domingo, 27 de diciembre de 2009

DOCE / XII / 12

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Existen autores que pueden mostrar textos que trascendieron su valor literario para acceder al favor de los lectores. Estos los alojaron en su memoria afectiva y llegaban a memorizarlos o entretejerlos en el entramado de una sensibilidad que pudiéramos llamar generacional. Hemos puesto muchos de ellos en esta sección. Otros, los más jóvenes, como Jesús D. Curbelo, Juan Carlos Valls o Manuel Sosa, son casos curiosos de una poética sustentada en el discurso, en la especulación existencial y/o en la captación de un estado de ánimo de dimensión social que consolidan en su esencia individual, en su impacto íntimo. Para presentar el más reciente poemario de este último, escribí unas palabras que creo abundan sobre el tema, y les dejo a continuación porque vienen al caso, junto a un poema suyo que ilustra su heterodoxia lírica.

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UNA DOCTRINA DE LA INVISIBILIDAD
.Este cuaderno versos tiene dos cualidades esenciales. La primera es estrictamente literaria y se inscribe en el marco de la devoción. Lo que fuera en Cuba la generación de los ochenta -hablo en pasado porque se escucha con frecuencia en estos tiempos hablar en presente sobre algo que ha muerto y es hoy sólo los despojos dispersos de una carnicería-, era asfixiado, en los albores de la década siguiente, por la reacción oficial y la reales limitaciones que paralizaron la pasajera ilusión de movimiento. Entonces comenzaron a escucharse algunas voces que parecían reafirmar todo lo dicho. Manuel Sosa es uno de estos poetas y el que sin dudas resume de una manera más clara el gesto agónico de una generación que creyó ver la luz, que tuvo la ilusión de poder conquistarla y recibió el manotazo, como un recordatorio de hierro, que marcaba donde estaban los límites.
Hay en sus libros anteriores una voluntad de continuidad que llega a hacerse corpórea. La consolidación de un discurso que resume con gran originalidad los, muchas veces dubitativos planteamientos de los mayores de su generación y su propensión a la introspección, ya no en actitud de negar o de rechazar la descolorida épica de lo cotidiano, sino en una auténtica exploración de sus sensaciones, propiciaron a su poesía una apariencia, no siempre negable, de summa en este caso teleológica. Circunscribir sus especulaciones liricas a un plano estrictamente literario pareciera que anticipa la negación, que ya de alguna forma podía ver. De ahí que la finalidad se encuentre siempre esbozada en el origen. El poeta, negado tres veces y todas las que fuese necesario, ya en el exilio renueva su devoción por establecer bastiones de resistencia, y es en este empeño en el que se estructura la segunda cualidad que sustenta este conjunto de versos: su voluntad de reafirmación, la necesidad de sustentar la existencia y hacerla visible. Pareciera que este libro puede resumirse en una palabra: existo. Que no quieran mirar, o le impidan a alguien mirar, o nieguen que hayan visto, no son argumentos que puedan validar la inexistencia o la invisibilidad.
........................................................................................... Miami (04/04/2009)
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LUNAS.En cada transposición del silencio, un nido abierto
que busca otro nido triunfal,
dos estoques contra las rejas:
allí he visto juntarse las lunas, en mi piel,
en la garganta que intenta el grito.
Cuando desciende el crisol y sangra la bestia
las lunas se posan sobre yacijas irreales.
Son las noches de untarse esa pócima
abandonada a la indiferencia del muro.
Son las noches de evitar ciertos cumplidos que seducen.
Inapresable mi ánima salvo cuando se juntan
los portentos que ahora confieso,
he tenido que ver cómo talan los sicomoros
y se mella el filo contra la corteza.
He tenido que ver cómo desmenuzan los nidos,
y cómo a mis lunas, en la fragua de la lucidez,
de un golpe separan.
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MANUEL SOSA: (Meneses, Cuba, 1967) Poeta. Licenciado en Lengua y Literatura Inglesa. Ha publicado los libros "Utopías del Reino" (Premio David 1991, Premio Nacional de la Crítica 1993), "Saga del tiempo inasible" (Premio Pinos Nuevos 1995), "Canon" (2000) y "Todo eco fue voz” (antología, 2007). Reside en Atlanta, Georgia.
Nota: Continuamos poniendo todos los domingos textos que por alguna razón tuvieron una significación especial en la década de los ochenta y en algunos de los turbios años posteriores. Para ver los post anteriores, picar en UNO / I / 1, DOS / II / 2, TRES / III / 3, CUATRO / IV / 4, CINCO / V / 5, SEIS / VI / 6, SIETE / VII / 7, OCHO / VIII / 8, NUEVE / IX / 9, DIEZ / X / 10 y ONCE / XI /11
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2 comentarios:

Manuel Vázquez Portal dijo...

Oye, Heri, excelente manera de sintetizar la poética de Manolo, que bueno que estés haciendo y diciendo estas cosas. Lo que está escrito no se borra, dice una máxima yoruba, y así será, los inveestigadores del futuro tendrán brújula. Gracia, hermano. Lo que haces es necesario.

Margarita Garcia Alonso dijo...

Tus palabras sobre Manuel, y el poema me han dejado en preocupaciones filosoficas...
Es un placer que existan.

volvere a leerles en unos dias, gracias.