagrimas, agradecidos de no haber sido tocados por la supuesta “iluminación radiante” que emergió de la miseria de esta época. Pero, sobre todo, por no haber sido contaminados por la retórica deshumanizada que reduce a un intelectual al estado precario de decir (y peor aún, escribir) que del “tortuoso camino de esos años, de esos días terribles, henchidos de hambres y apagones, puede surgir, entonces, LA LUMINOSA LLAMA DE UN AMANECER en que hemos sido mejores y sinceros”.
Es como decir que el holocausto fue en parte bueno porque se escribió el Diario de Ana Frank o se filmó Sophie's Choice. Qué importancia tiene que un turista perverso te humille si tu país, tu gobierno, tu “Gobernante” (vieron, no dije dictador) te ha reducido a la condición de un buhonero, una rata. Pero nuestro Virgilio (López Lemus) escribía y nadie podía iluminarnos el camino, de círculo en círculo, a través del infierno que vivimos. No es casual que sea Odette Alonso, uno de los pocos autores incluidos en el libro que hoy vive en el extranjero, la única que menciona la palabra “dignidad”. De eso se trataba. Matar nuestra dignidad por hambre, reducir a cero toda capacidad de cuestionamiento, toda voluntad de asociación, toda posibilidad de un copycat de la debacle en Rusia y Europa Central.
De modo que responder a las pregunta de Viera es fácil. A quien le importa como lo pasaba la jerarquía nazi cuando ve las fotos de los campos de concentración de Theresienstadt o de Auschwitz-Birkenau. La segunda puede responderla este libro: un testimonio, un grupo de gente que habla de algo que pasó. Algo que además, si leemos el mensaje implícito en el titulo, “no hay que llorar”, porque (pueden tararearlo conmigo) “la vida (hoy, en Cuba) es un carnaval”. No, el “periodo especial” no es un intervalo de tiempo en que ocurrieron cosas que podemos testimoniar y borrón y cuenta nueva (léase hambre nueva). Es como los fusilamientos, las UMAP, “el pensamiento”, etc., una emfermedad que hizo metástasis y que morirá con nosotros.
El pueblo judío no pierde oportunidad alguna de mostrar a sus hijos y al mundo las imágenes del horror. Los cubanos servimos en una bandeja el olvido, lo comemos y se lo ponemos en la mesa a nuestros hijos. “Fue terrible pero me hizo crecer, me hizo ser mejor”, dicen. ¿Socialismo con Swing? ¿Hambre sublime? ¿Precariedad Gozosa? ¿Mis hijos deben pasar hambre para que sean mejores? ¿Deben ser condenados a peores miserias para que sean mejores que nosotros?
Racionalizar la miseria no puede conjurarla. Nos condenará a vivir en ella eternamente. Si ese es el saldo de estos testimonios, en que la mayoría se apresuran a cerrar su inventario de horrores con una línea en que concluyen cuan beneficioso fue para su crecimiento personal, hay demasiadas razones para estar llorando un tiempo largo, horas interminables.
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UN JUEGO EN LA NIEVE

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Cuan importante puede ser sitiar las torres,
tender una barrera a la inquietud de los arqueros
que punzan el costado más débil,
el sitio en que llevamos guardada la carta del adiós.
El guante de piel suave
o el guantelete frío de metal
han de cerrarse para conjurar el dolor,
el vacío repetido en la nieve,
la ausencia austral
en que nada importan los símbolos del triunfo o la derrota.
El guante de fina piel
dibujando escaques siempre blancos
en la fría nieve,
la mano golpeando el reloj, golpeando
el tiempo que habrá de transcurrir.
Cada día, ante los febriles ojos de todos
algo ha muerto y nadie puede sentirlo,
al levantarse del asiento todo habrá terminado.
Ha muerto un rey, no importa donde,
ha muerto un hombre en el doblez que oculta un sobre blanco;
ha muerto un hombre, no sobre la mesa en que se juega a la muerte,
no en el reloj que corta el aliento.
Los titulares son apenas heridas
de las que solo pueden ver la sangre delineando cifras, estadísticas.
Tras el vidrio que divide el antes y el después,
la inmensa soledad del ausente
y el curioso silencio
en que los vivos se sumergen para ocultar su más antiguo temor
ha comenzado la justa soñada con lo eterno.
El reloj es una maquinaria absurda,
aún el monograma, la corona ducal,
la cadena que une el repetido encuentro
y la despedida en que se hunden todos los navíos.
Solo, frente a la voluntad que siempre ha sido
una presencia póstuma
podrá extender los limites del juego, el numero de los caballos
y los lúgubres obispos ocultando largas espadas
bajo el paño sereno de la fe.
El tiempo no ha de importar,
no ha de importar la ausencia de la dama en el andén.
La nieve ha cubierto la calle,
la inmensa llanura en que los hombres
van al encuentro de su flecha, de la herida que no puede sangrar.
Van al encuentrode las heladas palabras que figuran una daga en la tarde.

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UN ESPEJO (y otros poemas) / Carlos Pintado

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UN ESPEJO
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Un espejo cambiante es toda vida.
Un espejo que a ciegas lanza un lento
reflejo de reflejos, un momento
en que algo se repite y ya se olvida.
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¿Por qué la sed no encuentra su perdida
transparencia en el agua o en el viento?
¿Quién osará copiar aquel sediento
fantasma que en el mar niega su huida?
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¿Tendrá todo reflejo? ¿Qué silencio
podrá copiar siquiera tu silencio?
¿El mar del tiempo quién podrá copiarlo?
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¿Y ese amor que nos llega sin llamarlo,
no será amor, quizás, de otros amores
o como el fuego, sueño de esplendores?
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HERMOSOS SON LOS CUERPOS QUE VIAJAN A LA MUERTE
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Hermosos son los cuerpos que viajan a la muerte.
Si una rosa cayera entre los dos,
si un pájaro volara seguro de su sombra,
si un hombre me esperara por las calles del sueño,
yo me iría también.
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Hermosos son los cuerpos que demoran el alba.
Quién justifica estas catedrales,
estas mesas que el fuego no consume,
estos dioses de polvo y agua muerta.
Quién golpea en las puertas, persistente,
seguro de su miedo o de su gloria.
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Que el estío demore la luz sobre esos cuerpos.
Que el espejo repita, insomne, sus contornos.
Que el agua santifique sus labios mientras beben.
Que la luz los persiga como un fuego en la noche.
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Hermosos son los cuerpos que viajan a la muerte.
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LA EPIFANIA
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....................................(Del Bosco)
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El pájaro posado en la ventana,
(O más bien en lo negro del cuadrado
para ser más exactos) qué hace allí.
¿Y aquellos dos señores, alejados
de todos y de todo, de qué hablan?
Y las bestias que están como no estando,
solas, en el establo, quejumbrosas,
qué milagro no entienden?
..................................................El paisaje,
en tanto, se oscurece o entra al sueño
de otro paisaje menos habitable.
Pero el pájaro sigue en la ventana
o en el cuadrado negro (que es lo mismo)
y los señores hablan muy distantes,
y las bestias persisten en ser bestias..
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EUCLID AVENUE

.La calle en donde tú y yo nos vemos,
guardará ese aire a ningún sitio,
a soledad tristísima o a muerte.
Yo buscaré tu huella en otros cuerpos,
el agua que en mi mano santifique
los bordes intangibles de la sed.
Sé que el dolor persiste
más allá de mis manos:
La calle permanece en su costumbre,
-al norte Lincoln Road, al sur la nada
de otras calles ajenas-;
sólo ella persiste
como el fantasma insomne de tus pasos.
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CARLOS PINTADO: (Cuba, 1974). Poeta y narrador. Recibió el Premio Internacional de Poesía Sant Jordi 2006 en España por su libro Autorretrato en azul. Jefe de redacción de la revista literaria La Zorra y El Cuervo. Ha publicado los libros El diablo en el Cuerpo (2005), Los bosques de Mortefontaine (Bluebird Editions, 2007) Habitación a oscuras (Vitruvio, Madrid, 2007) y el libro de ensayos y cuentos La Seducción del Minotauro (Islas Canarias, 2000). La editorial Bluebird Editions en los Estados Unidos publicó una antología de su poesía bajo el nombre de Los Nombres de la noche (Bluebird Editions, 2008). Su último libro, El azar y los tesoros fue finalista del premio Adonais, 2008 en España y será publicado por Editora del Sur, en Buenos Aires, Argentina. Textos suyos han sido traducidos al inglés, al alemán, al turco y al polaco, y han aparecido en las antologías Ante el espejo (Poesía Iberoamericana, Fundación Inquietud Europea, Madrid, 2008), Adiós (Madrid, 2006) Aldabonazo en Trocadero 162 (Ed. Aduana Vieja, Madrid, 2008) Una voz en el abismo (Perú, 2007) y en revistas de España, Turquía, México, Alemania, Perú, Argentina y Estados Unidos.
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